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Críticas de Héctor A Martínez
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Críticas 222
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
25 de enero de 2013
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Lynne Ramsay nos trae con "Tenemos que hablar de Kevin", un crudo filme que profundiza en las entrañas de la maldad y la psicología humana al abordar la relación de odio y amor entre de una madre, interpretada brillantemente por Tilda Swinton, y su primogénito hijo, interpretado convenientemente por Ezra Miller. Completa el elenco el siempre eficaz John C. Reilly, como esposo y padre respectivamente.

Durante el trascurrir del filme, el director maneja de forma novedosa la causa y efecto entre las acciones de sus protagonistas en el pasado y las repercusiones de éstas en sus vidas presentes. De este modo, a medida que trascurren los minutos el filme comienza a generar una atmósfera tensa y angustiosa que puede provocar en el espectador premura por cómo observar como va a terminar todo, aunque muy bien se presienta desde comienzo cual puede ser el desenlace de la historia. Del igual modo, hay que decir que esta especie de flashback a la que recurre la cinta puede generar en el espectador -a mí me sucedió- una confusión acerca del devenir y trama de la película, así que les recomiendo amigos lectores, que sí no han visto "Tenemos que hablar de Kevin" deben estar atentos desde el minuto 1 hasta el último segundo del filme para que no vayan a caer una posible confusión.

De trasfondo argumentativo "Tenemos que hablar de Kevin" tiene como premisa poner a debate la cuestión del origen de la maldad humana, colocando como ejemplo explícito la crianza de un niño dentro de un próspero y feliz matrimonio norteamericano de estrato medio-alto y las posteriores y escalofriantes conductas antisociales del mismo chico. El filme invita a preguntarse ¿Nacemos corrompidos o es la sociedad la que nos corrompe? De aquí la pregunta que de seguro quedará rondando en la cabeza de los espectadores.

La película también ahonda en los prejuicios sociales y la doble moral que la sociedad imparte sobre las personas que directa o indirectamente están vinculados con aquellos que se salen de los moldes o estructuras sociales establecidas, es decir, con los antisociales. ¿Somos culpables y responsables de las acciones -buenas o malas- de nuestros hijos, hermanos o familiares; o estás dependen de la capacidad de acción individual de cada individuo? La negación como respuesta a la pregunta pareciera más que obvia, no obstante, el filme quiere poner de relieve la incapacidad de la sociedad para olvidar y mucho menos para perdonar, reprimiendo y/o excluyendo socialmente, como ocurre con la protagonista de la cinta, a aquellas personas que representan un recuerdo o una continuación de la vida de los antisociales con los que establecieron relación.
Héctor A Martínez
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6
24 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Divide en primera instancia nos muestra a un grupo de personas que se resguardan en el sótano de un edificio de una importante capital tras un inesperado ataque atómico. El paisaje humano de los sobrevivientes es variopinto, resaltando un par de "yonquis", una linda chica con su idiota novio nerd, un chico rubio, una madre y su pequeña niña, un negro (nunca debe faltar), y un tipo duro y amargado dueño del sótano, y que es interpretado de buena forma por Michael Biehn. De antemano diríamos que nos encontramos ante otro de los ya numerosos filmes apocalípticos nucleares. Pero no!!! A medida que avanza la cinta el trasfondo nuclear va perdiendo fuerza y el hilo argumentativo va ha centrarse en las relaciones humanas surgidas en el marco del enclaustro al que se ven sometidas un grupo de personas que de un momento a otro dependen uno del otro para sobrevivir. Es en este punto donde The Divide explora las emociones humanas en una situación límite -como la posible extinción-, razón por la cual los personajes comienzan a desvelar sus más íntimas pasiones, deseos reprimidos, sus miedos y ambiciones.

No obstante, sí bien The Divide funciona en la medida que pretende poner en escena los aspectos psicológicos de los grupos humanos respecto al uso del poder - terror como fórmula de control y pauta social, el filme tiende a disiparse en un inmensa cantidad de seudo-géneros que difícilmente logran generar en el espectador la inmersión total en la trama. Lo que comienza como una película postapocalíptica, va dando paso a un triller psicológico con tintes de ficción que termina rondando el cine gore.

Para destacar del filme está la puesta en escena, que aunque un tanto básica (un salón y dos habitaciones), sirve para enmarcar los aspectos de aislamiento y claustrofobia en los que se ven inmersos los personajes. Del mismo modo, los pocos efectos especiales utilizados en la película responden perfectamente, así como el maquillaje y algunos diálogos que resultan impactantes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Héctor A Martínez
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