Una de las mejores películas del inimitable y coherente Cronenberg. Su fusión de fantasía y terror aquí funciona de manera magnífica y la reflexión sobre el nocivo vicio de la televisión (aquí en su derivada violenta y sexual) anticipa la contaminante y perversa tecnología (mal empleada) que nos asola a pasos agigantados. Una pesadilla cotidiana de un hombre convertido y metamorfoseado en vídeo. Incómoda, inquietante y atractivamente repulsiva; película de culto.

Durante trece años Fernando León ha seguido y grabado al genio de Úbeda para entregar un documental que quiere ser semblanza y homenaje. Se queda a medias en todo: no está a la altura de un personaje tan genial y único como el que retrata, con sus contradicciones, fobias y errores. Siempre interesante por la misma idea y material del que parte globalmente insuficiente. Sintiéndolo mucho. Trece años no muy bien empleados.

Crónica de tres décadas de la Cuba postdictadura de Gerardo Machado (1933) a través de un joven sin escrúpulos y arribista dispuesto a todo para instalarse en la alta sociedad. El retrato del individuo quiere ser un espejo de toda una élite social (alérgica a lo colectivo); colateralmente una crónica sociopolítica también. Melodrama digno y ambicioso donde el contexto político determina a los personajes pero que tampoco aporta nada ni a nivel histórico ni cinematográfico ni sociológico. Buen elenco y de lo más prestigioso de Solás (tampoco es decir mucho). Destaca la música de Luigi Nono.

Corto de ficción y de sesgo autoral. Dos personajes, un hombre (invasor) y una mujer (campesina, invadida a todos los niveles). Solás propone una parábola política dónde el conocimiento recíproco del otro/a, el deseo y el ocultamiento de la identidad enriquecen la mínima trama. Lo logra a medias. Importancia de un paisaje abrupto, agreste, poco acogedor. Escasos diálogos.

Esta película de Clair, sátira antitotalitaria y nada en favor del tétrico capitalismo, provocó airadas protestas de la extrema derecha en su momento. Hoy, debido a un guión algo desigual, ha perdido fuerza en su graciosa fábula pero conserva el sello de su autor: fantasía mezclada con comedia, tono burlón y desembozado, aires anarquistas. Más que suficiente. Fotografía del cineasta Rudolph Maté.