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Críticas de Reverendo Wilson
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Críticas 227
Críticas ordenadas por utilidad
5
27 de enero de 2014
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Uno de los episodios más estrambóticos de la historia financiera de Estados Unidos fue el periplo por Wall Street de Jordan Belfort. El oriundo del Bronx alcanzó una celebérrima fama por ser el broker acusado y culpado, entre otros delitos, de manipular el mercado de valores y blanquear amplias sumas de dinero. Su historia le convirtió en el delincuente más popular de la historia de las altas finanzas estadounidenses, y lejos de ser odiado, llegó a ser foco de envidias y admiraciones por su peculiar forma de dinamitar el sueño americano. Su periplo reventando el mercado financiero estuvo repleto de efervescente riqueza y todo tipo de lujos y excesos, al mismo tiempo de llegar a desembolsarse hasta 50 millones de dólares al año.

Martin Scorsese dirige la adaptación de una de las novelas que el propio Belfort escribe narrando sus aventuras bursátiles y todo lo que a ellas rodeó. Viendo las connotaciones previas que uno pueda tener sobre el personaje de Belfort y conociendo la naturaleza del cine de Scorsese, ¿qué se puede uno esperar de este film? Sólo una palabra: exceso. Lo excesivo como elemento y ese mensaje intrínseco que la película nos tiene guardados quedan reflejados en el discurso, pero no de la manera esperada de un autor de estas dimensiones. En efecto, el primer acto de película se antoja como una excelente presentación de forma y modelo, exquisita definición a la hora de poner al espectador en situación: el explosivo juego de planos ofrece la visión de un Wall Street en imparable movimiento, con un personaje principal que entronca con algunos de los viejos conocidos del cine de Martin: caracteres en un creciente apogeo al que seguirá una irrefrenable caída, como ya ocurría en las dos cintas del realizador que en forma (aunque no en fondo) tienen mucho en común con esta: “Goodfellas” y “Casino”. De ambas hereda su apariencia y envoltorio, construyendo formalmente la película con una narración dinámica y con una voz en off que sirve de esqueleto para la historia. Aunque lamentablemente lo que muchos ven una fidelidad de estilo se convierte en la comodidad de un director que prefiere la retroacción a amoldar una narración a la naturalidad de la historia, deja una gran idea desnuda en empaque y estirada en argumentos.

El recurso de la voz en off quizá enmascare la nueva sobreactuación de Di Caprio, añadiendo a su favor la posibilidad de que la índole estrafalaria de Belfort solo resulte creíble en una sobre-dimensión de su naturaleza. Aún así, por mucho que un amplio sector del público se empeñe en distinguir a Scorsese por el estilo raudo y veloz a la hora de contar esta historia (los dos episodios de su filmografía citados previamente tienen buena parte de culpa, aunque cinematográficamente su valía sobrepasa en toneladas a este film) sus mayores logros artísticos provienen cuando el realizador apuesta por el clasicismo, algo que abandona aquí por una puesta escena cuya valía se agota a la media hora proponiendo una idea de manera reiterativa. Esto hace que sus tres horas de duración se antojen demasiado prolongadas, restando importancia a todo aquello que el viejo Martin nos quiere mostrar en algunas secuencias clave (oscurecidas por la falta de identidad del enérgico golpeo de imágenes) y que un guión sin gracia le impide mostrar. Porque aunque los propósitos de Scorsese ya se vislumbran desde ese primer acto de película que no nos cansaremos de vanagloriar, la magia se apaga en cuanto la narración pretende ampliar su discurso, dando vueltas sobre un mensaje que se ve incapaz de avanzar y cayendo sin gracia allá donde pretende mostrar hilaridad.

A su favor cabe decir que la película prescinde de un convencionalismo forzado por dotar cierta agresividad a su contenido, quizá lo más interesante de la propuesta, junto al regalo de varios secundarios muy jugosos como los interpretados por Jean Dujardin o sobretodo un sensacional Jonah Hill (sin olvidar la espectacular aparición de Mathew McConaughey en el sector más salvable de la película), que eclipsa al protagonista y roba la cinta en sus apariciones. Quizá lo que más duela de este “El Lobo de Wall Street” es que esa crítica que vende, o ese mensaje reiterativo, desprendan una obviedad muy impropia de un realizador de la entidad de Martin Scorsese.

http://ultimapelicula.blogspot.com.es/
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6
11 de marzo de 2012
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Interesante exploitation italiana de las "action movies" de moda en aquel momento, teniendo como principal punto de referencia el "Cobra" de George P. Cosmatos, quedando evidente no sólo por el título sino también por una escena inicial con no poco parecido en la que Stallone en la piel de Marion Cobretti comenzaba a impartir su justicia.

La película de Massi sigue cada uno de los patrones de la "Macho Movie" ochentera, con el protagonismo absoluto de Fred "The Hammer" Williamson. "Black Cobra" no esconde una labor continuísta del dibujo que en los 80 se hacía del héroe, tan impulsado por la Cannon y productoras similares, formando un personaje heredado del heroísmo del cómic en su labor de la lucha del mal, con claras claves del (valga la leve redundancia) antiheroísmo de la época. Este prototipo de personaje fue aquel que triunfó en los 80 y tanto se añora (e imita) en la actualidad, un caracter que logra la conexión instantánea del público, espectadores que gozamos de un punto de vista bastante amplio que nos permite disfrutar de este tipo de productos.

El éxito de la "Macho Movie" ochentera no se regía sólo por un personaje principal rozando lo caricaturesco, sino también por otros elementos que consiguieron un tiempo dorado para el cine de acción, supliendo los aciertos de la acción setentera (que aprovechaba esa época de cambios, suponiendo el auténtico nexo del cine clásico con la cinematografía actual) por un estilo visual mucho más extremo. En "Black Cobra" encontramos ese clima de Western callejero tan de moda por la época (impulsado al principio de la década por gente como Walter Hill), una violencia radical heredera de la influencia del cómic en la década pasada y los esteoritopos del momento (villanos tan radicales como cartoonescos, sintetizador a raudales) que construyen un producto de encanto admirable, lo que sumando a su condición de Blaxpoitation tardía le añadía un status adicional frente a los films coetáneos.

"Black Cobra" (o "Cobra Nero" como reza el título original) tuvo un discreto estreno en cine a nivel mundial (si alguien sabe si conoció estreno en salas comerciales en nuestro país me gustaría que me lo indicase, a modo de curiosidad) logrando un notable éxito en el mercado del videoclub (ratas de videoclub, sólo nosotros sabemos apreciar estos productos) dando origen a tres secuelas (dos de ellas rodadas por Edouardo Margheriti, hijo de Antonio, una dirigida por Umberto Lenzi, y una con co-protagonismo de Nicholas "Spiderman" Hammond) rodadas en Filipinas haciendo que su condición de "exploitation" se multiplicase.
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3
10 de octubre de 2017
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Intentona algo pueril de adherirse al horror autoconsciente más gamberro, aquí navegando por algunas de las constantes del slasher y el cine de muertos vivientes en clave pretendidamente irónica y caricaturizada. Con la habitual agrupación de una serie de jóvenes hacia un paraje vacacional aquí ubicado en el típico motel estadounidense, pronto serán víctimas de un virus que se contagia como si una enfermedad de transmisión sexual se tratase, no obviando en algunos momentos por parte del director la intentona de querer trascender de los límites propios de la sordidez aprovechando aprovechando esta diatriba citada, sin conseguirlo.

Aún así el film se dejará ver por aquellos con filias más grandilocuentes hacia la pantomima del género y su anárquico sentido del cachondeo, fallando paralelamente en un cimiento indispensable para este tipo de propuestas: el compromiso con las aristas más básicas del horror y donde acabarán imperando sus intenciones de agradar a un amplio tipo de espectadores y no a los enteramente comprometidos con los subgéneros que homenajea. Sus intenciones por trascender entre lo soez y lo visceral causarán bastante indiferencia, pecado capital en una película de estas características. 

http://reverendowilson.com/
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4
21 de enero de 2017
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Un bus turístico con diferente amalgama de personajes se quedará atrapado en plenos Países Bajos, cayendo en reclusión en un viejo molino de viento con antigua leyenda negra detrás. De Holanda procede este slasher con toques sobrenaturales, en el que se aferra un argumento que pretende abordar, de una tacada, el asesino serial contra un grupo de personas con temática de trasfondo que aborda las puertas del inferno , con el surrealista precepto de situar esto en una zona por debajo del nivel del mar. El director Nick Jongeirus adopta las fórmulas clásicas del slasher en su época dorada, bajo la pretensión de añadir una abstracción narrativa plagada de oníricos y climáticos flashbacks, lo que unido a una decente factura técnica y la impresión dentro de su subgénero del elemento etéreo (recordando a algún que otro viejo clásico) compondrá el único interés de la cinta.

Lamentablemente, Jongerius se ve incapaz de manejar la iconografía que pretende concebir, formando un caos narrativo abocado a unas artificiosas y torpes escenas de impacto, restando muchísimos valores a una película en la que se germina una admirable pretensión de renovar un subgénero ya demasiado desgastado. Su ambientación, una Holanda rural auspiciada por la siempre fascinante presencia de los molinos de viento, se ve débilmente aprovechada, así como un villano cuyas dispersas apariciones suponen un agradecido apunte para evitar caer en los ramalazos más cutres del slasher, que inevitablemente rozará en la intención de dar una profundidad a sus personajes que se antojará como un añadido totalmente insustancial.

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5
16 de diciembre de 2015
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Curioso juego de géneros proveniente del prometedor Jon Watts, quien aquí imbuye una narración de 90 minutos en una persecución de la que son objeto dos niños, quienes roban bajo ingenuas intenciones el coche de un sheriff involucrado en turbios asuntos. Con aroma al espíritu aventurero infantil tan arraigado en la década de los 80, el film de Watts ejerce unas extrañas mixturas con el género de terror de cierta mordacidad y amparadas en el personaje de Kevin Bacon, intransigente villano de la función que tendrá en sus participaciones los momentos más destacables del film.

Una premisa que en un principio se degusta con mucho interés, que acierta a la hora de mezclar la trama infantil con un halo de oscuro tono naif, tergiversando una historia de tintes más sombríos de lo esperados; todo ello quedará restringido por las limitadas labores de dirección, que no acaban de ofrecer entidad y personalidad a la ficción. Aunque es digno de reconocimiento ciertos instantes de admirable tonalidad conformando una crepuscular y ruda ambientación, algo genuinamente americano, el sabor que deja la película en su conclusión es la falta de carácter, como si Watts pretendiese abarcar diferentes maneras de abordar una historia negra que lamentablemente acabará pasando más bien desapercibida al espectador, salvo por sus limitados momentos de ímpetu escénico. Estos, vendrán protagonizados por Bacon, quien como ya hemos dicho se promulga como el mayor atractivo de la propuesta.

http://elgabinetedelreverendowilson.wordpress.com/
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