Netflix sabe que el hambre por documentales true crime es grande. Y agrega opciones a su menú casi todas las semanas. Eso tiene una consecuencia lógica: la cantidad supera a la calidad.

“Las Mujeres y el Asesino” es un buen ejemplo. Es un documental francés original de Netflix, que apenas supera la medianía.

Sin meterme a territorio spolier, encuentro la historia un poco sosa. La idea conceptual del film se estructura en base a 3 mujeres que son “Las Mujeres” mencionadas en el título. Pero ellas no tuvieron un papel demasiado relevante en lo que pasó. La madre de una de las chicas asesinadas contribuye en el plano emocional, una jefa de la Policía francesa que habla desde el plano político y una periodista que es presentada con bombos y platillos, pero al final nos damos cuenta que su rol reside en haber asistido al juicio.

Y yendo a la némesis de estas mujeres, a “El Asesino”, quizá su único ¨mérito” (con perdón de la palabra) es que se lo catalogó como “el Primer Serial Killer de Francia”. Hay un pequeño recorrido sobre su historia pero nada que alcance perfiles psicológicos interesantes.

Resaltando algunos aspectos positivos, el documental dura un poco más de 90 minutos y está contado de manera correcta. Lo de la duración no es un comentario simplista. Los fanáticos de los documentales true crime nos hemos topado con demasiados ejemplos donde una historia que se podía contar en menos de dos horas fue llevada a varios capítulos repletos de personajes secundarios innecesarios, cliffhangers absurdos y subtramas menores.

En resumen: un documental fast food. Es como una hamburguesa de un local de comidas rápidas. Te quitará el hambre, pero no será un platillo que recordarás por mucho tiempo.

No importa dónde vivas, seguro en tu país hay una persona famosa con una personalidad arrolladora, que ha sido puesta de ejemplo por sus actos humanitarios, carisma y profesionalismo.

En Inglaterra ese era Jimmy Savile. Un personaje que durante 60 años fue parte de la vida diaria de los británicos.

DJ de radio, primer conductor de TV del famosísimo de Top of the Pops, trabajador voluntario en hospitales, presente en miles de eventos de beneficencia. Demasiado perfecto para ser verdad. Se codeaba con los reyes de Inglaterra, políticos, papas, los Beatles, y los Rolling Stones. Un tesoro nacional.

Y he aquí la raíz del problema. Cuando llegas tan alto, cuando acumulas tanto poder te sientes intocable. Eres Jimmy Savile. Y lo demás no importa.

El documental de Netflix cuenta de manera bastante sólida su vida. Con abundante material fílmico (se ve que Jimmy era un invitado frecuente en el establishment del entretenimiento británico), narra en la primera parte su rol como comunicador. Y en la segunda parte, todos los secretos que se resguardaban dentro su halo de impunidad.

Una persona que estaba más allá del bien y del mal. Según sus palabras, él hacía tanta beneficencia para que, en el día del juicio final, el plato de la balanza con sus buenas acciones pueda compensar todo lo demás. Espero que el de Arriba haya visto todo. O, con suerte, al menos haya visto el documental de Netflix.

Pocas historias pueden condensar el ADN de Estados Unidos como una que reúna una familia de una minoría, futbol americano, dinero y fama.
La de Aaron Hernandez es una de ellas: y además podemos sumarle detalles más puntuales: violencia familiar, adicción a la marihuana y a los calmantes (muy común en los jugadores profesionales), daños cerebrales por los reiteradas golpes (encefalopatía craneal traumática que es la enfermedad que pone en jaque al establishment de la NFL) y dudas con su identidad sexual. Un verdadero coctel explosivo, que finalmente terminó explotando.
El documental muestra de manera muy sensata el ascenso, auge y caída de Aaron Hernández. Complementa reportajes que buscan un poco de morbo, ediciones de imágenes de archivo (noticieros, juegos, juicios) y cautivantes llamadas telefónicas de Aaron desde la prisión.
La gran pregunta termina siendo: ¿Por qué? ¿Por qué una persona que había logrado ser una estrella y había firmado un millonario contrato con New England Patriots, el equipo más ganador en los últimos años de la NFL pudo cometer semejantes atrocidades? Aquí cualquier ser humano toma una postura obvia que es pensar que el dinero es la solución a todos los males. Este es un ejemplo de lo contrario. Por eso persiste el por qué. Y la respuesta está, o estuvo, en la mente de Aaron Hernández.

Tener a Julia Roberts en una serie exclusiva de Primer Video asegura unos visionados, motivados simplemente por el interés de ver a una estrella de la pantalla grande pasarse a una plataforma digital.
Pero Sam Esmail no se conforma con ello. Va mucho más allá. Nos presenta una propuesta arriesgada, con una trama interesante que atrapa desde el primer capítulo. En ese capítulo conocemos la historia de un centro de rehabilitación de soldados, cuyo objetivo es reinsertarlos en la sociedad luego de su paso por conflictos armados. En ese capítulo, mediante un salto temporal de la trama que es un hallazgo visual, conocemos a un delicioso antihéroe que está investigando por qué algo salió decididamente mal. La temporada fluye hacía la resolución de la trama, alternando siempre entre estas dos temporalidades, proponiéndonos un rompecabezas que hay que armar y desarmar varias veces.

Con influencias de Hithcock, Alan Pakula y David Fincher, Sam Esmail nos entrega un producto redondo, desde el primer minuto del capítulo 1 hasta la resolución.

Mención aparte merece el formato de los capítulos. Muy lejos está de un pecado sumamente usual en temporadas de streaming: el alargar y enredar la trama con cliffhangers innecesarios que tienen el único objetivo de estirar los minutos de cada capítulo. Homecoming llega a tener episodios que apenas superan los 30 minutos. Utilizan el tiempo que necesitan para contar lo que tienen que contar. Y eso es un detalle más que ensalza su calidad.

La historia documentada es muy interesante y recorre circunstancias terribles que sucedieron en una época bastante reciente donde las atrocidades de la iglesia católica eran ocultadas debajo de una alfombra custodiada por gente influyente.
Quizá las dos grandes críticas que se le pueden hacer a esta serie documental son:

1) su longitud. Más de 7 horas. Alargada al exceso para adaptarse al formato de una temporada de Netflix. Luego de un visionado completo, me dio la impresión de que aparecen en cámara demasiados personajes tejiendo sus hipótesis y contestando preguntas. Y me pregunto si esas declaraciones sólo sirvieron como relleno y cliffhangers entre capítulo y capítulo y no como menú principal.

2) Otro problema es que navega en un formato que se queda a mitad de camino entre la averiguación de quién es el asesino y la denuncia social. Se plantea claramente como un documental en busca del who dunnit (el asesino). Y termina siendo una crítica a la iglesia y al conservadurismo imperante en la sociedad americana.

Para cerrar: estos dos puntos no son una crítica a su falta de calidad, sino más bien una pregunta sobre si satisface las expectativas de los que nos embarcamos en una viaje de 7 horas y no estamos tan conformes con el destino final.