Muchos consideran que las primeras obras cinematográficas hasta la aparición de George Melies sólo son testimonios del nacimiento de un nuevo medio de expresión sin mucho valor más allá de este hecho o el de documento histórico. Sin embargo, en el mismo año que los hermanos Lumière presentaron su primera grabación ya se realizaron pequeños cortometrajes de ficción como el que aquí se critica que incluían una buena ambientación y efectos especiales convincentes.

Los Lumière dieron el pistoletazo de salida, pero casi de inmediato surgieron autores compitiendo por el más difícil todavía, lo cual explica que en tan poquísimo tiempo el cine se convirtiera en la principal industria de entretenimiento expoleándolo a que adquiriese prácticamente su plenitud artística en poco más de dos décadas.

Esta cortísima película retrata convincentemente un suceso histórico mediante vestuario y un atrezzo excelentes (¿Alguien nota algún defecto a este nivel?) y un simple, pero efectivo truco cinematográfico. Poco después (apenas un año), Méliès tomó buena nota y utilizando los mismos elementos y algunas cosas más y sobre todo haciendo gala de una portentosa imaginación y un fantástico sentido del humor, logró eclipsar a todos sus compañeros de ¿profesión? a los cuales he querido rendir homenaje con esta crítica.

A pesar de que no me gusta introducir en mis críticas la justificación de la calificación que le he adjudicado a una determinada película, a veces creo que merece la pena hacer excepciones. Éste es uno de esos casos, en tanto a que su calificación no se basa exclusivamente en méritos artísticos. Por otra parte, es precisamente por esa razón que resulta realmente difícil calificar adecuadamente esta obra. Por una parte, su valor histórico es para ponerle un 10 y por otra su valor artístico es para cascarle un 1 o un 2. Al final, le he puesto un 7 por varias razones.

- Imposible ponerle menos de un 6 (interesante) porque a ver quién es el listo que me dice que no tiene interés ver la primera película de la historia.

- Una estrellita más, porque aunque no ofrezca casi nada, tiene cierta estructura, al menos en una de sus tres versiones, hay un principio (las puertas se abren), un desarrollo (asistimos a todo un desfile de personajes entre los que hay hombres, mujeres e incluso animales) y un final (las puertas comienzan a cerrarse). Además tiene cierto valor como documento costumbrista, está bien encuadrado, continuamente hay movimiento (aparece un perro, sale un carruaje,...) y aparecen cientos de extras ¡Toma ya!

Podrán ustedes pensar que la argumentación de mi séptima estrellita es una tontería, pero piensen que podría haber sido peor, los Lumière podrían haber presentado infinitas grabaciones mucho menos interesantes (por ejemplo, el muro que se veía a través de la ventana de su habitación, o los dos hermanos sonriendo ante la cámara). Por supuesto, también podrían haber mostrado algo mejor, pero entonces mi puntuación habrá sido superior.

La Disney no reconoció haber calcado el argumento de una serie de animación japonesa de 1965 que a su vez se basaba en un manga de 1950 del mismo autor (Tezuka), cuyo protagonista se llamaba Kimba, era un cachorro de león cuyo padre fue asesinado y lucha contra otro león usurpador y tiránico. Dicho manga a su vez se basaba en el Hamlet de Shakespeare y la Disney nunca ha negado esta otra influencia. Al parecer esta extraña serie de coincidencias sólo podían atribuirse a la casualidad, según los estudios americanos. Casualmente, también se trataba de la primera película de Disney basada en una idea original y aún más curioso resultaba que Tezuka acababa de fallecer ¡¡Ole, ole y ole!!

Este hecho resulta bastante maloliente porque el cambio radical de contexto que supone llevar Hamlet a la sabana africana y darle un tono infantil es una cosa, sin contar con que se reconocía la fuente de inspiración, pero repetir exactamente cada idea particular, cada detalle de una obra y negarse a reconocerlo por ahorrarse dinerillo escudándose en la escasa difusión que tuvo el producto japonés fuera de su país, es otra cosa bien distinta. Bien sabían los ejecutivos de la factoría del orejudo que el 99,99% del público ignoraba por completo la existencia de un precedente.

Las únicas diferencias, no atribuibles a la diferencia abismal de presupuesto, entre el león americano y el nipón, eran el color blanco del felino original (que por cierto molaba más) y su nombre que se diferenciaba en una letra. Supongo que pensaron que dos bombas atómicas no habían hecho suficiente por desmoralizar a todo un país, que tuvieron que tocarle las narices a los ídolos de su infancia ;)

Le he puesto un 7 porque, aún con todo, la película está tan bien hecha que, a pesar del robo, resulta muy agradable ver desarrollada de forma tan espectacular una historia que te emocionaba de pequeño, pero cuando vean o re-vean esta película de animación dedíquenle un brindis a su verdadero creador OSAMU TEZUKA.

Como dijo Mufasa (AKA Osamu) a su hijo en un capítulo de los Simpson: "Debes vengar mi muerte, Kimba... digo Simba".

No es la primera película de ficción, ni siquiera de ficción histórica, sólo hay un plano, pero es un plano buenísimo para la época, repleto de acción, con múltiples personajes apareciendo desde detrás de la cámara y con una buena ambientación. De hecho creo que contiene el primer asalto a balazos de la historia del cine. Probablemente, al igual que "Historia de un crimen" (ésta por otras razones como la trama y el montaje), influyó notablemente en la que sería la primera película rodada y montada de forma moderna "Asalto y robo de un tren". Al menos a mí, su visionado me ha evocado profundamente a la escena del tiroteo en el cual son atrapados los bandidos del citado western y a la escena rodada en el techo del tren con la perspectiva del bandido apareciendo de espaldas desde donde se sitúa la cámara hacia delante, de forma similar a como aparecen aquí los asaltantes.

No voy a repetir lo que otros usuarios han comentado ya sobre la hábilmente narrada trama y el extraordinario uso del simbolismo que se muestran en esta película. Pero si me gustaría añadir que me ha impresionado muchísimo lo que ha sido capaz de hacer su director Metodi Andonov con tan escasos medios.

Hay que ser muy, pero que muy bueno para irse a la sierra con unas cuantas cámaras y unos pocos actores desconocidos y una aparentemente sencilla, pero redonda historia en la mochila y volverse con una película bella, inquietante, reflexiva, evocadora y muchos adjetivos más. La belleza del paisaje, las costumbres rurales, los sonidos del campo y el bosque, la expresividad de la protagonista, cuya interpretación me ha llegado a conmover, y esa cámara que está siempre donde tiene que estar y que se mueve como se tiene que mover, exprimen todo el jugo que se puede sacar sin dejarse ni una gota como si se tratase de una esas naranjas pequeñas que parece que no va a dar nada y al final llenas un vaso entero.

Por otra parte los silencios son tan elocuentes y los diálogos son tan escasos, que los últimos podrían haber sido eliminados sin que la obra perdiese el más mínimo interés. No hablo de cine mudo ya que lo que de ningún modo sobra es el sonido ambiental. Todavía resuenan en mi cabeza el sonido de los palos golpeando uno contra otro, los cencerros de la fiesta popular, las rocas rebotando por el acantilado, el fuego consumiendo los vestigios del pasado o el agua cayendo por la cascada sobre la pareja de amantes.

Por cierto, aunque tal y como otros usuarios comentan, Cuerno de cabra fue en su momento popular en España en los cines que proyectaban películas de arte y ensayo y aunque yo no tenga absolutamente nada en contra del cine experimental (a mis votaciones me remito), ésta película no tiene nada de "arte y ensayo" simplemente es buena, bonita y, en el mejor de los sentidos, barata.