Apasionante relato fantástico que nos introduce en el bello y enigmático mundo del subconsciente a través del inquietante viaje de una niña, Chihiro, quien -con el espectador como único equipaje- vive una asombrosa historia que rezuma melancolía. Melancolía de algo que hemos vivido y no recordamos, pero que ahí reposa, en lo más profundo de nuestro ser. Melancolía de un pasado que se presenta en nuestra mente a partir de un sabor o un olor y no acertamos a recordar. El viaje de Chihiro representa el déjà vu de la mente, de la lágrima -ni triste ni alegre- que asoma en nuestros ojos y no sabemos por qué.
Ganadora de un oscar a la mejor película de animación y del Oso de Oro del Festival de Berlín, El Viaje de Chihiro se postuló como el resurgir del cine anime japonés.

Es cierto, Declaradme culpable no es una obra maestra. No tiene nada que pueda hacer de la cinta de Lumet una película para guardar en una vidioteca, de hecho, es probable que dentro de unos meses lo único que recuerdes de la película es que te pareció entretenida y esa es, sin duda, su mejor virtud. Una película ágil, pero sin ningún alarde cinematográfico y con un Vin Diesel muy por encima de las posibilidades interpretativas que cualquier ser humano le hubiese atribuido a priori después de ver alguno de sus trabajos anteriores.
Dos horas y un poquito de una historia que, todo hay que decirlo, parecería absurda si no fuese porque al principio de la cinta nos recuerdan que se trata de un hecho real. Digo dos horas y un poquito, porque el filme no se hace largo y al comienzo, sabiendo la duración, te puedes decir para tus adentros: Qué larga se me va a hacer la película... pero no.
Buena para esos momentos en los que te dices: no quiero pensar demasiado.

Dura, cruda, real. Ocaso de la dictadura comunista de Nicolae Ceausescu. Una sociedad incapaz de afrontar los problemas que subyacen de sus propios ciudadanos. Unas jóvenes se enfrentan ante una dura decisión -un aborto-, pero que consideran como única solución, aunque quizá, errónea. Cristian Mungiu dibuja ante el espectador un complicado entresijo moral -que no moralizante-, y deja que él mismo sea quien decida sobre lo acertado de la decisión.
Controvertida cinta del director rumano que se presenta como un arpegio de planos secuencia, de ritmo pausado y angustioso que en ningún caso deja indiferente al espectador. Ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes.

A veces un caramelo ácido nos deja un mejor regusto en la boca que uno dulce. Juno es, en efecto, un agrio retrato de la sociedad americana actual. Un relato inteligente y acertado, con un trasfondo moralizante acerca del aborto, que presenta a las dos Américas antagónicas. No critica, dibuja -al estilo de American Beauty-, lo que hace que la cinta transcurra a través de unas situaciones y circunstancias más naturales. Al principio pica y entornamos los ojos, pero poco a poco y sin edulcorantes naturales, Juno va pintando una sonrisa en nuestro rostro, que durará, por lo menos, varias horas. Eso sí, será una sonrisa diferente, ácida.
Con un guión de Diablo Cody y dirigida por Jason Reitman, Juno ganó el Oscar al mejor guión original en la 80ª edición de los premios de la Academia.