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España España · santiago de compostela
Críticas de berenice
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Críticas 149
Críticas ordenadas por utilidad
7
20 de enero de 2015
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día conducía mi coche por remotos pueblos. En uno de ellos, lo más triste posible, paré a echar gasolina y me quedé pasmado con lo que vi. Se lo escupí, indignado, al gasolinero:

-¡Oiga! ¡Allí hay dos críos follándose un gato!!!
- Ja, ja, ja... cosas de críos,- respondió el empleado.
-¿Usted lo ve normal? ¡¡¡Y allí hay un viejo haciéndose una paja en público!!!
-Ja, ja, ja... no pretenderá que un pobre viejo salga a perseguir gatos.
-¡Esto es una crítica al sueño americano!!!, -dije ofuscado mientras arrancaba y me alejaba de allí para siempre.

La ineludible expresión "crítica al sueño americano"... ¡Cómo os gusta! Aparece millones de veces en Filmaffinity. La verdad es que mola y tal, parece profunda, pero es un perezoso lugar común de terrible indefinición. Casi en cualquier film estadounidense triste, en cuanto te des la vuelta, te endiñarán una "crítica al sueño americano". Que es el mismo sueño que en Puebla de Sanabria, pongamos por caso, porque allí también quieren follar y también se ponen los cuernecicos los vecinos. Aunque en este pueblo igual Bogdanovich se ha pasado. Mejor.

Precisamente, follar es el meollo de la cuestión. Unos por soledad, otros por vicio, otros por descubrimiento. Yo, que me escapé a la gran capital para follar, y ahora resulta que donde había orgía todos los findes era al lado de mi casa, en el poblacho. En el puto poblacho. Y que todos se acostaban con todos, pero vamos, sin pensarlo mucho. Cagoendios, con lo tradicionales que parecían todos.

La primera mitad de la película es de una nobleza cinematográfica inusual: gestos,miradas, idas, venidas... Sirve para presentar a los personajes, sin muchas palabras. La desgana post adolescente de Bridges y Bottoms quedará en la memoria de este que escribe, también la perversidad estúpida, descontrolada y, algunas veces, tierna de Cybill, fruto de la opresión del poblacho; y, sobre todo, esas maduritas interesantes, a las que dotan de mil matices de todos los grados de sutileza posibles las actrices que las interpretan, de las mejores secundarias que recuerdo, en especial la mamá de Cybill, increible, impresionante Ellen Burstyn. Cada vez que aparece ella, la tensión sube de una manera apoteósica. La escena en que le perdona la follada a Bottoms podría figurar en las antologías más exigentes del cine americano, y eso que viene cerca del final, tras un bajón grande.

La segunda mitad es mucho menos interesante, pero eso cualquiera que vea la película lo podrá comprobar. Todos son demasiado malos y vacíos, todo está demasiado viciado. Incluso se nos obsequia con una escena risible que comento en spoiler.

¿Ya está? ¿Un poco de pesimismo y de nostalgia engañosa por los tiempos pasados bañado todo en polvo? No estaría mal, pero sería demasiado poco. Sin embargo, hay algo más. Algo que provoca una redención general, que baña la tristura en pura luz de la que no se olvida, que justifica un millón de miradas y de acciones. Pero me temo que iremos al spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
berenice
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5
23 de febrero de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desmitificación. Hermosa palabra. Muy apropiada para usar en esta película, como leo en las críticas de tantos usuarios. Significa eliminar los atributos míticos, en este caso los de Sherlock Holmes, ya intocable desde mucho antes de los años setenta del siglo XX. Ignoro por qué el hecho de desmitificar imprime un valor artístico añadido. Además, ¿se desmitifica realmente aquí? Ay, ¡almas de cántaro! ¿Acaso pensábais que el famoso detective tenía en realidad siete hijos, cambiaba pañales y era contable en sus ratos libres? ¿Pensabáis que era conductor de autobús, o que no se duchaba nunca? Eso sí hubiera sido desmitificación. Lo de que se inyecte cocaína, sea desordenado y sexualmente ambiguo no tiene nada de particular, y cualquiera que haya leído los relatos de Conan Doyle pudiera incluso haber llegado a imaginarlo sin demasiado esfuerzo, así como el pudor del escritor para no explicitarlo. Al fin y al cabo, su cualidad verdaderamente mítica, su sagacidad, no queda puesta en entredicho casi en ningún momento.
Tenemos, pues, un matiz levemente humanizador para los dos famosos caballeros; y una intriga soporífera para ellos y para mí, donde las piezas del puzle dejan ver demasiado que las pone, forzadas, un alambicado guionista, (las pistas siempre caen del cielo, como dice otro usuario, y siempre en el momento preciso, abusando de una casualidad de la mala hasta la náusea) . Y todo es servido por un Wilder correctísimo pero sin atisbo de genio, en una realización "a la clásica", bastante teatral en sus medios planos secuencia. ¿Dónde está el riesgo?
Habría que ver ese famoso proyecto inicial, tal como lo concibió Wilder. Mientras tanto, para mi gusto, lo que queda es una película tan pulcra como sosa, sólo animada por la primera media hora, de deliciosa indefinible melancolía. Eso sí, la expresión de desgana y fastidio, durante toda la cinta, de Robert Stephens es perfecta para el tono de desidia general.
Film absolutamente fallido, (que no es lo mismo que "malo"), al menos en la versión que hemos podido ver, de lo que ya se dieron cuenta en el momento de su estreno los tontos críticos y espectadores de entonces.

Como no podía ser de otra manera, los revisionismos que se hicieron a posteriori, cuando Wilder ya disfrutaba del status de clásico intocable, elevaron esta película a los altares. Es una maniobra muy habitual, desde Cahiers du cinema, con todas aquellas películas de grandes directores que habían sido "fallidas" en su momento. De vez en cuando, muy pocas veces, se reparaba una injusticia, (por ejemplo, “Moonfleet”). Con “La vida privada…” podría engañar a mi intelecto, pero no a mi corazón. A pesar de ese violín de Miklos Rozsa.
Además, tiene delito haber dispuesto del inmenso Stanley Holloway y darle sólo dos minutos. Me pregunto cómo hubiera cambiado todo si él hubiera sido Watson en lugar del anodino Blakely.
berenice
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5
26 de enero de 2013
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo bonito: la pureza de Forrest, que es capaz de redimirle de tanta mierda como ve.

Lo regular: el tratamiento simplón que confiere simpleza a los que no son tan simples como el prota.

Lo malo: que, en los tours de force emocionales, Zemeckis casi nunca consigue emocionar. Copia de mala manera a Spielberg, quien perfectamente podría haber firmado el trabajo.

Lo peor: la duración insufrible de la película. No apta para vejigas llenas

Lo ridículo: los críticos que dicen que es un film "fascistoide", (pobres, es que sale alguna bandera americana y se han cegado). También es ridícula la frase de la caja de bombones. Bueno, hay tantas cosas ridículas que su exposición traicionaría mi brevedad

Lo mejor: el maravilloso árbol símbolo de la infancia y el descubrimiento. Vaya ejemplar!!!

Película absolutamente sobrevalorada.
berenice
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6
19 de agosto de 2013
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de esta crítica gustaría a Herzog, sin duda, pues es el título que él mismo se adjudicaba para su empresa a propósito del film. Un título hipócrita, pues quien conquista lo inútil está falto de pretensiones y a Herzog le sobran y, además, busca descaradamente el aplauso. Lo "inútil", en este caso, es ese viaje en circular, (volver a empezar o empezar para volver, en cualquier caso para nada). También es inútil el propósito del viaje, aunque el infladísimo y ufano Herzog intente conferirle una carga de romanticismo desesperado a base de gramófono, lírica de la mala. Inutilidades líricas, pero todas impostadas, puesto que el loco Fitzcarraldo, ciertamente, está a punto de conseguir sus imposibles empresas, para lo cual el guionista le suministra artificialmente todo lo que necesita. Así cualquiera emprende locuras.
Pero lo verdaderamente inútil y, por tanto, en lo que más se empeñó el director alemán, es que el barco, sus toneladas y su remolcamiento, (amén, supongo, del desbroze y destrozo en la selva), tenían que ser reales. Herzog transustanciado, trasunto de Fitzcarraldo, embarcado en una empresa tan grandiosamente inútil como el melómano loco; eso sí, con la conveniente publicidad sobre las penurias del rodaje para que se supieran de antemano en todos los festivales de cine, especialmente en Cannes. Se presentaba no un director de cine, sino la misma esencia del cine. No sé por qué no interpretó él mismo al personaje, pero creyó que se llegaría a la poesía por medio del realismo, y ahí olfateó el aplauso de gentes hartas de trucos y deseosas de reciedumbre, (hoy, en la era digital, más que nunca: véase que todas las elogiosísimas críticas, panegíricos muchas, son del año dos mil y mucho en adelante, cuando todos estamos hastiados de los efectos digitales. Ya sé que la página no existía en tiempos de la película). Pero, en este caso, la realidad se funde un poco con lo falso, sin pretenderlo, y es una cosa especialmente curiosa que, al bajar los rápidos o en algunos momentos de subir la montaña, el barco parece, más que nunca, una maqueta, sí, incluso en pantalla grande.
Pero es lo de menos. Lo triste es que, con tanto canto a la futilidad, importan más las maderas, las maromas y las poleas que la carne que va a bordo, con lo que tenemos tan sólo esbozos, (no despreciables, pero esbozos), de cocinero, de piloto, de mecánico, etc, acompañando al visionario. Y con dos horas y media hay que pedir algo más que esbozos, hay que exigir personajes para que la cosa no sea tan plúmbea a ratos. Total, que Fitzcarraldo hace su aventura casi solo, a la postre. Un visionario de perfilado tan elemental, y tan primariamente interpretado por Kinski, que sin gramófono no sería nada. . Además, sin tener ni idea de cómo son las tribus de jíbaros del Amazonas, protesto enérgicamente por el sobrecargamiento de ponchos de estos, en vez de un esplendoroso, cobrizo y amenazador desnudo pintado.
¿Por qué le pongo un seis a una película tan pedantorra y cansina? Por algunos buenos momentos, que los tiene, y, amigos, porque soy hijo de los cómics que leí, de las películas que vi de niño, de mis lecturas de autores clásicos de aventuras que me marcaron y fascinaron; y ver un barco remontando los ríos amazónicos hace tambalearse en mí cualquier severidad excesiva. Hay que verla, porque la selva luce esplendorosa, aunque no se trague al Kinski de los cojones. En la escena final, más lírica de la mala, como en las letras de La oreja de Van Gogh.
berenice
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3
9 de noviembre de 2012
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad, soy muy mayor. Y aunque mis amigos me venden algunas modernas cintas de animación, (Toy Story, Ratatouille, etc), como joyas imprescindibles, yo me aburro soberanamente. Otra vez el tostón de encontrar la verdadera identidad, (la rata que nos recuerda que nada es imposible, el viejo solitario que ha perdido la ilusión y la reencuetra en las pequeñas cosas...) Este anciano es lo más parecido a un personaje que tiene la cinta, y aun así está diseñado con las patéticas y habituales trampas disneyanas de toda la vida. Como en "La bella y la bestia", (donde se supone que la belleza estaba en el interior, pero el monstruo era físicamente apuesto, agradable y de hermosísimos ojos azules) aquí en "Up" de nuevo nos timan de mala manera: este señor, ¿es, o no es, un abuelo? Pues, si lo es, que alguien me diga a qué gimnasio va. No es intentar poner realismo en una película donde los perros hablan, eso da igual. Es deshacer la trampa que afecta a la misma esencia de lo que los críticos benévolos llaman "emotiva historia humana". Los demás personajes, (quiero decir, muñequitos digitales), ni nos los planteamos, empezando por el niño gordito al que uno desearía ver muerto en tantas secuencias y, como de costumbre, no cae ni a tiros). Tiene la película fama de tener una primera media hora muy buena, (con su sarta de tópicos y lugares comunes ya vistos en otras películas, como el intento de deshaucio del viejo por parte del malvado mundo moderno; o su sensiblera y dañina historia de amor, hay que ver qué pesados se ponen con el recuerdo de su mujer..., con todo eso, desde luego, esa primera parte es lo mejor de la peli). En fin, la segunda parte, (casi toda la película), es cine para público muy chiquitín. Un adulto sólo disfrutará viendo disfrutar a su hijo. Como la vea solo, como fue mi caso, abandonará la sala. Un petardo más con filigranas digitales inanes y sin alma.
Lo mejor: la escapada en globo, como puro anhelo de libertad romántico, al estilo de "Milagro en Milán" o "E.T.". Una idea maravillosa que enseguida se achuscarra con los consabidos efectos digitales de la casita esquivando edificios con música muy fuerte acompañando
berenice
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