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España España · Madrid
Críticas de Pedro
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Críticas 265
Críticas ordenadas por utilidad
10
20 de mayo de 2005
129 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque fue Annie Hall el trabajo oscarizado de Woody Allen, encontramos aquí la cúspide de su recorrido cinematográfico. Simplemente para descubrirse cuando, acompañado de la música de Gershwin y a través de una fotografía que rezuma poesía en imágenes, en unos pocos minutos nos regala una más que eficaz descripción de Nueva York, completando así uno de los mejores arranques de película que uno es capaz de recordar. Porque esta película se guarda en la memoria como el sabor de un vino añejo, el olor de la tierra mojada tras la tormenta o la textura de la piel de un bebé. La ciudad cobra entonces vida y protagonismo, junto al propio Allen y Diane Keaton, para hablarnos de amores y desamores, dudas y desengaños, reflexiones e ironías a las que el mundo de Woody tiene acostumbrados a quienes no saben cansarse de su estilo narrativo y visual. Éste último aquí aprovechado por él, posiblemente como nunca, con el hábil manejo de la profundidad de campo y amplios planos secuencia.

Se puede así disfrutar de un guión redondo con diálogos ocurrentes llenos de referencias intelectuales y también sarcásticas, donde mención especial merece Mariel Hemingway, de cuya dulce interpretación uno termina de enamorarse para, deseando emular otro guión del director, querer que salga de la pantalla y arrullarla entre los brazos desde el patio de butacas. Pues esta obra de Allen es en definitiva eso: algo que se convierte en cotidiano, pero que no aburre; de modo que cuando nos sorprende el final aún en pleno disfrute no queremos sino que un alma caritativa rebobine la cinta y comiencen de nuevo los acordes de “Rapsody in blue” y las imágenes en blanco y negro de los parques, aceras, puentes y rascacielos de Manhattan.
Pedro
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4
25 de mayo de 2008
155 de 207 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un buen ejemplo de una supuesta obra maestra que se consolidó rápidamente como tal, y a pesar de haber claramente perdido el significado y la fuerza que en su día a muchos deslumbrara, sigue encandilando todavía, ésa es “La dolce vita”.

Fellini, con un gran manejo técnico, construye un conjunto de cuadros sociales diferentes entre los cuales el personaje interpretado eficazmente por Marcello Mastroianni sirve de nexo de unión. En ellos puede apreciarse una crítica a la clase acomodada, a la prensa, al modo de vida de cierta esfera en la Roma de finales de los cincuenta. Todo ello supuso cierta revolución temática y formal que fue muy aclamada y se tomó como un revulsivo dentro del panorama dominado aún por reminiscencias neorrealistas.

Sin embargo, vista hoy intentando olvidar lo más objetivamente posible lo que fue y algunas de sus imágenes iconográficas como la del baño en la Fontana de Anita Ekberg, encontramos un contenido que no es lo que era, porque fue más un fenómeno de actualidad, una moda, un capricho, quizás como las propias pinceladas que se dibujan en las escenas festivas y despreocupadas del argumento, que una obra verdaderamente universal y llena de fuerza.

Algo podemos salvar hoy… Tal vez la composición fílmica y la estructura sigan sirviendo como buenos ejemplos en escuelas de cine, alguna escena como la declaración de amor con Mastroianni sentado solo en una silla en medio de la habitación vacía, el drama del amigo suicida o alguna que otra brillante interpretación como la del protagonista y la de Anouk Aimeé. Sin embargo, resta mucho más la larga duración que se pierde en alborotadas composiciones de personajes que comunican poco narrativamente y comparadas con otros trabajos cinematográficos incluso de la época tampoco tienen una excesiva belleza visual o poética como para subsanar el tedio argumental. “La dolce vita” (1960) no es por ejemplo “Viridiana” de Buñuel (1961), película crítica y descriptiva de unos personajes con excelentes cuadros llenos de riqueza simbólica; ni siquiera es “Plácido” de Berlanga (1961), una crítica social con distintos frescos de personajes pero cuyo hilo argumental mantiene la viveza.

En definitiva, una película que vive más de lo que fue que de lo que es.
Pedro
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7
2 de febrero de 2023
141 de 187 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Tremblay, alumno aventajado de Setphen King, cuyas novelas el rey del terror recomienda leer, y que cosecha ya prestigiosos reconocimientos del género como los premios Bram Stoker y Locus, firma la obra de la que se adapta esta película: "La cabaña del fin del mundo". En ella escribe de un modo muy cinematográfico su relato, usando muchos detalles descriptivos, tanto que casi estaba pidiendo a gritos ser llevada a la pantalla. Así que es lo que ha hecho exactamente M. Night Shyamalan al encontrarse con un argumento que viene como anillo al dedo a su estilo, y donde él mismo aporta parte del guion.

La peculiar dirección fotográfica de Jarin Blaschke, quien hace cuatro años ya destacara dotando de verdadero arte y contexto a las imágenes del filme de terror e intriga "El faro" (nominado al Oscar en fotografía), aquí también sirve para contextualizar de manera especial el ambiente en que se desarrollan los hechos con una atmósfera que subraya la tensión: la cabaña solitaria cerca del lago, la apacible naturaleza del bosque que la rodea, el contraste con cada uno de los personajes de la trama y lo que van haciendo; escogiéndose el formato anamórfico en 35 mm para el que además se usaron lentes de los años noventa, contribuyendo a ese aire más clásico de misterio en cada fotograma.

Si la novela quizás se ve a mi gusto un poco lastrada por los numerosos flashbacks que se intercalan casi continuamente en el texto intentando ayudar a entender cómo piensan y actúan los personajes en cada situación límite en la que se ven envueltos, Shyamalan toma aquí la decisión de dosificar dicho recurso y de este modo se agiliza el ritmo de la narración de forma que se mantiene centrada la atención tanto en el enigma de por qué los inesperados visitantes actúan así y cuál será la llave de la imposible solución al dilema que plantean a la familia, como en el desarrollo a la vez del sentimiento de los personajes en contraste con su pasado, sin que una cosa reste a la otra.

En angustia creciente, la última parte de la cinta rompe su fidelidad con la novela, y aunque se han ya presentado algunos detalles no exactamente igual a lo largo del metraje, mientras que la novela no resuelve con nitidez el misterio, quedando así parte de la conclusión ambigua y abierta a la reflexión del lector, aquí sí veremos un desenlace claro y absolutamente diferente al de Tremblay; aunque el escritor se mostró satisfecho con la película y le dijo al director que ese final fue otra opción que él barajó. A pesar de que la novela es algo más oscura, dura y menos políticamente correcta con lo religioso, tanto el acierto narrativo como el buen llevar del argumento hasta el desenlace, el cual tal vez no contente a todos, para mí hacen que la adaptación al cine valga tanto como la historia originaria, obteniendo como resultado un trabajo más que interesante en la filmografía de Shyamalan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro
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3
20 de enero de 2024
183 de 274 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película a la que le sobra casi todo el metraje. Como un corto de diez o quince minutos podría haber contado lo mismo mostrando perfectamente el mismo recurso y efecto de la fría cotidianidad que enmascara el horror de un holocausto ausente a la vista pero que se sabe presente.

Como anécdota contaré que un hombre al inicio de la proyección se levantó de su asiento en la sala de cine con la intención de ir a avisar porque creyó que la película se había atascado en un bucle o algo así. Y es que el principio es uno de los más raros y experimentales que he visto en mi vida. Casi cinco minutos de un fondo negro con una música instrumental simulando un sonido estridente, que a mí también me llegó a parecer que no era normal y que tal vez la proyección había fallado. Después, algunas personas se marcharon antes del final de la película. Yo estuve a punto también de irme, pero si seguí fue sólo por ver la fotografía, que a pesar de usar efectos visuales de vez en cuando sin sentido, en general podría decirse que era lo único que me pareció de cierto interés.

Recordar filmes con temática del holocausto como "La lista de Schlinder", "El pianista", "¿Vencedores o vencidos?", "El lector" o "La vida es bella" es mencionar cine del bueno, pero en cualquier caso cine. Ya que a este trabajo ni siquiera yo lo llamaría cine, ante la patente deficiencia de la narrativa, sino un experimento artístico que personalmente, a pesar de los premios y mucha crítica profesional entusiasmada, se me antoja francamente flojo.
Pedro
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7
30 de enero de 2023
111 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Al fin lucho contigo; desde el corazón del infierno te hiero; por odio te escupo mi último aliento (...) ¡vaya yo a remolque en trozos, sin dejar de perseguirte, aunque atado a ti, ballena maldita!"

(Herman Melville)

"La ballena" tiene una muy interesante puesta en escena, reduciéndose la localización a la casa del protagonista y esencialmente al salón y el porche, exceptuando algunos otros planos sobre todo retrospectivos y breves en la vida de los personajes principales. De este modo, limitando el espacio y las acciones, la fuerza de la obra se encuentra en la palabra y las interpretaciones del reducido grupo de actores. Mérito esencial sin duda el ser adaptación de la obra de teatro homónima de quien también escribe el guion, el dramaturgo Samuel D. Hunter, y aderezado con una realización medida de Aronofsky que saca buen partido de la expresividad de los actores con cada plano.

Si hay que poner un pero que resta algo a la cinta, quizás esté en alguna escena un poco desagradable por explícita y en cierta dureza visual y de situaciones igualmente incisivas y quizás reiteradas sin necesidad sobre la condición del personaje principal, que buscan casi más incomodar al espectador que aportar al argumento.

Sin embargo, gracias a palabras y actuaciones, el conjunto no deja de funcionar como un engranaje de precisión. Brendan Fraser hace aquí el papel de su vida, un muy buen trabajo como el personaje central, Charlie, sobre el que pivotan alternándose en escena el resto, dando él ese carácter de hombre con problemas por su condición física que busca redimirse del pasado que le atormenta pero que muestra estar lleno de bondad y esperanzas puestas en los demás a la vez que en cierto modo se castiga a sí mismo. Del resto de acertados papeles de reparto, sobresale, además del intenso e interiorizado por la actriz Hong Chau haciendo de su enfermera Liz, la interpretación de Sadie Sink, como su hija Ellie, que es elemento esencial en la historia y que ella borda en esa dualidad de hija cruel y resentida pero que parece esconder algo más dentro resistiendo salir. Hay algunas escenas entre ambos que tienen gran fuerza interpretativa, ayudada también por una adecuada planificación del rodaje y dirección de actores.

La construcción de los diálogos según se van introduciendo los personajes y vemos las relaciones entre ellos está cuidada para que vayamos conociendo de modo dosificado qué es lo que los une, o separa, y entendamos tanto su pasado como su presente. La trama se va así desarrollando aumentando su intensidad emocional hasta llegar a un final potente lleno de metáfora y significado.
Pedro
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