Se trata para muchos de una película de culto australiana que, al parecer, ha permanecido perdida desde la época de los video-clubs y del VHS, que ha sido recuperada y restaurada recientemente partiendo del negativo original en 16mm.

Durante una sesión de ouija con sus amigas, Alison, de 16 años, recibe un mensaje de su fallecido padre advirtiéndole que no acuda a la celebración de su 19 cumpleaños. Tres años más tarde, estando con su novio, recibe la llamada de sus tíos...

Tiene un desarrollo clásico pero con aspectos originales.

Interesante.

Se supone que un monitor autónomo de tiempo libre (Bacon), va a convertir en hombres a cuatro chicos de ciudad durante quince días de acampada por las montañas. Uno de los chicos es un anodino segundón, y dos de ellos son adolescentes gallitos de pelea más histéricos que otra cosa. El cuarto - narrador de la historia - es una inverosímil mezcla entre un sabioncillo repelente, una rata de biblioteca, un rebelde cabezón y un niño malcriado. Sumad a esto que el monitor es un negado empatizando con adolescentes y está pelín desequilibrado. Y aunque ya parezca que los ingredientes pueden servir para componer una comedia, siento decir que todo, salvo la narración del sabelotodo y prepotente niño sobreprotegido, esta contado en serio. Ni una sola broma. Ni intento de hacer sonreir a la audiencia. Cuesta pensar que hubiese un guión antes de empezar a rodar. No he conseguido averiguar nada de Manya Starr & Ernest Kinoy... ¿Serán seres reales?

Hipnótica, inquietante y aterradora, sí, pero ¿por qué? No por lo que filma sino por cómo lo hace.

No tanto por lo que vemos sino por cómo lo hacemos. Por quienes somos mientras miramos.

Diez minutos que se hacen largos si te sumerges en la introspección salvaje que Tscherkassky te propone. No la veas antes de irte a dormir. Tal vez no puedas hacerlo porque los pensamientos micronizados en las imágenes te lo impidan.

Quiénes somos en conjunto nos lo hemos preguntado a menudo. Quiénes somos por partes, no tantas.

Paul Abbot tiene todo el mérito del guión, como creador de esta serie, pero sobre todo, tiene el mérito de haberla repetido y mejorado en EEUU, con muchos más medios y rodeándose de un equipo de mucho más talento.

Seis años después, esta serie ambientada en Manchester se traslada a Chicago, y manteniendo el guión casi al detalle - nombres de los personajes incluidos - mejora en todo lo demás: el casting, el diseño de producción, la ambientación, la dirección de actores, los diálogos, la interpretación... No hay por qué desmerecer nada del original - la serie ya es, en origen, inteligente, original, valiente, libertaria y políticamente nada correcta - pero a cualquiera que os guste, vais a alucinar con su secuela.