Dos toreros, uno joven, ingenuo y con ganas de comerse el mundo, otro veterano, fracasado y de vuelta de todo ( inconmesurable Rabal), un poblucho de los de charanga y pandereta, unos mozos más brutos que un arado, de los de boina calada y cayado, la moza "monumento" que se iría a la ciudad con el primero que se lo propusiera, el señorito machote que va de la formal a la en apariencia frívola, la banda de música, el alcalde, el cura...y por supuesto los toros, la fiesta nacional.

¿Puede surgir algo original y digno de interés más allá de lo folklórico de toda esta suma de arquetipos?

El veterano Antonio Román sorprendentemente nos demuestra que sí. "Los clarines del miedo" es una obra atípica dentro del subgénero taurino ( la corrida en sí no tiene lugar hasta bien avanzado el metraje y está rodada de manera un tanto desganada ), no se parece a ninguna otra y pese a rondar y juguetear con todos los tópicos nunca cae de lleno en ellos, ofreciéndonos una inesperada hondura dramática e invitando a la reflexión sobre el saber afrontar los envites de la vida,la dignidad hacia los demás y hacia uno mismo y el sentido del deber. Ojo al epílogo final.

Ya que yo mismo sugerí esta película para que se incluyera en la base de datos tras verla en TV seré yo mismo el que abra el fuego con mi crítica.

Bueno, criticar no hay mucho que criticar ¿ o sí ?. Estamos ante uno más de los innumerables spaguetti westerns que rodaban cada año en Europa en los años 60 siguiendo la estela de Sergio Leone pero casi nunca acercándose a su sombra.

Y es que este "Djamango" viene a ser como un pseudoplagio de "Por un puñado de dólares" (que como es sabido a su vez se inspiraba en el "Yojimbo" de Kurosawa) ,con un (anti)héroe que sospechosamente recuerda mucho mucho en su estampa ( no lleva poncho, pero lo parece ), en su mirada ladeada y afilada y en su parca gestualidad y expresión al "hombre sin nombre" (Clint Eastwood ) de la "Trilogía del dólar" de Leone. Y lo cierto es que en esta imitación Iván Rassimov sale bastante bien parado.

Y siguiendo con la exploitation, el nombre del pistolero, que da título a este film de Mulargia ( acreditado en los títulos de algunos paises como Edward G. Muller ) recuerda inevitablemente al de Franco Nero en el pequeño clásico "Django", estrenado sólo un año antes.

Por lo demás tenemos todas las constantes del western a la italiana: música evocadoramente "morriconiana", codicia, traición, rostros malencarados y sudorosos, tiroteos secos, zooms, primeros planos, además de un niño lastimero que no para de llamar a Cjamangoo, Cjamangooo durante toda la película, y para rematar una mujer de armas tomar que recuerda mucho a la Raquel Welch de la época. Para mojar pan está.

En suma, un western rutinario y predecible, pero curioso y entretenido, desde luego no es de lo peor que he visto dentro de este subgénero.

Un saludo.

Albert Lamorisse no es un director de cine, es mucho más, un artista, un poeta.

Si "El globo rojo" enamoró a los espectadores de medio mundo, esta fábula realizada tres años antes incluso la supera en calidad.

Con un sentido plástico excepcional y un sentido universal, es como si en esta cinta se encontraran cineastas de diferentes mundos y concepciones del cine, algunos posteriores en el tiempo: Jean Renoir, Flaherty, Stroheim, Satyajit Ray, Emilio Fernández, el Cinema Novo brasileño o Truffaut, así como el más puro western americano.

La inocencia, la pureza, la libertad, la independencia, la naturaleza, la amistad, la familia,el respeto a los animales, la confrontación del mundo infantil con el mundo de los adultos, los inevitables obstáculos de la vida y mucho más temas son ejes sobre los que pivota esta "Crin Blanca", absolutamente recomendable para espectadores entre 0 y 99 años.

Uno de los films más hermosos que he visto en mi vida. Inolvidable

Ambientada en tierra isleña, una Las Palmas de Gran Canaria ( tierra natal de los directores ) que a través del balcón de la casa de esta peculiar familia se asoma a su vez a un paraje conocido como "La Isleta", esta historia humana e intimista de sólido guión, efectiva ( por lo "invisible" ) dirección y más que notable labor actoral desde el primer al último intérprete ( mención especial para la composición del camaleónico Alberto San Juan, que ya ha recibido algun premio de la retahila que le espera) supone un nuevo paso adelante y el mejor film hasta el momento de la carrera de los inicialmente poco prometedores Ayaso y Sabroso.

Con un ajustado metraje que se pasa en un suspiro y múltiples capas de lectura, se trata de un film honesto y sincero que sin duda se encariña con sus atribulados personajes y que no carga las tintas en el componente trágico que sobrevuela el fondo del argumento. "La isla interior" nos habla de personas reales y no de meros estereotipos, dignifica a un habitualmente silenciado sector de la sociedad más amplio del que todos pensamos y en el fondo me pareció un film lleno de esperanza.Una cortina se cierra ante el drama, pero a veces es necesario cerrar un capítulo para aprender a volar solo.

Último film dirigido( siempre con la ayuda de otro "hombre de la casa" del estudio) por el excelso guionista Ben Hecht, con unos resultados no memorables pero para nada desdeñables, resulta ser una mezcolanza entre diversos géneros, con apariencia "noir" pero predominio del melodrama.

Estamos ante una historia de buscavidas y almas desencantadas que engancha desde su primera escena, con excelentes diálogos, pero que no termina de rematar( pese a lo cual llegó a estar nominada a los Oscar) por su afán un tanto convencional de redimir a cada uno de los personajes.

En cuanto al reparto sobresale con mucho un memorable y alcoholizado Thomas Mitchell, de su boca salen las mejores réplicas, el limitado Douglas Fairbanks Jr. ( co-productor de la cinta) está esta vez estupendo como pillo de tres al cuarto pero de elegante fachada, una Rita Hayworth pre-Gilda luce bella pero algo sosa en un papel de "aventurera" algo desdibujado, y finalmente el eterno secundario John Qualen, que tiene un papel más largo de lo habitual, está simplemente correcto.

En suma, una película agradable de ver, incluso ligeramente superior a la media, sobriamente fotografiada y de ajustado metraje, con destellos brillantes pero que termina sabiendo a poco.