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España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
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Críticas 376
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
31 de julio de 2023
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo agradezco a mi amigo Jose Antonio que insistiera en invitarme al cine (y posterior refrigerio). Yo dudaba si quería verla, con tantos “fans” comiendo palomitas o chucherías como locos, pero lo cierto es que si alguien piensa ver “Oppenheimer”, lo suyo es verla en una sala de cine. Siguiendo con el positivismo, coincido con las palabras de Coppola, que se alegraba de que “Oppenheimer” y su competidora en taquilla, “Barbie”, estuvieran haciendo el agosto en pleno mes de julio en las taquillas de todo mundo, ya que ninguna es secuela, “remake” o la típica producción Marvel, que ya iba siendo hora que el mundo del cine no se sustente con productos “archimanidos” o que hagan de las más taquilleras un listado que parece sacado de los videojuegos más vendidos.

Dicho sea de paso que si “Barbie” ha tomado la delantera en el “Hit Parade” con sus recaudaciones es porque tiene más copias en circulación y porque la duración de tres horas de “Oppenheimer” impiden tener el mismo número de pases. Suponemos que ambas se verán recompensadas, de alguna forma, en los próximos “Oscars”, y como esto es una carrera de fondo, ya veremos cual al final del año, se erige victoriosa o si sus recaudaciones se diferencian mucho una de otra.

Hasta ahí el repiqueteo de campanas. Pero que conste, antes de nada, que no pienso que “Oppenheimmer” sea una mala película en absoluto. Aún con sus defectos creo que es un correcto film, descompensado, con una primera parte más farragosa que la segunda. A veces resulta grandilocuente, ya que su director y guionista, Nolan, ha decidido que a madurado, como en su día hicieran por ejemplo Spielberg o Amenábar, e intenta demostrar que él puede y debe contar todo tipo de historias, incluyendo temas históricos en clave para adultos, no sólo cine de evasión. De ahí que muchos de sus incondicionales le califiquen de sucesor de Kubrick, pero el articular con cierta destreza la parte técnica no te convierte en un genio. Creo que esta legión de “fans” debería encontrar otro símil para ensalzarlo, ya que las comparaciones no le benefician.

Las referencias sobre la controvertida figura de Oppenheimer no son nada nuevo. Se ha tocado sobre todo desde en documentales a obras de teatro, como “Los borrachos”, de Antonio Álamo, ganadora del premio Tirso de Molina en 1993 y que fue montada por el Centro Andaluz de Teatro, a otros films de menos resonancia, como “Creadores de sombras” (1989) de Roland Joffé.

En esta ocasión Nolan parece haberse inspirado (que no copiado) en ciertos momentos de Malick, con esos “flashes” hermosos de estrellas y átomos y de Howard en su “Una mente maravillosa”, mientras que en la segunda parte se inclina por Robert Wise en su “La amenaza de Andrómeda” y Oliver Stone. Muchos comentarios hacen referencia a “J. F. K: Caso abierto”, será porque se combina el blanco y negro y el color, pero a mí me ha llevado más a “Nixon”, quizás porque este film de Nolan carece del envidiable ritmo y nervio de “J. F. K: Caso abierto” y se parece más a “Nixon”, donde el afán del director parecía más ser fiel a la información que se brindaba más que involucrar al espectador y emocionarle con lo que se estaba contando. Eso sí, Nolan, con la historia que nos narra, juega con la baza actual de los tiempos que corren, que convierten a su film, no sé si en oportunista, pero desde luego en un oportuno y necesario toque de atención, desde a los ciudadanos a las altas esferas.

El haberla rodado en 70mm IMAX, más que una necesidad, me parece un ataque de nostalgia de hace décadas o un pegote, no solo porque en el mundo no llegan ni al medio centenar las salas que reúnen las condiciones para su correcta proyección, si no porque el film no lo necesitaba. Era como Tarantino y sus “Los odiosos ocho” que innecesariamente también lo utilizó. Ni que ambas producciones aunaran el “glamour” de, por ejemplo “Cleopatra” de Mankiewicz o el monumental despliegue visual de “Apocalypse Now” de Coppola.

De la impecable parte técnica ni que decir que cuenta con un gran trabajo en sonido, estupendos efectos de sonido, un buen montaje o una fotografía notable de Hoyte van Hoytema. Otro cantar es la banda sonora de Ludwig Göransson, demasiada cargada en su instrumentalización y utilizada en exceso, en todo momento, quizás porque Nolan, consciente de que en muchos momentos el sentido dramático se le iba, a potenciado las mismas a base de exprimir la banda sonora.

En el reparto no se ha escatimado. Parece, salvo alguna excepción, que Nolan se propuso darle un papel a todo aquel que hubiese ganado un “Oscar” a mejor actor o haya estado nominado alguna vez, recuperando a otros que conocieron mejor época, llevándose el gato al agua Robert Downey Jr., por su buen hacer y porque la longitud de su personaje se lo permite.

Ellas están más vendidas. Aunque posiblemente quieran nominar a Emily Blunt como actriz de reparto, Florence Pugh está totalmente desaprovechada, incluso se la podían haber ahorrado y haberla nombrado simplemente. Una pena. Y es que uno de los fallos del guion es haberse olvidado de las mujeres, tanto de las escasas que aparecen en la película y que no les ha dado relevancia suficiente como las que participaron en el “proyecto Manhattan”, ignorándolas de la historia y convirtiéndola en más testosterónica.

Por supuesto Cillian Murphy es el protagonista y hace una buena labor. Muchos insisten en que es su mejor interpretación para el cine. Le nominarán casi seguro, le toca además. Pienso que es la más lucida, pero no conviene olvidarse de “Desayuno en Plutón” o de “Vuelo nocturno”, que aunque regular, tuvo olfato y le suplicó a Wes Craven que le diera el papel, consciente de que la imagen que podía dar pocas veces iba a tener la oportunidad de encontrársela.

Para acabar, antes de pasar brevemente a la zona “spoiler” volver al principio: resumiendo, película no desdeñable, con buenas intenciones y que destaca entre tanta ordinariez, pero sin llegar a ser lo que nos pretenden vender.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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7
20 de julio de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trayectoria de “Chicas de club” es absolutamente atípica. Es de esos casos olvidados que merecerían un estudio. Tal y como nos muestran al principio del film, fue declarada película de relevantes méritos artísticos por el jurado especial nombrado por el consejo superior de cinematografía, recibió el premio del sindicato nacional del espectáculo, fue seleccionada por Henry Langlois para la mostra de la Cinématèque française en el Metropolitan Museum de Nueva York y fue muy bien acogida por la prensa internacional cuando fue presentada en el festival de Karlovy Vary en 1970. Todo un récord.

El problema al parecer surgió al ser exhibida en la semana de cine en color en Barcelona, y no porque incluyera secuencias en blanco y negro. Las razones, bastante oscuras, nada tuvieron que ver con la calidad del film. El caso es que tarda dos años en estrenarse, se le abrevian escenas y se le corta por completo una. Para mayor remate la distribuidora decide cambiar su título, que hasta aparece en créditos como “Cántico” y se le coloca “Chicas de club”, más confuso y como reclamo comercial, por lo que la película que pudo tener mucha resonancia se convierte en un fracaso.

A pesar de que su director, Jorge Grau, contaba con cierto prestigio con películas como “Noche de verano”, “Acteón” o “Historia de una chica sola”, no consigue la repercusión y el reconocimiento que poco más tarde lograría con “Ceremonia sangrienta” y sobre todo en 1974 con “No profanar el sueño de los muertos”, aunque en 1976 recibe un revés con las peores críticas de su carrera con “La trastienda”, cuyo mayor reclamo para la época era que incluía el primer desnudo frontal femenino del cine español con la Cantudo y película con la que desafortunadamente inicia su declive.

“Chicas de club” (chicas que “trabajaban” en lo que se conocía como clubes americanos) no está enfocada en su sentido escabroso, ya que se trata de cine de autor, pero abre las puertas al olfato de Iquino para su inmediato éxito, tocando tema “fuerte” en la última época de la censura franquista con “Chicas de alquiler”, protagonizada por Nadiuska, y que ya había hecho taquilla con “la escandalosa” “Aborto criminal”.

“Chicas de club” (“Cántico”) es más un cine testimonial, no tan comercial como se pudiera creer con el “nuevo título” impuesto, que alterna entrevistas en blanco y negro, con la ficción dramática, ya en color y que pretende ser realista, aunque tenga originales toques barrocos y surrealistas. Incluso hay secuencias que parecen algo improvisadas, pero no por “cutres”, si no por lograr tener frescura, cierta gracia.

Se intenta suavizar lo más duro que pudieran tener las historias, aunque no se evita su dramatismo, intentando indagar incluso en el pasado de uno de sus personajes, como es el caso de Elisa, la verdadera protagonista, para conocer los motivos a los que se ha visto avocada y sus obstáculos para llegar a tener una relación “normal”.

Las actuaciones de todos son muy correctas, aunque, quizás por motivos de los cortes sufridos, algunos queden desaprovechados, como Fernando Rey o el cameo de Teresa Gimpera. Llama la atención el “jaleo” que se arman en los créditos con la actriz Kiti Mánver, que era su debut y estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, apareciendo al principio como Kity Manver y en los finales como Kitty Manver.

La música de Antonio Pérez Olea y The Gass, en una línea “pop rock” alternativa, característica de la época, me parece arriesgada y perfectamente ensamblada con lo que la película exigía, sea en sus escenas “de baile” o en las escenas surrealistas, de decorados minimalistas, que cuentan con un buen maquillaje y un buen uso del color. Indudablemente es, en esas escenas, donde se vislumbra la capacidad de Grau para el género más siniestro o de terror con el que posteriormente triunfaría.

Película diferente para su momento y que hoy día no sé si encontraría demasiados seguidores, tanto por su tratamiento como por ser, sin duda, un cine de autor que hoy día “chocaría” con lo que es un cine abiertamente comercial.

Una pena que “Cántico” (para concluir prefiero usar su título verdadero) no le diera pie a Grau a convertirse en un director de culto, distintivo que pudo llegar a disfrutar Saura, por ejemplo, y que quizás hubiera ayudado a que su carrera hubiera podido dar más producciones interesantes.

Sería de justicia llegar a conocer su versión íntegra tal y como se concibió. Si hubiera sido una película más “famosa” ya se hubiera recuperado. Así que a esperar que alguien de renombre la reivindique.
Maggie Smee
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8
6 de julio de 2023
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El material del que parte la miniserie “La noche que Logan despertó”, es una obra de teatro de Michel Marc Bouchard. Conociendo la trayectoria de su director, Xavier Dolan, tenía muchos ingredientes que podía hacer que le interesara llevarla a la pantalla. Seguro que a estas alturas, algún avispado o avispada en nuestro país, se intentará hacer rápidamente con los derechos para llevarla al escenario, aunque eso será harina de otro costal.

Pero el verdadero reto, y el mayor logro, ha sido la portentosa adaptación de Dolan. Mientras que en la obra hay un escenario único, en su adaptación, en la que no se han escatimado desarrollos de personajes ni circunstancias, ha desembocado en una miniserie de cinco capítulos, cada uno de una hora de duración, aproximadamente. Los saltos en el tiempo son constantes y el foco se va centrando, con acierto, según se van dando datos, con el personaje adecuado y la intriga está sabiamente administrada, cuyo ritmo nunca decae.

Xavier Dolan, que a mí personalmente siempre me ha interesado, más o menos según la película, aunque jamás me ha decepcionado como a otros, como realizador, venía de varias “decepciones” en taquilla. En esta miniserie parece que ha conseguido unanimidad entre los críticos, cosa que no nos extraña, pero lo que sí me ha llamado la atención es el apoyo del público, porque no se trata de una serie comercial al uso. Es de esa clase de estupendas versiones televisivas para paladares exigentes, no para un público convencional. El hecho de que tenga clase, para ciertos sectores, puede sonar a elitista, pero nada más lejos de su intención.

Parece ser que se trata de una primera temporada... miedo me da, porque el prolongarla por mero interés daría al traste con esta producción.

Nada mejor que desconocer su sinopsis o comentarios que la pueden destripar para disfrutarla en su integridad. Sus personajes, perfectamente estructurados, son muy interesantes y han sido seleccionados para unos estupendos actores. Hablo de todo el reparto, desde los secundarios a los protagonistas: tres personajes masculinos, uno de ellos es el propio Xavier Dolan, y uno femenino, que, aunque eso no podamos comprobarlo, podría apostar que posiblemente el personaje de Theresa Dunn que interpretó de maravilla Diane Keaton en la turbia “Buscando al Sr, Goodbar”, sirviera de punto de partida o inspiración, tanto por algunas circunstancias como por el “look” que luce Julie LeBreton en el papel de Mirelle Larouche. Mencionar que una de sus actrices “habituales”, Anne Dorval, tiene un rol secundario, que lo hace, como siempre, impecable.

Xavier Dolan ha creado una notable miniserie en la que, como muchas veces, se encarga de su producción, guion, dirección, montaje y dirección artística, además de supervisar su vestuario y de integrar una notable selección de temas. La banda sonora original corre a cargo de Hans Zimmer y David Flemming, merece mencionarse así como su fotografía y el maquillaje.

Quien quiera que le busque tres pies al gato, pero no cabe duda que “La noche que Logan despertó” es uno de los acontecimientos televisivos del año, no por una cuestión de promoción, si no porque su calidad y lenguaje utilizado, que está más cercano a lo que se entiende más por una notable película que una serie bien hecha.

Quizá el insertar varios “jumperscares” o sustitos para dar brincos, es lo menos logrado, pero su clima da pie a ello, no desentona, porque ha conseguido crear un ambiente tan sugerente como incierto.

Me alegro por este éxito de Dolan y que se aguanten todos los que querían ajustarle cuentas a este “enfant terrible”, pero por razones que nada tienen que ver con el arte o el cine. No es el primero al que le ocurre ni por desgracia será el último.

Recientemente Dolan afirmaba en una entrevista a El Mundo que, a sus treinta y cuatro años, piensa en retirarse: “No siento la necesidad de seguir con esto... El arte es inútil y dedicarse al cine, una pérdida de tiempo... Actuamos como si nos sobrara el tiempo y si hay algo ahora mismo que no tenemos es tiempo”.

Aunque “La noche que Logan despertó” reluzca y haya obtenido inmediatamente enormes elogios, Dolan es mucho más que un artista común.

Y es que además es un creador comprometido: “Es una decepción pasarte la vida denunciando crímenes de odio contra los homosexuales y ver a la vez cómo crecen”.

Ese tono crítico, realista y agrio no lo ha perdido ni tampoco es impostado. Y eso se nota en sus trabajos, que son coherentes y no han perdido vigor, siendo superiores a muchos films de otros que son más mediocres y nos lo quieren encasquetar a la fuerza. Porque Dolan no solamente sabe contar historias, si no porque además tiene mucho que contar, que es una de sus ventajas y no todos la tienen.
Maggie Smee
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4
23 de junio de 2023
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de decir que a mí Gaspar Noé nunca me ha llegado a alucinar. La vez que más me convenció (sin lanzar las campanas al vuelo) fue con su mediometraje experimental “Lux Aeterna”. Su cine no me sacude o retuerce como le pasa a mucha gente. A mí me parece que pretende emular Lars Von Trier, pero no llega a sus cotas creativas (cuando las alcanza también el director danés) ni a ser tan visceral.

Sin llegar a tener tanta fama y sin pretender ser tan polémica, me interesa más su pareja, Lucile Hadzihalilovic, menos prolífica, pero cuya atención me la llamó ya en su nada fácil de ver “Evolution”.
Ahora, después casi de una década de “Amor”, Noé hace una película con muchos paralelismos con la Haneke a nivel de escenario y sobre todo de personajes protagonistas.

El motivo no lo entiendo, así como la aceptación de parte del público como de los críticos profesionales, algunos muy afectados por lo que han presenciado como Desirée de Fez, de Fotogramas, en la que asegura que “se observa de cerca la decrepitud” o Xan Brooks de The Guardian “reflexiva e implacable”.

Yo a todos los que les ha impresionado o andan obsesionados con la enfermedad y la vejez, les pondría a ser cuidador de algún ser querido al menos un año, pero no haciendo “la visita del médico”. No, no, qué va. Desde por la mañana hasta la madrugada, todos los días del año. Sé que no todos valen para eso, pero así verían que tanto “Amor” como el caso presente se quedan en el cascarón que las envuelve, no bucean en el contenido.

Intentaré no hablar más del film de Haneke, que pienso que está muy sobrevalorado y que tenía un título erróneo. Como ya dije en la crítica en su día, se podía haber titulado: “Compasión”, “Misericordia” o “Marrón”, pero “Amor” no. No se veía amor en ningún momento. En el film de Noé al menos si se ve amor entre sus protagonistas, la relación entre ellos es más cálida y afortunadamente ni son tan intelectuales ni aburridos. Y al menos suena música de cuando en cuando. Es el único punto superior que tiene.

Ningún pero a las interpretaciones, y eso que si las comparamos, Emmanuelle Riva dejó el listón por las nubes, pero tanto el director de cine Dario Argento como, sobre todo, Françoise Lebrun hacen un trabajo notable. Incluso Alex Lutz en su breve papel está bien.

Y se acabó. La película me la sabía nada más empezar y sus dos horas casi y media se me hicieron largas, muy cuesta arriba, porque el final también lo sabía, a los cinco minutos. Y no es que yo sea un ser muy inteligente, es que es un calco del film de Haneke, aunque Noé recurra a la pantalla dividida, que podrá parecer algo muy “vanguardista”, eso es más antiguo que el hilo negro, y Brian De Palma era un experto hace ya casi medio siglo.

Y vuelvo al mismo punto que antes aludíamos: ¿qué intención ha tenido su “autor”? No se sabe, pero poco importa, porque su película no aporta absolutamente nada, ni reflexión, al menos a mí, ni nada que no sepamos de antemano. No cuenta nada nuevo ni relevante. Para eso que se hubiera a una residencia de ancianos donde se les maltrata, hubiera asustado más a todos, aunque con el mismo absurdo objetivo gratuito de poner al público enfermo y traumatizarlo.

Igual dentro de algunos años, como el cine español va casi siempre tarde, a algún oportunista se le ocurre hacer una nueva versión de ambas películas, en la que tampoco creo cuente nada, pero igual recibirá la aprobación de muchos.
Maggie Smee
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6
16 de junio de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue mi amiga Mercedes, a la que no le apetece ser cinéfila de películas profundas pero es muy aficionada al cine de evasión, la que afortunadamente, sin querer contarme nada, me recomendó esta “Juana la Lorca”. Me intrigaba ver este “experimento” nada común y saber si a mí me iba a interesar o me iba a provocar rechazo.

Creo que la base de la idea, sin tener conexión de ningún tipo excepto por el modelo a seguir, habría que buscarla en “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!” (salvando las distancias) y sobre todo en las obras de Paco León como “Carmina o revienta” y su secuela, (que son superadas en esta ocasión), es decir, mezclar datos autobiográficos con ficción y elaborar unos personajes que se amolden a los protagonistas que los van encarnar.

Con escasez de presupuesto, sin una distribuidora detrás, sin posibilidad de exhibición comercial en cines y en consecuencia, con ausencia total de medios, con una trama simple sazonada con “gags” de todos los colores, donde parece que se va homenajear desde a “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” a al Almodóvar más gamberro de sus inicios, no llega a ser ni lo uno ni lo otro, porque adquiere identidad propia y donde le han echado, aunque no lo parezca, mucho arrojo.

Valeriano López Domínguez en su guion y su dirección siempre barre para Juan Herrera y el resto del reparto, que en todo momento juegan a crear el disfrute, con un aire que a veces roza la improvisación o quiere dar ese aire de forma acertada. No se complican la vida con pretensiones, ni su director ni el reparto, y todo va proyectado en beneficio de la obra que tiene cierto tono “carnavalero”. Me he pensado mucho la deficinición, pero no me sale otra.

Hay cosas que funcionan más que otras: ese rompimiento de la ficción hablando a cámara, utilizado mil veces desde hace tiempo o discusiones con el director, contrastan con los momentos más logrados cuando, sobre todo su protagonista, Juan Herrera, se muestra más dramático, parece estar más cómodo o las escenas que transcurren en el sitio donde actúan como artistas.

Para mí, y esto es muy personal, se salva por el desenfado que le echan y por contar algo diferente, quizás sin tener la certeza de acertar y muy posiblemente de molestar al público más exigente, pero teniendo, como hemos dicho antes, el arrojo y muchas ganas, ya que no contaban con ningún respaldo, de hacer lo que más les podía gustar, pero nunca desbarrando. De hecho me quedo con la sensación de que su última parte la cosa se desinfla un poco, es menos alocada y pretenden tomársela un poco en serio, darle a su cierre cierta forma “académica”.

“Juana la Lorca” es un cine andaluz inusual. La pena es que puede estar condenada al ostracismo, pero con el paso del tiempo no dudo que pueda llegar a ser película de culto, y no estoy exagerando. Los defensores de esta curiosidad no solamente se podrán encontrar entre transformistas, “drags”, gais o admiradores de lo surrealista, es que pienso que, en el fondo, es un cine más comercial de lo que aparenta y que tiene más interés que muchas comedias sin gracia o películas, en general, que pretenden ser más de lo que realmente son, eso sí, muy puliditas y promocionadas, pero sosas y olvidables de las que hay cajones llenos.

Aún a sabiendas de que haya quien me lo recrimine, “Juana la Lorca” es una interesante película que todo aficionado a rarezas y a un cine libre debe ver, hecho con desparpajo, que no morro gratuito. Un pasatiempo fresco, con momentos divertidos, que merecería correr más suerte en su incierta carrera comercial. Y paso brevemente al spoiler.
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Maggie Smee
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