No diremos nombres, pero el subgénero de terror adolescente ha provocado auténticos abortos cinematográficos en los últimos tiempos. Sin embargo, algunos filmes de este tipo han conseguido hacerse un hueco en nuestro corazón y presentarse ante el espectador como películas dignas e, incluso, carismáticas. Teniendo en cuenta que lo único que persiguen estas producciones es entretener, podemos considerar “Reeker” como un proyecto válido.

El punto de partida es de lo más trillado: un grupo de jóvenes (todos ellos interpretados por actores prácticamente desconocidos) se dirige hacia una de las “raves” más importantes de Estados Unidos. Para llegar a ella, deben atravesar el desierto, lo que les llevará a una abandonada gasolinera donde no tardarán en ocurrir cosas de lo más extrañas, entre las que destacan la aparición de personas mutiladas y de un monstruoso personaje sediento de sangre.

Como se puede ver, la cinta no renuncia a ninguno de los tópicos que se esperan de un film de sus características, pero es precisamente eso lo que hace de “Reeker” un divertimento correcto y sin pretensiones. Dentro de los estrictos parámetros de este subgénero, se introducen sutiles elementos novedosos que consiguen llevar adelante la trama: la inclusión de un personaje ciego, grandes dosis de humor que hacen más llevadera la historia, diálogos ingeniosos...

Si a todo esto le añadimos un final sorpresa, algo previsible, pero coherente y bien acabado; la colaboración de uno de mis actores fetiche (Michael Ironside, visto en la serie “V”, en “Desafío Total”, en “Starship Troopers” o, más recientemente, en “El Maquinista”); una duración razonable de hora y media, y puñados de autoparodia, obtenemos una película aceptable dentro de su género, a medio camino entre “Jeepers Creepers” e “Identidad” y muy en la onda de sagas como “Scream”. Nos encontramos pues, como he dicho antes, ante un divertimento muy correcto.

Ennis y Jake son dos cowboys en paro que acuden al capataz Joe Aguirre para que les dé trabajo. Éste los envía como pastores a la majestuosa Brokeback Mountain, donde ambos inician un idilio que se prolongará a través de los años. Partiendo de esta sencilla premisa, el director Ang Lee consigue realizar un emotivo retrato de la vida en el Oeste americano y un profundo estudio sobre la pasión humana. Los fabulosos paisajes de Texas y Wyoming, retratados magistralmente por el director de fotografía Rodrigo Prieto, se convierten en un personaje más de la película y la excelente banda sonora, que incluye numerosos temas country para ponernos en situación, brilla con luz propia.

Sin embargo, el plato fuerte de la película se encuentra sin duda en las deslumbrantes interpretaciones del dúo protagonista, Heath Ledger (al que pronto veremos en Casanova) y Jake Gyllenhaal (en cartel con su película Jarhead), que suponen un prodigio de contención y saber hacer. Sobre todo Ledger destaca en el filme con su caracterización del rudo vaquero Ennis Del Mar, en la que es, claramente, la mejor actuación de su corta pero prolífica carrera. Mención especial merecen, también, todo el elenco de secundarios, entre los que destacan, Anne Hathaway y Michelle Williams en el papel de las abnegadas esposas de los protagonistas, y el veterano Randy Quaid, excelente, como siempre, en su rol de ranchero.

Otro acierto de Brokeback Mountain es su tono pausado, reposado, sobrio y sin estridencias. La relación homosexual de los protagonistas está relatada de manera elegante, sin buscar el morbo o la polémica, intentando reflejar una realidad de la mejor manera posible; esto convierte el film en una clásica y bonita historia de amor, marcada por la tragedia debido a la orientación sexual de los protagonistas, que cada uno asume de manera diferente, como diferentes son sus caracteres. La historia está tan bien llevada que, en ocasiones, se nos olvidan las tendencias de los protagonistas y nos centramos en el romance de la pareja sin pararnos a pensar en otras consideraciones que nos desvíen de la trama principal. No obstante, en un medio tan homófobo como el Oeste americano, cuya atmósfera represiva e hipócrita está excelentemente retratada, no tardan en surgir problemas y barreras para el amor de Jake y Ennis, lo que aporta la carga dramática al filme.

Presente y pasado se funden en esta maravillosa ópera prima de la joven directora Xiao Jiang. La historia, narrada a base de flashbacks y con la ayuda de un buen uso de la voz en off, cuenta la vida de Ling Ling, una niña criada en un remoto pueblo de China en la década de los 70, que adora el cine, el cual le sirve de válvula de escape cuando las cosas no suceden como quisiera.

Las memorias de la protagonista nos acercan al estilo de vida de los chinos en las zonas rurales a través de numerosos personajes entrañables y bien definidos. La trama se ve enriquecida por la omnipresente marca del sistema comunista como telón de fondo y por la pasión por el cine que profesan los protagonistas, a los cuales las películas les sirven tanto de entretenimiento como de modelo, lo que nos hace recodar ese clásico contemporáneo que es Cinema Paradiso.

Toda la cinta está impregnada de una especie de realismo mágico que hace que, en ocasiones, parezca una fábula; sin embargo, la historia que relata el film es completamente verosímil. El buen hacer de la realizadora consigue que toda la bondad, inocencia, emoción y buenos sentimientos que irradia la película golpeen de lleno al espectador y logra que, sin apenas percibirlo, se nos dibuje una sonrisa en el rostro o se nos haga un nudo en la garganta.

Las impecables actuaciones de todo el elenco y, muy en particular, la de la niña protagonista, ayudan a que el proyecto llegue a buen puerto. También ayudan una bonita fotografía y una emotiva banda sonora que consiguen poner un broche de oro a esta fantástica “Cinema Paradiso made in China”.

En la Colombia de los años 60, Pedro Rey, el ambicioso propietario de un bar de Cali, comienza a trapichear con las drogas; poco a poco, gracias a su inteligencia y valentía, consigue labrarse una reputación dentro del peligroso mundo del tráfico de estupefacientes. Antonio Dorado Z dirige este entretenido film, inspirado en hechos reales, que relata el manido “cuento” de un tipo que no es nadie y acaba convirtiéndose en el rey del cotarro.

La historia, contada en tan solo una hora y media, está bien estructurada y no pierde el ritmo; los personajes, a pesar de caer constantemente en tópicos, son entrañables y están interpretados de manera más que correcta; la realización consigue no caer en la tentación de una mal entendida ambición y logra que la cinta cuente con una factura clásica pero fresca. Algunas escenas como la del enamoramiento de los protagonistas o el clímax, con el tiroteo en el pub, están excelentemente resueltas y consiguen dotar de verosimilitud y credibilidad al conjunto.

El rey cuenta, como ya se ha dicho, una historia harto explotada a lo largo de la historia del cine negro (la ascensión de un gangster) y, por ello, no sorprende; no obstante, la película está muy conseguida y, a pesar de no llegar al nivel de otras producciones del estilo como, por ejemplo, los recientes clásicos El precio del poder o Atrapado por su pasado, el filme entretiene e interesa, y consigue ponerse a la altura de trabajos como Blow (con la que guarda múltiples similitudes).

Puede que algunas actuaciones pequen de histriónicas o que ciertas temáticas hayan sido ya visitadas hasta la saciedad, pero resulta interesante observar cómo realizan los colombianos el género del cine negro, de delincuentes; cómo desarrollan un proyecto con una premisa tan básica, típica y esencial. Y la respuesta es: bien; la película convence, lo que explica por qué ha sido seleccionada por su país para los Oscar de este año y nominada a los premios Goya en el apartado de Mejor película extranjera de habla española.

Esta es una de esas películas que, con el tiempo, acaban convirtiéndose en clásicos dentro de su género. La historia gira en torno a un novato agente (Ethan Hawke) que es escoltado en su primer día en la unidad de narcóticos del departamento de policía de Los Ángeles por un curtido veterano interpretado magistralmente por Denzel Washington, que ganó el Oscar como mejor actor por este film. Durante una angustiosa jornada, el personaje interpretado por Hawke conocerá los guetos más peligrosos de la ciudad y servirá de cabeza de turco para las maquinaciones del corrupto Alonzo (D. Washington).

El film, al transcurrir la mayor parte de su acción en barrios conflictivos de negros y chicanos, tiene una clara estética urbana, como se puede ver, por ejemplo, en el vestuario de los personajes, sus coches customizados, y las canciones de hip hop que aparecen constantemente a lo largo de todo el metraje. Además, muestra al espectador la forma de vida de muchos suburbios de Los Ángeles de un modo casi documental, mientras nos cuenta la historia de Alonzo y su discípulo que, durante su descenso a los infiernos, se cruza con personajes interpretados por Snoop Dogg, Dr. Dre o la cantante de R&B Macy Gray.

Training Day es una película eficaz perfectamente rodada y que mantiene el ritmo a lo largo de toda su corta duración; además cuenta con algunas escenas cumbre como aquella en la que el policía novato es abandonado por su superior en casa de unos pandilleros chicanos. Su estrecha relación con el hip hop no se reduce solamente a los cameos de algunos de los artistas más importantes de la Costa Oeste, sino que también cuenta con una banda sonora en la que colaboran algunos de los más prestigiosos grupos de rap americano, como Cypress Hill, M.O.P, Dr. Dre, Gang Starr o Pharohae Monch.

En definitiva, nos encontramos con una película muy entretenida, con buenas dosis de acción, grandes interpretaciones, una banda sonora cuidada y, por si todo esto fuera poco, la siempre estimulante presencia de Eva Mendes (2 fast 2 furious), lo que hace que sea muy recomendable pasar por este interesante “día de entrenamiento”.