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Colombia Colombia · Bucaramanga
Críticas de Andres Botero
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Críticas 321
Críticas ordenadas por utilidad
5
15 de septiembre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Colonia” (Alemania, 2015) dirigida por Florian Gallenberger (un director poco prolífico y que no ha pasado con mayor gloria entre los críticos) y con guion de él y Torsten Wenzel. Cuenta con un reparto de lujo que es, tristemente, desaprovechado: Emma Watson, Daniel Brühl y Michael Nyqvist, entre otros. Es un thriller que cuenta la vida en la Colonia Dignidad (un centro religioso de extrema derecha integrado en su mayoría por inmigrantes alemanes). Dicho lugar, de fanatismo extremo, sirve además como campo de tortura al servicio de la policía secreta chilena durante la dictadura de Pinochet. El filme, a pesar de las duras críticas que ha recibido, obtuvo algunas nominaciones a los premios del cine alemán; pero, hay que decirlo, no ha logrado buenos comentarios en los festivales en los que se ha presentado ni entre la crítica especializada. El problema no está del lado de los actores, que son muy buenos, aunque subvalorados en papeles poco creíbles y bastante superficiales. El problema está en el guion: intenta retratar tremendo drama humano (los perseguidos de la dictadura más las víctimas del fanatismo religioso) con los estándares hollywoodenses. Esto llega hasta la mofa, cuando todos los actores hablan inglés en todo momento, cuando el idioma creíble habría sido pasar del español al alemán. El afán de cautivar público general y anglófono hace que se sacrifique el sentido mismo de la realidad latinoamericana. Lo terrible es que se pierde de lado y lado, porque el público general (el que va al cine por thrillers de entretenimiento general) no verá este tipo de filmes pues entra a competir con una industria que monopoliza el mercado. Y el público deseoso de un cine más profundo no apreciará esta cinta por los problemas ya señalados. Entonces, resumiendo, la apuesta de ofrecer en un contexto hollywoodense (esto es, comercial) una de las graves tragedias mundiales, con miradas simplistas que en nada permiten auscultar la complejidad del mal que rodea a los protagonistas, sumado a la pésima apuesta de creer que todos en el mundo hablamos inglés a toda hora (obviamente, apuesta para atraer a un público que ni sospecha las cosas que pasan fuera de la comodidad de sus living room) lleva a considerar el filme como una oportunidad perdida. La historia real, a la que apunta la obra, daba para obras majestuosas. Esta no fue una de ellas. Y eso que no hablo de los baches en la narración. Finalmente, si bien la película “abre el libro” sobre temas de los que poco se habla (en especial sobre la relación entre el gobierno chileno con Colonia Dignidad), la forma en que se trató el asunto no le hace justicia ni a las víctimas ni a la historia misma que ojalá sea retratada con mayor acierto por otro cineasta. Su mérito está, simplemente, en que entretiene. 15-09-2016.
Andres Botero
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7
9 de abril de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Anthropoid” (RU, 2016), dirigida y coescrita por Sean Ellis [1970- ], quien cuenta con una carrera modesta en cuando producciones fílmicas, aunque se ganó un espacio propio con su primera y tercera película, “Cashback” (2006) y “Metro Manila” (2013). Este filme cuenta con un buen reparto: Cillian Murphy, Jamie Dornan, Charlotte Le Bon y Toby Jones, entre otros. Es otra película sobre el asesinato del SS Reinhard Heidrich, más conocido como el "el carnicero de Praga". Digo que es una obra más, porque este episodio ha generado varias novelas y, hasta donde sé, cinco cintas, incluyendo esta que ahora reseño: 1) “Atentát” (Checoslovaquia, 1965, Dir. Jirí Sequens); 2) “Operation: Daybreak” (EEUU, 1975, Dir. Lewis Gilbert); 3) “Lidice” (República Checa, 2011, Dir. Petr Nikolaev); y 4) “The man with the iron heart” (Francia, 2017, Dir. Cédric Jimenez), esta última la comenté hace poco. Esta película ha obtenido críticas entre malas y regulares. A falta de mejores palabras, la obra es muy rígida y acartonada en sus pretensiones narrativas. Los actores, a pesar de su experiencia, poco pueden hacer para salvarla, dado la rigidez impuesta que termina por volver poco creíble el drama personal de los dos comandos checoslovacos, Jozef Gabcik y Jan Kubis, encargados de la operación “Anthropoid”. La acción bélica, por su parte, logra entretener y lo hace mejor que el componente dramático, pero tampoco logra llevarse grandes aplausos. El balance final es regular; esto es, modesta en sus pretensiones pero eficaz en cuanto un entretenimiento básico. Sin duda alguna, la obra de 2017, del director Cédric Jimenez, logra atrapar de mejor manera el drama de la historia e, incluso, tiene mejores escenas bélicas. Y Jimenez logra esto pues no sólo observa la visión de los comandos checos, sino también del propio Heidrich. Ahora, no quiero dejar pasar la oportunidad para mostrar lo que significó para la época esta acción épica de los comandos. Desde el contexto político, el gobierno checoslovaco en el exilio quería dar una señal hacia su país y hacia los ingleses, de que era una fuerza política y militar vigente, a tener en cuenta. Además, asesinar a Reinhard Heidrich no sería solo un golpe contra el enemigo nazi, sino también un acto de venganza, en épocas de guerra, hacia quien tanta maldad desplegó contra el pueblo de dicho país y los judíos europeos (fue el artífice, junto a Eichmann de la “Solución final”). Sin embargo, bien sabían los comandos y la resistencia checoslovaca, que esta acción no se quedaría impune. Era, en cierto sentido, una misión suicida, pero también sabían que muchos civiles inocentes serían asesinados, como retaliación. No solo los nazis borraron del mapa, con sus habitantes, un pueblo entero: Lidice. Fueron muchos más los asesinatos cometidos en otras partes, para vengar la muerte de Heidrich y, a la par, producir más terror, como estrategia de control del territorio. Entonces, ¿qué deberían haber hecho los comandos y la resistencia? Este drama ha motivado muchos acercamientos estéticos, tanto por la literatura como por el cine. Pero lograr mostrarlo, en su magnitud, ha sido mérito de muy pocas obras. Así las cosas, idealmente, no deberíamos estar tanto ante una obra bélica, como ante un drama o, mejor aun, una tragedia en su mejor forma helénica. Pero esta idealidad no se concretó en esta película de Ellis. Creo, por lo dicho, que esta esencia trágica aun sigue esperando una obra que la exhiba públicamente, de forma eficaz y contundente, en homenaje a las víctimas de la barbarie. 2018-04-06.
Andres Botero
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8
1 de junio de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “The Shape of Water” (“La forma del agua”, 2017, EEUU), dirigida por Guillermo del Toro [1964- ] y escrita por el propio director junto con Vanessa Taylor. El reparto es maravilloso: Sally Hawkins, Doug Jones y Michael Shannon, entre otros. Todos estuvieron brillantes, pero Sally se lució. La trama es compleja y sencilla a la vez. En un laboratorio secreto del gobierno estadounidense, en épocas de guerra fría, se estudia, cruelmente, a un hombre-anfibio (Doug Jones), venerado por los indígenas amazónicos. Este ser se conecta con una solitaria aseadora Elisa (Sally Hawkins) de dichas instalaciones. Ahora bien, la cinta más que de drama es una obra, que se perfila para ser de culto, en el género de la fábula fílmica. Lo anterior se refleja en los premios y las nominaciones que acumula; por ejemplo, 4 Premios Oscar de 13 nominaciones en el 2017; el León de Oro del Festival de Venecia por Mejor película, 2017; etc. La producción es impecable y como lo sabemos, cuando hay una buena producción hay, por consecuencia, una buena música, una gran fotografía, etc. El diseño visual de la cinta es, para sintetizar, magnífico. Sobra, creo yo, analizar detalles de la cuidada producción, pues son tantos… invito al espectador que no solo se deje llevar de la trama, para que aprecie, igualmente, las imágenes que se le presentan, la forma en la que se ubica la cámara según el estado de ánimo que desea transmitir, etc. Ahora, pasando a temas más de contenido, estamos ante una fábula en sentido estricto, de manera tal que aparecen elementos antropomorfos necesarios para poder evaluar nuestra propia condición humana. En este caso, la obra, desde la ficción narrativa, nos muestra dos mundos, todos perfectamente comprensibles en tanto que humanos: uno cruel, del dolor, y otro de la esperanza y del amor. Sería absurdo soñar con un mundo perfecto… si existiese sería el más imperfecto de todos (recuerdo en este punto el Elogio de la Dificultad de Estanislao Zuleta). La realidad es el mundo del dolor, como diría Schopenhauer, pero para equilibrarla, es necesario adicionarle un(os) elemento(s) que permita(n) volver la vida como algo digna, a pesar del dolor. En este caso, esos elementos son, inicialmente, la superación de la doble soledad, tanto la del ser anfibio como la de la mujer de limpieza, y luego el amor, que lleva al rescate de ambos. Pero no todo termina bien. ¿Qué habría pasado con el amigo de Elisa, Giles? Finalmente, algunos críticos han dicho que los personajes están demasiado estereotipados, lo que hace que el espectador no siempre se sienta identificado con alguno de ellos, al verlos demasiado etéreos, sin contradicciones internas, como sucede en la realidad. Pero es una cuestión de gustos. Finalmente, como dato curioso, esta película es objeto de una demanda por un posible plagio, algo común entre las cintas con buenos réditos, de la obra teatral estadounidense Let Me Hear You Whisper de 1969, escrita por Paul Zindel. Realmente, son tramas con algunas cosas en común, pero nada más que eso. Ya veremos qué dicen los tribunales. La recomiendo entonces. 2018-06-01.
Andres Botero
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8
13 de abril de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri” (“Tres Carteles a las Afueras de Ebbing, Missouri”, 2017, RU y EEUU), dirigida y escrita por Martin McDonagh [1970- ], quien cuenta con pocas cintas en su haber (las suele dirigir, escribir y producir) pero que tiene un gran impacto en la crítica. Valga señalar de este director dos cosas: i) su vida misma ya es un drama (sobrevivió como pudo a una dura adolescencia, soñando entre la pobreza ser un gran escritor); ii) logró un sitio en el género del “In-yer-face” que subraya la violencia expresa y, a veces grotesca, como forma de desencajar a la vez que de lograr la atención del espectador. El reparto es de este filme es de lujo: Frances McDormand (premiada en varias oportunidades por esta interpretación), Woody Harrelson, Sam Rockwell (igualmente premiado por este papel) y John Hawkes, entre otros. La cinta narra cómo una madre, divorciada, Mildred Hayes (Frances McDormand), se enfrente a la policía local, dirigida por William Willoughby (Woody Harrelson), porque no da con los autores del brutal asesinato de su hija, para lo cual pone tres avisos o carteles, fuera del pueblo, reclamando justicia. Ahora bien, la obra ha sido muy bien recibida por el público, los festivales más reconocidos de cine y por la crítica. Estamos pues ante una cinta que puede llegar a sentar cátedra en el cine “dramáticamente cómico”, por usar estas palabras con cierta ligereza. Sus méritos son muchos, pero resalto dos: el guion y las actuaciones. Frente al primero, es un guion bien construido, que camina entre dos aguas (el drama más angustiante posible y la comedia irónica y macabra). La inteligencia que se refleja de la obra es, claramente, producto de un guion bien construido que deja en claro que los infiernos no sólo están en las grandes ciudades. En este caso, el guion, si bien tiene una línea central clara, la de Mildred, no deja de mostrar el drama que atraviesan sus otros personajes, por lo que, en cierto sentido, es una construcción bien articulada de varios relatos, donde cada cual logra mostrar los sentimientos, generalmente malos pero que terminan, por la ayuda mutua, transformándose en buenos, que atraviesan al personaje del relato respectivo. Dicho con otras palabras, el guion no se queda en la exhibición del dolor de la madre y de las escenas violentas, sino que llega a poner en evidencia la incertidumbre y la movilidad de los sentimientos (odio, violencia, venganza, rabia, etc.) de sus personajes implicados, pero sentimientos que, como dije, se transforman cuando los personajes se tienden una mano. Frente al segundo, hay dos actuaciones brillantes, Frances McDormand y Sam Rockwell (este último es un brutal policía que se transforma a partir de una carta de su jefe), que dejan boquiabierto al espectador. Obviamente, las obras de McDonagh rayan con lo más crudo posible, por lo cual esta película en particular se toma ciertas licencias que al espectador le costaría creer pero que permiten la exhibición de la crudeza de la vida. Una de ellas es el comportamiento abusivo del policía brutal, interpretado por Rockwell, que nunca pasa a ser judicializado (ni siquiera un linchamiento del encargado de las vallas, que hace frente a todo el pueblo y frente a su nuevo jefe). Pero a pesar de estas licencias, la obra atrapa en cuestión de minutos al espectador y solo lo suelta pasadas algún par de horas de finalizada. Pasando a otro asunto, quisiera resaltar de esta cinta la mirada intimista que ofrece de los sentimientos que mueven a las personas, pero más que eso, la manera cómo la esperanza surge, muchas veces sin esperarlo, de personas bienintencionadas que logran conectar a los que padecen, en este caso, del jefe de la policía, interpretado por Woody Harrelson. Este último pasa a ser el puente que logra la comunicación y, de esta manera, la salvación ante el dolor. Estamos pues ante una obra que ha dado y seguirá dando mucho de qué hablar. 2018-04-12.
Andres Botero
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8
31 de julio de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “El Presidente” (“The President”, Georgia, 2014), dirigida por el reconocido director iraní Mohsen Makhmalbaf [1957- ], perteneciente a la “nueva ola” del cine de su país, todo un personaje político que deja aquí plasmada la huella de sus pensamientos. Ahora bien, estamos ante una película del género drama, pero más específicamente de cine-político. (Spoiler 1). El filme es, estéticamente hablando, tremendo. Las actuaciones son muy realistas. Me impresiona, sobre todo, la del nieto del dictador. La fotografía merece aplausos. En fin, una obra bien hecha. No en vano ha obtenido buenos reconocimientos como el “Hugo de Oro” del Festival de Chicago en la categoría de “mejor película”. Ya desde el contenido, la película, como ya lo había señalado, es un documento de denuncia política, la cual, para su análisis, dividiré en tres partes. La primera es cuando se exhiben los desmanes del presidente, lo cual está muy cercano (no me extrañaría que hubiese servido de fuente) a aquella serie de novelas del género de las repúblicas bananeras, que exponían las atrocidades, a la vez que las miserias, de los gobiernos dictatoriales latinoamericanos, siendo el mejor ejemplo de dicho género literario “La fiesta del chivo” (2000) de Vargas Llosa. Esta parte deja en claro el gran problema que implica la acumulación del poder en el ejecutivo, el cual, si se asume como mesías o redentor, terminará por confundir (i) lo público con lo privado (el poder y sus privilegios pasan a ser asuntos familiares), (ii) el presidencialismo con la monarquía y (iii) la política democrática con la teología dictatorial. La segunda parte tiene que ver con la caída. Cuando el presidente huye, el espectador ve dos líneas que pudo haber seguido el guion. La primera es la empatía: que el dictador cae en cuenta de su maldad al ser testigo directo de las secuelas de su terrible poder, al poder ponerse en los zapatos de sus víctimas, de manera tal que logra así la redención; la segunda es que el dictador logra hacerse pasar por un peluquero y éste a su vez es obligado a vestirse como el dictador [línea narrativa que está presente en el The Great Dictator (1940) y The Dictador (2012)]. Pero ninguna de estas dos líneas sucede. El dictador atraviesa un país desolado, a veces parece ser tocado por lo que ve, otras parece que sigue siendo el mismo de antes. Justo aquí viene la tercera parte: el atrapado. El dictador es, finalmente, detenido (Spoiler 2). En ese momento, toma la palabra un prisionero político recientemente liberado, el cual le recuerda al grupo-verdugo el ideal de la democracia. Les recuerda que la democracia no puede comportarse como la dictadura, todo lo cual me recuerda el diálogo “El Critón” de Platón: ¿vale la pena ser injusto como reacción a una injusticia previa? ¿Es justo pagar con una injusticia ante otra injusticia? Entonces, propone una condena (Spoiler 3). Pero la película no nos muestra el final. Pero sea cual fuese, ya alguien había defendido el honor de la virtud política. Por todo lo anterior, considero que estamos ante una obra tanto estética como política que vale la pena ver y analizar. 2017-07-31.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Andres Botero
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