Carlos Saura se reencuentra siete años después en la que fue laureada en tantos festivales y candidata al Oscar como mejor película extranjera, con los mismos personajes de pesadilla que se dieron cita en "Ana y los lobos" ofreciendo de nuevo un maginífico collage de dirección de actores y fantástico diseño de personajes en el que destaca una Rafaela Aparicio pletórica en uno de los pocos y quizá el más destacado papel protagónico que tuvo en su carrera.
Filme que destila buen realismo mágico y preciadas gotas de esperpento bien dosificado. En algunos momentos, hasta podríamos emparentarlo con el Ángel exterminador de Buñuel, dadas algunas de las situaciones que nos hace pensar el absurdo de proseguir una celebración en esa casa donde nada es lo que parece.

Una nueva entrega del geniecillo Alfred con una buena dosis de desatinos de guión y perversidades mediante la repitición explícita de la cantinela maléfica del demonio comunista.
Y una actuación completamente plana y falta de química la de Julie Andrews y Newman, pareja impuesta por la productora.
Película en la que empiezo a cansarme de ver los típicos tumultos y saraos que Hitchcock suele montar en los patios de butacas de los teatros para favorecer soluciones a los protagonistas. Con algunos buenos momentos, como el famoso homicidio de Gromek, ciertamente desasosegante, crudo, rural y doméstico donde lo haya y rodado sin música alguna y con el mejor y más fugaz momento interpretativo de toda la película a cargo de esa actriz tan parecida a la Liv Ullman de Bergman. O el paseo en autobús, que pese a lo surrealista que pueda parecer, se acerca a ciertas realidades e inventivas ocurridas en el Berlín Este de la época.
En general, hay un exceso de escenas, que perfectamente podrían ser eliminadas ya que nada aportan a la historia (vease la Sra Condesa que desea escapar con los protagonistas)
Lamento decir que una vez más mi/nuestro admirado Hitchcock no ofrece nada de lo que tanto aportó al séptimo arte, salvo alguna escena ciertamente histórica, el resto, en la película son posturitas y otros topicazos.

Siendo este género uno por los que menos apego siento, debo confesar que me pareció una excelente comedia romántica la que protagonizaron éstas tres vacas sagradas del momento y que juntos funcionaron como un reloj de precisión mejorando notablemente la carga teatral de la original obra de John Barry (con la que Katherine Hepburn había triunfado en Broadway y de la que definitivamente me voy a comprar un poster para colgarlo en mi habitación y adorarla hasta el fin de mis días) donde George Cukor mostró de nuevo sus grandes aptitudes para éste género.
Si bien Stewart recibió el Oscar, Hepburn dominó y controló su personaje de forma sencillamente magistral aun cuando es simplemente Hepburn.

La película cuenta desde un buen principio con momentos memorables y durante la misma abundan escenas que quedarán para el recuerdo. Trama y subtrama perfectamente dibujadas. Los diálogos son polifónicos, rapidísimos y brillantes, gracias a la siempre ilustre mano que los mecía de J. L Mankiewicz.

El resto del elenco artístico se conforma tambien a base de un depurado diseño de personajes y excelentes interpretaciones, desde el padre de la novia, la madre, o la resabiada hermana menor, todos juegan su pequeño papel con precisión milimétrica, arrancando, seguramente no una carcajada, pero sí una buena colección de saludables sonrisas.

Nadie o pocos, mejor que Saura supieron retratar la dualidad de las dos españas. Por un lado una emergente, representada en esta película por Geraldine Chaplin, como siempre mujer todoterreno, artista de tomo y lomo que presta una vez más su sublime actuación y por otro lado la España todavía anclada en el pasado provinciano, fuertemente reprimida, vinculada al miedo y ciertos valores religiosos de culpa.
Jose Luis López Vazquez es el hombre en conflicto entre una espada y su propia pared moral incapaz de derribar. Su amigo, en cambio, es el nuevo español, leído y viajado, con ligue extranjero, ante el cual, el españolito se siente pequeño. Y los tres bebiendo ese Peppermint Frappé, bebida francesa de moda y época, que ensalza la penetración de las nuevas influencias.
Con poco, como bien decían, en aquella época Saura era capaz de dar mucho en su filmografía, antes de que se perdiera en sus aventuras personales, aportando una visión surrealista, inteligente, fina, muy fina, a la altura de Mi prima Angélica, Ana y los lobos, Cría cuervos o el JArdín de las delicias.

Qué decir de una película del cine mudo tan importante para la historia del séptimo arte y de este genio indiscutible que fue C. T. Dreyer, que se ganó la gloria en Francia tras rodar la película.
Rodada en su mayoría en planos contrapicados y descuadrados, a excepción de los realizados a la actriz Falconetti.
Tras la destrucción y mutilación de casi todas las copias se pudo recuperar un único original que quedaba milagrosamente en buen estado en una institución mental de Dinamarca y donada en 1981 por su director a la Cinemateca francesa hasta que fue restaurada finalmente en 1985.
Dreyer prescinde en este relato de la Juana épica, mostrándonos su lado humano-místico, haciendo prácticamente una transcripción de su proceso y martirio
La película rezuma pasión a través de la única interpretación que realizó su protagonista, Renée Jeanne Falconetti, que parece estar en estado de gracia permanente frente a la colección de primeros planos de caretos atemorizantes que persiguen su confesión.
Imprescindible verla.