De cuando en cuando nos llega una joya inesperada que nos sorprende dentro de un panorama dominado por el ruido . Y así me sucedió con esta película de la que nada me esperaba a pesar de su reparto competente. "Bad times at the El Royale" es un film especial, no sólo por su impecable realización y puesta en escena, sino por la casi perfección de un guión cuyo máximo exponente reside en el desarrollo de sus personajes, cuyas líneas de diálogo son un oasis dentro del cine actual, invadido por el tumulto de los excesos del CGI. Esta película inicia su proceso de creación desde el minuto uno, con un arranque impecable en el que no hay palabra alguna (porque no se necesita) y que continúa con una presentación exhaustiva y rica de todos y cada uno de los integrantes de la historia. En este Hotel, no sobra nada, no hay nada que esté demás ni metido con calzador, cada personaje es una historia, cada momento es una razón, los actores están inmensos, podríamos tirarnos horas hablando de cada uno de ellos, porque bien lo merecen, pero no quiero hacer ninguna excepción porque todos merecen el mejor de los elogios, la música del magnífico Michael Giacchino, remata esta obra maestra, Goddard se marcado una dirección un guión que no da pie al aburrimiento, tomándose su tiempo y exprimiento cada plano, el Hotel es otro protagonista mostrado con una exquisita elegancia por la pericia visual de Seamus McGarvey, quizás sea pronto para reconocer la genialidad de esta cinta, pero estoy convencido de que el tiempo la podrá donde merece, en lo más alto del Hollywood actual.

Ante todo quede claro que soy un amante de la Hammer y de su máximo representante en la dirección, el Sr. Terence Fisher, no obstante, me es imposible ver un producto de calidad en esta extraña cinta y me extraña aún más la alta consideración con una puntuación tan inflada. Y es que estas novias están muy lejos de "Drácula", "Drácula, Príncipe de las tinieblas", "The Gorgon", "El perro de los Baskerville"... y muchas otras. El problema radica en lo absurdo y ridículo de su guión, lleno de agujeros incongruentes que hacen insostenible la más mínima credibilidad. David Peel resulta tan convincente como humano como ridículo cada vez que le ponen los dientes, momento en el que pasa a ser una caricatura más propia de un sketch humorístico, ni aporta inquietud, ni misterio, ni pasión, es un bufón preso de unos gestos imposibles.

Nada sé de los cómics, porque no me interesa, este desconocido para mi, Dr. Strange irrumpía con un prometedor tráiler, al que había que sumarle un pedazo de actor con tremendo carisma como Cumberbatch. Y la cosa empezaba muy bien, pese al deja vu de ver a Benedict interpretando de nuevo a Sherlock (imagino que será así la novela gráfica), un tipo asocial, arrogante, narcisista, 100% Sherlock. No es que sea un problema pero desde luego que una imitación tampoco es una virtud. Todo el inicio y presentación de los personajes tiene un aire tremendamente interesante, bien realizado y llevado, que hace que entres rápidamente en la temática de la película.

La trilogía inicial de Bourne es para mí posiblemente lo mejor que recuerdo de este género, es sencillamente perfecta, lo tiene todo, unos personajes estupendos, en los que todos tienen una importancia vital para el desarrollo de la trama, un rodaje impecable, acción, drama... es muy difícil ver tantos detalles juntos dentro de un género que habitualmente bebe de la aparatosidad para venderse fácil. El paréntesis del Legado nos dejó fríos, quedó claro que la peli sin estar mal estaba muy lejana de Bourne, pero por suerte, Damon-Greengrass han vuelto a unir fuerzas para devolvernos aquello que ya parecía perdido. Después de ver este nuevo episodio, me queda un sabor un tanto agridulce, por una parte de nuevo tenemos a Jason Bourne de verdad, por otra la ausencia del verdadero creador de la Saga, el Sr. Ludlum (ya no hay más libros) se nota y bastante, la trama es muchísimo más básica, a ratos demasiado rebuscada y predecible. Todo es mucho más prefabricado, buscando la excusa fácil para sustituir a un malo por otro, de manera muy protocolaria y clónica respecto a los orígenes y con un ritmo demasiado salvaje para salpicar la pantalla de persecuciones interminable a ritmo de plano corto, digo cortísimo y mareante. No obstante, no podemos quejarnos, al fin y al cabo era lo que veníamos buscando, un Damon en buena forma, carismático donde lo haya y que nos devuelve un personaje que sólo puede ser suyo. El ritmo, no da respiro, y por supuesto no es para nada aburrida por lo que trayecto es satisfactorio y sobretodo agradecido. Un peldaño por debajo, pero satisfecho por lo visto.

Grandes expectativas y muchas ganas por ver una de esas películas independientes de las que tanto se habla, para finalmente ver un film que sencillamente es absurdo. Las situaciones sin sentido salpican la pantalla a cada minutos que pasa, los actores son poco creíbles, incluso Patrick Stewart parece aburrido y cansado, más pendiente de cobrar el cheque que de tratar de levantar un film sin credibilidad. Unos chicos sin recursos, más sosos que el pan sin sal, inocentes a más no poder, pésimos músicos, se meten en la guarida del lobo y lo primero que hacen, a pesar de estar acojonadillos es provocar a unos nazis sedientos de violencia. Con este inicio, ya nos podemos hacer una idea de lo que viene después, situaciones comprometidas resueltas resueltas de la manera más estúpida.