Por minutos parece tratarse de un anuncio gubernamental contra el hampa. La película carece de cualquier ápice de dramatismo y siendo una historia de criminales (el título ya nos habla de "el terror del Hampa") no cabría duda en tener en cuenta que vamos a asistir a la proyección de una película seria y violenta (sobre todo al escuchar al comienzo de la película su visión crítica de las mafias organizadas y el objetivo crítico del filme), cuyo material nos debería incomodar en cierta medida. Sin embargo, la película podría asemejarse a un paseo de Paul Muni por el aparentemente "simpático" sur. ¿Será que Howard Hawks, entre tanto cambio de género cinematográfico, habrá puesto el zapato en el pie equivocado? Cabe destacar también el recurso fraudulento a la elipsis, que me hizo en ocasiones preguntarme si me había perdido alguna parte de la película o algún argumento entre líneas sin yo saberlo.
La película no convence desde un primer momento. Lo único destacable es la actuación de Paul Muni. Ni más ni menos.

Estéticamente preciosa. Con movimientos de cámara y planos hipnóticos, sin contar con su (deslumbrantemente) atractivo elenco de actores. Pero yo ya he visto este tipo de historia otras veces. Por más arabescos y giros que tenga el guión no deja de seguir la línea de la clásica distopía con la que tantas veces nos han bombardeado. Sin embargo, se plantea menos gregaria su dicotomía realidad/ficción distópica. En este caso, Florence Pugh no parece que encuentre la libertad ni la felicidad en la anhelada realidad, a juzgar por su rutinaria, estresante y gris existencia. Esto me hace dudar y da un toque sutil de inteligencia al filme, en el que la elección de los protagonistas no se encuentra entre la terrible ficción autoritaria y la libertad y verdadera felicidad de la realidad, sino entre lo malo o lo peor.

Pretende por encima de todo ser efectista y el precio que paga por ello se sale de presupuesto. Si bien admiro la ebullición psicótica de los flujos neuronales de Tom Six (por simple admiración de la locura), como amante (promiscuo) del séptimo arte es mi deber informar a la humanidad de la soberana estupidez que está a punto de visualizar.

Si no estás acostumbrado a ver scat porn no le des al play (a no ser que quieras estar dentro de unos años asesinando fríamente a niños en una guardería) porque, dicho vulgarmente, esto se sale de madre. No hay mejor resumen para esta película (bien podrían olvidar ese título tan, digamos especial, y reconocerla a partir de ahora como "se sale de madre"). No es nada más que eso. Nada más. Nada.

PD: Dieter Laser es extremadamente repulsivo. Sería mejor sicario que actor (no lo digo por nada en especial sino porque bien podría haberse dedicado a cualquier otra cosa y, sin duda, hacerla mejor). Es el paradigma del actor encasillado (no podría ser de otra manera con esa cara).

Al margen de toda crítica al ingenuo contenido ideológico de la película, cabe apreciar el ridículo guión que le endosaron a King Vidor (procedente de la famosa novela de Ayn Rand). No hay más que ver la cantidad de repeticiones idiotas que tiene acerca de la misma idea: el individualismo. El filme parece un panfleto sin lugar a dudas, cargado de situaciones absurdas como la de Gary Cooper trabajando como obrero en la construcción siendo un genio de la arquitectura (es para morirse de risa, no tiene perdida). Da la impresión de que toda la película es un sueño del protagonista. Ridículo.

Entrando en el contenido de la película, Ayn Rand es un claro ejemplo de pensadora que avergüenza a sus propios compañeros de ideología. Lo suyo parece un sueño eterno. Vivió toda su vida en un pasado en el que el Antiguo Régimen comenzaba a decaer con el auge del individualismo burgués. ¿Cuál es su problema? Que la realidad del liberalismo con los años acabó siendo una a la que nunca se enfrentó: el beneficio por encima de la creación individual. De ahí esa ingenuidad de su pensamiento, esa vergüenza y poca (por no decir ninguna) lucidez. Por esta razón, creo que hubiese sido mejor si, en la película, el protagonista hubiese abandonado esas fantasías individualistas y se hubiese dado cuenta de la verdadera realidad del liberalismo. Hubiese sido una genialidad de Vidor.

Esta es una película de una fuerza visual y dramática que quita el aliento. Es el terror y el amor en sus estados puros. Posee una estética particular con deuda expresionista que viene como anillo al dedo a un guión prácticamente sin ninguna fisura. Nada más te pones a verla te engancha por su originalidad, ritmo y fuerza.