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España España · Complutum
Críticas de Pableras
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Críticas 198
Críticas ordenadas por utilidad
3
1 de agosto de 2007
107 de 161 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A ésto le llaman clásico? Siento discrepar (bueno, en realidad no lo siento). Me pareció sosa y aburrida. Claro, Vangelis es la hostia y ahí queda la memorable música, pero, aún ahí, debo matizar: ¿le dieron un Oscar a la banda sonora o al tema principal? Porque, rayos y centellas, sólo es la misma musiquita repetida una y otra vez.

No es (ni será) la primera película mediocre que la Academia premia. Pero ahí lo tenían todo: superación personal, épica deportiva (a mi modo de ver, insípida), historia de amor (nada atractiva, he de decir)... Esos elementos que ciegan a los académicos (y a mucha gente).

No niego ni que esté maravillosamente ambientada (que lo está, por supuesto) ni la (estupenda) calidad de sus interpretaciones, pero ni me enganchó ni me emocionó ni me pareció bien dirigida. Le falta alma, una chispa que nunca prende, pura y simplemente vida. Así sale la cosa, muy aburrida y convencional. En el fondo, todo es muy esquemático. Juega con una simplicidad a la que adorna para ocultarla. Pero a mí no me la cuela el tal Hudson.

En definitiva, un ¿clásico? que urge desmitificar.


Lo mejor: la música de Vangelis y la ambientación.

Lo peor: la narración.

> 3 <
Pableras
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8
21 de enero de 2015
62 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 'Cisne negro' (Darren Aronofsky, 2010), la bailarina interpretada por una Natalie Portman con las tripas fuera sacrificaba su integridad física y mental para alcanzar la siniestra perfección en su composición de El lago de los cisnes. En 'Whiplash' hallamos ciertos paralelismos inevitables, aunque el sentido de la paranoia y el regusto surrealista son coto privado de Aronofsky. La película del recién descubierto (y prometedor) Damien Chazelle aborda con similar exceso el enfermizo culto a la superación y el sacrificio, ahora enmarcado en una elitista escuela de música donde el protagonista aspira a ser un baterista de jazz genial. La anécdota de por qué Charlie Parker se convirtió en una leyenda del jazz esconde la clave que circunda a la película y en donde se encuentra lo más discutible del conjunto: una peligrosa afirmación que glorifica el sacrificio extremo y la búsqueda de la perfección artística aunque arrase con todo lo demás. Pese a esta conclusión, que quizá dé algo de miedo, podría extraerse de la misma un estimulante debate, lo cual incluso acabaría siendo un punto a favor de la película.

Lo más distintivo de 'Whiplash', sin embargo, lo conforma la pareja Teller/Simmons, quienes se vacían en unos personajes al borde de la locura dándose la réplica de forma absorbente. Incendian la pantalla y, acompañados por unas canciones estupendas, se vuelven hipnóticos. Son los pilares maestros de una experiencia fascinante, profundamente física y electrizante. Es cine puro, brutal y efectivo tanto en sus notas más altas como en las más bajas, en los golpes furiosos de las baquetas ensangrentadas y en las melodías más suaves. Chazelle se muestra elegante durante todo el metraje, pero es en el clímax final cuando decide mostrar todas sus cartas, en una avasalladora demostración de realización, ritmo, montaje y composición, donde música y cine pocas veces han estado tan bien fusionados. Un apabullante final que mucho se asemeja a un genio arrebatado y que logra que el espectador salga de la sala con la batería (cinéfila) cargada a tope.

http://www.asgeeks.es/movies/criticas-enfrentadas-whiplash/
Pableras
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5
24 de diciembre de 2014
69 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace mucho tiempo que Tim Burton no es sino la sombra de lo que antaño llegó a ser. Ha deformado su talento hasta el punto de reciclarlo con unos fines que uno se atrevería a denominar tristemente como meramente comerciales, siendo el paradigma más desolador de ello su 'Alicia en el País de las Maravillas' (2010), donde adaptaba con desmedida deslealtad y libre albedrío mal entendido un original de Lewis Carroll que al propio director, atención, no le gustaba. Tal cual, Burton se limitó a dar rienda suelta a su bulimia visual (y digital) cual Peter Jackson devaluado (que lo está) basándose en una novela que ni siquiera le importaba. Se confirmaba así (consolidándose dos años más tarde con 'Sombras tenebrosas') la decadencia de un autor que brilló a finales de los 80 y durante toda la década de los 90, regalándonos obras maestras como 'Eduardo Manostijeras' (1990) o 'Ed Wood' (1994). Fue el efecto 2000 o bien compartir cama con Helena Bonham Carter, quién sabe, pero la entrada en el nuevo milenio le sentó como un tiro y, con la salvedad de la conmovedora 'Big Fish' (2003), su carrera cayó en picado. Ni siquiera la agradable 'Frankenweenie' (2012) le redime, ya que servía más a la imitación burtoniana que ha terminado convirtiéndose en cliché que al verdadero arrebato de autor con corazón.

'Big Eyes' (2014) no sirve para reconciliarse con el director de 'Mars attacks!' (1996) pero al menos no molesta. Se ve con tanta facilidad y ligereza como se olvida. ¿Esto es suficiente? No para el amante del mejor Burton, sí para quien había abandonado toda esperanza. Aborda la historia real de Margaret y Walter Keane, un matrimonio de artistas que, apoyado en un casi involuntario fraude (a priori), se hizo millonario gracias a los populares cuadros de los niños con ojos grandes. Él se aprovechó de ella y, en los tiempos del machismo imperante y el patriarcado nunca cuestionado, todo fue de aquella manera sin que nadie se preguntara nada. Una historia jugosa que nunca alcanza a sorprender, enganchar ni mucho menos emocionar. Es interesante en tanto en cuanto lo que narra resulta entretenido e incita a la curiosidad, pero el guión (escrito por quienes crearon el libreto de la colosal 'Ed Wood') sólo deambula por la superficie de todos los temas que aborda (ni poderosa reflexión sobre el mercantilismo del arte ni mosaico del matrimonio de los años 50-60 en Norteamérica ni artefacto que cuestione el arte de Margaret Keane). Todo luce lo suficiente como para no aburrirse pero jamás se esfuerza por ser algo más que un biopic rutinario, con alguna salida de tono desconcertante (el supermercado, las cerillas) y que, quizá, sí sirva como digna reivindicación feminista. Waltz y Adams aportan su talento, aunque les hemos visto brillar más y mejor, y la conjunción de ambos resulta agradable de contemplar, siendo posiblemente lo único notable de la cinta.

Burton, como realizador, prefiere permanecer invisible tras las cámaras, lo cual es preferible a sus arrebatos manieristas de los últimos años, pero no es ni mucho menos comparable al caso de David Fincher, quien se oculta tras sus guiones para nunca dejar de ser fiel a él mismo. Con Burton ocurre algo muy distinto pues él, simplemente, se evapora y, como resultado, queda una obra impersonal hecha con cierta desgana. Cuesta creer, incluso después de tantas decepciones, que Tim Burton se haya abonado a esa producción industrial que tanto parece criticar en su última película, con un sentido del kitsch que no reconocería ni en un millón de años. ¿Será la secuela de su estupenda 'Bitelchús' (1988), anunciada para 2016, motivo de celebración? Quizá, aunque algunos nos tememos que sea parte de su manufacturación en serie de excentricidad para el gran público. Ojalá no sea así.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-big-eyes-los-ojos-vacios-de-tim/
Pableras
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6
20 de agosto de 2007
51 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no y no. Enmarcar esta película del pirado de Ronny Yu en el género de terror es como decir que Heidi es gore o que 0 grados es la temperatura ideal (ni frío ni calor, ya se sabe). Así que los que esperen sustos (hay alguno, claro...) y suspense, ya pueden darse por follaos.

Lo que aquí se ve es una comedia delirante y gamberra con momentos y frases impagables (la del título de mi crítica se lleva la palma). Una historia violenta con muñecos psicóticos de protagonistas que depara un entretenimiento ligero y muy divertido empaquetado en unos estupendos 90 minutos.

Así está la cosa. No hay que pedir más. Pero desde luego lo que no hay que hacer es ver esta película como la mayoría hace. En el fondo, se parece mucho a Freddy vs. Jason, otra divertidísima película de ese freak en potencia llamado Ronny Yu y que a mí me cae bastante bien.
Pableras
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9
9 de mayo de 2015
48 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace escasos días, sumido en la silenciosa madrugada, revisaba 'El secreto del libro de Kells' (Tomm Moore & Nora Twomey, 2009). Me gustó (aún) más que la primera vez que la vi en pantalla grande. No descubrí nada nuevo pero, tras haber asistido a la proyección de 'La canción del mar' (Tomm Moore, 2014) en la Muestra Syfy, comprendí que aquella ópera prima animada no era sólo una singular y bonita anomalía proveniente de Irlanda, sino también el nacimiento de un genio, de un artista que era, a la vez, poeta, humanista y un cuentacuentos excepcional. Todo lo bueno (que era mucho) de aquella su primera incursión en el mundo del cine se reafirma (y expande) en éste, su segundo film, que podría decirse, sin paños calientes, apunta a clásico mayor del cine de animación de todos los tiempos. Más luminosa y accesible que 'El secreto del libro de Kells', pero también más sofisticada, completa y conmovedora, la historia narrada gira en torno a la leyenda fantástica de las selkies, surgida del folclore escocés e irlandés entre otros. Estas criaturas mitológicas eran focas que podían transformarse en personas de gran belleza, y gozaban de la oportunidad de entablar relación con el ser humano y formar una familia. Llegados a este punto, es preciso añadir que los protagonistas, una familia con esa mágica particularidad, deberá salvarse de una maldición que acecha la tierra donde viven y, en especial, a la hija menor, por cuyas venas fluye la sangre selkie de su desaparecida madre.

Es fácil, y también comprensible y hasta inevitable, que surjan comparaciones con el cine de Hayao Miyazaki (algunos dirán, con razón, que no hay mejor elogio), puesto que, con sólo dos películas en su haber, Moore ha establecido en el dibujo hecho a mano su particular campo de batalla (artística) y ha adoptado como elementos esenciales y vertebradores de sus relatos la naturaleza, la fantasía, la inocencia y, por encima de todo, la más pura emoción (les suena, ¿no?), pero todo esto bajo una marcada e insobornable personalidad que ya mismo podría definirse como única en el mundo. Y, en efecto, 'La canción del mar' no se parece a nada que jamás se haya visto. Sólo, por supuesto, a la obra precedente de Moore, aunque en esta ocasión se ha sofisticado, madurado y embellecido el acabado visual y su autor ha logrado encontrar un camino más directo, dulce y emotivo hacia lo más profundo de nuestro corazón. Si bien en la primera se establecía un discurso adulto y probablemente no tan bien hilado sobre el arte contra la barbarie, ahora Moore ha sido aún más ambicioso y nos habla, con idéntica madurez y sabiduría, de cómo lidiar con el dolor, la pérdida, la tristeza. Y en semejante lucha, en tamaña aventura, plasmadas con algo más que genio y alma de poeta inmortal, se entona un hermoso canto a la vida y también a la muerte, al reencuentro y a la despedida. No es sólo pura magia lo que brota de sus preciosas e inolvidables imágenes, dibujadas con un lápiz que deja temblando al 3D, sino además una inesperada sesión de arte terapéutico que, sencillamente, ayuda a seguir viviendo en tiempos oscuros.

En su mismo final, imprimido para siempre en la memoria de quien esto escribe, se da la nota precisa que ofrece la medida de grandeza de la película, capaz de forjar poderosas metáforas visuales (a su vez magníficas ideas) que sirven para confirmar la altura de su autor y su habilidad para plantear cuestiones complejas y universales. Tomm Moore ha escrito su nombre a fuego en la historia del cine de animación, acompañando a Sylvain Chomet ('Bienvenidos a Belleville', 'El ilusionista') como autor imprescindible dentro del panorama del cine animado europeo, que gracias a a esta obra maestra ha rubricado otro capítulo de oro, demostrando su envidiable salud que, esperemos, siga el mismo sendero de la última década, donde ha sido capaz de plantar cara a las mismísimas obras mayores de Pixar o Miyazaki. Un lujo, un regalo, que el espectador agradecerá con lágrimas en los ojos.

www.asgeeks.es/movies/critica-de-la-cancion-del-mar-simplemente-magia/
Pableras
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