Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Time Bandit
<< 1 2 3 4 10 25 >>
Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de diciembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de Fernando Arrabal, basada en una novela escrita por él. No es solo por eso que esta se trate de una obra muy personal, sino que en se podría considerar autobiografiílla, especialmente porque su fue encarcelado y condenado a muerte tras la Guerra Civil, posteriormente, la condena se redujo a 30 años de prisión, donde intento suicidarse y finalmente escapo, sin que se volviera a saber nada más de él. Eso es algo que marco muy fuertemente a Arrabal y a su obra; siendo su debut, la película donde mejor lo refleja.

La historia nos narra el drama que sufre Fando en la posguerra. Hijo de un “rojo” y una ultracatólica, esta enamorado de su madre, pero aun así no puede perdonarle que entregara a su padre a las tropas fascistas. Fando era un niño inocente, pero cada vez queda menos de esa inocencia debido al ambiente de violencia, odio y rencor que le rodea. Siente un fuerte deseo hacía su madre y hacía su tía, y los castigos físicos destinados a reprimir esos deseos, en lugar de conseguirlo, hacen que aumenten y se vuelvan más depravados. Pero nunca perderá la esperanza de que su padre este vivo. Los temas del síndrome de Edipo, las relaciones de amor/odio con una madre autoritaria y la ausencia del padre, serán muy constantes en las obras de Arrabal, pero en esta más que nunca.

El mundo que el niño ve, se mezcla con el que crea en su imaginación. Los dos están relacionados, uno depende del otro, se complementan, hasta que ninguno de los dos tendría sentido sin el otro. La unión de estas dos realidades crea un mundo surrealista, con tendencia a lo bizarro, que el autor utiliza para criticar la represión política y religiosa, a la par que muestra la imposibilidad de vivir y relacionarse con los demás en un ambiente donde absolutamente todo esta contaminado con el odio, el dolor, el resentimiento, y sobre todo, la muerte.

Película no apta para todos los estómagos, ya que contienen varias escenas escatológicas, y otras muy sangrientas (algunas de ellas, sin usar sangre falsa), que llegan a lo desagradable, pero que no se deberían considerar gratuitos debido a los temas que trata la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Time Bandit
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
12 de marzo de 2015
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente, Paul Thomas Anderson sea uno de los directores de cine más prestigiosos del momento, y no se puede decir que no se lo haya merecido; aunque, como suele pasar, cuente con casi tantos detractores como incondicionales. El realizador estadounidense en su nueva obra (la primera tras el triste fallecimiento de su hasta ahora actor fetiche Philip Seymour Hoffman) nos traslada a los agitados y caóticos Estados Unidos durante le década de los setenta del siglo pasado. Donde se mezclan el desenfreno, la sexualidad abierta y el uso y abuso de todo tipo de sustancias; con el puritanismo y el conservadurismo más extremo, sin que la unión tenga que ser por fuerza violenta.

Con “Puro Vicio” Paul Thomas Anderson finaliza, tras “Pozos de Ambición” y “The Master”, su “Trilogía Americana”, donde examina con su peculiar mirada la historia (nada complaciente) de su propio país. Y en este caso, lo hace a través de la mirada de Doc Sportello, interpretado de manera magistral por Joaquín Phoenix, un sucio y maloliente detective privado que trata de solucionar una trama que no para de complicarse según va avanzando el largo metraje (otra marca de la casa), pero eso sí, sin dejar de estar bajo los efectos de las drogas ni un solo momento. Y esto, es algo que no ha sido captada únicamente por la gran interpretación de Phoenix, sino por la propia forma de narrar la obra: errática y confusa, como si se estuviera bajo los efectos de la marihuana.

Curioso cóctel que combina el sabor del cine noir clásico (y de todos los tiempos) con cierto aire de comedia psicodélica flotando en el aire. Podría recordar a la obra de culto de los hermanos Cohen “El Gran Lebowski”, a lo que ayuda cierta similitud entre su personaje principal y el que inmortalizó a Jeff Bridges, pero la estructura, el tono y la forma en la que se relatan las dos historias difiere completamente la una de la otra. También podría emparentarla (aunque, más lejanamente) con obras como “Miedo y asco en Las Vegas” de Terry Gilliam. Premeditadamente confusa, puede perder al espectador en su maraña de tramas por donde desfilan cantidad de nombres y personajes; pero merece la pena tirar del hilo hasta el final de sus dos horas y media de excéntrico metraje.

Las películas de tanta duración como esta corren el riesgo de contar con altibajos, y puede que ésta sea la obra de Paul Thomas Anderson en la que más se noten, pero no excesivamente. Pero, también hay que tener en cuenta, que al igual de la confusa trama de conspiraciones delictivas, la narración aparentemente torpe y errática está recreada para empatizar con nuestro detective y consumidor de drogas a tiempo completo; sólo depende del espectador el entrar en su juego o no. Por tanto, debido a su arriesgada propuesta, esta obra está condenada a entrar en la lista de películas que te encantan o las odias, pero que nunca jamás te dejaran indiferentes.
Time Bandit
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
19 de mayo de 2014
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres años después de Pájaros de Papel, uno de los mejores dramas que se han rodado sobre los primeros años que siguieron a la Guerra Civil, Emilio Aragón nos trae su segunda película. Se trata de un Road Movie con sabor a Western crepuscular, con varios puntos en conexión con su primera ópera prima: la nostalgia, la pérdida personal y material, el exilio… y algún que otro momento musical insertado en mitad de la trama. Si en el debut, dentro del reparto destacaban por encima del resto Imanol Arias y Lluís Homar, aquí es Robert Duvall quien se come con patatas al resto del reparto sin ningún problema; sin lugar a dudas, su participación es uno de los alicientes más fuertes para ver la película; es bastante significativo que fue precisamente el interés del oscarizado actor por participar en el proyecto lo que hizo que el hijo del legendario Miliki aceptara dirigir la película; sin Duvall esta obra jamás hubiera sido lo mismo.


La fotografía a cargo de David Omedes es uno de los puntos fuertes de la obra, reflejando en todo momento y con gran acierto el tono crepuscular y melancólico de la obra. En cambio, el guión firmado por William D. Wittliff de excesivamente convencional, en muchos momentos predecible y muy irregular a niveles generales. En diferentes partes de la obra se aprecian ciertos ecos de obras como “Sin Perdón” de Clint Eastwood, la primera parte de “Abierto hasta el Amanecer” de Robert Rodríguez o “No es país para viejos” de los Hermanos Coen, perdiendo en ambas comparaciones. Pero, afortunadamente, el buen hacer de Emilio Aragón, la cuidada fotografía, y especialmente, la actuación protagonista, hace que se perdonen la mayoría de las disfunciones del guión.


La obra gira en torno a la frontera que separa México y Estados Unidos; normalmente (al menos en las películas) los que la cruzan en dirección sur lo hacen para huir de la justicia; en cambio nuestro protagonista, un viejo cowboy, lo hace huyendo del deprimente destino que se niega a aceptar. Va a México, país de gran importancia en su juventud, junto al nieto que acaba de conocer. Por el camino se encontrarán a una joven cantante mexicana, frustrada porque a los turistas “gringos” les interesan más sus curvas que su voz. Todo se complicará cuando nuestros protagonistas se ven involucrados en una trama criminal, que es una de las partes más pobres del guión; si se hubiera pulido más, podría haber resultado algo interesante, pero sólo ha quedado en una versión simplista de, la antes citada, “No es país para viejos”. Dentro de los villanos, de las funciones destaca la presencia de Luis Tosar, que cumple con su labor pese a lo poco desarrollado que está su personaje; problema que comparte con el resto de maleantes de la función.


De dicha trama criminal, lo más destacable es la motivación del personaje de Robert Duvall (una vez más, los mejores aspectos de la obra gira a su alrededor) para quedarse con el dinero, y así conseguir huir de vivir sus últimos años en la miseria. Desde que comienza hasta que finaliza la película, cuesta mucho no sentir simpatía por el personaje principal, lo que ayuda a terminar su visionado con una mejor impresión de la misma. “Una noche en el viejo México” es una película con fallos (especialmente de guión) pero también cosecha una buena lista de aciertos, logrando que sea una película amena de seguir; y gracias al carisma de su protagonista, hace que nos olvidemos de su predecible guión y permanezcamos atentos a los sucesos que le rodean. Personalmente, espero con ganas la tercera incursión de Emilio Aragón en el mundo de la dirección cinematográfica, y a poder ser que vuelva a hacerlo con un guión propio, ya ha demostrado que se le dan mejor.

Lo mejor: Robert Duvall, y sus conversaciones con su nieto ficticio.
Lo peor: un guión irregular y predecible.
Time Bandit
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
2 de junio de 2015
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos acostumbrados a ver diversas producciones de ficción (especialmente series de televisión, y cine en considerable menor cantidad) en la que la trama se desarrolla entre los muros de un hospital, pero en la mayoría de los casos, éste sirve para poco más de un marco donde se desarrollan romances enrevesados y rocambolescos dignos de una telenovela, o integrantes tramas policíacas que parecen sacadas de un thriller de serie b; en lugar de retratar de forma mínimamente fidedigna el día a día dentro de una de estas instituciones. Pero, Thomas Lilti, médico pasado a director de cine, nos muestra un relato mucho más humano, y menos idealizado de la vida cotidiana dentro de un hospital; pero esto no quiere decir que el médico de turno nunca se comporte de forma heroica, si no el hecho de renunciar a tratarlo con grandilocuencia.

La trama central de la obra, y en donde se aprecian la mayoría de los puntos de fuertes de la misma, se encuentra en la relación entre dos médicos residentes, muy distintos entre sí; pero, a lo mejor, menos de lo que parece a simple vista. Por un lado tenemos a Benjamín (Vincent Lacoste), que se metió a médico por inercia, porque al serlo su padre a él le parecía lo más natural seguir sus pasos. Que su primera experiencia dentro de un hospital sea, precisamente, en el que su progenitor dirige, no será un hecho meramente anecdótico. Por otro lado, tenemos a Abdel (Reda Kateb), un médico argelino, cuyo dedicación plena y sacrificio, junto a la fidelidad ciega en sus principios y en lo que cree justo le costara más de una enemistad.

La narración irá avanzando según la evolución de ambos médicos, tanto internamente, como entre ellos, con sus pacientes o el resto de sus compañeros de profesión. Y aquí es donde la obra obtiene fuertes connotaciones de crítica social, especialmente contra la privatización de la salud, donde está se convierte en una mercancía más que se compra y se vende con el único objetivo de generar suculentos beneficios; si ello se hace con la reducción de materiales médicos o de personal, con las consecuencias que esto pueda traer, es completamente irrelevante. Donde los pacientes se ven como clientes, y al mismo tiempo como un gasto; el cual recibe el tratamiento, no según sus necesidades para curarles o ahorrarles sufrimiento, sino cual será el más rentable para el hospital.

Visualmente la obra no aporta nada realmente novedoso ni destacable, aunque el tono realista de la misma aporta fuerza a la apuesta realizada de contar la historia de forma realista y humana. La relevancia y vigencia de los temas tratados hace de su visión algo casi obligatorio; no tanto por sus cualidades puramente cinematográficas, que las tiene. Si no como muestra de los peligros de la despiadada y descontrolada privatización de algo tan fundamental como la sanidad. Aunque el final, pueda pecar de ingenuo, los compases antecesores del mismo muestra de forma acertada como el sistema se defiende ante los ataques recibidos; y todo aquel que se resista solo puede ser aplastado... ¿o no?
Time Bandit
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
5 de mayo de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de que hay innumerables formas de contar una misma historia. Una jueza solitaria que dedica todas sus energías al trabajo y que guarda un profundo desprecio hacia los hombres desde su más tierna infancia. En una noche de desenfreno (algo completamente impropio de ella) queda embarazada de un hombre encarcelado por intento de robo y mutilación a un pobre anciano. Un tema escabroso pero ésto no es un drama sino una de esas comedias ligeras que tanto encanta al otro lado de los Pirineos.

La originalidad de la trama es uno de los puntos más fuertes de la obra aunque es cierto que algunos pasajes no están bien trazados y en los últimos compases la historia se desinfla. No estamos, por tanto, ante una de las comedías más chispeantes que se recuerden. Algunos gags están bien construidos, sin embargo otros llegan a lo estúpido.

En el reparto de actores merece la pena destacar el gran papel de Sandrine Kiberlain como la estricta jueza; consiguiendo dotar a su personaje de humanidad, evitando así resultar odiosa, lo que hubiera sido fácil con un personaje así. Logra incluso que el público pueda identificarse con ella. Con su trabajo consiguió el César a la mejor actriz. Premio más que merecido. Sin duda alguna, su interpretación es uno de los pilares fundamentales de la obra. Dando la réplica se encuentra Albert Dupontel (también director y guionista del film), como un analfabeto e histriónico delincuente de poca monta dispuesto a hacer todo lo posible para demostrar su inocencia. Los actores secundarios cumplen su función pero ninguno es realmente destacable. En cambio, hay que recalcar los sucesivos cameos que se suceden a través de la trama, enfatizando el de cierto actor galo oscarizado.

Gran número de comedias no sobresalen precisamente por una elaborada puesta en escena. Un claro y reciente ejemplo es la casi televisiva Ocho apellidos vascos. En cambio, en lugar de ser uno de los lastres, el apartado visual es una de las grandes bazas de 9 meses de condena. La fotografía y la ambientación evocan constantemente al cine de Jean-Pierre Jeunet pero menos recargado. Dupontel también nos ofrece varios planos secuencias realmente interesantes, destacando el que da comienzo al film. Partiendo de una fiesta de la que Fellini estaría orgulloso, la recorre de cabo a rabo para, a través de un viaje de un globo, terminar presentándonos a la protagonista dentro de su pequeña y solitaria oficina, aislada del mundo y de sus festejos. Desgraciadamente, al igual que sucede con la trama, este apartado también sufre un notable bajón al final de la historia.

No es ninguna obra maestra ni siquiera la mejor comedía salida del país galo en los últimos años pero es una obra amena y divertida. Puede que no dure mucho en la memoria pero consigue entretener al espectador en sus 85 minutos de duración. Tal vez a muchos les choquen las escenas más gore de la historia que contrastan notablemente con el resto de la obra. Precisamente es esto lo que da fuerzas a la escena, convirtiéndola sin duda en la parte más cómica de toda la trama.

Lo mejor: La puesta en escena y la interpretación protagonista.

Lo peor: en la recta final pierde fuelle.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Time Bandit
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 25 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow