Una serie que con pocos personajes no hace más que arrancarte carcajadas a base de situaciones teatrales. El enredo, el payasismo, la situación incómoda, el surrealismo... Todo se dan de la mano en este prodigio televisivo de poco presupuesto pero mucha inspiración. De visión obligada para los amantes de la carcajada.

Advertencia, te puede tirar al suelo de puro descojone.

Impresionante y arriesgado debut de Tommy Lee Jones en la dirección, con una historia fronteriza de amistad humana y conmovedora, con influencias de road movie y western con trasfondo desgarrado

Guillermo Arriaga, guionista de 21 gramos y Amores perros no nos podía decepcionar, y Tommy Lee Jones no podía resultar más convincente, delante de la cámara y detrás de ella, rodeado de magníficos actores secundarios.

Para mí ya es un nuevo clásico.

Una revisión del mito de Jack el Destripador desde el cómic, juntando todas las piezas de los hechos hasta formar un puzzle para nada tramposo, pues la visión que ofrece la película es una probable versión -quizás la más famosa- de las especulaciones sobre el misterio.

Masonería, conspiraciones, fanatismo ciego, indústria del miedo en los medios y un largo etcétera en un hecho para mi apasionante, aunque imagino que para otros simplemente un cuento chino.

A destacar la recreación de la época usando unas vistosa fotografía, jugando con la luz y usando mucho efecto digital que extrañamente le da esa mística ambientación, donde el color rojo-sangre resalta por encima de todo.

Si se ve como adaptación del cómic, es sensiblemente fallida. Por el contrario, si se ve de forma desenfadada, no deja de ser un trepidante y apasionante entretenimiento hecho con espíritu de video-cómic, que encantará a los fans del bueno de Jack.

Le añade espectacularidad pero le resta esa ambientación única de sus capítulos. Carece de la magia de la pequeña pantalla. Una película sólo para fans.

En el estreno esperaba más, lo reconozco; pero con el paso de los años doy gracias al cielo por hacer que fuese un simple y complejo capítulo doble y no una vulgar peli destripa-series.

El argumento es fiel a la serie, y eso ya es algo.

Cuando acabes de ver cualquier capítulo de Me llamo Earl, te entraran ganas de ser mejor persona, y de paso, te habrás reído (y bastante además).

Serie de toque muy personal y de situaciones muy divertidas, con personajes a los que enseguida se les coge cariño.