Haz click aquí para copiar la URL
Estados Unidos Estados Unidos · Nueva York
Críticas de Salvapantallas
<< 1 2 3 4 10 17 >>
Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
5
8 de julio de 2017
52 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spiderman es el superhéroe adolescente de Marvel. De carácter tímido, propenso a la soledad y notoria debilidad. Parece como si venciera a los villanos por pura casualidad.

Pues Marvel recupera las características reales de Spiderman. Pero otorga un cambio positivo a la historia: ya no vemos a un humano convertirse en superhéroe. Spiderman ya lo es. Entonces, Homecoming propone como este se integra en la sociedad e intenta ser Peter Parker.

En esta historia, Peter oculta su identidad, va a la escuela y tendrá un típico baile de promoción. También extraña ser un Vengador (lo fue por primera vez en Civil War). De hecho, mantiene el contacto con Tony Stark (Iron Man), quien aún no lo integra al equipo.

Para probar su valía a Stark, Peter trata de ser el policía de barrio. Se coloca su traje para frustrar pequeños asaltos, sacar gatos de los árboles o ayudar a cruzar la calle a los ancianos.

En sus rondas, descubre los malvados planes de un hombre común con un amplio resentimiento a la corporación de Stark. Vulture, que así se llama el villano, roba armas láser extraterrestres o propiedad de los Vengadores para venderlas en el mercado negro o hacer asaltos con su banda de matones oportunistas.

Pero las intenciones del villano son lo de menos. En realidad, Vulture parece solo un pretexto para que Peter tenga alguien a quien detener. O alguien con quien entrenarse. Por lo tanto, Homecoming es una historia de cometer errores, donde el protagonista pondrá a prueba su rebeldía, entendida como agallas o valentía; y su humanidad, como el perdón y el compañerismo.

Spiderman es probablemente el superhéroe más sano de Marvel. En la saga de Maguire, era más inocente y romántico. En la de Garfield, más intrépido y apasionado. Pues Holland es, además de gracioso, un héroe con fracasos y responsabilidades, no solo una figura de acción.

El máximo logro de Homecoming y de Tom Holland es no haber parodiado a Peter Parker. Este Spiderman no es una caricatura. Sus propósitos no son salvar a la chica de turno o vengar a su tío. Su objetivo principal es propio, hasta egoísta y ambicioso, de formar parte de algo más grande que sus telarañas. Pero antes de lograrlo, va a entender que la vida pasa demasiado rápido y no debe forzarse a perder los detalles.

Sin embargo, el problema de la película es lo que rodea a Peter. Todos los personajes secundarios sí parecen caricaturas. Y por ello la historia cae en la repetición. Los amigos (en especial el gordo Ned) son estereotipos sosos mil veces vistos con demasiado tiempo en pantalla. Incluso Iron Man parece un remedo de sí mismo y la tía May (desperdiciada Marisa Tomei) no tiene un trasfondo. El espectador no puede conectar con el entorno.

Tampoco el villano Vulture tiene una historia sólida detrás. El guión engaña con un giro de último minuto. Pero la realidad es que Vulture es un antagonista demasiado simple para una película tan costosa. Su motivo es una burda venganza, sus objetivos son inalcanzables y no está ni loco ni obsesionado para creerlo una amenaza. Tampoco sale en busca de Peter ni planea destruir su mundo. En realidad, lo perdona demasiado. Parecen hasta amigos.

Lo que confunde por carismática es la actuación antagónica de Michael Keaton. Tremendo acierto de casting que quizás una película más ambiciosa de Marvel hubiera lucido mejor. Desde Birdman, Keats ha recuperado la forma de sus primeros años, con resultados extraordinarios.

En Homecoming, Keaton es el alma de la fiesta. Y junto al laborioso Holland logran una película entretenida, creíble y tierna. Pero con un guión demasiado irrelevante, sin profundidad y con pocas ideas nuevas en comparación a los últimos Marvel.
Salvapantallas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
29 de agosto de 2018
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ron Stallworth egresa de la escuela de policías y se le asigna un trabajo: ser el primer afroamericano en pertenecer a la policía de Colorado Springs. Difícil en 1970. Difícil porque en ese momento aún se está en el limbo de los que están de acuerdo con la igualdad y los que no tanto. Como ahora. Como hoy. Como todos los días.

Ron es al mismo tiempo tres personas. Para el grupo de activistas en favor de la igualdad, es un aliado más. Para los policías, es el nuevo negro del equipo (y hay que hostigarlo). Para los miembros neonazis del Ku Kux Klan de Colorado Springs, también es un nuevo y valioso miembro del equipo. ¿Cómo lo logra? Pues, lee el periódico, encuentra un anuncio del KKK, llama y decide infiltrarse en el clan más racista de Norteamérica para descubrir sus planes de matar más negros.

Pero, él es negro y no puede infiltrarse. Sí lo hará un compañero blanco, al que ya nadie distingue como judío (porque es blanco "como todos los dueños de Hollywood"), salvo algunos verdaderos y más radicales miembros de clan. Es así como dos policías super inteligentes, uno negro y otro judío, empiezan una investigación anti-racistas.

Spike Lee lo propone todo en clave sátira, donde la mayoría de los personajes son unos grandes imbéciles, donde la suerte de los héroes es eso, pura suerte, y la desdicha de los malos es una paradoja. El único para tomar en serio es Ron quien está convencido que los del clan darán un golpe pronto, motivado al enamorarse de la líder de un movimiento pro-derechos-negros.

BlacKkKlansman es un film divertido y provocador, con un ritmo narrativo acelerado entre la comedia negra y la estupidez, sin que esto suponga perder de vista la crítica social que está detrás. La cual es muy simple: dejémonos de ser racistas. Dejémonos ya de una vez esa absurdo segregacionismo detrás.

En las dos horas de película, Lee intenta ir más allá de su propaganda. La historia convence sin desmayar, por más que ha sido mil veces contada, y la búsqueda policíaca funciona. Los personajes tienen un trasfondo importante: está, además del negro y el judío, el policía blanco que abusa del poder porque no conoce otra forma de vida, la joven e impetuosa activista negra segada por su lucha, o el líder neonazi que se oculta detrás de un hombre pacifista y abierto al diálogo, pero esconde un mensaje enteramente racista (hi, Donald).

Está bien rodada, es una gozada y es resultona. Es un film con gran estilo, de un director que demuestra una sana madurez ya muchos años después de la maravillosa 25th Hour. Y lo más importante es que su película está abanderada de la verdad. Pero debo ser coherente en un punto: estoy en contra de las películas propagandistas al extremo. Resulta una falta de respeto al público que no se le permita pensar con su propio criterio, y que se le imponga creer que el mundo es como al realizador le parece.

Todo bien recapitular como parte de la historia de la película a The Birth of the Nation o el horrorífico caso de Jesse Washington contado por Harry Belafonte. Pero ya son excesos molestos cómo han sido utilizadas las imágenes de archivo de Donald Trump y David Duke en las más recientes protestas y atentados neonazis, en un intento de hacer guerra de guerrillas, que declara de la manera más convencional el inminente riesgo que es el presidente de Estados Unidos para que el racismo vuelva con fuerza.

Spike Lee se dedica a agitar la bandera, sin la más mínima complejidad en su mensaje de cierre. Eso impide reflexionar: es solo un impacto que pasa sin dejar huella. Es ponerse palmo a palmo con el otro bando, que agita la bandera de Norteamérica blanca sin la menor profundidad. Como en esas películas donde los árabes son siempre terroristas, los negros son siempre los delincuentes y los latinos solo sabemos vender droga. Hay que trascender con argumentos incuestionables que remuevan incluso al espectador más propenso a continuar la terrible estirpe del racista.
Salvapantallas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
12 de agosto de 2019
33 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un grupo de jóvenes cuida a una rehén y a una vaca en medio de una pampa colombiana, por encima de las nubes.

El director Alejandro Landes ha logrado un relato sobre los conflictos armados en América Latina sin hablar de política, sin caer en sensacionalismos ni condescendencias, y desde la perspectiva del guerrillero. Después de veinte o treinta años de esta temática en el cine regional, Monos representa un logro mayúsculo.

La historia es simple en momentos y compleja en el trasfondo, allá donde hay que estirar para comprender. El núcleo narrativo es lo salvaje, aquel territorio humano donde reina lo impredecible. La fuerza del guion se basa en crear un universo único para que al espectador, al no estar acostumbrado al espacio, todo le parezca sorpresa, todo gane novedad, por más simpleza en las acciones.

El guion arranca con un tramo cargado de incoherencias y confusiones. De pronto, sin comprender por qué, uno se siente atrapado en la naturaleza del lugar y ha desaparecido la realidad de una butaca. Esto se logra con el vértigo narrativo de presentar siempre algo que ocurre más fuerte que lo anterior. No es tan simple como presentar situaciones estáticas que se están perjudicando, hay una búsqueda constante por la tensión, incluso cuando no hay mucho más que contar sobre el relato lineal.

Otro aporte a nivel narrativo es la dualidad de objetivos en los personajes. Entre cada secuencia, nunca están claras las motivaciones de ninguno de los jóvenes guerrilleros. Nunca se sabe si están realmente en la búsqueda de un fin más allá de ellos mismos o si solo los conduce el enloquecimiento grupal producto de la lejanía, la soledad y el sometimiento.

El riesgo en los repartos corales es que se desborden las temáticas y ningún personaje logre conectar con la audiencia. Pero Landes lo ha resuelto con méritos. Cada uno de los jóvenes, al menos unos ocho, es un personaje principal en sí mismo, con sus complejidades expuestas a partir de gestos y miradas. La economía de palabras es otro logro del guión, y demuestra que en el cine no es necesario hablar para narrar cuando hablan las imágenes. No hay miembros en este grupo más importantes que otros, lo que aporta aún más a esa sensación constante de novedad.

Los conceptos son múltiples. Desde el despertar de la sexualidad y la creación de un núcleo orgánico de familia, hasta la traición, la venganza y la redención. Pero lo que domina la narración de la película es la lucha infranqueable por el poder cuando se han pervertido los valores y todo es mundano, como ocurre en los cultos. Los dogmas hacen esto en la gente. Y cuando ello cala en los personajes y estalla el caos, te terminas dando cuenta desde tu butaca que el descontrol siempre estuvo ahí, siempre desde el instante anterior.

En Monos la mirada de la violencia es compasiva, está implícita en la genética de los personajes. No hay derramamiento y Landes no asume demasiados riesgos. La película podría haber arriesgado más en la propuesta narrativa al no rehuir de la carne y de la sangre, o involucrar más elementos externos al grupo para motivar la verosimilitud del relato.

Me pongo a pensar, en muchos tramos del guion, si todo esto es realmente posible. Y me doy cuenta que el texto no me ha alcanzado en sordidez para perderme en él, solo me está conduciendo la vorágine de su superficie. Además, algunos personajes bordean la sobre actuación porque están sujetos a indicaciones poco realistas del comportamiento humano, lejano de lo que están viviendo.

Pero hay que quedarse con la impecable originalidad de la propuesta. Los ríos que surca Monos son todos nuevos, para un cine necesitado de renovación. Es una alegoría bizarra y tensa de la condición humana entera, donde estos personajes imitan a todas las sociedades latinas, como verdaderos monos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Salvapantallas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
14 de agosto de 2016
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1950, una pareja que vive al sureste de Estados Unidos decide casarse. El problema es que ella es negra y él es blanco. Es un problema porque en el estado en el que viven es ilegal el matrimonio “interracial”. Por ello se van a otro estado, se casan y cuando vuelven deben enfrentar a la sociedad y a la justicia.

Loving podría ser la típica historia en la que una familia tendrá que enfrentarse a la sociedad racista de entonces, en pleno apogeo de los derechos civiles afroamericanos. Y podría tener los mismos ingredientes de siempre: el Ku Klux Klan, la quema de casas, las marchas, las amenazas, los asesinatos, las autoridades racistas.

Loving podría ser lo de siempre, pero la gran diferencia de Jeff Nichols es contar mucho trasfondo sin que sea explícito, mucha violencia sin que sea explícita. Mientras se cuenta la historia del matrimonio de Richard y Mildred Loving, que son obligados a permanecer fuera de su estado natal si deciden estar juntos, la sociedad racista nunca aparece. No hay ataques, agresiones ni amenazas, solo se percibe la opresión a través de las sensaciones y los estados emocionales. No es una película discursiva, no hay intenso dramatismo, hay una historia natural. Es un milagro que en argumentos tan utilizados se desprenda originalidad y aquí lo borda.

Por eso es importante el trabajo de Joel Edgerton y Ruth Negga. En el guión, el personaje femenino conduce la historia y Negga despliega una agresividad silenciosa. Son sus necesidades y decisiones las que originan los conflictos. Por otro lado, a través de él vemos la dificultad que supone querer proteger a su esposa, algo tan simple en nuestro tiempo, y no poder. La interpretación impávida de Edgerton hace creer que Loving es un inútil, pero en realidad su objetivo es la cuerda floja que sostiene la película: cuidar de su matrimonio.

Para Nichols, la historia de los Loving es tan compleja que la única manera de rodarla es bañarla de simpleza. El director ha encontrado la forma de mantener al cine independiente muy a raya con el formato comercial estadounidense y desprender formatos originales que otorguen algo nuevo a los temas de siempre. Primero la familia (Shotgun Stories), luego la esquizofrenia (Take Shelter), seguido por la adolescencia (Mud) y ahora el racismo. Nichols siempre busca profundizar en los instintos primarios (en Loving la protección y el vínculo con el origen). Y todos estos conceptos flotan visibles en la pantalla, con naturalidad.

Puntos en contra por las licencias narrativas que el personaje de Mildred Loving se da para construir el drama de la película (su historia real es de una mujer más mesurada y sumisa). También se extraña la profundización en los personajes laterales para enriquecer el impacto de los subtemas sociales y políticos. Son todos muy planos y hacen la historia previsible.

Mención especial para Michael Shannon y su personaje. A pesar del poco tiempo en pantalla, es a través suyo que el espectador termina de comprender a los Loving.
Salvapantallas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3
8 de abril de 2016
46 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los tráileres en Hollywood mienten. Es decir, son simples comerciales para las películas. Similar a la publicidad de una jugosa hamburguesa de McDonald’s (no es lo que comerás) o de una súper modelo que luce lo último de la moda (no es lo que vestirás). El tráiler no es la película, pero podría hacerle mayor justicia: respetar el ritmo y el tono del original para ser una verdadera antesala.

Para crear The Jungle Book, el escritor Rudyard Kipling se imaginó hace más de un siglo a Mowgli, un bebé que se pierde en la selva y es criado por una manada de lobos. Pronto sus habilidades naturales lo diferenciarán y su presencia causará peleas entre especies: el tigre cazador lo quiere fuera de su reino por que, cuando se convierta en humano, será un peligro para los animales. En esta y muchas adaptaciones de The Jungle Book, Mowgli se apartará de su manada y tendrá que elegir entre integrarse a los humanos o crecer en la selva.

El tráiler de The Jungle Book introduce la historia no como un clásico infantil y musical, sino como una película casi mitológica. Una aventura con oscuridad, batallas y adrenalina. Está lejos de un clásico de Disney con toques de comedia y fantasía. Parece un verdadero viaje a una jungla salvaje y vertiginosa, con ritmo acelerado. Lo creo posible porque últimamente Hollywood resucita clásicos con aventuras más serias, desde Alice in Wonderland hasta Maleficient, sin perder al público infantil.

Pero The Jungle Book resulta ser un engendro. No se define como fábula cómica con momentos de tensión o como fábula de aventuras y acción con momentos de reflexión y alegría. El resultado es una confusión que mezcla sin discriminación ambos aspectos. Comienza como una película con demasiados diálogos inocentes, tiene algunas escenas de acción, algunos sustos, un par de canciones infantiles mal ubicadas, pero vuelve siempre a la comedia jocosa y a la resolución fácil de los conflictos. Es mucho más lenta, hablada e inocente que otras clásicos modernizados de Disney.

Esta ambigüedad hace estragos en el guión: no consigue verdaderos riesgos para Mowgli, el personaje principal. De pronto, la jungla no es tan salvaje. El antagonista es un tigre que solo lo caza cinco minutos de película. Los otros animales parecen querer ayudarlo más que atacarlo. El riesgo de integrarse al humano (ese que controla el temible fuego) nunca se ve, solo se dice. No profundiza en ninguna relación, tema o visión. Entonces queda solo la amenaza del tigre por si Mowgli vuelve a la manada y las ganas del niño por cobrar venganza.

Ni melancolía, ni miedo ni venganza son parte del espíritu de la obra de Kipling. El autor escribió sobre trabajo en comunidad, compromiso y capacidad de razonar. De cómo los animales pueden enseñar más humanidad que el propio ser humano. Y después de hora y media de persecución, comedia infantil y algunos sustos, el mensaje de Kipling queda relegado al desenlace, cuando debió ser lo principal. Muy tarde, ya no se siente profundo.

Vale decir que The Jungle Book es hermosa en lo visual. Demuestra lo lejos que llega la tecnología para diseñar mundos extraordinarios sin tener que ir realmente a ellos. Todo lo técnico es un lujo estético. Pero carece de profundidad, como parece ser el destino de la mayoría de películas que en el tráiler lucen maravillosas. Ya no hay moraleja ni fábula, sino solo algunos chistes y algunos colmillos.
Salvapantallas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 17 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow