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Críticas de wilder marx
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Omar de Hany Abu-Assad, fue la ganadora del Gran Premio del Jurado en la sección “A Certain Regard” del Festival de Cannes 2013 y, además, compitió por el Oscar a Mejor película con rivales como La Gran Belleza o Alabama Monroe. Está película de escasa, aunque existente distribución no merece pasar desapercibida ya que claramente estamos ante una de las grandes películas del pasado año.

La película procede del Palestina. Es difícil de creer que en medio del conflicto Palestino-israelí se puedan realizar largometrajes de talla internacional pero como Omar vuelve a demostrar, el cine, como todo arte, es indestructible.

Al contrario de lo que suele ser habitual en el cine árabe, la película cuenta con un ritmo apabullante a lo largo de su corta duración. Dejando al espectador respirar solo hasta el minuto uno de película, Hany Abu-Assad, conocido por Paradise now, nos cuenta la historia de Omar, un joven palestino que está estableciendo un pequeño grupo de resistencia (según el telediario terrorista) con sus dos amigos de la infancia. Omar salta el muro cada vez que puede, esquivando los disparos para reunirse con ellos, pero sobre todo para ver a su amada. Después de la primera acción del grupo Omar será retenido y torturado y cuando lo sueltan ha de elegir entre él y sus amigos.

La historia está llena de intensas emociones, tratadas siempre de un modo muy complejo, como en los callejones que recorre Omar a toda velocidad, nunca se ve la salida y cada vez parece todo más difícil. La película hace gala de un guión intenso y sorprenderte que pega al espectador a la silla y hace aconsejable acudir a la sala con las uñas recién cortadas. La narración no se queda atrás acompañada de una excelente fotografía que nos mueven por esta historia, llena de ritmo, de forma clara pero laberíntica.

El grupo de actores amateurs hace una labor excelente y da a la película ese toque de realismo que requiere acercándonos a la realidad de un conflicto, pero sobretodo de una persona dentro de ese caos. No esperen encontrarse una película que se posicione en el conflicto, que denuncie u opine claramente, sino con un film tan cruel como apasionado, tan real como hermoso sobre como las cosas malas de la vida suelen vencer a las buenas.

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wilder marx
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6
26 de marzo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta vez no se puede empezar la crítica diciendo que acaba de llegar a los cines o que su estreno es inminente, Under the Skin, la nueva película de Jonathan Glazer, protagonizada por Scarlett Johansson, no tiene, ni parece que va a tener, distribución en España a pesar de haber sido citada en numerosas listas como una de las mejores películas del 2014.

Es comprensible que, debido al carácter de la película y, a pesar de estar protagonizada por una rompetaquillas como la voluptuosa actriz norteamericana, la película no vaya a ser distribuida debido a su, cómodamente llamada, “rareza”. La película se podría resumir en que Scarlett Johansson personifica a una especie de alienígena que actúa como una viuda negra, seduciendo a hombres solitarios de los que, se supone, se alimenta. Toda esta sinopsis ha de deducirse ya que la película nunca dice nada en claro, como si la narración fuese el río negro en los que se hunden los cuerpos de las conquistas de la protagonista.

A pesar de su misterio, su cierto grado de hipnotismo y su apuesta innovadora y experimental, la película resulta demasiado simplona a nivel argumental y los vacíos de contenido se hacen, demasiado habitualmente, pesados y monótonos. Probablemente, el director haya creído con exceso en su licencia para innovar confiando en el poder de atracción de los casi continuos desnudos y escenas de sexo de su protagonista, inéditos en su anterior filmografía, dejando la película demasiado vacía y solo a ratos atrayente.

Aún así, admitimos que Under the Skin es de esas películas que ponen de manifiesto, más que pocas otras, la subjetividad del arte, ya que ha de ser el espectador quien llene ese producto argumentalmente tan minimizado.

Ya sea por querer ver una película diferente de alienígenas, por el interés que suscitan las películas con vocación experimental o hipnótica o por los desnudos de su protagonista, Under the Skin es un film que debería llegar a las pantallas españolas, aunque fuese solo a las alternativas. Por ello, por mucho que se empeñen, para estas cosas y muchas otras, estará el "malvado" internet.

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wilder marx
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6
3 de enero de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo no, Woody Allen, año tras año sigue estrenando película tras película. Como él mismo ha dicho en más de una ocasión sigue la teoría artística de la cantidad, cuanto más películas hagas, más películas buenas harás. Queda claro, tristemente, que ya no nos va a deparar aquellas obras maestras que nos regaló en la década de los setenta y ochenta, pero no podemos reducir el cine de un gran maestro como el neoyorkino a la nada.

Saltándonos la facilona teoría sobre el Allen moderno de que hace una película buena y una mala, nos encontramos con Magia a la luz de la luna. La película narra la historia de un mago que, irónicamente, es el ser más pesimista, racional y escéptico de cuantos se puede imaginar. Interpretado por un sobresaliente, como siempre, Colin Firth, la misión de este mago, al que Allen personifica magistralmente con frases de su admirado Nietzsche, es ir a la bellísima Costa Azul francesa a desenmascarar a una, no menos bella, adivina y espiritista, interpretada por Emma Stone.

De la película se podrían enumerar varios, a priori, defectos como su ligereza o su falta de aspiraciones pero estaríamos siendo injustos. Está claro que esta película nació y así ha madurado, como una película menor y sin pretensiones dentro de la carrera del genio de Brooklyn pero, su entrañable disfrute, la psicología de sus personajes y su interesantísimo discurso acerca de la eterna lucha entre fé y razón, el cual, Allen rechaza utilizar como contenido intelectual que aumente su ego autoral a favor del disfrute del espectador, hacen de Magic in the moonlight una película muy recomendable.

Allen, actualmente, es el único capaz de imitar con éxito las formas, casi extintas, de la alta comedia hollywoodiense desaparecida desde los tiempos del cine clásico. En un mundo en el que un autor debe de provocar, hacer un discurso intelectual o intentar cambiar el cine para mantener el calificativo de artista, Allen, consciente de que nada le bajará ya del pedestal, recuerda a los cerebros acuchillados de genios como Wilder o Lubitch que hicieron arte con mayúsculas diciendo cien verdades por cada risa que sacaban del público.

Puede que Magia a la luz de la luna no sea equiparable en calidad con obras semejantes como Avanti de Billy Wilder o que sea una película menor o intrascendente pero, que Allen no caiga en fatídicos intentos de recuperar su trascendencia, sino que siga haciendo, simplemente, el cine que le apetece hacer, y que ese cine tenga por objetivo hacer disfrutar al público como a él le hicieron disfrutar de niño, no es más que otra muestra de inteligencia y humildad del genio neoyorkino. Señor Allen, por favor, siga haciendo cine.

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wilder marx
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La vida misma
Documental
Estados Unidos2014
6.8
632
Documental, Intervenciones de: Roger Ebert, Errol Morris, Werner Herzog, Martin Scorsese ...
5
26 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Life Itself es un documental tributo a Roger Ebert, el crítico de cine más famoso e influyente de la historia y único de su profesión en ganar el prestigioso Premio Pulitzer.

Con una estructura de documental clásico y poco innovador en cuento a la narrativa, la película se sirve de imágenes de archivo, comentadas por las memorias del propio Roger y otras, referentes a sus últimos días de vida en el hospital afectado de un cáncer que lo dejó sin habla, siendo estas últimas las que dan la verdadera fuerza y razón de ser a este aclamado (sobre todo por los premios de la crítica, cómo no) documental.

Roger Ebert era, como todas las personas, un tipo único, solo que él tenía un talento, el de escribir como un torrente de ideas y verdad, con una franqueza que combinaba profundidad y simplismo. Se podría decir que Ebert era el cruce perfecto entre el sentimiento irreflexivo de Carlos Boyero y el saber de André Bazin pero a alguien de su dimensión nunca es lícito compararlo. Como apuntes curriculares decir que nunca abandonó su periódico, el Chicago Sun-Times, tampoco su programa de televisión, el mítico “In the movies”, copresentado con su enemigo más querido, el también mítico crítico Gene Siskel, ni su blog (fue un pionero de la crítica en internet), en definitiva, Ebert nunca lo dejó hasta su muerte.

El documental, repetimos, bastante corriente en cuanto a su forma y enfoque, no se esfuerza en mejorar algo que ya de por sí vale la pena, su figura protagonista. Quién vea el documental conocerá un poco más a este mítico personaje, a su familia, su forma de escribir, su programa o descubrirá que un crítico, al que muchos llamaron simplista, alcanzó tal poder gracias a su dedo pulgar que pudo dar a conocer al mundo entero cineastas que hoy aclamamos como genios.

En definitiva, estamos ante un documental que no hará historia, su protagonista en cambio, literalmente, la escribió.

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wilder marx
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6
2 de abril de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película narra la historia de Gelsomina, la mayor de cuatro hermanas de una familia de apicultores que intentan seguir llevando a cabo sus labores diarias, sin dejarse afectar por el mundo exterior. Con la llegada de un programa de televisión, cuya imagen es la inmortal Monica Bellucci, la joven Gelsomina se verá atraída por lo exterior, lo fascinante, algo a lo que su obcecado padre se niega. Además, debido a la ausencia de barones para el trabajo, el padre acepta cuidar de un adolescente de pasado conflictivo y enseñarle las labores del campo. El extraño joven, que no habla ni admite el contacto físico hará el resto en una historia costumbrista, narrada con mirada mágica.

La joven directora italiana se aproxima con talento a esta sencilla historia que llena de mundo poético, apoyándose en los grandes referentes del cine italiano, pero en la que falla en dotar de una base que al final no resulte intrascendente. Estamos ante una película de detalles, donde el talento y la mirada de la directora nos emocionan y nos trasmiten muchas cosas. No podemos sino admirar que varias escenas nos hipnotizan haciendo que nuestro cerebro olvide cerrar la boca. Imágenes que, en manos de otra persona, nos resultarían completamente insustanciales. Eso es el talento. La inexperiencia posiblemente sea que la intención de la cineasta (autora también del guión en solitario) de apoyar la película en una reivindicación de lo rural no llega a trasmitir casi nada con su bienintencionada denuncia del peligro de extinción de ese mundo campestre. La crítica a su desaparición y desubicación en este mundo moderno que tanto lo necesita, pese a que sonaba bien, resulta insustancial. Al fin y al cabo, esta es una película (repetimos) de detalles.

Todas las escenas relacionadas con las abejas; el concurso, dotado de un aura casi ancestral y, sobre todo, la relación entre los niños, principalmente entre Gelsomina y el chico acogido (Martin) serán lo mejor de una película que pretende mirar lo feo con belleza y lo real como magia.

Rohrwarcher se apoya inteligentemente en el neorrealismo más rural, podríamos citar al tardío neorrealista Vittorio de Seta, juntandolo con un intento de emular la magia del maestro Fellini. Empezando por el nombre de su protagonista, nada casual homenaje al personaje de Giulietta Masina en La Strada, representación maestra de la inocencia. Rohrwacher logra trasmitir esos momentos en los que de la nada Fellini hacía magia. De forma mucho menos estridente, y por qué no decirlo, también menos poderosa, la cámara de El país de las maravillas es como su protagonista, un ser deseoso de descubrir que parece, a su vez, empeñado en no mirar hacia otro lado.

Recordando al realismo mágico de la literatura y de cualquier infancia que se precie, el mundo de Le Meraviglie debe al final volatilizarse, como Macondo en la obra maestra de García Márquez.

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wilder marx
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