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Israel Israel · santiago
Críticas de korzowei
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
Beauty Water
Corea del Sur2020
6.1
272
Animación
6
2 de diciembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría ser Perfect Blue + Cronenberg pero se pierde en vericuetos y no tiene muy claro lo que quiere contar. Queda devorada por el male gaze y el psychokillerismo más básico. La animación es guarra. O haces 3D o haces algo tradicional, pero esta mezcla queda extrañísima y antinatural. Pero ahí queda una propuesta chula y necesaria sobre la presión estética en tiempos de cyberbulling que podría haber dado mucho más de si
korzowei
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3
21 de septiembre de 2018
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mal que les pese a algunos teóricos, consumidores y periodistas tocados con esto de la “diversidad”, la representación simbólica crea discurso. Ayuda a construir el mundo. Antes de la palabra ya estaba el símbolo, y este fue creado y con ello la civilización. Hasta aquí podemos ponernos de acuerdo, creo, igual tecnología, economía, fuerza de combate u otras cosas han acabado determinando el devenir de las culturas, pero el plano simbólico es inescapable. Nos moldea y define.

Por eso el cine es tan importante, porque es uno de los artefactos simbólicos más completos. Y que a estas alturas me vendan una película, impecablemente realizada, eso sí, con códigos que no hacen más que repetir la toxicidad más obvia y cuñada, y que me la presenten como un metacomentario de nuestra sociedad, pues hijo mío, no. No, no, no.

Si quieres jugar con los tópicos, tienes que estar dispuesto a llevarlos al extremo o a retorcerlos. Que el tipo es un violador en potencia y un acosador nato se ve desde el principio. No tiene nada de novedoso. Ya sabemos como funcionan las artes de la “seducción” (esa que los hay que temen que desaparezcan) y lo cercano que están del síndrome de Estocolmo, la dominación, la mentira y la amenaza. La metáfora del vampiro lo hace mejor en cualquier otra película, y al menos es metáfora. Aquí se presenta tan crudo y tan obvio que aburre. No pretende ser sorpresivo ni ofensivo, es vulgar, es resobado. Gracias por presentarnos como funcionan la mayoría de tíos y como utilizan a las tías, no nos habíamos dado cuenta. Media película para definir un personaje huevo y previsible que no sirve para nada más es bastante fracaso.

Y en cuanto al personaje femenino, el nivel de condescendencia es casi insoportale. Ella, frágil, dañada, pura e inocente. La visión del eterno femenino es cuñada hasta decir basta. Nadie que no sea imbécil aguanta una chapa y un acoso así. Y si lo hace, es por echar un polvo, coño, a ver si las tías son tan ingenuas como para pensar que pueden “confiar en él y cambiar al chico para mejor”. Pero claro, ella es un ángel herido, una virginal doncella dañada por creer que el ser humano es bueno. Un ser de luz herido en un man’s, man’s world. Seguro que ni se tira pedos. O si lo hace, huelen a amapolas. Es de una misoginia que paqué...

(continúa en spoiler)
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korzowei
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7
6 de enero de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alumno aventajado de la tradición de nueva ola nipona (de Seijun Suzuki en los 60 a Takashi Miike en los 90) Tetsuya Nakashima nos presenta en El Mundo de Kanako una obra tan grotesca que le obligó a disculparse publicamente, asumiento que la película era “ciertamente grotesca”, pero que al fin y al cabo así es la visión que él tiene de la sociedad japonesa y su juventud.

Basada en una novela de Akio Fukachami, la peli nos transporta desde el minuto uno a una realidad donde nada es lo que imaginamos y nunca acabamos de descubrir la verdad detrás de las apariencias, ni siquiera una vez transcurridas las más de dos horas de agotador y atropellado metraje, donde la mayoría de planos no se sostienen en pantalla por más de 5 segundos. Todo comienza con una cita de Jean Cocteau que ya nos adelanta lo que veremos a continuación: “una época solo será confusa para un alma que ya está confusa”. Y confusos nos encontraremos nosotros al contemplar un sangriento laberinto donde a cada paso que damos nos sumergimos más y más en un mundo de crueldad, indiferencia y manipulación donde nadie, absolutamente nadie, se salva de herir y ser herido.

Protagonizado por Kōji Yakuso (galardonado en Sitges) en el papel de un policía alcohólico y con problemas mentales que busca a su hija desaparecida, la historia nos llevará sin piedad alguna por los entresijos de una familia desestructurada, un cuerpo de policía mentiroso y un instituto, cuanto menos, problemático, descubriendo poco a poco un entramado donde el abuso de poder, con la violación como máximo símbolo, es la única ley que impera.

Mezclando lisergia musical y visual (con aportaciones del increíble grupo Trippple Nippple o animaciones cortesía de Studio 4ºC) con la sobriedad del noir setentero (imagen granulada, infinidad de salpicaduras de sangre, títulos de crédito...) y una narración deslabazada que rompe el tiempo y el punto de vista, el objetivo es reforzar la temática del filme, que pasa por ser la idea de que existen mundos ocultos y explicaciones imposibles para acciones brutales y violentas, mundos donde no existe la responsabilidad ni la moral y donde la corrupción y la coacción son lo único capaz de despertar emociones. No por nada, las dos primeras frases que escuchamos en el filme son “te quiero” y “te mataré”, sentimientos extremos que se muestran complementarios, y cuyos enunciantes no descubriremos hasta bien avanzado el metraje.

No es, por tanto, una obra de fácil visionado, tanto por lo formal como por lo temático, pero se trata sin duda de un paso adelante en la carrera de un cineasta como Nakashima, que aún tiene mucho que ofrecer y que no parece vaya a amedrentarse a la hora de seguir presentándonos historias en el límite.
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korzowei
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10
10 de marzo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El asesinato es un acto puro. Sois vosotros los que lo hacéis impuro”. Eso le espeta el personaje de Woody Harrelson a la piltrafa humana interpretada por Robert Downey Jr. en la película más atrevida en la que ambos han participado hasta el momento y que Stone se ha atrevido a filmar, incluso dentro de una filmografía en la que caben hagiografías de “peligrosos socialistas”, insinuaciones de homosexualidad respecto a referentes bélicos, y críticas feroces a los pilares del país que le vio nacer (la guerra, el capitalismo y sus ejecutores en forma de burócratas políticos llamados presidentes).

Y es que es así, la violencia es pura e inherente a nuestra especia y nuestro planeta, es una característica innata que nos persigue y atormenta a lo largo de nuestra vida, pero que hemos dejado de aceptar si no es con el espejo deformante de las pantallas delante. Hemos tragado tanta violencia “indirecta” en ese espejo negro de nuestras televisiones, en forma de filmes, videojuegos, publicidad y demás que ahora la violencia “real”, la que sucede delante nuestra, no podemos soportarla, e intentamos negar la evidencia de que siempre es un ser vivo el origen y el paciente de ella.
Nos hemos olvidado que al final somos nosotros, sólo nosotros, los perpetradores últimos de toda esa violencia: la que nos repugna, la que nos activa la adrenalina, la denunciable, la ilícita, la abusiva, la colateral, la que celebramos como entretenimiento catártico, la cotidiana, la invisible. La humana, en resumidas cuentas.

Evidentemente, si quieres transmitir este mensaje en una peli, no puedes hacerlo de forma convencional, pues ése es precisamente el modo en el que día a día se nos bombardea con violencia y se nos inmuniza a su padecimiento y empatía. Por ello ésta es una película torcida, incómoda, desde el punto de vista técnico, con quiebros de montaje, juegos de iluminación y de sonido; y desde el punto de vista argumental, con unos protagonistas que deberían catalogarse de antihéroes, pero que en el fondo resulta que son ellos los únicos héroes de esta historieta al aceptar el asesinato como algo que procede de ellos mismos, no como algo ajeno, estudiable, catalogable o, peor aún, vendible en formato “informativo-entretenimiento” vía subproductos directamente sacados del vertedero cultural que es la programación de cadenas que han dado luz a cosas como “Impacto TV” o que se lucran vendiéndonos el sufrimiento ajeno de gente afectada por los crímenes (a escala doméstica o planetaria) de sociópatas que no se avergüenzan tampoco de aceptar la violencia como un modo de vida.

Son Mickey y Mallory criminales? O más bien lo somos todos nosotros por permitir que la violencias se comercialice, se invisibilice o se repudie, en vez de aceptar que todos y cada uno de nosotros como homo sapiens somos, en última instancia…asesinos natos?

La gente (sí, la misma masa guiada que, en el filme, y en paralelo con la vida real, celebra todo aquello que se le diga que tiene que celebrar) la tachó de fascista, retrógrada e hiperviolenta. No hemos llegado al nivel de madurez suficiente para vernos reflejados en el espejo y aceptar nuestras propias responsabilidades. Porque antes que jueces, siempre hemos sido verdugos.

Pero hay esperanza para el mundo que nos dejan Mickey y Mallory entonces?
Por supuesto. La verdadera moraleja de todo no deja de ser algo que se nos lleva enseñando desde hace milenios y que no acabamos de aprender nunca:
El Amor vence al Diablo
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korzowei
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8
5 de enero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la máxima de “menos es más” por bandera, un comienzo trepidante y sin rodeos, y actuaciones de nivelón (de Tosar uno ya se lo espera, pero sorprende que los niños cumplan tan bien), El Desconocido, rodada íntegramente en A Coruña, es un puñetazo en la mesa por parte de un género como el thriller, que últimamente tan buenos resultados está dando en el estado español, al punto de recoger la buena tradición hollywoodiense que parece perdida entre efectos especiales y secuelas allí en los USA.

Con un punto de salida que puede recordarnos a Enterrado, por aquello del móvil y el chantaje, el filme sabe jugar con el suspense, siendo consciente en todo momento de sus virtudes y limitaciones, jamás siendo tramposo (cosa de agradecer) y guardando coherencia, que al fin y al cabo, es lo que sostiene un relato, y no los giros argumentales inverosímiles o la cantidad de explosiones que aparecen en pantalla.

Pero además El Desconocido basa esta coherencia en un contexto actual y no recurre a la cuestión de la venganza de forma accesoria. El drama que supuso el timo de las preferentes, por las cuales en Galicia cientos de personas perdieron todo lo que tenían, se emplea aquí para preguntarnos que pasaría si alguien de aquellos que acabaron desesperados por el engaño y la pérdida, se decidiera a devolver a los responsables un poco del sufrimiento que acarrearon sus acciones. La premisa es buena porque, aunque la óptica del relato es la del banquero que causa el perjuicio, se nos permite empatizar con todos los implicados, teniendo cada uno sus luces y sombras, sus excusas y sus demonios, y aceptando, finalmente, que no hay acción inocua, y que eludir las responsabilidades de nuestras decisiones no debería ser algo permitido, aunque ello alumbre un escenario tan terrorífico como el que vemos en la película. Dándole la vuelta al foco, la víctima se convierte en vindicadora y el responsable se ve por primera vez en su vida, a todos los niveles (emocional, laboral, de integridad física), enfrentando las consecuencias de lo que él llamaba “hacer su trabajo”.

Que el desarrollo y desenlace sean convencionales no le resta importancia ni impacto: esto es cine comercial. Pero que además se atreve a abrir debate sobre las violencias ejercidas y aquellos que la padecen sin poder responder, es una victoria temática y formal. Si además de entretenernos, hace que nos removamos en nuestro asiento... qué más se le puede pedir?
korzowei
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