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Francia Francia · Hendaia
Críticas de Klaketa
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
180° South
Documental
Estados Unidos2010
7.2
159
Documental, Intervenciones de: Jeff Johnson
9
20 de enero de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
180° South impresiona tanto por su fabulosa factura fotográfica, como por la riqueza de contenidos y elementos que aporta para la reflexión y debate, todo ello cautivadoramente entretejido a través de la historia de una expedición en la que el objetivo perseguido, la cima del Corcovado, pierde toda su importancia para dar paso a la verdadera búsqueda que reside en el propio viaje, donde el particular grupo de expedicionarios, formado por surfers y escaladores, redescubren el auténtico Chile salvaje y la importancia de la conservación patagónica y la sabia utilización de los recursos.

Una película tan bella como reivindicativa que, al igual que la propia expedición, nos contesta a preguntas que antes ni nos hubiéramos planteado.
Klaketa
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10
24 de mayo de 2007
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque haya gente que pretenda ver en esta película simplemente un reflejo de costumbres rudas y salvajes de gentes y épocas muy lejanas a nosotros, sus actuaciones son perfectamente extrapolables a nuestra realidad, siempre, claro está, que nuestro ombliguismo de seres presuntamente "civilizados" no nos ciegue por completo. La vida es como es. Los seres humanos somos como somos. Nos guste o nos deje de gustar. La violencia, el amor, la crueldad, la belleza, todo está dentro de nosotros. Aceptémonos como somos. En definitiva una bellísima y poética lección imprescindible sobre la vida… y la muerte, que forma parte inexorable de la vida misma
Klaketa
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Brasileirinho
Documental
Finlandia2005
6.8
177
9
24 de mayo de 2007
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brasileirinho es un canto al alma brasileña, o, siendo más exactos, es el canto mismo del alma brasileña.

El choro, quizás la más genuina de las músicas urbanas latinas, sobrepasa el compás, el ritmo, las cadencia, el movimiento, se erige como el pulso natural del latido del sentir del brasileño, amalgama de sangre roja, negra y blanca.

Deja de ser música para convertirse en vida misma, alegría y saudade. Choro es el juego de la vida, inmenso, permeable y penetrante al mismo tiempo, seductor, inclasificable, ingobernable. Es un océano de sensaciones diferentes que te disparan más allá de tu propio cuerpo y te lanzan a un espacio donde lo personal no tiene lugar.

Mika Kaurismäki a través de este rosario engarzado de grandes artistas elabora un documental que refleja más allá del sonido del choro, protagonista único de la cinta, el "ser" de estas gentes.

El choro se nos presenta como un fantástico piropo a la comunión de razas y culturas. Es un gigantesco crisol donde todo contribuye a la gran obra, desde el joven al anciano, de la mujer al hombre, del instrumento a la voz, del rico al pobre, del individuo al colectivo. Es el jazz de la vida misma donde los temas se repiten pero con tantas variaciones que se diría que nada se repite, nada es igual por mucho que lo parezca.

Sustrato de la samba y la bossa, y sin embargo recluído en una esquina, el choro es un testimonio social de primera magnitud. Por más que permanezca oculto por las grandes discográficas, fluye constante en continua transformación, como el río que progresa bajo tierra pero que nutre incansable y aflora caprichosamente para recordar de su existencia.
En definitiva es un documento que nos brinda una gran oportunidad de conocer más profundamente a través del sonido la realidad de un país muchas veces esteriotipado precisamente a través de ciertas corrientes musicales.

Lo confieso, no es un diamante, ni muchísimo menos, pero para las mentes curiosas y ávidas de autenticidad musical es una bonita piedra preciosa.
Klaketa
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9
24 de mayo de 2007
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mérito de esta obra no radica en su argumento, bastante manido por otra parte, en la línea de Léolo, donde se nos cuentan las aventuras y desventuras de una familia corriente de un barrio periférico de Québec en la década de los 60 y los 70, y en particular el periplo personal de uno de los hijos.

Hasta aquí nada llama a la sorpresa, menos aún en unos tiempos en que la temática homosexual parece que se ha convertido en buen reclamo comercial. La sorpresa estriba en el tratamiento tan particular que se hace de dicha cuestión. Y es que el uso de las formas de una manera determinada puede hacer que un contenido insulso se convierta en algo apetecible. O a lo mejor es que la época evocada en la cinta me transporta a esa patria siempre añorada que es la niñez y perturba mi sentido crítico, pero el caso es que me parece que la historia se cuenta con una frescura, una ternura, un realismo y una humanidad dignas de mención, incluso, por momentos, con humor.

Para contarnos esta historia Jean-Marc Vallée, tomando como base su propia experiencia vital y en particular la de su coguionista François Boulay, materializa una dirección de actores notable, manejando escenas donde llegan aparecer hasta 50 extras en una reducida estancia, escenas que siempre quedarán retenidas en mi retina, por ejemplo las fascinantes escenas de las fiestas de Navidad. Momentos álgidos de la película. Es cierto que en algún momento la película da la sensación de enfoscarse y perderse en senderos sinuosos, haciendo requiebros entre imágenes psicodélicas y retazos oníricos, pero rápidamente vuelve a envolverte y te obsequia de rato en rato con fotogramas deliciosos.

Los actores están en sobresaliente y su implicación dota a la cinta de una veracidad inusitada. Destacan a mi parecer Marc-André Grondin que borda el papel del padre y Michel Côté en el rol protagonista con unas transformaciones camaleónicas espectaculares que destacan la magnífica labor de caracterización. Aunque haya pasado más desapercibido para la crítica me parece reseñable la actuación de Danielle Proulx en el papel de la madre. Verdaderamente auténtica. Y tampoco me olvidaría aunque en un segundo plano al hermano mayor interpretado por Máxime Tremblay. Y todo ello con una banda sonora de lujo, ahí están Patsy Cline con el tema que da título e hilaridad a la película, la interpretación por parte del protagonista de Space Oddity de David Bowie, Pink Floyd, los Rolling Stones. Charles Aznavour…

Y algunos se quejan que para contar eso no hacen falta 2 horas. ¡Ni que fuera el cine una contrarreloj! Pues yo he disfrutado las 2 horas y una vez de pagar mientras sean capaces de retener mi atención me pueden tener la velada entera. ¡Faltaría más!
Klaketa
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8
30 de agosto de 2007
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barrio Cuba, segunda entrega de la trilogía del pueblo que el cineasta cubano Humberto Solás comenzara hace seis años con "Miel para Oshún", se trata de una coproducción hispano-cubana hecha con escasos recursos materiales que vienen de sobra compensados por un trabajo cimentado en la honestidad de lo personal, y edificado entorno a un acertado aunque a veces extremo e inconexo guión, cuyo mayor éxito sea quizás su impactante realismo.

Desde un barrio de los arrabales de esa otra ciudad de la Habana que se agazapa celosa de sus intimidades a los ojos del turista ávido de ron, sol y son, los cubanos se debaten en una lucha cuerpo a cuerpo por sobrevivir y medrar en un escenario hostil lleno de mugre y escombros donde la revolución no es más que un telón de fondo de color sepia como parece querer susurrarnos la propia fotografía.

Y así, Humberto Solás, abanderado de lo que el mismo ha venido en llamar "cine pobre" en el marco de un proyecto resuelto gracias a la solidaridad desinteresada de actores y músicos, nos desgrana con gran frescura y soltura el afán de sus personajes por realizarse y progresar hacia un mundo más feliz en lo personal manteniendo en lo alto la antorcha de una esperanza en una situación que sólo invita al desaliento.

Trascendiendo todo el misticismo estereotipado sobre la Cuba colorista, rumbera y promiscua que nos venden los tour-operadores, sin afanes reduccionistas o concluyentes, sin ahondar directamente en cuestiones políticas pero sin rehuirlas, H. Solás nos presenta el día a día trágico del sentir de un pueblo brioso a través de una historia más plural que coral, donde se manifestarán con extrema naturalidad todas las contradicciones de temas tan manidos, actuales o recurrentes como el amor o el desamor, los conflictos generacionales, la delincuencia, la soledad, la muerte, la homosexualidad o la emigración interna y externa hacia un mundo más prospero.

Se trata de una historia de sentimientos y emociones surgida del corazón y hecha hacia adentro que sin embargo peca de cierta pretenciosidad ejemplarizante y representativa en su reivindicación soterrada de los valores patrios o la unidad y solidaridad de la familia.

Igualmente las críticas de diferentes realidades sociales (machismo, racismo,…), lo son siempre sabiamente atemperadas, cuidando en no poner en ningún caso en tela de juicio el propio sistema que siempre le ha protegido y le permite esta mesurada disidencia cómplice. Pero no por ello ni por el recurso más bien fácil hacia cierta sensiblería efectista deja de ser una producción sincera que emociona a intervalos.

En definitiva, una crónica social testimonial sincera pero que no por lo subjetiva deja de ser tan fehaciente como lo pudieran ser muchas otras expuestas en clave diferente. Una pieza más, meritoria e imprescindible, para completar el mosaico de este país tan complejo y profuso en contradicciones, orgulloso pero esclavo de su propia utopía.
Klaketa
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