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España España · West Coast
Críticas de Dabi
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
7
14 de noviembre de 2021
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claroscuro es el debut como directora (y como guionista) de la actriz británica Rebecca Hall. Hall tal vez no sea una súper estrella, pero sí se ha ganado una reputación fiable por sus sólidas interpretaciones en películas como Vicky Cristina Barcelona, El truco final y The town (su mejor actuación, en mi opinión, la dio hace unos años en el drama independiente Christine, donde se marcó un papelón tremendo). En su primer proyecto tras las cámaras, Hall adapta Passing, la novela de 1929 de la escritora Nella Larsen, basada en sus propias experiencias como mujer mulata en Estados Unidos.

El título original, tanto de la novela como de la película, hace referencia al fenómeno social llamado "racial passing", es decir, cuando una persona perteneciente a un grupo racial determinado es aceptada o percibida como miembro de otro. Este era un camino que tomaban muchos mulatos estadounidenses para escapar del racismo durante la primera mitad del siglo XX. Es decir, se "hacían pasar" por blancos. Esto no es "ciencia ficción", como se ha dicho en alguna crítica de esta misma página. Es algo que sucedía de verdad y que está más que documentado.

Este fenómeno es la base de la película. Claroscuro utiliza la historia de dos mujeres negras que, por su color de piel, pueden pasar por blancas a ojos de la sociedad para explorar diversos temas sobre la raza, las raíces culturales, la identidad étnica, la clase social, la familia y la maternidad, entre otros. Su premisa es muy atractiva, y ofrece un enorme abanico de posibilidades temáticas y la posibilidad de crear una narrativa complejísima y llena de matices, matices que, tal vez por el tono solemne y distante que toma Hall a la hora de abordar la historia, no terminan de trasladarse con éxito.

Agradezco mucho (muchísimo) que se huya del melodrama y de la moralina. El guion se preocupa de establecer a los personajes y de no anteponer el discurso al fluir orgánico de la historia. Me gusta, también, cómo se disponen los elementos de la narración. La primera mitad, de hecho, me parece fantástica. Me atrapan su ritmo delicado y elíptico y la cadencia de las escenas, y la banda sonora, aunque de partitura algo repetitiva, se emplea con moderación y con buen gusto. Por desgracia, van pasando los minutos y Hall va desperdiciando una a una todas las oportunidades que la historia le ofrece de elaborar una tesis memorable. Da la sensación de que el relato se bifurca constantemente, de que, cuando surge la ocasión de profundizar en un tema, la historia opta por centrarse en otro, y así sucesivamente, y cuando llega el abrupto y confusamente resuelto desenlace, no se ha llegado a ninguna conclusión clara, y todos los arcos argumentales que se habían construido quedan flotando, ingrávidos y desperdiciados.

A pesar de eso, Claroscuro deja por el camino viñetas que, por sí solas, consiguen plantar semillas muy atractivas y explorar, aunque sea, algunas de las facetas de Irene a través de su relación con el entorno. Tal vez ella no quiera, como Clare, “pasar” por blanca, pero hay algo escamoso en su manera de proceder. Con su rol de madre devota y sobreprotectora, su ropa cara y su manera de expresarse, establece una separación deliberada entre ella y los demás, decide vivir en su burbuja de clase media y permanecer ajena a la opresión que sufre su raza. Quiere dejar claro que entre ella y su sirvienta, de piel más oscura, hay un abismo. Clare, a pesar de renegar de su raza durante años, reconecta con sus raíces, aprender a saborear los encantos de su comunidad. El desarrollo de ambas corre en paralelo, y su evolución se ve acentuada en función de cómo se relacionan la una con la otra. La tensión homoerótica, aunque leve, es palpable. Hay mucho que apreciar en lo que intenta expresar la película y no puedo menos que aplaudir su ambición, a pesar de no saber clavar el aterrizaje.

El apartado visual (cortesía del español Eduard Grau) es absolutamente exquisito. Pawel Pawlikowski me viene a la mente en múltiples ocasiones, por sus obvias similitudes formales (el aspect ratio no es el mismo, pero es parecido, y el luminoso empleo del blanco y negro es un rasgo característico del polaco), pero también por la forma que tiene Hall de encuadrar a los actores en el plano, especialmente en las escenas de interior. El blanco y negro, además, le sienta muy bien al tono melancólico de la historia, a su carácter suave e intimista, y la inteligente iluminación sirve para maquillar y para resaltar los diferentes colores de piel de los personajes, todos ellos, dicho sea de paso, muy bien interpretados. Ruth Negga, en especial, hace una labor encomiable encarnando el espíritu lúdico y sensual de Clare, pero también cabe valorar el meticuloso trabajo protagónico de Tessa Thompson, que sabe ir más allá de lo que a veces le ofrece el guion y expresar el mundo interior de Irene en todas sus imperfecciones.

En resumen, diré que Claroscuro me parece una película solvente e interesante, y creo que merece la pena verla por su amplitud de ideas, su tono decididamente antiefectista, su deslumbrante fotografía y sus competentes interpretaciones, pero con una mano algo más empática y una resolución más potente podría hacer sido uno de los mejores trabajos del año. A pesar de eso, sus virtudes eclipsas sus imperfecciones. Es un éxito, especialmente para ser la obra de una debutante. Habrá que vigilar de cerca la trayectoria de Rebecca Hall.

Calificación: Recomendable/Notable
Dabi
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3
23 de septiembre de 2019
27 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madre mía, qué maravillosa construcción de personajes. Tenemos a:

-El padre inmigrante extremadamente conservador en conflicto con la sociedad occidental. Originalidad nivel Bohemian rhapsody
-La profesora guay, súper motivadora y comprometida con los alumnos (bueno, con el prota solo, los demás creo que le importan lo justo).
-La novia súper progresista, que por supuesto tiene padres racistas. La escena de la cena. Lo que yo os diga, COMPLEJIDAD.
-El vecino místico de las frases lapidarias. De verdad, qué rabia de personaje.
-Y por supuesto, el prota. El hijo de familia conservadora que quiere irse del pueblo y perseguir sus sueños. Que por muy repetido que esté, si le das un poco de sustancia podría salir algo interesante. Pero claro, estaríamos hablando de otra película.

Blinded by the light es cliché tras cliché tras cliché tras cliché. Es tan almibarada, tan extremadamente ñoña que tanto empalague me provoca náuseas. Las subtramas de las dos hermanas sobran, no aportan nada, especialmente la de una de ellas, que te la introducen a la hora y pico de película, te la resuelven cinco minutos después y nunca más se supo. Pues nada, venga. Más minutos de metraje. También hay neo-nazis de vez en cuando, que fíjate tú, resulta que son unos racistas de mierda. Lo sé, lo sé, yo estoy tan sorprendido como vosotros.

La película tarda dos eternas horas en contarnos lo que sabemos de sobra y hemos visto mil veces, sin aportar nada nuevo. Toca los palos más obvios de la forma más torpe posible y a trompicones, sin matices, sin gracia ninguna. La energía de Javed nunca traspasa la pantalla. Como resultado, ver a los protas bailando por la ciudad mientras cantan "Thunder road" me recuerda a cuando vi a mi profesor de inglés bailando "Low" de Flo Rida en la fiesta de graduación, que seguro que él pensaba que lo estaba petando pero lo cierto es que los demás lo mirábamos pensando: "Joder, qué vergüenza".

Y la cosa es que me gusta Bruce Springsteen, siempre me ha gustado. Born to run es uno de mis discos favoritos. Lo que este monumento a la diabetes ha conseguido es algo que me parecía impensable: que cada vez que sonara una canción suya pusiera los ojos en blanco. Especialmente si el que la canta es el prota, que me resulta insoportable, especialmente cuando sonríe. Aunque peor aún es cuando recitan las letras como si estuvieran citando a Dostoievsky. De verdad, qué cosa más ridícula. He salido de la película entendiendo por qué mucha gente no soporta a Springsteen.

Supongo que soy un cínico, pero lo cierto es que no solo soy inmune a los encantos de Blinded by the light, sino que esos "encantos" me parecen tan impostados y los intentos por parte del equipo creativo de manipular al espectador se ven tan a la legua que el conjunto me acaba pareciendo insufrible. Le podría quitar un punto por cada vez que he sentido vergüenza ajena, pero entonces tendría que puntuarla en negativo. Qué grima, en serio. Qué previsibilidad, qué flacidez, qué falta de interés en contar algo mínimamente original o de ganarse los golpes emocionales. Qué extremadamente relamida y edulcorada de principio a fin. En resumen: por si no quedaba claro, no soporto esta película. Me gusta la música (cuando el prota no se pone a cantar pon encima), y digamos que las actuaciones secundarias son decentes, a pesar de que los personajes estén escritos con el ojete. Por lo demás, para prenderle fuego.

Puntuación: 3,7
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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7
25 de septiembre de 2022
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jaime Rosales se ha labrado una carrera muy interesante con el paso de los años. Con sus primeros proyectos, más osados, desafiantes y deliberadamente anticomerciales, se forjó un hueco en el cine independiente español que le valió un Goya a mejor película con La soledad (la ganadora, dicho sea de paso, menos "goyesca" del siglo). Sin embargo, en sus últimos proyectos (a partir de Hermosa juventud) se ha ido alejando poco a poco de los aspectos más radicales de su cine y ha empezado a tallar obras de más fácil digestión sin que eso las convierta en simplonas ni en banales. Girasoles silvestres es, en mi opinión, el punto álgido de esta nueva etapa creativa.

Girasoles silvestres cuenta la historia de Julia, una madre soltera, y sus relaciones con tres hombres diferentes. Rosales utiliza las diferentes dinámicas de pareja para representar diferentes perfiles y como marco temático para explorar cuestiones como la masculinidad (en todas sus vertientes), la responsabilidad, la madurez afectiva, la toxicidad y la paternidad. Además de esto, y tal vez aún más importante, Rosales centra su mirada en el viaje emocional de Julia, en cómo navega las vicisitudes de la juventud mientras intenta reconciliar su rol de madre y su rol de mujer moderna. Julia, en su cercanía, imperfección y aparente simplicidad, es un personaje redondo. Rosales consigue, además, encontrar el equilibrio entre el drama y los momentos más cómicos, que están integrados con mucha naturalidad.

A nivel estético, Rosales ha depurado su técnica, pero siguen apareciendo ciertos rasgos estilísticos que lo llevan acompañando desde sus inicios. Esos paneos suaves y meditativos, que parecen acunar al espectador; esas composiciones de interior de cámara fija, cuidadas, detallistas, que utilizan umbrales como marcos visuales que encuadran a los personajes y que tanto me recuerdan, salvando las distancias, a algunas imágenes de Hou Hsiao-hsien; esos planos frontales de los actores mirando directamente a la cámara, no hablándole a la audiencia sino a otro personaje, que nos meten de lleno en un diálogo entre dos y que nos hacen sentir incómodos, casi como intrusos (un recurso que utilizó en abundancia en la ya mencionada La soledad). Rosales no es un showman ni llama demasiado la atención sobre sí mismo, pero tiene su estilo y no lo ha abandonado.

Rasgo también característico en la filmografía de Rosales es la impecable dirección de actores, que se mueven por la escena y reaccionan con tanta espontaneidad que cuesta mucho distinguir entre la línea de diálogo ensayada y la improvisada. Todos los intérpretes rayan a gran altura, pero cabe destacar el brillantísimo trabajo de Oriol Pla (cómo eres tan tonta, Julia, si es que a este pavo se le ve venir a la legua) y, por supuesto, la volcánica actuación de Anna Castillo, probablemente la más lograda de su carrera, una que la posiciona muy a favor de cara al Goya a mejor actriz (sobre todo teniendo en cuenta que Carla Quílez no puede ser nominada porque la Academia tiene unas reglas de mierda en este aspecto).

En resumen, diré que Girasoles silvestres me ha gustado mucho. Es rica y sustanciosa sin ser opaca, es naturalista y capaz de exponer sus ideas sin ser demasiado obvia, tiene cierto estilo visual y está maravillosamente interpretada, por no hablar de lo bien que utiliza las canciones de Triana (Abre la puerta, Tu frialdad y Sé de un lugar, es que cómo no me va a gustar esta película). Rosales ha encontrado, en mi opinión, el punto justo entre la complejidad y la accesibilidad. Si eres fan de sus tendencias más excéntricas, tal vez te tire para atrás lo convencional que es en muchos aspectos, pero a mí me parece un producto muy completo y muy recomendable.

Calificación: Notable
Dabi
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