Ver "Los Goonies" hoy puede suponer un ejercicio complicado. Entraditos ya en un siglo nuevo y con tanta distancia en medio, hay peligro de que al revisitar la conocida aventura de esta entrañable pandilla la nueva valoración contraste demasiado con lo que la memoria selectiva ha dejado dentro nuestro. Mirar para atrás, enfrentarse con lo que quedó e irremediablemente ponerlo a juicio, es algo que en el planeta de la cinefilia resulta recurrente en la mayoría y a menudo lamentamos haberlo hecho. Más vale el recuerdo de lo que fue, y en el caso de "Los Goonies" no falla del todo esta afirmación, porque los que fuimos niños en los 80, o adolescentes, o jovenzuelos, creamos iconos entre todos que ahí están, ahí quedan, y desde la distancia que suponen más de 25 años sólo puedo objetar que me merece todo el respeto.

Soy un nostálgico más, pero uno que ha querido ver de nuevo "Los Goonies" y que maldigo la idea porque ya no es lo mismo, prefiero lo que quedaba en mí antes de lo que hay ahora que la he vuelto a ver. La inmortal Cindy Lauper y su vocecilla, sí, me quedo con eso, con el barco pirata y la cara imposible de Sloth... Me quedo con todo, claro, pero ya no es lo mismo, esa pandilla forma parte de mi nostalgia y de verdad, como película no es mala, lo que sucede es que en los 80 era mejor.

Gracias a una inesperada recomendación me he puesto delante de esta película argentina, lamentablemente desconocida en España. Lo cierto es que con "Darse cuenta" he recibido un buen impacto, algo dentro de mí se ha alterado, ha habido un movimiento interior cuyo culpable debo encontrarlo en el nombre del realizador en primer lugar y, sobre todo, en la tremenda interpretación del protagonista, Luis Brandoni.

La historia a priori es lacrimógena, no se presenta un argumento así si no hay intención de enviar un mensaje de contenido dramático: ahora bien, llegar a conmover no es tan fácil, y aquí se consigue. Además de la crítica social quiero destacar los secundarios, las historias paralelas trazadas mínimamente pero enriquecedoras y por supuesto el mensaje universal de la lucha por la vida, la esperanza y el optimismo, algo válido aquí, allí, ayer y mañana. Me quedo con el canto a la vida pero no porque sí, es por amistad, amor, solidaridad o lo que sea que nos hace ser humanos. El doctor y el paciente se encuentran igual, sin ganas de vivir, uno por una cosa, otro por otra. Esa es la excusa perfecta para hacerle un homenaje a la vida tal y como muchos lo entendemos.

Y yo pienso: a veces no todo está perdido

Llena de banalidades desde el principio la película consigue alcanzar el objetivo de entretener sin que lo rebuscado y ridículo estropee el resultado. Hay escenas míticas de humor absoluto, gags y personajes inventados de forma brillante. Cada vez que pienso en los enamorados de Mary creo que yo me incluiría en la lista, y no sólo por lo buena que está.

¿En realidad es una estupidez?, sí, desde luego, una estupidez que me hace reír cada vez que la veo. Ojalá los yanquis siempre hicieran este tipo de entretenimiento y dejaran de hacer esos productos de violencia gratuita tipo Chuck Norris.

Mi más sincera enhorabuena a aquellos (que no son pocos) que además de ser capaces de disfrutar de una película como "El espejo" también saben razonar y expresar maravillosamente sus sensaciones. No todos saben explicarse coherentemente, me temo que hay muchos que se suben al carro, le ponen buena nota a Tarkovsky y son incapaces de justificarlo. Hay críticas muy buenas sobre "El espejo" que merecen más la pena (para mí) que la propia película, textos que razonan y ofrecen argumentos a favor de una película muy personal de alguien que mezcla en esta ocasión de forma compleja poesía e imágenes... También hay quienes no saben explicar cómo ni porqué les ha fascinado y por supuesto, un grupo nada despreciable de usuarios que lo tenemos más fácil a la hora de excusarnos colocándonos en una posición muy crítica respecto a "El espejo" en concreto y al cine de Tarkovsky en general.

¿Qué he visto en esta película que me haya gustado? Apenas nada, unos bosques preciosos, una cámara que se mete en ese bosque y nada más. Siempre he pensado que al cine de Tarkovsky no llego, por más que lo he intentado no llego. Soy incapaz de sentir afinidad por un cine que no es entretenimiento, porque soy más de tocar el suelo con los pies y las manos si hace falta, de explicar lo que veo y que me expliquen alto y claro lo que los otros ven y sienten. Nunca me ha parecido atractivo el ejercicio de intentar sondear aquello que terceras personas han querido explicar de forma confusa y críptica. El cine de Tarkovsky me parece cansino y aburrido por sus formas y por su (aparente) contenido. En este caso, esta especie de autobiografía sensorial del cineasta ruso es un complejo e indescifrable puzzle que ni siquiera expuesto de forma clara pos sus adoradores e incondicionales me interesa.

Así pues, me posiciono nuevamente en contra del ruso. Ni siquiera harto de vino esta película ha sido capaz de sugerirme nada bueno... Me equivoqué una vez más, debí haber escogido aquella de Almodóvar...

No soy un fiel seguidor suyo y sin embargo cada vez que tengo la oportunidad de ver una de sus películas no lo dudo, en muchas otras ocasiones lo he pasado como un condenado y para este "Misterioso asesinato..." esperaba algo bueno. No ha sido así, Allen se repite demasiado y aquí no he encontrado nada nuevo, mucha conversación ajena a la trama de la película que en ocasiones me ha atraído y hoy no. Puede que llegados a un punto determinado es así como se demuestra ser un fiel seguidor de algo, en este caso a las películas del director judío, y esto consiste en elogiar siempre lo que vemos mientras esté firmado por él. Yo no he visto nada diferente, me gusta pero no me mata, me entretiene, es verdad, pero más cierto es que mis ojos no han visto nada nuevo.

Tiene su estilo, inconfundible, ha hecho tantas veces el personaje que interpreta que muchos creemos que realmente no actúa. En este "Misterioso asesinato..." da los acelerones que le conviene al ritmo y cuando no lo hace corres el riesgo de aburrirte, como lamentablemente me ha sucedido a mí en algún momento. A mí la historia como idea me parece muy simple, y sin embargo se llega a liar excesivamente, por momentos se complica de manera innecesaria introduciendo elementos dispares que hacen del conjunto un absurdo que yo personalmente no he sabido llevar bien.