Adaptación al largo del corto homónimo del mismo director, una versión de la misma historia que como consecuencia del cambio de formato pierde un poco de la brutalidad y la capacidad de impacto del original pero gana en profundidad y perversidad y amplía el peculiar universo que se apuntaba en aquel corto.

La película que nos ocupa dividió a la afición y a la crítica especializada: algunos vieron en ella un regreso al terror físico y visceral de los 70 y 80, y otros criticaron las lagunas de su guión y su recurso al efectismo. Se habló de ella, en general, como de una película lenta y mal narrada, pero ultraviolenta, muy gore y muy impactante.

Y yo no estoy de acuerdo.

En primer lugar, no la encontré tan lenta: no es un prodigio de ritmo trepidante que digamos pero comparada con, por ejemplo, "Wolf Creek" (por nombrar otra película con fama de empezar lenta y explotar en la parte final), esta va a la velocidad de la luz. En segundo lugar, no me pareció que esté tan mal narrada: es cierto que la historia es simple y que deja algunos cabos sueltos, pero lo primero es muy común en el género y lo segundo es disculpable cuando gran parte de la idea de la película se basa en generar dudas acerca de si lo que pasa es real o forma parte de las alucinaciones o los sueños de los personajes, como es el caso. En tercer lugar, violencia no le falta, pero tampoco va sobrada de sangre y vísceras: las escenas gore propiamente dichas son tres o cuatro, y tampoco son demasiado extremas. Y esto no lo digo como algo bueno ni malo, pero es un aviso por si alguien espera un festival ultragore: no lo va a encontrar.

Dicho todo esto, encuentro que "Baskin" es una película de terror bastante notable, sobre todo porque Can Evrenol demuestra una gran habilidad para la creación de atmósferas incómodas y absorbentes a un tiempo: desde el principio de la película la sensación de inquietud es palpable, y se va haciendo más fuerte a medida que avanza el metraje. A ello contribuyen una puesta en escena muy cuidada, una ambientación muy lograda, una fotografía con tonos azules y rojizos que recuerda a Mario Bava y a Dario Argento, una música que consigue elevar la tensión eficazmente, y una imaginería sucia y tenebrosa bastante peculiar, inspirada hasta cierto punto por la obra de Clive Barker (y yo diría que más por el Barker escritor que por el Barker cineasta), y con algún guiño (y nunca mejor dicho) a las incursiones de Lucio Fulci en el terror sobrenatural. Esta atmósfera se ve salpicada por momentos de violencia sádica y sexo repulsivo estratégicamente colocados para que el ambiente se vaya cargando cada vez más, y el uso de los sueños como recurso narrativo le da un tono surrealista al conjunto que puede gustar mucho o no gustar nada, pero tiene momentos brillantemente desconcertantes.

Me recuerda por momentos, aunque no sé si Evrenol tendrá muy estudiado el cine del brasileño, al tono de pesadilla disparatada y perversa que tenían las mejores películas de José Mojica Marins. Y es que "Baskin" no cuenta con Zé do Caixao, pero sí con "El Padre", un maestro de ceremonias del infierno por así decirlo, interpretado por un Mehmet Cerrahoglu que, peculiaridades físicas aparte (el actor tiene un defecto genético que le da un aspecto...especial), dota al personaje de un carisma, un halo poético, una cierta sensualidad perversa y una crueldad que lo hacen difícil de olvidar aunque su intervención sea algo breve. Las demás interpretaciones son más que correctas, y los personajes de los policías que acabarán dando con sus huesos en el "infierno" son bastante creíbles y se complementan bastante bien unos con otros.

En conclusión, imperfecta (algunos agujeros de guión, una historia algo simple) pero muy sugerente, llena de referencias pero con un estilo que así y todo logra ser bastante personal, y que con sus más y con sus menos consigue algo tan meritorio como tener a uno pendiente de la pantalla sin pestañear hasta el final, un final que...(sigo en spoiler)

Tras el éxito de otras series italianas de temática mafiosa ("Roma criminal" y sobre todo "Gomorra") llegó de la mano de Netflix la serie que nos ocupa, basada en el mismo material literario que la película homónima de Stefano Sollima, un par de años anterior. De hecho se habló en su día de la serie como precuela de la película, aunque esto no es del todo exacto: yo más bien diría que partiendo de la misma trama ofrece un desarrollo alternativo, paralelo, donde algunos personajes y situaciones coinciden, y otros no.

Una galería de personajes variopintos (un joven impulsivo de familia mafiosa, el joven heredero de un clan gitano, una conseguidora del Vaticano, un representante de la Cosa Nostra en Roma, un político tentado por la corrupción y algunos más) se alían y se enfrentan en medio de una lucha por hacerse con la jugosa recalificación de unos terrenos en la costa romana. A partir de ahí se retratan las corruptelas de todo el mundo y las diferentes guerras entre unos y otros, y se hace de forma trepidante, con un ritmo que no decae en ningún momento (los capítulos se hacen cortos) y con esa rara habilidad de los italianos para fabricar escenas memorables con muy poco y combinar melodrama, crítica social, suspense y acción violenta.

No faltan defectos también, sobre todo una tendencia a abusar de los trucos de guión y los giros sorpresa, sobre todo a partir de la mitad de la segunda temporada, donde se entra en un carrusel se alianzas, traiciones y contraalianzas un tanto agotador y no siempre creíble, y se van introduciendo personajes nuevos (el locutor de radio, la novia de Aureliano, la mujer del político, etc.) demasiado desdibujados y se prescinde de otros (Lele, la inspectora de policía, etc.) que todavía podían dar más de sí. También hay algunas cuestiones (los escándalos vaticanos) sobre las cuales da la impresión de que los guionistas han estado faltos de valor para mojarse un poco más. En todo caso todas las tramas y subtramas que se van abriendo se cierran de forma más o menos satisfactoria, nunca deja de resultar entretenida, y cuenta con interpretaciones (Alessandro Borghi, Giacomo Ferrara o Carlotta Antonelli sobre todo) francamente buenas.

Eso sí, si piensas ver esta serie y "Gomorra", o esta serie y la película "Suburra", o las tres, empieza por esta. De lo contrario te será inevitable compararlas, y las comparaciones, en este caso, pueden ser un tanto odiosas.

Esta película tiene una cosa muy buena. Realmente muy buena.
O dos: Las escenas de las muertes, sangrientas, explícitas, convincentemente brutales algunas, técnicamente muy bien hechas todas. Y los efectos especiales que las hacen posibles, obra del gran maestro del ramo, el amigo Tom Savini.

Lo demás no vale para nada. Ritmo cansino, diálogos de besugos, un misterio (la identidad del asesino) que a medida que pasa el metraje importa cada vez menos, personajes sosos, guión lleno de agujeros, dirección mediocre...todo lo bastante malo para no convencer a ningún espectador exigente, pero no lo bastante disparatado o cutrongo para resultar divertido.

Para completistas del slasher ochentero, o gente capaz de tragarse lo que sea a cambio de tres buenas escenas sangientas. Los demás, pueden abstenerse sin remordimiento alguno.

Una chica con poderes que tiene que lidiar con una madre ultrarreligiosa que la martiriza, unas compañeras de escuela bastante hijas de puta que la atormentan con sus burlas, y las movidas propias de la adolescencia (inseguridad, inestabilidad emocional, ganas de agradar, confusión...) va acumulando presión hasta que en un momento no puede más y...se arma la marimorena...

Con esa historia, sacada de una novela de Stephen King que no he leído por lo que no sé cómo es de fiel la adaptación (ni me importa), un reparto entregado a la causa (con mención especial para Sissy Spacek Y Piper Laurie que bordan sus estrafalarios papeles de hija y madre), y una dirección técnica brillante por más que algunos aspectos (la pantalla partida, los zooms) puedan parecer ahora obsoletos u horteras (habrá que ver cómo se juzgan los efectos digitales y los asépticos montajes de ahora dentro de 30 años si no ha reventado el mundo antes) se consiguió una película memorable, que es a la vez una película de terror capaz de mantener clavado a uno en la butaca royéndose los padrastros sin apartar la vista de la pantalla y un drama "de personajes" sobre la marginación del diferente de cierta profundidad y bastante solvencia.

Una enorme película, la obra maestra del talentoso aunque irregular Brian de Palma (al menos en mi modesta opinión), mancillada años más tarde por subproductos varios (pseudosecuelas, remakes, etc.) que no sirven ni para perder el tiempo.

Damiano Damiani fue uno de los especialistas del cine denuncia italiano de los años 70, con un estilo característico que mezclaba drama de ambientación mafiosa, thriller político e intriga policíaca. Y esta es posiblemente su mejor película, un ácido retrato de la corrupción y del funcionamiento de las cloacas del estado construido con una magnífica dosificación del suspense y la tensión, basado en un guión sólido y en unas actuaciones magníficas de Gian Maria Volonté (el Indio de "La muerte tenía un precio") y Erland Josephson (actor sueco que había trabajado un buen número de veces con Ingmar Bergman).

"Tengo miedo" cuenta la historia de un policía veterano y algo cínico (Volonté) al que le asignan la tarea de hacer de guardaespaldas/chófer de un juez "de la vieja escuela" (Josephson) que se dedica a delitos comunes y que no tiene mucha relación con sus colegas. Prácticamente por casualidad la investigación de uno de esos delitos comunes les llevará a descubrir una trama en la que hay implicadas digamos ciertas autoridades del estado. El juez, contra el consejo de su guardaespaldas, y convencido de que los implicados no pueden ser más que unas pocas "manzanas podridas" decide denunciar los hechos a las más altas instancias. Y ahí empezarán los auténticos problemas para los dos protagonistas...ambos personajes están llenos de matices, interpretados con solvencia por Volonté y Josephson, y forman una pareja curiosa, el policía cínico, descreído, precavido, de vuelta de todo, y el juez honesto, recto, religioso, conservador, ingenuo en su fe total en las instituciones. Tampoco lo hace mal Mario Adorf, sin bigote esta vez, en el papel de otro juez más joven y más "moderno". La puesta en escena es sobria, efectiva, adecuada al tono de la historia, la música de Riz Ortolani le va como un guante a lo que vemos en pantalla, los diálogos son creíbles...todo funciona como tiene que funcionar.

Una gran película, bastante olvidada pero muy recomendable a amantes del thriller político, la intriga, el suspense, el policíaco. O simplemente del buen cine en general.