Siempre es difícil hacer la crítica de una película de Haneke. Sus films arrojan muchas preguntas, sacuden el fuero más interno del espectador y nunca lo dejan indiferente.
El video de Benny, su segunda película, es una reflexión sobre la visión de la realidad a través de los medios. Y sobre la culpa. Y sobre la violencia. Y sobre muchas otras cuestiones.
Como siempre, Haneke sabe encontrar el tono justo para la historia que está contando, sabe manejar los recursos cinematográficos como nadie, siempre buscando un efecto muy concreto a través de las imágenes. Me atrevería a definir sus películas como filosofía en imágenes.
En cualquier caso, siempre es una experiencia inolvidable ver una película del maestro Haneke. Siempre nos ofrece una experiencia estimulante y valiente, sus propuestas siempre son inquietantes pero de una innegable profundidad. Cada minuto de metraje de sus films son un pulso, una bofetada, un puñetazo a nuestro conformismo, a nuestra inercia vital. Por eso no dudo en recomendar esta película, así como todas las de Haneke.

Aviso para que no me prejuzguéis: vi esta película completamente en contra de mi voluntad. Juré un día que no la vería, pero al final me ha tocado perder hora y media de mi vida en ver esta bazofia.
Una conejita en el campus es lo que se puede imaginar cualquiera, no engaña a nadie. Bueno, tal vez en lo de que es divertida, porque yo no me reí ni una sola vez. Está plagada de chicas y chicos tontos del culo luciendo palmito y haciendo gala de su estupidez una y otra vez. Argumento, cero. Diversión, cero. Su historia es penosa, sus personajes son pura caricatura sin alma y su humor es irritante 100%.
No pude verla entera, lo siento. Antes de llegar a la hora ya estaba KO. Es una película sencillamente insoportable, con una Anna Faris repitiendo otra vez su papel de niña tonta pero de buen corazón. Lo de siempre. Película vomitiva, sin gracia ninguna. Una broma de mal gusto. No se la recomendaría ni a mi peor enemigo.

En esta su primera película, Julio Medem ya nos muestra cuáles serán algunas de sus líneas maestras y obsesiones en su posterior filmografía: ambientes apartados de la urbe, elementos oníricos, personajes atrapados por sus pasiones, importancia del sexo, etc. La diferencia con el resto de sus películas sería que Medem encuadra la historia de Vacas dentro de sucesos históricos que han marcado la historia de España, aunque el marco reconocible sea el País Vasco: las guerras carlistas (1875) y la Guerra Civil Española (1936). En esos 60 años, tres generaciones de dos familias protagonizan historias de dolor, traición y pasión.
Destaca en Vacas la ambientación rural y las interpretaciones, sobre todo la de una irresistible Emma Suárez. Medem regala a sus actores muy buenos momentos y ellos saben aprovecharlos. Gran debut de un director polémico, experto en dividir al público, pero que siempre nos regala algo que no nos deja indiferente.

No encuentro otra forma de definir Novecento que la de "monumental fresco histórico" de una época convulsa de la historia italiana (no quiere decir que el resto de Europa estuviera mejor, por supuesto). Desde luego, Bertolucci echó el resto con ella y se marcó un mastodonte de cinco horas para contarnos, en resumen, la lucha de clases italiana entre 1900 y 1945, la lucha entre el proletario comunista y los ricachones de la extrema derecha fascista.
Lo hace Bertolucci a través de la figura de dos amigos, Alfredo y Olmo, uno hijo de campesinos, el otro hijo del dueño y señor. A pesar de que las diferencias políticas los separarán con el tiempo, sus destinos están unidos inevitablemente.
Bertolucci filma con gran naturalidad este ambicioso proyecto, que no es ni más ni menos que poner en imágenes una época muy relevante dentro de la historia italiana. Como he dicho, la película está interesada principalmente en contar la historia de la lucha entre comunistas y fascistas, y sobre todo en contar cómo se gesta el odio y el mal entre las personas. Aunque al final pueda parecer una oda al comunismo, el retrato no resulta asquerosamente maniqueo como ocurre en otras películas del mismo género.
Un punto fuerte, sin duda, es el gran reparto internacional, donde destacan, como no puede ser de otra manera, la pareja protagonista, Robert De Niro y Gerard Depardieu. Pero el elenco de secundarios no tiene ningún desperdicio: Donald Sutherland, Burt Lancaster, Laura Betti, Sterling Hayden, etc... Todos están magníficos y sostienen una película que, debido a su envergadura, tiene que estar cuidada al máximo. Y qué decir de la emocionante y bellísima de Ennio Morricone...
Novecento es una película de las que ya no se hacen. Un proyecto así es impensable hoy en día. Así que disfrutemos este despliegue de cine en todos los sentidos. Un clásico enorme que, sin remedio, no tiene la misma intensidad durante sus cinco horas, pero que alcanza, más de una vez, momentos de verdadera emoción.

A veces, uno se entrega al vicio y se sienta delante de una pantalla con el volumen a toda leche con el único fin de que le ofrezcan un espectáculo de pirotecnia. Uno busca esa sensación de disfrute total. Hacía tiempo que no tenía esa sensación, la de disfrutar como un enano sin que atenten contra mi inteligencia. Por eso, El caballero oscuro ha merecido todas las alabanzas, y yo me sumo a ellas; es puro cine de entretenimiento, pero nunca pierde vista su ambición de contar una buena historia. Y ese equilibrio lo consigue de sobra, y, claro, sale el peliculón que sale. Tanto que hace que Batman Begins se quede en paños menores ante esta nueva genialidad de Christopher Nolan.
Tenía muchas ganas de verla, y eso que no soy fan de este tipo de películas. Pero Christopher Nolan es uno de mis directores favoritos, me había sorprendido la nueva dimensión de Batman en Batman Begins, se había hablado tanto de Heath Ledger y su Joker... total, que no podía dejar de verla. Las expectativas eran altas, y se han visto colmadas. El caballero oscuro eleva al rango de tragedia épica la historia de un personaje condenado a uno más de la larga lista de superhéroes de cómic que se dedican a combatir villanos y poco más. Tampoco se les pide más, pero Nolan sí se lo ha querido dar.
Por eso no estamos ante otra más de superhéroes. Estamos ante una historia que reflexiona sobre el mal, el caos, el héroe deseado o no deseado, la responsabilidad de quien se erige como justiciero, el papel del pueblo como juez de sus acciones, etc. Y todo ello combinado con una acción trepidante, adrenalínica, técnicamente perfecta, en una simbiosis perfecta entre acción y palabra, entre acción y reflexión.
Tenemos a unos actores en plena forma. Lo que hace Ledger con Joker es simplemente impresionante, asombroso. Todos los secundarios están excelentes (incluso Aaron Eckhart, que no es santo de mi devoción), tanto que eclipsan a un Christian Bale un poco plano. La dirección de Nolan es vibrante, precisa y calculada al milímetro para aprovechar cada segundo de metraje al 100%. La música es poderosa, muy apropiada, te hace vibrar en el sillón. Y no quiero extenderme más, porque me apasionaría demasiado.
Quien quiera una lección de cine dentro de un género que aparentemente sólo sirve para entretener, no debe perderse, bajo ningún concepto, El caballero oscuro. Yo disfruté como un enano con una película que me puso las pilas, me pegó al sillón, sin atontarme ni tomarme por estúpido. Es increíble, de verdad. Asombrosa. Genial.