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España España · Barccelona
Críticas de EL ALBATROS
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Críticas 223
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
22 de diciembre de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya desde su inicio las imágenes son vertiginosas, hipnóticas e impactantes. Las líneas oblicuas y verticales que sobre fondo verde, “enrejan” los títulos de crédito antes de fundir sobre la fachada de un edificio comercial neoyorkino, dan ya la idea del movimiento continuo y laberíntico que va a presidir el film; los coches distorsionados al reflejarse en los cristales advierten que la percepción no va a ser directa, sino mediatizada por un personaje, Roger Thornhill (un extraordinario Cary Grant). Después de estos dos avisos ideados por Saul Bass (genio del diseño gráfico), y potenciado por una obertura inquietante del maestro Bernard Herrmann, la película nos atrapa en una catarata de sobresaltos y emociones sin soltarnos en ningún momento.

La película tiene un soberbio guión de Ernest Lehman y plantea una situación muy hitchcockiana: un equívoco de identidad; un ciudadano corriente que es extraído de su realidad cotidiana, la confusión se presenta rodeado por un artificio de comedia brillante. Thornhill es confundido con un personaje inexistente, con una ficción del servicio del contraespionaje americano. Hitchcock, en esta ocasión, llevó hasta el extremo su desdén hacia lo verosímil, estructurando su ficción alrededor de una multiforme ramificada y compleja broma. El film está totalmente centrado en el personaje de Thornhill, pero el espectador conocerá las piezas del “puzzle” que éste desconoce; de este modo, el mecanismo de la identificación siempre buscado por el cineasta se complementa con el absurdo y se agiliza por el “suspense” que todo ello origina, de cuyas formas y métodos el film es un completo muestrario.

Esta película podría considerarse como el compendio de la etapa americana del maestro, como “39 escalones” sería de la etapa inglesa. Escenas inolvidables como la de la estación del tren, el encuentro en el convoy con Eva Marie Saint, una rubia atrevida y fascinante (atrapada en un cierto código ético, de servicio a una cusa), la ingeniosa y surrealista subasta, la escalofriante escena de la avioneta fumigadora que ha pasado a los anales de la historia, el ritmo trepidante, los diálogos sibilinos,. El malvado personaje de James Mason que está excelente, no olvidemos una de las premisas del cineasta: “Cuanto más lograda esté la figura del villano, más lograda estará la película”. Finalmente apuntar el cameo habitual del maestro, aquí la broma está relacionada con el transporte público nada más empezar la película. Calificada por la crítica de entonces como poco más que un entretenimiento ingenioso, hoy es objeto de estudio en las escuelas de cine de todo el mundo.
EL ALBATROS
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8
16 de diciembre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Fanfan, la Tulipe” es una entrañable y divertida película que merece una revisión, deslumbra su tono fabulador ambientada en el reinado de LuisXV, escasamente votada y por lo tanto poco vista y comentada en esta web, desconozco el motivo pues yo la he recuperado editada en DVD en versión original con subtítulos en español, es por eso que me atrevo a escribir esta reseña animando a disfrutarla en estas fechas navideñas, en la comodidad del salón de casa.

Se trata de una destacada joya del cine de aventuras francés, en contra de las convenciones del género, tras éste espadachín clásico se esconde un pequeño aristócrata encubierto. Fanfan, que apareció como personaje legendario en el siglo XVIII, es soldado por amor y convicción. No se inclina ante nadie, denotando cierta insolencia ante la autoridad. No hace distinciones entre una humilde campesina y Su Alteza Real: a una la encuentra en el heno, para la otra utiliza la chimenea como atajo para acceder a sus aposentos. Una historia narrada en off, de un tiempo y sociedad cuyas ocupaciones favoritas eran el amor y la guerra, en una romántica comedia de aventuras donde subyace una mordaz sátira de la nobleza y el militarismo.

Obra deudora de su director Christian-Jacque, premiado en Cannes por su trabajo, el excelente casting legitima su brillante guión y el ritmo endiablado. El film combina elementos de la novela picaresca con otros de la novela de caballería. Dibuja una nobleza despótica y arrogante, guerras absurdas y esperpénticas, bandidos que asaltan carruajes en los caminos, damas rescatadas por un héroe intrépido en busca de un sueño imposible, casarse con la hija del rey, cuya desfachatez y arrojo resulta simpático, una bella gitana presunta pitonisa, soldados de opereta, burlescos duelos coreografiados y caprichos del destino en una vorágine de situaciones jocosas e irreverentes.

No falta la vena costumbrista y el apunte histórico, su tratamiento naturalista y genuinamente francés, la sencillez y nobleza ingenua del físico de Gérad Phillipe, la belleza descomunal de Gina Lllobrigida, la comicidad irónica de los secundarios, la utilización astuta del paisaje, los movimientos de cámara, su impecable fotografía en blanco y negro. El film tiene una lectura erótica muy atrevida para su tiempo 1952, totalmente impensable comparándolo con un film americano de aventuras, la libidinosa manera en que el monarca mira el escote de la exuberante Adeline y su explícita invitación al lecho, el libertino y mujeriego Fanfan y su comportamiento en las relaciones amorosas, constituyen un tratamiento asombrosamente moderno y realista. Una joya desconocida para los jóvenes cinéfilos.
EL ALBATROS
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10
13 de diciembre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inocencia rural frente a la perversión de la urbe, es lo que subyace en toda la trama, lo mejor que se puede decir de este film es que, por más veces que sea visto, nunca provocará hastío o aburrimiento. Incluso conservará la misma clase de emoción que provocó la primera vez que la vimos, sólo que enriquecido y asimilado. El paso del tiempo ha jugado a favor de esta magistral película, lírica y fatalista incursión de Jacques Tourneur en el cine negro de la inmediata postguerra. Extraña y afortunada alianza del thriller de detective, borrascosa historia de amor a través del tiempo, turbulento triangulo pasional comandado por una singular heroína como Jane Greer, mujer fatal, tan hermosa como perversa. La película debe mucho a la obstinación y liderazgo del productor de la RKO Walter Duff, defensor de la opción del realizador de “El halcón y la Flecha”, contratando a un joven Robert Mitchum tras la negativa de otros actores más famosos. El guión fue reescrito varias veces, hasta que finalmente se aceptó la del autor de la novela Daniel Mainwaring, que tiene unos estupendos diálogos y una gran estructura dramática.

Obligado a dejar su mono de mecánico y rescatar su vieja gabardina, un lacónico Jeff Bailey (Mitchum) evoca el relato de una mórbida pasión, camino de México (en flashback) tras Kathie (Jane Greer) mujer pérfida de resonancias oníricas, por momentos quiméricas e ilusorias, sobre todo cuando toma cuerpo en un garito de Acapulco, con su traje y Pamela blanca aportando al relato un novedoso aura de misterio, amante también del millonario mafioso Fred Sterling (Kirk Douglas) con el que Jeff tiene una deuda, ha abandonado su refugio de Bridgeport, donde regenta una gasolinera con nombre falso, para rendir cuentas con su pasado tan frágil y peligroso como un alud de nieve.

Un relato tejido sobre un fatalismo congénito, la imposibilidad de escapar a nuestro destino. El inicio del film guarda similitudes con “Forajidos” (1946), un lugar donde llega un individuo buscando al protagonista de la trama, cambiando el carácter tenebroso del film de Robert Siodmak por los soleados exteriores de un pueblo de California. No es fácil resumir el caudal de sucesos que reúne “Retorno al pasado”, un detective errático atado a la rueda de un amor desaforado, varios asesinatos y una complicada trama de chantajes y deslealtades, una novia actual que encarna la bondad de una vida futura sin sobresalto alguno, y otra no menos emotiva relación con un joven sordomudo que le ayuda en su gasolinera.

El trabajo de Tourneur para la RKO en un puñado de obras, han hecho historia en Hollywood. Excelente fotografía e iluminación de Nicholas Musaraka, operador también de “La mujer pantera” (1942) de Tourneur, otro monumento a las sombras, el operador nos introduce en un mundo tenebroso, lleno de contrastes, confuso, de rasgos imprecisos, creando un marco mágico, embrujado y misterioso. Los planos nocturnos rodados con “Noche americana” son insólitamente ricos en matices. Musaraka fue el responsable del “estilo fotográfico RKO” con iluminaciones inolvidables, sombrías y elegantes, que alcanzarían su cima en esta película.
EL ALBATROS
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10
5 de diciembre de 2018
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese “Dulce olor del éxito” al que alude el título del film, sugiere una profunda reflexión sobre la influencia negativa del periodismo canallesco e inquisidor. El inquietante y corrosivo film de Mackendrick comienza entre luces de neón y el ajetreo nocturno de las calles de Manhattan, este infravalorado pero magistral cineasta nos presenta un relato intenso, seco y duro como un tema de “Hot Jazz”, cuyos dos protagonistas son dos seres detestables: un columnista de noticias mundanas, el cual presume de 60 millones de lectores en el país, J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) al que su oficio de chismoso ha convertido en una persona temida en la noches de Broadway, y un amoral agente de prensa, Sidney Falco (Tony Curtis), arribista y codicioso que vive del engaño y las migajas del festín que J.J. se reserva para sí mismo. Basada en un relato de Ernest Lehman, (Con la muerte en los talones) y “pulida” por el dramaturgo Clifford Odetts, al parecer inspirada en un periodista real.

El film oscuro, sigue los pasos de estos personajes durante una noche, un día y una nueva noche en su intento de desbaratar un noviazgo, un amor noble y romántico, el de la hermana de J. J., Suzie (Susan Harrison), con un joven músico de Jazz en un “night club”, Steve Dallas (Marty Milner), para J. J. es una forma de confirmar su poder y de satisfacer el ¿amor? posesivo que siente por su hermana, mientras que para Falco es un modo de agradar al poderoso y conseguir, de paso, que sus representados figuren en “negritas” dentro de las columnas diarias que escribe, el pérfido J. J. un tipo que se jacta de quitar y poner políticos hasta zarandearlos en la picota, utilizando amenazas veladas. Gente mezquina que vive revolcándose en el fango infecto sin mostrar ningún escrúpulo por ello.

El relato no ahorra ninguna acidez para trazar un retrato de esos seres abyectos y ese ambiente corrupto del periodismo con su poder de decidir el éxito o el fracaso en el “show business” de forma caprichosa desde la arrogancia y la soberbia. Son el escaparate de una jungla humana nocturna tras el que no hay más que vacuidad, la luz del alba pone al desnudo el artificio, la apariencia de vida, basta con que dos personajes (Suzie y Steve), se rebelen para que desaparezca el bullicio y la luz, quedando las calles desiertas, una luz triste que pone al descubierto, la zafiedad del mundo de la noche donde pululan, delincuentes de pluma avezada, lacayos que expulsan veneno por la boca, policías corruptos, prostitutas que quieren regenerarse, políticos timoratos con amantes que todos conocen excepto la esposa, y propietarios de garitos nocturnos de todo pelaje.

Resulta patético asistir a, cómo execrables personajillos pierden el culo por aparecer en “negrita” en la famosa columna, “Los ojos de Broadway” de tan indecente “juntaletras”. Y cómo los parásitos disfrazados de columnistas merodean por los clubs nocturnos en busca de carnaza para su abominable quehacer cotidiano. Todos se temen, se odian, se desprecian y se necesitan para mantener la ficción en la que viven. Son una cadena de variaciones sobre la altivez y el despotismo de J. J. Hunsecker, la abyección de Falco y el podrido mundo en el que se mueven, donde la única excepción es la joven pareja de enamorados. Todo ello con la magnífica música de Jazz de Elmer Bernstein, la soberbia fotografía (por supuesto en blanco y negro) con claroscuros de fuertes contrastes, la estética heredada del cine negro, sobre todo su fuerza dramática y el sentido del espacio. Imprescindible obra maestra.
EL ALBATROS
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10
20 de noviembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Atraco perfecto” es una de las obras cumbre del cine negro que ha influido poderosamente en films posteriores. La película sigue, de forma casi documental, a un grupo de ladrones aficionados en su intento de dar el gran golpe atracando un hipódromo. Asistimos a una narración atípica (para entonces) y fragmentada de la historia, proponiendo un revoltoso y rapidísimo juego narrativo (un puzle donde las piezas acabarán ensambladas), que emularía Tarantino cuarenta años después con “Pulp Fiction”. La fuerza visual que maneja Kubrick y la violencia arrebatadora de las imágenes, el naturalismo interpretativo, pero sobre todo la audacia, la imaginación y el descaro con que está rodada, son muestras palpables de su personalidad.

Existen paralelismos ineludibles con otra obra maestra: “La jungla de asfalto” (1950, John Huston). No es sólo que compartan el protagonismo indiscutible de Sterling Hayden - paradigma del eterno perdedor, su rostro granítico, su fría personalidad, su virilidad, su peligro transmitiendo esa complejidad y turbiedad perversa -, sino que tanto una como la otra muestran con meticulosidad naturalista, casi documental, las peripecias de un grupo de atracadores en su empeño por dar el golpe perfecto. Finalmente, ambas se imponen como lúcidas y amargas crónicas del paralizante determinismo que gravita sobre los perdedores. Es triste observar el derrumbe de un hombre, de un luchador perseguido por la fatalidad, del eterno perdedor que creyó en la realidad de su último sueño.

Tuvo que ser chocante para el público de los años cincuenta, acostumbrado a las historias moralmente transparentes de héroes y villanos, que los atracadores de esta película se comporten como personas honestas, acorraladas y traicionadas por los que están a su alrededor, que se revelan como los auténticos delincuentes de la historia. Son pobres diablos con más corazón que agallas, personajes típicos del género negro de serie B. En concreto, el filme se basa en la novela “Clean break” de Lionel White, un autor en la línea de lo que se llamó “escritores duros”, donde prevalecía el estudio de personajes por encima de la acción.

El film presenta un ritmo contínuo, sin tiempos muertos, la narración concebida para tiempo real con una precisión de relojería. Los misóginos encontrarán en esta película una razón de más para su misoginia: el elemento femenino es la fuente de la codicia, como suele ocurrir, es una circunstancia dramática que no en vano conecta directamente con la tradición del “film noir”. Empequeñecidos por la grandeza y el arbitrio del azar, un grupo de hombres sigue un plan con un objetivo que se les escapa de las manos, el dichoso destino, siempre más sabio y justo que la voluntad del hombre. No es de justicia, en todo caso, de lo que nos habla este filme, sino de las imperfecciones del ser humano. Johnny Clay (Sterling Hayden), pensó por un momento que Dios estaba de su parte, pero sólo se reía de sus planes.
EL ALBATROS
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