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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · Villacanicas del Hoyo
Críticas de McCunninghum
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
10
1 de abril de 2010
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena de “Los soñadores” de Bertolucci, el personaje de Teo (interpretado por el hijo de Philipe Garrel, que dirigiría la cara oscura de la misma historia en su magnífica “Les amants reguliers”) discute con el personaje yanqui (Michael Pitt) acerca de quién es mejor: Keaton o Chaplin. El yanqui no duda: Charlot. Teo, indignado, sostiene que los americanos nunca han comprendido a Keaton. O lo uno o lo otro. Hay que elegir. Dilema kierkegaardiano, vital.
Esta diatriba ha perseguido históricamente la figura de Keaton, perfectamente difusa bajo la omnímoda sombra del genial Chaplin. En la elección que la propia historia del cine ha hecho acerca de su propia constelación, aparece la elección de una visión del mundo en particular. Visión del mundo que se ha reproducido (la imagen debordiana del espectáculo como un mundo invertido y proyectado). Porque, no nos llevemos a engaño: la oposición Keaton/Chaplin representa una decisión política y una posición ideológica, más allá del gusto cinéfilo por el slapstick o la comedia moralizante. Lo que la oposición Keaton/Chaplin desvela es la oposición entre el humanismo y su contrario, el inhumanismo, encarnado en la figura del individualista sin afectos: Cara de palo.
La histórica elección humanista no puede sorprendernos: es la democracia. Chaplin, sempiterna encarnación de los derechos del hombre y la humanidad (y no sólo en su primerísimo y famoso speech), representa sus ideales cuando elige para sí la figura del mediador (evanescente) social, como explica en repetidas ocasiones el pensador cinéfilo Slavoj Zizek: simboliza la mancha que se sitúa en el centro del conflicto, como un obstáculo o nudo que, tras su mágica aparición y desaparición, cohesiona al grupo, alejándose. Sin embargo, Keaton, ¿qué papel representa? ¿Qué figura política encarna?
Arriba mencionábamos el inhumanismo: antes de llevarnos las manos a la cabeza; por oposición a la elección democrática, lo inhumano representa lo no democrático. Se diría: el anarquismo, y bien que se diría. Frente al marginado cohesionador (la figura del Otro vinculante que Chaplin, como buen judío occidental, representa), el aislado, el des-vinculado. Sus figuras son varias, casi todas francesas: el acéfalo, el de la comunidad inconfesable, el despoblador habitante del cilindro… No es baladí que fueran los franceses cahieristas (esos jóvenes salvajes, esos bebés), todos capitidisminuídos, los que re-descubrieran a Keaton para la historia del cine. Y que su filme surrealista de los 60 (el así llamado “Film”, como el textículo de Samuel Beckett en que se basa), fuera una aterradora película sobre la pérdida del propio rostro, además del sentido. Más allá de una Cara de Palo, la mirada desierta.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
McCunninghum
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10
13 de diciembre de 2010
48 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
60´
Yo prefiero que haya cinco minutos de trabajo para el equipo y tener tres horas para poder pensar.
Cuando te preguntan quién te ha influído, la respuesta es nadie. Bueno sí, quizá mi padre sin que yo lo sepa.
No habría que describir a la gente, sino lo que hay entre la gente.
Uno debe ser crítico principalmente consigo mismo, antes que con el cine.
Sí, hay que filmarlo todo, hablar de todo. Todo está por hacer.
Espero el fin del cine con optimismo.
No veo diferencia entre mi vida y el cine; antes tenía ieas sobre el cine, ahora las vivo.
"Encargado de la misiónpara la búsqueda científica.
¿Por qué el cine no puede consistir simplemente en filmar a gente que está leyendo un buen libro?
Hoy en día se pueden hacer imágenes más fácilmente y menos caras que antes, ya que, para ganar todavía más dinero, el capitalismo ha tenido que inventar el cine amateur. (...) El capitalismo impone la idea de cámara-juguete. Sin embargo, los cineastas revolucionarios deben partir precisamente del cine amateur, desviándolo.

70´
Incluso cuando usted habla a una mujer de la que está enamorado o ella le habla a usted, eso es ideología.
Nuestro fin es dividir a la gente, no reunirla como hace la televisión. Dividirla para unirla mejor.
En definitiva, si sigo escuchando el sonido de mi propia voz, es porque es la voz de otros.
Para mí, cineasta, confesar que balbuceamos, que somos medio ciegos, que sabemos leer pero no escribir, en nuestro ambiente cotidiano -es decir imágenes, sonidos, un salario-, es responder más honestamente a la famosa cuestión de la "comunicación".
Afortunadamente... fui rechazado en el IDHEC; ése fue otro acontecimiento feliz de mi vida. Los dos acontecimientos felices en el cine han sido ése y que he tenido varios fracasos desde mi segunda película hasta ahora.

80´
Pienso que lo que existe está entre. (...) el cine no es una imagen después de otra, sino que es una imagen más otra que forma una tercera, y esta tercera la forma el espectador.
El cine es la infancia del arte. Las otras artes son el arte adulto.
Yo tengo la impresión de querer vivir en el exterior del mundo pero como incluido.
La cuestión es cómo hacer películas y vivir de ello regularmente. Cuánto quieres ganar normalmente. Ésas son las únicas cosas que me interesan. Siempre he buscado un empleo pagado al mes, y en eso soy peor que el más fascista de los jubilados de la CGT, asegurarme que voy a ganar eso hasta mi entierro. Es todo lo que pido y, por lo demás, me organizo. Hago lo que me han dicho que hay que hacer para ello, pues para eso vendí mi alma al diablo. Después, me he pasado la vida tratando de comprarla.
Y me doy cuenta de todo el tiempo que me ha hecho falta ver que ahora hay que mezclar, que no es montar lo que falta, sino mezclar.



(segunda parte de la Sesión, en spoiler)
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McCunninghum
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9
14 de diciembre de 2010
39 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda encarnación del cine fantasmagórico a cargo de la productora Eddie Saeta (nombre empresarial de Luis Miñarro), el último trabajo de Apichatpong Weerasethakul (quien quiere que lo conozcamos como Joe, para facilitar las cosas a los críticos encannecidos y ajenos al poliglotismo) es una película que llegaba rodeada de un aura mediática que el creador de Síndromes and a Century (06) jamás había tenido, pese a haber ganado en el mismo Cannes con Blissfuly Yours (02). Ganadora de la última Palma de Oro gracias sobre todo al papel del Presidente del Jurado, Víctor Erice (el gran Bartleby de la cinematografía ibérica), Uncle Boonme (UB)… no representa un giro especial en la obra de Apichatpong/Joe. Lo cual no explica las profusas eyaculaciones y/o especulaciones de la masa crítica cahierista, si bien justifica la defensa a ultranza de un realizador que seguramente sea (junto con Zhang-Ke, Ming-Liang, Costa, Alonso o Lav Díaz) uno de los más representativos de la delicuescente actualidad del cine, consistente en el desbordamiento de los contenedores habituales, en la transfiguración de la imagen y la mirada. Y, según todas las listas publicadas el último año, uno de los directores más importantes del siglo XX. Así, UB, como prístino ejemplo de ello, es sólo la parte de un todo, un fragmento metonímico de un complejo de acciones que cae bajo el nombre de “Primitive”, y que acoge varios cortos, media docena de instalaciones y el largometraje. Más allá de la sala obscura del cine, las nuevas imágenes globales invaden otros lugares, otras pantallas. Otras vidas.
UB continúa la senda marcada por filmes como Misterous object at noon (00) o Tropical Malady (04), un camino que transita subrepticiamente entre el mundo de los vivos y el de los muertos, el del tiempo real y el mnemotécnico: unas resonancias del más allá que tenían su objetivación material en la repetición especular que acabó por convertirse en “el toque Api”. Nos referimos a la estructura dual que adoptaban todas sus películas, al menos hasta ahora: en esa idea del doblete, de la repetición con variaciones, se hacía visible la metempsicosis, la transmigración de las almas. De esa forma, se llevaba a cabo la puesta en escena de una creencia (basal en el budismo que Joe profesa), la misè en escene del milagro, siguiendo una sublime tradición que lo emparienta con Dreyer, Bresson, Rohmer o Tarkovsky. Lo cual convierte al joven estudiante de cine tailandés (pero formado en Chicago, en la radicalidad yanqui a lo Jacobs, Snow, Smith o Brakhage) en algo que jamás pudo imaginar: un Gran Autor. Lo quiera o no, ese trabajo ya lo ha hecho la crítica.

(sigue en spoiler)
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McCunninghum
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9
10 de abril de 2010
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe una teoría que dice que ver películas es ver al tiempo la historia del cine y la historia del mundo.
Amanecer, la primera película americana del maestro alemán Murnau, es sin duda una de las obras cumbres del cine mudo de los orígenes. En ella, la técnica de la imagen (el marco) y el montaje se hacen intensamente modernas: ésta, con el Octubre de Eisenstein del mismo año de producción, son ejemplos fundacionales de un cine ya no primitivo, ya no ingenuo ni inocente. Un cine que sabe lo que se hace.
Todos los cánones (hasta el más moderno de Rosenbaum) la incluyen en su lista Top 10. Y lo cierto es que Amanecer es una gran película, emocionante y sorprendente, que aún hoy en día conserva su valía en la historia del cine. Seguramente, sea uno de los primeros casos de tragicomedia filmada Pero, allende su saber hacer fílmico y su ejemplaridad narrativa, perfecta y circular, habría que preguntarse por el mundo que Murnau desvela e interpreta: mantener una relación viva con el filme, y no anestésica. Esa es la lección godardiana sobre la historia del cine: la de que, tras las imágenes ya muertas, fluye un mundo aún vivo, siempre.
El expresionismo tenía un principio: “La vida no orgánica de las cosas, una vida terrible que ignora la sabiduría y los limites del organismo.” Este principio, enunciado por Deleuze en sus escritos sobre el cine y la “imagen-movimiento”, es el que alimenta a las figuras de lo no muerto: Nosferatu, El Golem; y del mal: Dr. Mabuse, Dr. Caligari, Mefistófeles, pero también a la propia naturaleza, en las dualidades vida-muerte, luz-oquedad (una oscuridad viva), interior-exterior. Y ahora, en términos de urbanismo: campo-ciudad.
Amanecer reactualiza los mitos del romanticismo alemán para el gran público americano, transformando la dialéctica en maniqueísmo. Así, la historia que nos cuenta es la de un personaje que, como Fausto, vende su alma para luego, tras su temporada en el infierno, arrepentirse y redimirse. Sólo que, en lugar de al diablo, se la vende a una Morena que, con propiedad, puede decir lo que Mefistófeles: You are all mine? Esta Morena es lo nuevo no orgánico, lo nuevo no muerto: la Ciudad. En ella se simboliza el mal de la modernidad técnica, y por eso la de Murnau es la ética del campesino: Murnau era el más romántico de todos los expresionistas como Berg era el más romántico de los dodecafonistas, invadidos de un natural sensualismo apegado a la vida agraria. Este reaccionarismo antimoderno es el pilar de la filosofía alemana de los últimos 20, aquella sobre la que fermentó la ulterior ideología nazi: en 1927 Heidegger publica “Ser y Tiempo”, donde analiza las vicisitudes del sujeto moderno, tentado por la técnica (esa Morena) y caído en la nada existencial. Tesis que Murnau parece ilustrar con Amanecer: necesario es caer para volver a alzarse. Un gesto de resiliencia incólume: los orígenes no pueden perderse, no hay que caer en la tentación. Su siguiente film yanqui se titularía: Tabú.
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El hombre de la cámara
Documental
Unión Soviética (URSS)1929
8.1
6,302
Documental
10
1 de abril de 2010
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 0. Antígona es un personaje de la antigüedad que simboliza la aparición de otra ley allende o aquende (eso es indiferente) la establecida consuetudinariamente por los hombres. En su negación de la Palabra Oficial, en su No que abraza una ley interior y personal y quiere enterrar a su hermano en terreno vedado, en ese instante de la decisión que es una forma de la locura germina y se origina míticamente la otra alternativa. Antígona, como una prótesis original, es el año 0 de otra ley, la de la subversión. Su gesto fundacional es un orto revolucionario.

Gesto Fundacional I. El trauma.
El No de Vertov aparece al final de la década de los años 20. Es un No, primeramente, al cine de propaganda post-leninista que desarrollaba Eisenstein. Pero es, sobre todo, un No al Sueño de Zukor y su Gran Fábrica. Como gesto fundacional y ortológico, la negativa de Vertov repite el trauma de Antígona: abre un nuevo decir, una nueva tabla de la ley. Hablando en burchiano, se diría: abre un Modo De Representación Alternativo frente al Modo De Representación Institucional. En un mundo sin dioses (que definitivamente es el escenario en que respiran todos los activistas revolucionarios y subversivos: es el siglo XX hasta el nacimiento de su nuevo dios: la Bomba Atómica), aún nos queda la Gramática, sí, pero si Griffith había sentado las bases de la gramática del cine en su versión MRI, Vertov fundaría un nuevo lenguaje y su propia gramática.
¿Cuál es ese lenguaje? El del montaje cinematográfico: técnica post-humana.
Hegel y Heidegger se dan la mano y se van al cine: ¿qué ven? “El hombre de la cámara”, o mejor, del aparato. Y no con ni y, sino “del”: el hombre dentro del aparato. La simbiosis hombre-máquina aparece de manera explícita aquí: el ojo del hombre es ya el objetivo. Superhombres inhumanos dotados de aparato que ocupan el espacio desde lo más grande (como enormes Saturnos sobre la ciudad) a lo más pequeño (en el interior de una jarra de cerveza). Hombres-cámara que lo graban todo, en un torrente de imágenes sin narración ni personajes. ¿Película difícil? La de Vertov, evidentemente, lo es.
“El hombre del aparato” es un hito en la historia de la cinematografía no sólo por ser la antítesis del cine establecido por el modelo narrativo americano (en ese caso, también son hitos los filmes experimentales de Ferdinand Leger, René Clair o Luis Buñuel), sino también por proponer un modo de hacer casi religioso. En ese sentido el filme es un artefacto explosivo. La persecución de Vertov de la “Verdad del Cine” abre una senda que, desde entonces y en los márgenes, ha sido transitada por unos cuantos hombres-máquina, o mejor, hyponematas (Ángel Gabilondo, actual Ministro de Educación dixit) fílmicos que se autoescriben a sí mismos. Prótesis del orígen y tecnologías de la persona.

(sigue en spoiler)
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