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España España · Madrid
Críticas de Eduargil
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Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
9
20 de noviembre de 2017
70 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
El paisaje del antiguo condado inglés de Yorkshire es estéril, escabroso y abrupto. El final del invierno hace que el paisaje de la norteña ciudad inglesa parezca aún más triste y sombría. Un lugar donde parece no hay cabida para los sentimientos. Una zona tan áspera, fría y repulsiva que sus habitantes la llaman Tierra de Dios. Este es el nombre que da título a la película con la que Francis Lee debuta como realizador. Esta ópera prima es un proyecto muy personal ya que el director es natal del condado de Yorkshire. De hecho, Lee reveló que la película había sido filmada en la granja de su infancia, en un terreno que su familia había poseído durante décadas.

Johnny Saxby (Josh O’Connor), de 24 años, es un hombre parco en palabras, hasta el punto que no le escuchamos hablar hasta bien entrada la primera mitad de la película, y para colmo lo vemos hacer con uno de sus animales de la granja. Obligado a hacerse cargo de la granja de su familia sin ayuda de nadie desde que su rudo padre (Ian Hart) enfermó. Johnny apenas puede soportar su desesperada situación en la vida, con un trabajo duro, un futuro incierto, una homosexualidad incompleta a medio realizar y una soledad infinita. Ese hogar inhóspito llamado Tierra de Dios parece ser un reflejo de su alma. Johnny, incapaz de lidiar con el aislamiento y las dificultades de la granja, seguramente preferiría huir, marcharse muy lejos, como lo hizo en su día su madre a algún lugar del sur, dejando la granja y la familia.

Johnny está enojado con su entorno, con su vida, consigo mismo, es muy probable que hubiera votado el Brexit. El joven encuentra distracción solo en los bares, donde regularmente se emborracha y tiene sexo rápido y anónimo. Cuando llega a la granja Gheorghe (Alec Secareanu), un trabajador rumano para ayudar a preparar a las ovejas durante la temporada de apareamiento, solo significa que Johnny ha encontrado otra víctima para atacar y despreciar, lo llama gitano. Pero cuanto más tiempo pasan juntos, más fuertes son los sentimientos entre ellos, hasta el punto que Johnny se ve obligado a preguntarse a si mismo que es lo que quiere exactamente para su vida.

Este amor surgido entre ambos jóvenes es magníficamente escenificado, de forma muy erótica y sensual, por Francis Lee. Ante todo se trata de una lucha, una amarga lucha en todos los aspectos. Gheorghe logra acceder al monstruo y perdedor Johnny. La agresión se convierte en pasión, al tiempo que se convierte en ternura. Algunas bellas escenas nos recuerdan a clásicos de Michael Powell, debido a la magnífica representación casi mágica de la naturaleza como si de un cuento de hadas se tratara, en donde Francis Lee consigue con gran precisión que el amor, el paisaje y la luz se fundan en una sola unidad.

Esta relación inesperada entre ambos jóvenes se desarrolla de la manera más natural, mostrada no solo a través de su intimidad compartida, sino también por medio de poderosas y bellas imágenes de un accidentado terreno que los rodea en todo momento. De esta forma, el director británico consigue un memorable estudio y exploración no solo de la sexualidad, sino también de la masculinidad, de la diversidad cultural, las responsabilidades y la familia, utilizando su entorno geográfico con la misma eficacia que “Cumbres Borrascosas” (2011) de Andrea Arnold o “Kes” (1969) de Ken Loach, ambas ubicadas en los desolados páramos de Yorkshire.

Además, Tierra de Dios parece seguir los pasos de la reciente producción británica “The Levelling” (Hope Dickson Leach), donde también se ofrece una peculiar visión cinematográfica de la vida en una granja en funcionamiento en medio de una crisis familiar.

Francis Lee presenta espléndidas perspectivas de paisajes, escenificando la naturaleza y la corporeidad masculina, tanto de los cuerpos bien formados de los jóvenes como del cuerpo deteriorado por exceso de trabajo del padre de Johnny. En la fuerza poderosa de este paisaje, en la crueldad de la naturaleza y en las personas de mente estrecha, el director intenta descubrir una belleza secreta y una poesía oculta. En Tierra de Dios, observamos innumerables primeros planos de manos, manos realizando su trabajo, tocando animales, e incluso buscando y acariciando otras manos, como parte de un lenguaje cargado de simbolismos que sugiere y anhela compañia, proximidad o el descubrimiento de un nuevo hogar, una nueva patria.

La comparación con “Brokeback Mountain” de Ang lee (2006) es inevitable y en cierto modo tienen muchas similitudes, pero Tierra de Dios va mucho más allá, es más profunda y eso lo que la hace especial, diferente y única. A diferencia de la película de Ang Lee, no es la homofobia del entorno rural lo que se interpone en el camino de la felicidad de los dos jóvenes. De hecho notamos como la abuela de Johnny tolera la relación entre ellos porque se siente conmovida del cambio positivo de su nieto, e incluso en el pueblo saben de su condición sexual. La xenofobia al extranjero, la hostilidad a la entrada de inmigrantes en busca de trabajo es el elemento conflictivo en Tierra de Dios y, uno de los pilares sobre los que se apoyó el Brexit en el Reino Unido.

Tanto Josh O’Connor como Alec Secareanu realizan unas magníficas actuaciones, casi impecables, pero destaco especialmente la de Josh como Johnny. Es asombroso ver como ejecuta de forma maravillosa esa lenta transformación de su personaje, que pasa de un tipo macho alfa a una persona sensible y afectuosa. La interpretación contenida y matizada de Josh O’Connor a lo largo del metraje es absolutamente brillante. Se nos presenta como un individuo dolido, solitario y enojado, pero a medida que avanza la película, comprendemos, sentimos y justificamos su comportamiento, y deseamos que sea feliz, y para ello, solo hay una persona que puede conseguirlo…........

Alec Secareanu como Gheorghe es la otra pieza.................
..........

https://cinemagavia.es/pelicula-critica-tierra-de-dios/
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8
24 de noviembre de 2017
94 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lynne Ramsay explora en En realidad, nunca estuviste aquí los temas del abuso, la violencia, el trauma y la corrupción inherentes a una poderosa élite de la sociedad, y rediseña la narración y la trama de la novela negra de Jonathan Ames con su característico estilo, sin disminuir ni un ápice su brutal impacto. Asimismo, la habilidad cinematográfica de la directora consigue elevar a la máxima exponencia un producto que en otras manos hubiera sido una simple y convencional película de venganza. La película se siente tan osada y valiente como lo fue hace más de 40 años “Taxi Driver” (Martin Scorsese), con la que comparte muchas similitudes narrativas.

Joe (Joaquin Phoenix) es un veterano de guerra y un ex agente del FBI, que ahora se gana la vida como ayudante de un detective privado (John Doman). Su especialidad es liberar a jóvenes secuestradas y explotadas sexualmente. Al comienzo de la película, limpia la sangre de su arma favorita, un martillo, y recoge el dinero tras el éxito de una misión. Luego vemos como se va a casa, donde vive con su anciana y enferma madre (Judith Roberts) a la que cuida, para curarse las heridas. Está lleno de heridas. Su enorme cuerpo está cubierto de cicatrices y nunca sabremos de donde vienen.

Joe todavía tiene problemas con su pasado, lo que significa que regularmente tiene fuertes recuerdos sobre su juventud y su tiempo en el ejército. En realidad, nunca estuviste aquí, nos permite una y otra vez, mediante recuerdos breves y nítidos, observar una infancia llena de violencia y abuso, además de otros momentos traumáticos en el ejército y el FBI. Joe tiene una anciana madre, frágil y adorable, en Queens, con quien vive en una especie de simbiosis. Los flashbacks a lo largo de la película indican que ambos sufrieron la presencia de un padre violento.

Cuando contratan a Joe para salvar a una niña, hija de un senador, de un burdel, lo vemos de nuevo en acción, con sus herramientas habituales, una gran cantidad de cinta adhesiva y un martillo, sin embargo, esta vez, su mundo se pone patas arriba y ya no parece estar a salvo.

Nuestro antihéroe no ha tenido una vida fácil, está traumatizado, deambula por su vida como si fuera un zombi. Se nos presenta como dice el título de la película, como si en realidad nunca hubiese estado aquí, busca el dolor y la emoción para sentir de vez en cuando algo, por lo que su trabajo es el adecuado para ello. Lynne Ramsey escenifica literalmente a Joe como un fantasma.

Joe lucha no solo con sus adversarios externos, sino también con sus demonios internos. Este es un arquetipo tan antiguo como el cine en sí, en cambio, la espectacular caracterización e interpretación de un Joaquin Phoenix apenas reconocible da una dimensión completamente nueva. Su espesa y descuidada barba blanca, su desaliñado y sucio pelo largo, y un voluminoso y enorme cuerpo cubierto de profundas y gruesas cicatrices hablan por sí mismos. La cámara con frecuencia recorre y rastrea su cuerpo para mostrarnos estas cicatrices.

Un cuerpo muy diferente al Joe de la novela, el cual no está gordo, se conserva en buena forma física, tiene el pelo corto…., sin embargo, Joaquin Phoenix consigue dar forma a su modo a un personaje que sentimos como se ahoga en un duro pasado, cruel, probablemente conflictivo ligado a una situación familiar difícil y compleja. Phoenix logra transmitir de forma magistral la interioridad devastada de su personaje traumatizado por el pasado, a través de pura fisicidad, de un semblante devastado y un comportamiento desmedido.

El resultado final es excepcional al combinar brillantemente la delicadeza con la vehemencia. En unas ocasiones se muestra tierno en otras bárbaro, lo que convierte a Joe en un hombre virtuoso cuya incapacidad para evitar la victimización de las mujeres, primero en casa y luego en sus diferentes profesiones, lo ha llevado al borde de la locura. En realidad, nunca estuviste aquí descansa sobre los voluminosos hombros de Joaquin Phoenix, ofreciendo una descomunal actuación, posiblemente la mejor de lo que lleva de carrera.

La violencia es la protagonista de En realidad, nunca estuviste aquí, sin embargo, la mayoría de las veces está fuera de campo, es decir, descubrimos las consecuencias de los brutales y espeluznantes actos de Joe, los cadáveres magullados y sangrientos pero sin mostrar los asesinatos de una manera explícita. Las elecciones estéticas y el ingenio visual de Lynne Ramsey consigue que la representación de la violencia se diferencie claramente de otras películas de este género.

No es una película donde todo lo que se narra sea fácil de digerir, no todo se explica de forma detallada y Lynne Ramsay deja que el espectador interprete multitud de imágenes del pasado de Joe salpicadas a lo largo del metraje a modo de flashbacks. Estamos en un mundo de pesadilla lleno de flashbacks y alucinaciones, con incluso interpretaciones alternativas de lo que está sucediendo, en el que el personaje de Joe creado por Jonathan Ames camina por una historia sin estar presente en ella. Este concepto lo refleja perfectamente Lynne Ramsay en En realidad, nunca estuviste aquí dejando claro a los espectadores que nunca podemos confiar en lo que vemos, sino las emociones que evocan.

Jonny Greenwood del grupo musical Radiohead se nota que ha estado muy involucrado en el proceso de edición, ya que su excelente banda sonora electrónica está en perfecta sinergia con el ritmo del montaje, no solo se adapta a la estructura y al tono de la narración a la perfección, sino que también consigue aumentar la intensidad de cada escena y contribuye a esa sensación constante de tensión. Estamos ante un inquietante thriller que ofrece mucho más de lo que parece y con una espectacular interpretación de Joaquin Phoenix.

https://cinemagavia.es/realidad-nunca-estuviste-aqui-pelicula-critica/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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9
23 de octubre de 2018
68 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jakob Cedergren interpreta el papel de Asger Holm, un policía que se encuentra en unos momentos de gran crisis personal. Durante toda película, Cedergren está sentado en un escritorio con unos auriculares. Solo tiene su mirada, sus gestos y su voz para representar la tensión, la frustración, la concentración, la ira, el desconcierto y el pánico de su personaje.

Mientras está siendo filmado casi continuamente en primer plano, en un espacio limitado y opresivo, Cedergren consigue utilizar de manera eficaz todos esos elementos para realizar una interpretación mas que convincente. La música (Caspar Hesselager y Carl Coleman) es muy sutil y siempre subordinada a los largos silencios y al penetrante timbre del teléfono.

La puesta en escena en The Guilty se simplifica a un único espacio, una sala de control. Allí vemos al testarudo policía Holm constantemente con un teléfono y frente al ordenador. A pesar de ello, con la ayuda de unas buenas grabaciones de sonido, la emoción es constante. El espectador se mueve pensando en los lugares donde puede estar víctima que está detrás del teléfono.

The Guilty usa incesantemente primeros planos de orejas, ojos y boca. El aspecto intuitivo de esto se proyecta en el espectador de una manera muy ingeniosa y perspicaz. Debido a que no está nunca claro para el espectador lo que sucede en el otro lado de la línea telefónica, Gustav Möller sabe cómo aumentar el desasosiego y la angustia de manera extremadamente efectiva en cada momento.

Estamos ante un thriller con alguna que otra escena desagradable e inclusive de violencia, que las hace extremadamente terribles al ser vistas por cada espectador de una manera diferente en función de su imaginación. Al dejar que la imaginación haga su trabajo, la tensión aumenta. The Guilty es una maravilla en lo referente a su guion, con continuos giros que mantendrá constantemente atento al espectador, sin pestañear, deseoso de cual será el desenlace final.

https://cinemagavia.es/the-guilty-seminci-2018/
Eduargil
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8
12 de febrero de 2018
59 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ingenioso e hilarante guion en donde las cosas se salen rápidamente de control a medida que van surgiendo nuevas revelaciones y se descubren verdades inesperadas. La vida de todos cambiará para siempre, pero ¿que suceso podría provocar que una celebración termine convirtiéndose en un desastre lleno de hostilidades?

En medio de la celebración, Bill lanza la primera de varias bombas devastadoras. A medida que se revela cada nueva noticia (y varios personajes intentan ocultar cosas aún más desagradables), la fiesta pasa de lo sublime a lo ridículo. Los anfitriones y sus invitados son personas educadas de la política, la economía, la ciencia y la cultura.

Una fantástica comedia negra cuya acción transcurre en tiempo real y en un espacio reducido, la casa de Janet, es decir entre cuatro paredes y un pequeño patio. La atención se centra en Kristin Scott Thomas, una política idealista de izquierdas que quiere demostrar que, como nueva ministra, aún puede acordarse de sus amigos. The Party es una reminiscencia de “Un Dios Salvaje” de Roman Polanski donde la situación se va tiñiendo cada vez más de negro, convirtiendo la buena conversación en una pelea violenta.

A pesar de ello, Sally Potter nunca concibió su guion como una obra de teatro, sin embargo, la directora reconoce que ha generado bastante interés su película para llevarla a los escenarios. The Party se siente, se ve y suena como una obra de teatro, pero no lo es. Potter escribió el escenario específicamente para esta película. Al igual que una obra de teatro, The Party depende en gran medida del diálogo.

The Party posee un casting de lujo formado por Kristin Scott Thomas ( “El Paciente Inglés“), Cillian Murphy (“Dunkerque“), Patricia Clarkson (“Aprendiendo a Conducir”, “La Librería“), Emily Mortimer (“El Sentido de un Final“, “La Librería“), Timothy Spall (“Negación”, “Mr. Turner), Cherry Jones (“El Bosque“) y Bruno Ganz (“El Hundimiento“). Debemos añadir a este sorprendente reparto al personaje central de la trama (?), sobre el que gira la película que aparecerá al final de forma muy ingeniosa. Según la directora, en declaraciones recogidas en el pasado Festival de Cine de Valladolid (Seminci 2017), la elección de los actores fue una decisión tomada al terminar el guion y no antes, es decir, nunca escribió pensando en un actor en concreto, aunque posteriormente todos ellos fueron su primera opción.

El personaje más sólido de los siete, es el interpretado por Patricia Clarkson. April es compañera de partido de Janet que usará su cortante ironía como arma de fuego. Convence sobradamente como una cínica insensible, la reencarnación de Mefistófeles. Bruno Ganz (Gottfried, marido de April) demuestra en su papel esotérico de coach de vida un sorprendente talento para la comedia. Timothy Spall, como Bill, marido desesperado de Janet, que se mueve entre la apatia y la pasión, realiza una magnífica actuación.

Cillian Murphy (Tom), es un banquero joven ambicioso y egoísta, lleva un traje muy brillante y demasiado caro. El marido de Marianne (amiga de Janet) realiza una interpretación un poco sobreactuada, siempre inquieto, no puede estar mucho rato en un mismo sitio y pasa constantemente su tiempo entre la sala de estar y el baño, donde se prepara sus rayas de cocaína. Por alguna razón, tiene una pistola en el bolsillo.

Por último, una pareja de lesbianas, Martha (Cherry Jones), feminista comprometida, monótona y pseudointelectual profesora de universidad y su novia mucho más joven, Jinny (Emily Mortimer) que acaba de enterarse de que espera no uno, sino tres hijos. Martha no puede o no quiere hacer los sacrificios necesarios para tener una familia, parece que no desea ser madre y no está muy lejos de cuestionarse su relación.

Todos los personajes de The Party tienen en común que poseen un secreto que los mantienen aislados y por ello viven en soledad. Además representan a una generación de izquierdas en horas bajas, un claro reflejo de la crisis actual sufrida por la Socialdemocracia en el Reino Unido ( y en gran parte de Europa). También se percibe en la trama un conflicto entre lo privado y lo público, sobre todo en lo referido a la sanidad.

Las escenas en grupo están finamente coreografiadas y diseñadas. El rodaje de The Party coincidió con la época en la que los británicos votaron por el Brexit, es decir, en medio de la consulta por la permanencia o no del Reino Unido a la Unión Europea. Lo que parece ser una comedia de conversación entre intelectuales progres, es una exposición de todos los posibles vacíos de una sociedad que ha perdido la fe en sí misma y en el futuro.

La película está magníficamente fotografiada en un precioso blanco y negro por el ruso Aleksei Rodionov, tercer trabajo con Sally Potter, que comenzó con”Orlando” (1992), película que catapultó a la fama a su directora, y continuaría con “Yes” (2005). Alexey Rodionov, utiliza un enfoque profundo y un encuadre de ángulo muy bajo que permite un acercamiento a las caras de los personajes. A través de los ojos inquisitivos de la cámara, somos testigos de los desesperados intentos del grupo por mantener una apariencia de dignidad y coherencia entre su moral de derechas y sus ideas políticas de izquierda.

Todo ello unido a que el 90 % aproximadamente se filmó cámara en mano dan una sensación de máximo realismo a la narración. La estética monocromática de la cinta que provoca una sensación atemporal, acompañada de una apasionante banda sonora (un magnífico escenario musical de jazz, blues y reggae), envuelven una comedia llena de elementos trágicos que intenta condensar la experiencia humana universal en 70 minutos. The Party nos muestra cuán complejas y diferentes son las relaciones humanas.

En definitiva, se trata de una ingeniosa comedia negra al más puro y fino humor inglés, con magistrales interpretaciones de todos los actores siendo muy difícil destacar alguno sobre el resto.

https://cinemagavia.es/the-party-pelicula-critica/
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8
25 de septiembre de 2018
54 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El enfrentamiento interior y las inquietudes de Lara

Más que exponer el bullying o la intolerancia hacia Lara, el realizador Lukas Dhont aborda el enfrentamiento interior y las inquietudes de la joven. Dhont nos sumerge en el interior de las rutinas, descubrimientos, temores, inquietudes, conquistas y derrotas del día a día de la protagonista. Casi siempre a través de pequeños episodios que enriquecen la trama y desarrollan al personaje.

Son episodios que contribuyen no sólo a conocer el personaje y sus anhelos, sino que también ayudan a crear un vínculo tan fuerte entre el espectador y la adolescente, que se sentirá compelido a compartir las sensaciones de ésta, tales como alegría, dolor, o tristeza.

En Girl todo está mostrado con enorme contención, y tratado con una magistral sutileza a lo largo de este profundo, envolvente y delicado drama.

Esta delicadeza es particularmente notoria en la relación casi maternal que la protagonista mantiene con Milo (Oliver Bodart), el hermano menor, o en la relación de enorme proximidad y complicidad con Mathias (Arieh Worthalter), su padre. Worthalter consigue insertar a la perfección una postura afable, comprensiva y tierna a su personaje, Mathias, un taxista que apoya a su hija en todas sus decisiones.

A pesar del apoyo del entorno más cercano (colegio, amigos, médicos..), la comprensión del padre, de mentalidad abierta, y de su hermano, Lara, encuentra repetidamente los límites de género en los vestuarios o en la intimidad con un vecino adolescente.

*Gran manejo de la cámara

Por mucho que Lara se sienta prisionera de su cuerpo, el foco de Girl no se centra tanto en el tema transgénero, sino en los problemas universales que conlleva la pubertad. Dhont resalta esa discordancia física a través de imágenes suaves, gracias al excepcional trabajo de Frank Van den Eeden, y a los tonos cortantes (Valentin Hadjadj). Sorprendente combinación para este sensible, intimo, afectuoso y cálido pero también brutal retrato transgénero.

Girl cuenta con un espléndido manejo de la cámara por parte de Lukas Dhont. Realizada con finura, a veces de forma estilizada, y consiguiendo en todo momento dotar al elenco de actores de una gran naturalidad.

La cámara en mano gira en torno de una Lara a veces sonriente, otras veces atrapada en las intersecciones de una cara agónica durante sus sobrios movimientos de ballet, en el sangrado de sus pies debido a los duros entrenamientos o en las imágenes de su cuerpo masculino reflejadas a través del espejo. El sufrimiento interior de Lara esta perfectamente personificado gracias a la gran labor interpretativa del joven actor Victor Polster. Una actuación sublime e impresionantemente creíble.

*Un papel hecho a la medida de Victor Polster

Victor Polster, también bailarín del Ballet Vlaanderen, interioriza y caracteriza completamente el papel transgénero de Lara tanto física como mentalmente. Con una actuación delicada, precisa y con la fragilidad de una porcelana consigue desde el principio encandilar al espectador. Un personaje hecho a la médida del andrógino Victor Polster, al igual que el papel de Daniela Vega en “Una Mujer Fantástica“.

El actor ofrece una actuación contenida en términos de composición, pero rica en matices y en las pequeñas variaciones requeridas por cada escena. El aparente estoicismo ante las agresiones es contradecido por el dolor reflejado en su cara.

Durante la mayor parte de la proyección, el entramado de la historia nos dejará un nudo en la garganta, como si la adolescente no pudiera o no supiera verbalizar todos los complejos sentimientos que posee. Girl es una gran película que nos presenta el tema de la transexualidad de una forma natural, normalizada, muy original, y sobre todo tratada con mucha delicadeza y sutileza.

https://cinemagavia.es/critica-girl-pelicula-lukas-dhont/
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