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Seychelles Seychelles · Coldwater
Críticas de TPA
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de mayo de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de que la animación española pasa por un momento dulce, no sólo por la candidatura de algunas películas recientes a importantes premios cinematográficos sino porque, de forma progresiva e in crescendo, van aflorando en las carteleras del país más títulos animados, ya sea para público infantil o adulto. Pequeñeces, en ocasiones, o proyectos de más envergadura, copan una proporción cada vez mayor en el cine del país, ya sea en forma de largometrajes, cortos o series de televisión e internet. Prueba de todo ello lo son obras como como Planet 51 (Jorge Blanco, Javier Abad, Marcos Martínez, 2009) o Copito de nieve (Andrés G. Schaer, 2011), que aun ser más bien irregulares revelan un diamante en bruto que va puliendo sus vértices y dejando ver su brillo y cada vez más destellos, como lo son Chico y Rita (Fernando Trueba, Javier Mariscal, Tono Errando, 2010) y la adaptación del cómic de Paco Roca, Arrugas, dirigida por el novel Ignacio Ferreras.

La de Ferreras es una película atípica, que se sale con la suya en un contexto desfavorable precisamente por su condición de rareza, de producto manufacturado, arropado por una calidez humana que se percibe desde el principio. La animación es –voluntaria o involuntariamente– metafórica en este sentido: su estilo artesanal nos remite a una animación ya marginal, casi extinta, alejada de los cánones actuales de Pixar o Dreamworks no por calidad sino por una técnica que aún reivindican grandes nombres de la animación como Hayao Miyazaki o Bill Plymton, entre otros. Sin embargo no son sólo los aspectos técnicos los que alejan a Arrugas del concepto más globalizado del cine de animación; su argumento costumbrista hace de la sencillez una virtud, con un discurso crepuscular pero no dramático que habla de la vejez y el alzhéimer sin caer en lo lacrimógeno, como hiciese en su momento Campanella con la extraordinaria El hijo de la novia (2001).

Y es que Arrugas es una obra pequeña y orgullosa, de fácil digestión y por ello, seguramente, ligera mella y rápida cicatrización. La obra de Ferreras es amable pero menor en su espíritu, cautivando nuestra atención un rato para abandonarla después. Y aunque su pecado es más insignificante que sus virtudes, lo cierto es que la sensación post película es de algo agradable pero efímero, una obra con alma pero tal vez falta de vigor.

Lo mejor: Arrugas es otra muestra del potencial español en el campo de la animación.

Lo peor: es quizás menos ambiciosa de lo que podría ser.

[Tupeli.es]
TPA
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7
6 de octubre de 2011
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer, en Sitges, tuve una cita con alguien que no conocía. Esta cita, sin ser la mejor de mi vida, me fue de gran ayuda para expulsar algunas ideas, algunos prejuicios, algunas costumbres que está bien romper de vez en cuando. Ella se llamaba Eva, y aunque le queda un largo camino por recorrer, tenía algo en su haber que denotaba importancia, un interés especial.

Esta cita fue, efectivamente, más importante por lo que arrastraba, por su significado intrínseco, que por la cita en sí, entretenida, pero demasiado dada al sentimentalismo, a un melodrama que sinceramente intento esquivar, aún más en las primeras citas. Puede que sea porque Eva es más joven de lo que quería aparentar, puede que sea porque aún no sabe amortizar la totalidad de sus virtudes, y es que la hora y media que pasé con ella acabó y yo sentí el sabor agridulce de quien no alcanza la plena satisfacción habiendo tenido la miel en los labios. La miel está y sólo falta refinarla, contenerse a veces, o dejarse llevar, resiguiendo este camino que por fin empieza a virar hacia algo nuevo, hacia un sitio al que no estamos habituados a ir.

Y es que acostumbrados al imaginario futurista cinematográfico, con rascacielos infinitos, coches voladores y viajes interestelares, conocemos a Eva. Acostumbrados a relacionar el cine catalán y español con la falta de recursos y de interés por el cine pirotécnico y los efectos especiales, conocemos a Eva. Acostumbrados a entender el sello Escac como un sinónimo de obras minimalistas, contenidas y costumbristas, conocemos a Eva. Y acostumbrados a ver la firma de Kike Maíllo en una serie tan austera, tan ligera como Arroz pasado, conocemos a Eva.

(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TPA
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7
15 de octubre de 2010
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
(¡Sí sí, pero es que cuando hace pop, ya no hay stop!)

No negaremos que todo esto suena a refrito. De hecho reconoceremos que muchos de los recursos de los que se sirve este film son ya reciclados, aprovechando el boom de películas rodadas cámara en mano desde El proyecto de la Bruja de Blair hasta Paranormal Activity, pasando por Cloverfield o Rec. Pero el caso es que ésta... tiene algo. Y es que aún oliendo a chamusquina, sale una buena tarta.

Desde el principio es imperfecta, en ocasiones poco creíble, pero tira adelante gracias al calculado tempo de las escenas, que no se alargan demasiado ni son excesivamente toscas. El espectador, paciente con la introducción, deja que los eventos se sucedan y espera a ver qué es lo que –supuestamente– inquietó primero, y masacró después, a los hermanos Quintanilla Atauri. No tardan en aparecer los primeros indicios de que algo no va bien, y a partir de aquí tardan aún menos en aparecer los indicios de que algo va, digamos, muy mal. El caso es que cuando la ruleta empieza a girar ya no hay quien la pare, y mientras quede una cámara para grabar, grabará, y mantendrá al auditorio en vilo, con la voluntad dividida entre permanecer sentado o ir a estirar las piernas y rebajar tensiones. Sin embargo, la curiosidad mató al gato, así que prevalecemos en la sala y la ruleta sigue dando vueltas hasta el final, que chirría un poco y no acaba de llegar al clímax que por ejemplo Rec sí consiguió, pero que no obstante culmina una obra nada desestimable.

Así pues, y considerando pros y contras, se puede decir que aún contar escasos recursos, así como también escasa originalidad en su planteamiento y desarrollo debido a sus demasiado evidentes influencias, es una notable película de terror que cuenta con un muy buen trato de los tempos y que sabe jugar con la tensión y el interés del espectador.
TPA
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1
4 de noviembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás no estaba preparado. Quizás es que lo que pensaba que iba a ver era cine B, o Z. Quizás es que no imaginaba que a lo que iba a dedicar ochenta minutos de mi vida pensando que aún malo y casposo sería entretenido resultaría no ser ni cine.

Quizás por eso escribo esta crítica, que más que crítica es una advertencia; un aviso para navegantes. Sinceramente, Unrated es una enorme pérdida de tiempo, un completo engaño. Ya no sólo por no ser cine, si no por no ser nada. Ni una sola aportación positiva, ni un solo momento de mínimo interés. De todos los incentivos que en principio se nutre ni uno es saciado con un atisbo de dignidad. ¿Gore? Escaso, pésimo. ¿Erotismo? Paupérrimo y antierotizante. ¿Terror? Cero.
Con esta carta de presentación se da a conocer ésta pseudopelícula, que se pasa la estación de las cualidades artísticas por falta de interés. No es necesario concretar porque se nos agotarían los adjetivos para cada uno de los datos técnicos, pues no hay ni un aspecto mínimamente relevante aquí.

De hecho, una única recomendación: mirad el cartel de la película no más de un minuto. ¿Ya? ¡Felicidades, os habéis ahorrado 79 minutos de vuestra vida!
TPA
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5
9 de julio de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio uno duda de lo que está viendo pasar por la pantalla en la nueva obra de Daniel Burman, que pese a su veteranía da la sensación de novel, de no controlar en ningún momento la esquizofrenia de su película. La suerte en tus manos asalta todas y cada una de las disyuntivas que encuentra por el camino para, al final, cerrarlas de golpe con una escena casi inverosímil que ejemplifica a la perfección un problema que afecta todo el metraje. Esto es una deriva que lleva a la trama por senderos caprichosos en busca de lo original perdiendo de vista la unicidad y cayendo en algunos tópicos de bulto en la concepción de sus personajes.

La película se centra en dos personas, Uriel, trabajador del sector financiero y jugador de póquer interpretado por el cantante Jorge Drexler, y Gloria, treintañera indecisa que llega a Argentina después de pasar un tiempo en España encarnada por Valeria Bertuccelli. Ambos se encuentran en un punto de inflexión que no saben muy bien cómo afrontar, erráticos y perdidos ante las inmensas puertas del cuarentañismo. Burman transmite con maña este patetismo existencial; desde las dudas paternales hasta las inseguridades fálicas están presentes en el día a día del protagonista, en un ejercicio propiamente woodyalleniano con aciertos pero irregular. Y es que esta referencia al director estadounidense no es baladí, pues con él el director comparte no sólo el emblemático comportamiento del protagonista, sino también algunos rasgos muy concretos que conforman la personalidad del de Nueva York, como las relaciones sentimentales patosas y problemáticas, la predilección de los personajes hacia lo ridículo y su inherente carga humorística, y hasta las inevitables referencias a la cultura y religión judías. Pero Burman no es Allen y se nota. Su Uriel nunca se sale del topiquísimo esquema del padre desastroso que llega tarde a todas las citas importantes de sus hijos y su Gloria de la mujer a la que el amor no ha sonreído a pesar de ser bella y encantadora.

Si juntamos todo ello con la masa de elementos que contiene el film, el resultado es obviamente difícil de cuadrar, embutido de póquer y vasectomías, piscinas de bolas y rabinos, peces e hijos, amores de juventud y conciertos de rock folklórico que se disuelve en su propia diversificación y no proporciona más que un entretenimiento curioso y banal. Sí cabe destacar, más allá del guión, su correcta propuesta formal, que juega con los tempos de cada momento y escena transmitiendo al espectador sensación de estrés o calma implícita, desprendida de las evidencias del texto. En todo caso, la obra de Burman es fallida por ambiciosa, y aunque ni emocionante ni hilarante, sí que es por lo menos un efectivo pasatiempo.

Lo mejor: a pesar de todo, la película de Burman entretiene.

Lo peor: su guión, arbitrario, disperso y cursi.

[Tupeli.es]
TPA
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