Supongo que de vez en cuando actrices ya consagradas (¡qué buena está Uma!) han de hacer papelillos para ganarse un dinerillo (pero Uma está como un trenecillo, ¿eh?). Y bueno (pero para buena Uma), para pasar un rato, pues en fin, no esta mal (ella, ella si esta bien para pasar un rato, o dos, si me apuran). En fin, parece más divertida al principio de lo que es (y ella parece menos buena de lo que está), pero a los quince minutos ya empieza a cansar un poco (Uma no cansa para nada, ¡ojo!). Y el final es como previsible. Pues eso, algún gag graciosillo (y Uma, por Osiris, ella si que tiene gracia), y alguna mandíbula descoyuntada.


Lo mejor, ya lo habrán adivinado: Anna Faris.

A veces uno tiene la sensación de que lo vulgar, lo rutinario es una lacra. Y, como en todo, no siempre las verdades son absolutas, si es que alguna vez lo son. La película no es, desde luego, un prodigio técnico, pero lo que se pretendía era simplemente hacer reir, y así lo hace. Si alguien pretende ver aquí un prodigio de técnica, mejor que se vea Mátrix, y así no perderá el tiempo. Si por el contrario, lo que se busca es una tarde con palomitas y sencillamente desconectar y pasar un buen rato, esta película cumple sobradamente. Alguna vez los críticos, en general, deberían adaptar la máxima: si funciona, no lo toques. O lo que es lo mismo, si cumple su función, no busques tres pies al gato.

Esto es lo que parece que algunos buscan en toooodas las películas.
Vamos a ver, la película es mala, y con el tiempo empeora, de acuerdo. El guión es malo y los Parchis no se llevarán un Goya por su trayectoria artística, eso parece bastante probable. Pero es una película para niños en un contexto particular. Los niños actuales es muy posible que sintieran vergüenza ajena, pero lo cierto es que yo viví esta época siendo niño y he puntuado la película de acuerdo a lo que sentí en ese momento. De hecho, es absurdo, desde mi punto de vista, puntuar cierto tipo de películas si no te pones en la piel del que la vió o al que estaba destinada.
Otra cosa es que hubiera un trasfondo político, o algún tipo de maniqueísmo malintencionado, pero sugerir eso en esta película...

Se empieza negando la opinión de alguien, y se acaba haciendo lo que sea para que no la exprese. Para una persona no nacionalista (pero no nacionalista de verdad, no sólo vasca), es una película absolutamente neutral. En cuanto aparece el nacionalismo (sea el que sea), el fiel de la balanza se escora, en proporción directa a la poca objetividad en ese tema de la persona en cuestión. Escuchar es el principio, no sólo del diálogo, sino de cualquier civilización. Y esta película sólo se limita a escuchar. Eso sí, los que no han querido hablar, curiosamente son los que más acusan de falta de objetividad... Bonita democracia la suya: o las cosas se hacen como yo digo, o no se hacen.

Hablando de esta película, casi perfecta en su ejecución, pocas cosas se pueden añadir. Prejuicios tendenciosos, testigos aparentemente sólidos, causa perdida. Y sin embargo, desde el principio, ya se adivina que algo huele a podrido en Dinamarca. Las argumentaciones de los que tildan de culpable al chico van mostrando, poco a poco, que no es precisamente la justicia lo que guía sus pasos. Aunque de una manera claramente manipuladora, la obra pone de relieve la necesidad de una ética basada en la razón, y no en los prejuicios morales.
Por otra parte, la película se ve de un tirón.

Como añadido, he de recomendar una obra de teatro sobre el mismo tema y mismo título, protagonizada por José Bódalo, Ismael Merlo, Sancho Gracia, etc., simplemente perfecta. En mi opinión, es incluso mejor que esta película, y estoy poniendo el límite alto, como se puede apreciar por mi votación. La tensión en la película, en comparación con la obra de teatro, parece diluída...