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Críticas de Adrián Esbilla
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
10
8 de diciembre de 2008
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mas concentrada y depurada destilación del talento de Dennis Potter, "summa" no solo de su obra sino también de su vida. Historia autobiográfica (el propio Potter padecía la psoriasis artrítica que lleva al protagonista al borde de la cordura y hay numerosos detalles sobre la infancia del autor o sobre el oficio de escribir) y profundización radical en los mecanismos de la ficción y el funcionamiento de la mente, a un tiempo fantasiosa y lúcida. Este "Watchmen" de la televisión (cómic con el que guarda multitud de paralelismos, siendo ambos auténticas inmersiones en sus lenguajes correspondientes, de los que exprimen todas sus posibilidades formales y narrativas) a la vez post-moderno (referencial y metalingüístico) y puramente original, se construye sobre cuatro planos de realidad/ficción distintos pero intercomunicados: un escritor hospitalizado y casi inmóvil (preso en su propia piel) acosado por bailongas alucinaciones y que reformula una novela propia en la que es un detective "crooner" que acepta "los trabajos que los que no cantan dejan pasar" envuelto en una tópica y opaca trama "pulp" de espías y crímenes sexuales que se mezcla con los recuerdos de su infancia durante la 2ªGM, funcionando estos como espejo y clave de la historia de misterio, siendo de este modo y a través de la ficción y el recuerdo entremezclados y confundidos, el detective de su propia vida en un mundo donde "todo son pistas y no hay soluciones". Por si fuera poco se añade una línea más, completamente paranoica, sobre su ex-mujer un abyecto amante y un guión; “El detective cantante". Los niveles funcionan como vasos comunicantes en una mecánica de piezas que empujan y mueven otras, en la que nada es gratuito (ni un nombre, ni una frase, ni un detalle) y donde los eventos de una línea encuentran su continuación o su contrario en otra dentro de una construcción formal diamantina. El resultado son seis horas apabullantes, perfectas, aunando sátira, drama psicoanalítico, comedia musical, literatura barata, sordidez o terrores infantiles (con influencias mil, de Pirandello a Terence Davies, de "Spirit" a Rodgers y Hammerstein) pero principalmente una inmersión total en la memoria, el recuerdo y por tanto en la narración y la creación, por momentos cristalina, por momentos completamente abstrusa, siempre genuina. Un uso obsesivo de la repetición (escenas, diálogos, imágenes, actores, canciones...) sobre la que se va añadiendo información y pequeñas variaciones (gran trabajo de Jon Amiel en la dirección, sabiendo adaptarse visualmente a los distintos tempos y necesidades pero a la vez dejando que se contaminen) y sostenida además por una personificación (doble) de Michael Gambon imposible de adjetivar y una utilización magistralmente dramática de la música (que se refiere encima a la obra anterior del autor). En definitiva una obra inagotable, a la vez divertida y perturbadora, compleja y accesible, no ya una obra maestra sino una genuina obra de arte.
Adrián Esbilla
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8
12 de marzo de 2008
41 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo Brando importa en esta película,todo nace y muere con el y de el, Maria Schneider ya ha sido olvidada (era una actriz mediocre) porque es solo un instrumento que toca el concertista, Leaud está perdido, solo es un relleno, incluso la trama es una excusa, no hay film solo Brando derruido, un hombre que es un paisaje moral desolador en su lucidez abisal, el extranjero definitivo. No es una interpretación, no hay personaje solo Brando arrastrandose hasta el más puro final a los acordes de Gato Barbieri en un Paris gris y opaco.La película es el adorno porque ver a una persona mostrandose en todo su miserable esplendor es demasiado para tragarlo sin algo dulce. Cuidado con esta película si la miras demasiado te devolverá la mirada.
Adrián Esbilla
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6
13 de julio de 2009
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ciencia-ficción pesimista y paranoia de la guerra fría para un film menor pero simpático y rematadamente entretenido, rodado por el aprovechable Joseph Sargent (firmante de la briosa “Pelham uno, dos, tres”) con un encomiable sentido del ritmo y la acumulación del suspense y clausurado con un remate ejemplarmente deprimente, muy del gusto de los descreídos setenta. Con todo arrastra ciertos resabios televisivos en su realización, aunque el director se esfuerza en darle un “look” gélido y estilizado, con un interesante uso de las cámaras de vigilancia) y carece de personajes propiamente dichos, además de que su premisa (reutilizada sin muchos miramientos en “Juegos de guerra”) del hombre sometido a una máquina fuera de su control (un sub-género en si mismo con cumbres como la extraña “Engendro mecánico”) resulta un tanto ingenua, aunque innegablemente siniestra.
Adrián Esbilla
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7
29 de julio de 2008
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraño SW nevado, algo ya raro en el western americano y directamente insólito en el europeo. Esta cualidad hace ya del film algo especial, lo que unido al (traumático) silencio de su personaje principal termina por convertirlo en un ejercicio de abstracción y estilización que pone la película sobre la media del género. El prestigioso Trintignant encarna, en un papel raro en su filmografía, a un (aparentemente) infalible pistolero (como casi siempre en el género parece tener poderes sobrehumanos que lo transforman en una figura mítica) que mata y sufre con estilo pero es Kinski quien acapara la atención, a base de maldad e imprevisivilidad, como el inolvidable villano. Su inesperado final resulta otro punto de originalidad y distinción.
Adrián Esbilla
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7
24 de junio de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insólito western moral mexicano de sorprendente parentesco argumental, tonal y conceptual con el sobrio “El sabor de la venganza” que firmase en 1963 Joaquín Romero Marchent contando, al igual que aquí, la historia de unos hermanos envenenados y condenados por el deseo de venganza de una madre. Dirigido por el exitoso Ismael Rodríguez, más que curtido como realizador de multitud de títulos a mayor gloria de Pedro Infante, asombra por su intensa atmósfera fatalista, su desafuero melodramático y un vigor formal que acoge momentos casi fantastique (el plano cenital con la madre, una soberbia Columba Domínguez, dando vueltas dentro de la casa azotada por el viento mientras sus hijos se dirigen a cumplir un destino monstruoso) potenciados por una magnífica fotografía nocturna y de interiores, elegantísimas transiciones (del velatorio a una noche de amor y vuelta solo con un elegante movimiento y un imperceptible corte) enfrentadas a ráfagas de montaje abrupto, casi violento y a un uso insensato del zoom.
Resulta igualmente llamativa la forma en la que antecede ciertos modismos del spaghetti-western, desde ese principio que anticipa el de “La muerte tenía un precio”, al plano subjetivo desde el punto de vista desde el cañón de una arma.
Muy bien interpretada, especialmente por el nutrido reparto de secundarios estelares donde destacan con fuerza Emilio “Indio” Fernández como el desencadenante de la tragedia y un Ignacio López Tarso como torturado pistolero que enseñará a los muchachos a manejar el revolver, y rematada con un final por completo memorable.
Adrián Esbilla
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