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España España · Granada
Críticas de Yanpol64
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
9
10 de noviembre de 2012
93 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película fue de algún modo la cristalización más exitosa del inimitable estilo de Almodóvar y del espíritu alocado, hedonista y divertido de la movida madrileña de los años 80. Tiene esos “puntos” característicos de la ingeniosa y chillona estética del mundillo pop, underground y libertino de aquellos ambientes transgresores e irreverentes -con un toque homosexual, frívolo y “petardo”- entre los que brotó el cine de Almodóvar... gracias, naturalmente, a esa nueva ola de gamberra libertad de la joven democracia española. El camino iniciado por Almodóvar con la cachonda Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, la felliniana ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y la homoerótica La ley del deseo... terminaba cuajando en Mujeres... para todos los paladares (nacionales e internacionales).

El protagonismo del gazpacho es muy apropiado, pues del mismo modo que esa sopa tan andaluza consigue hacer sabrosa una mezcla de ingredientes diversos, la película de Almodóvar (guionista y director en una pieza, como algunas de las más originales figuras de la cinematografía) es un gazpacho refrescante y divertido que consigue armonizar ingredientes que en principio parecerían incompatibles: sin caer en el pastiche mezcla el melodrama y la comedia; el cómic urbano y el chiste rural; el esteticismo amanerado y el toque castizo; sí, el mejor diseño (hasta los títulos de crédito de Juan Gatti son magistrales) y el toque más hortera y kitsch. Todo un símbolo del verdadero gazpacho que era el Madrid cosmopolita y provinciano (encarnado en el propio Almodóvar con sus pasiones modernas y sus querencias pueblerinas...), en línea con la comedia española de siempre.

Las actrices están fantásticas. Todas sin excepción. Carmen Maura, Loles León, Kiti Manver, Chus Lampreave y la memorable Rossy de Palma. Y hablando de memorias: para los que tuvieron la suerte de que les pillara por sorpresa en las salas de cine de 1988... seguro que María Barranco fue la que les pareció –junto al guión que lo hacía posible- de lo mejor, de lo más inesperado, divertido e inolvidable. Hay en la película “golpes” o “caídas” que ya forman parte de nuestro imaginario colectivo (al menos de los cuarentones y cincuentones que la disfrutamos cuando éramos unos jovenzuelos).

Cada cual debe ser fiel a sus gustos sin imposturas e hipocresías, y expresarlos con sinceridad, especialmente los que somos "testigos": Y por ello yo voy a expresar sinceramente que las personas que detestan una película como esta... o no tienen sentido del humor, o no tienen sensibilidad para el cine, o no tienen inteligencia emocional, o son unos reaccionarios, o son unos meapilas (o diferentes combinaciones entre estos elementos). Qué bonita y diversa es la libertad de opinión, y que necesaria es la sinceridad...
Yanpol64
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10
21 de mayo de 2013
76 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la máquina de escribir de El secreto de sus ojos está suelta la tecla de la “A”, pero esa letra es precisamente la que abre y cierra la historia de amor de un guión magistral sin cabos sueltos. La elegancia, la inteligencia y la gracia de un “toque Lubitsch” según mi amigo y compañero de cineclub Juan Carlos.

Me gustó mucho en 2009, y en 2012 la puntué por aquí, de memoria, con un “9”. La he vuelto a ver en mayo de 2013 y he comprendido que no necesito más perspectiva histórica para saber que ya es un clásico para mí y que le voy a poner un “10”. Hay películas que envejecen regular, otras que pierden un poco de sustancia o de aroma, pero las que son buenas… no dejan de ganar cuando las vuelves a ver.

Nada de culebrón sentimentaloide, sino todo lo contrario: Campanella se permite la chulería de simular el melodrama edulcorado y cursi (manos que se tocan a través de los cristales del vagón después de correr por el andén del tren…) porque sabe perfectamente que su narración cinematográfica irá mucho más allá…

Compadezco un poco a los que no disfrutan de El secreto de sus ojos. Le critican sus fallos de maquillaje (las dos barbas de Espósito, las arrugas del envejecido Morales…), el escaso realismo de alguna situación judicial, policial o administrativa… u otras pelotudeces similares ¡cómo si tuvieran que ser rigurosamente realistas y veraces todas las situaciones de Perdición, de Vértigo, de Casablanca, de El apartamento, de El padrino! Tiene que ser muy triste plantarse en el cine con el espíritu de un registrador de la propiedad. Qué importa lo inverosímil de hallar una aguja en un pajar futbolístico si el plano secuencia de 5 minutos, entrando y saliendo del estadio del Atlético Huracán… es prodigioso.

Los diálogos y los silencios sí que tienen que ser creíbles, y lo son. No hace falta repetir que es una combinación perfecta de cine negro, de comedia, de violencia, de acción, de denuncia política, de controversia moral, de drama romántico, de tragedia existencial… que nos emociona, nos hace reír y nos hace pensar. Es imposible dejar de hablar de ella y de comentar con los amigos los diversos matices de sus teclas aparentemente sueltas, esas que nos llevan del nihilismo pesimista al hedonismo redentor.

No será necesario que los teclados de nuestros ordenadores se queden anticuados para que lleguemos a saber que El secreto de sus ojos es ya todo un clásico.
Yanpol64
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5
4 de marzo de 2022
120 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, las piruetas de Kenneth Branagh hacen que la belleza de los primeros compases desemboquen en ese tipo de caída despatarrada que ruboriza. La belleza del ritmo y la elegancia se van volviendo artificiosos e incoherentes y aterrizan por los suelos. La película patina. Branagh, como guionista y director, se ha esforzado tanto en la corrección formal y en la corrección ideológica que su filme va girando a lo falso, lo insípido y lo impostado. Nos prometía mucho a los que en la sala de cine queríamos disfrutarla sin prejuicios, sin haber leído nada sobre ella: comienza con la hermosura de una canción de Van Morrison, de modo que uno empieza a gozar sin remedio… y además no tardamos en sentir que se masca la tragedia en unas curradas secuencias iniciales, con unos planos de acción que te empiezan a enganchar en un bello blanco y negro.

Pero la película se va convirtiendo paso a paso en un bonito cascarón vacío plagado de tópicos. Va perdiendo fuerza y nunca alcanza a arañarnos con garra ni pasión (a pesar del contexto terrible que estallaba en Irlanda del Norte). Me sorprenden mucho las personas que se puedan emocionar con esta película, pues en ella nada conmueve, y creo que somos muchos a los que nos ha ido irritando progresivamente con su corrección política, su cinefilia bienintencionada, su tono edulcorado y su afán de complacer a todos los paladares (y a los académicos esos de los Premios Oscar y demás). Se va estropeando conforme avanza. Llega un momento en que cualquiera comienza a contemplar incómodo la tramoya de Branagh y entonces ya la historia no atrapa, sino que todo es una sucesión de homenajes al cine, a la tele, a la infancia… que desgraciadamente no te alcanzan ni divierten… y no puedes evitar contemplar los artificios forzados del guión y de la realización, como si estuviésemos detrás del telón. Dejas de vivir esa historia, no vives esas otras vidas, sino que observas decepcionado el teatro del cine (matriculado en un curso de Ayudante de Dirección). Y Branagh hasta quiere ser John Ford (“mira que contrapicados más chulos con toda esa gama de cielos grises ¡hala, que bonitos!”). Y las deliciosas canciones de Van Morrison, venga, una y otra vez (“que buen gusto tienes pa tó, Kenneth, porque sin duda eres un tío mu guay”).

Si una película con rasgos autobiográficos y familiares, que nos traslada con nostalgia a la infancia y a una coyuntura histórica trágica y convulsa, resulta que no nos emociona, pues “¡apaga y vámonos!”. Y eso es lo que ocurre con Belfast. Conforme avanza la película creemos que se nos acabará revelando algo trágico, algo doloroso, algo esperanzador, pero no, el mínimo suspense no lleva a nada. Por otro lado resulta evidente que Kenneth Branagh idealiza, edulcora y falsea realidades y vivencias propias de aquellos años, para hacer más dulce su película, supongo: tuvo que ser excepcional su colegio de infancia ya que se mezclaban sin segregar protestantes y católicos (¿seguro? ¿no será un arreglito del guión?) y más excepcional aún tuvo que ser su colegio pues nos lo presenta como una escuela mixta en la que se mezclaban niñas y niños allá por el año 1969 y 1970 (apuesto a que esos “recuerdos” son falsos y simplemente han sido una licencia que se ha permitido para su historieta)… Y, por cierto ¿sus padres de clase obrera estaban tan buenos como la Caitriona Balfe o el Jamie Dornan el Grey de las Cincuenta Sombras? (no es imposible, je, je, pero lo dicho: todo idealizado en extremo). La violencia del IRA, la de la facción católica del Ulster, ni aparece. Aquí sólo son malos los protestantes (la comunidad a la que pertenecía la familia Branagh). No entiendo.

E insisto, se desvela toda la tramoya al querer satisfacer tantos ingredientes. Por ejemplo, se esfuerza en que su película tenga bonitas referencias cinéfilas, ya sean las de grandes obras llenas de carga moral y política como El hombre que mató a Liberty Valance, o Sólo ante el peligro… o de obras divertidas y menores del cine popular (Hace un millón de años, Chity Chity Bang Bang…), del cómic (Thor) o de la tele (Star Trek…). Y en ese afán de Branagh por hacerlo todo bonito y chulo… la peor escena es la que remata la película y que os destripo en spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Yanpol64
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8
24 de junio de 2013
78 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conforme avanza la película, y hasta la cuarta quinta parte de su desarrollo, no dejo de disfrutar con la belleza, la inteligencia y los matices de este magnífico melodrama. Mi placer se duplica por la novedad y la sorpresa: ni la había visto, ni había leído sobre ella, ni tenía prejuicios de ningún tipo. Disfruto virgen y de madrugada (sin riesgo alguno de dar una cabezada) como el que se lee por primera vez un novelón clásico decimonónico. Y por ser mi placer novato tan gustoso... más doloroso aún es comprobar como en pocos minutos el desenlace final se desliza hacia el coitus interruptus jodidamente ridículo. Dolido por el gatillazo entro en filmaffinity para informarme, y comprendo entonces que ciertos mentecatos decidieron joderle el peliculón a Orson Welles. Qué asco y qué injusticia. No me extraña que en sus fotogramas finales sonría la solterona rencorosa. Alguien untó de pringue el final para adecuarlo a un público tonto, patético, moña... e intentar sodomizar a los espectadores exigentes. Duele. Hubiera sido un peliculón memorable. Su potencial es tan elevado que a pesar del maltrato y de la mutilación sigue siendo notable. La solterona sonríe, claro... porque sabe que todos, como ella, nos hemos quedado escozidos y sin orgasmo.
Yanpol64
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7
28 de mayo de 2014
77 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Ay, ay , ay, amigos cinéfilos inteligentes! ¿Cómo podéis emocionaros, cómo podéis quedaros tan anonadados con este guión tan trasnochado? Por supuesto que es una de esas maravillas visuales de los pioneros, que tiene una estética magnífica, expresionista, creativa, germinal... Pero, por favor, la historia también tiene unos aspectos ridículos con unas moralinas y una moralejas verdaderamente rancias. No pretendo juzgarla tampoco con elementos anacrónicos desde el punto de vista de nuestros valores actuales, pero es que en los Años 20 había una cultura mucho más adulta, madura y trasgresora; así que juzgar la historia como puritana, ejemplarizante, pueblerina, meapilas, infantil... no es tratarla con injusto anacronismo, sino la pura verdad (también para los occidentales de hace 90 años). A la hora de valorar una película no se puede dejar desconectada una cuarta parte de nuestra sensibilidad cerebral. La película es indiscutiblemente valiosa, por supuesto, y preciosa por su belleza, por su ritmo, por su riqueza narrativa, por su significado artístico e histórico... pero su mensaje y su historia poseen aspectos de una innegable puerilidad.
Yanpol64
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