Después de ver la notable "Mud" he sentido curiosidad por ver la anterior película de Jeff Nichols.

Una estimulante rareza a caballo ente el cine de Lynch y de Shyamalan, que se constituye en una metáfora de la crisis económica que tan duramente está golpeando a las clases trabajadoras.

A pesar de que no es una película corta y de que en realidad no ocurre casi nada, consigue mantener la atención por lo enigmático de su atmósfera y por la cercanía de sus personajes.

Buena interpretación del inquietante y anguloso Michael Shannon, quizá un esquizofrénico paranoide o quizá un iluminado capaz de ver el apocalíptico futuro, atormentado y atenazado por el "síndrome del arca de Noé". El papel femenino no es muy allá (demasiado pasiva, demasiado comprensiva) pero Jessica Chastain demuestra una vez más ser una de las mejores actrices de su generación.

Película sobre un hotel encantado sobrevaloradísima por la crítica, muy dada a dispensar exagerados aplausos a aquellos films de terror donde deciden privilegiar la atmósfera prescindiendo de adolescentes chillones, borracheras de sangre, sustos baratos y demás festejos truculentos.

Pero el hecho de no optar por el efectismo fácil no quiere decir que sea buena: el director y guionista asume el riesgo de dilatar el tempo y postergar la irrupción de lo sobrenatural de una manera tal que pone a prueba en demasía la paciencia del espectador. Con esa parsimonia y esa falta de prisa en disparar la acción pretende suscitar inquietud, pero termina suscitando el bostezo porque los protagonistas no generan empatía (aunque están mejor dibujados de lo habitual en estos productos).

El final tendría que haber sido apoteósico para compensar tanta espera… pero sólo funciona a medias: por un lado logra dar cierto canguelo; por otro lado se pasa de enigmático y no ofrece respuestas. Frustrante.

Ti West le saca buen partido al hotel filmándolo con inquietante elegancia, recorriendo habitaciones con sigilo, sin estridencias (inspirándose claramente en "El resplandor" en esos impecables travellings a ras de suelo por los pasillos).
Constatado que sabe manejar la cámara, debería estudiar algún curso de guión cinematográfico si quiere seguir siendo autor total.

Menudo 60 aniversario para el rey de los monstruos cinematográficos…carece de novedad; gran parte del espectáculo se escamotea (ya sea mediante el montaje, ya sea por la utilización de imágenes nocturnas y polvorientas); la recreación del tsunami sale malparada en comparación con "Lo imposible" o "Más allá de la vida"; te pierdes en la confusión de un relato arbitrario, donde es difícil ubicar la acción en cada momento; los monstruítos antagonistas no van más allá de la imitación de "Alien" y "Depredador"; los melodramas familiares e individuales resultan consabidos; los personajes que sobreviven durante toda la película carecen del menor interés (el único que tenía algo de carisma y espesor la diña pronto); se descalabra al intentar emular al primer Spielberg (el de "Tiburón") haciendo que Gozdilla tarde más de una hora en aparecer y luego aparezca poco, porque como digo no engancha por la parte humana…

En fin, por mucho que se quiera colar entre bambalinas una metáfora sobre la necesidad de vivir de forma responsable con la Naturaleza, estamos ante un film decididamente prescindible.

La idea de Woody Allen convertido en proxeneta de John Turturro daba para algo mucho más divertido que convertir la función en una insulsa comedia romántica sobre la imposible relación entre el gigoló y una judía ultraortodoxa (Vanessa Paradis).

La película se queda en un soso ejercicio de imitación del cine de Woody Allen sin ser capaz de superar en ningún momento su condición de sucedáneo (pese al influjo de Allen, no se consigue insuflar su desenvoltura chispeante).

La plana interpretación de Turturro acentúa la inverosimilitud del planteamiento: resulta harto difícil de creer que dos bellezones como Sharon Stone o Sofía Vergara paguen un dineral por los servicios de un tipo inexpresivo y parco en palabras además de feúcho. Pero como Turturro es el director… se permite ser percibido como la encarnación del macho alfa (juas, juas, juas).

Película venezolana que se alzó inesperadamente con el Goya a la mejor película hispanoamericana (es Argentina quien suele llevarse el gato al agua siempre que hay una peli argentina nominada en este apartado).

Una bienintencionada denuncia de la homofobia que todavía impera en Venezuela, con aires de culebrón, en torno al reencuentro de un gay venezolano con su hijo "gallego".
Más ambiciosa en lo socio-político que en lo cinematográfico, el trazo grueso y la brocha gorda sacrifican cualquier atisbo de sutileza…, pero la eficacia de su reparto la naturaliza lo suficiente para convertirla en aceptable, destacando el joven actor malagueño Ignacio Montes (el hijo recuperado), que alcanza momentos de gran convicción y de notable emoción.