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España España · Barccelona
Críticas de EL ALBATROS
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de junio de 2017
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película poco conocida que no suele gozar del prestigio y la categoría de favoritas, pero que para mí, sí que lo es, por los motivos que paso a describir. Además de una maravillosa historia de amor imposible, se trata de una reflexión profunda sobre el mundo del arte y la creación artística, en un primer plano la arquitectura y en un segundo plano, el mundo de la literatura que encarna ese escritor de relativa fama que le encarga una casa a nuestro protagonista, y que también se debate en el dilema de la creación personal. Por otro lado también aborda otro dilema que suele ocurrir en la vida y que el cine lo recrea con frecuencia, se trata de elegir lo que dicta tu corazón en el terreno sentimental o lo que dicta tu ambición profesional (al arquitecto le surge un proyecto atractivo e irresistible en Hawai) de mejorar tu futuro sacrificándolo todo por ello, el exitoso film “La, La, Land” también lo abordaba, desde el terreno musical.

“Strangers When We Meet” es un apasionado melodrama romántico, lleno de colores descriptivos y estimulantes que reflejan el ambiente dramático que viven los personajes, cercano a la estética del Pop-Art, iluminado de forma portentosa por el operador Charles Lang JR., con uso formidable del Cinemascope en sus encuadres. Una película moderna en todos sus aspectos, desde su estética visual hasta su argumento profundo y complejo que sondea las emociones humanas. Una obra inalterable al tiempo, pese a su fecha de producción. Richard Quine fue un director poco valorado, no entiendo el motivo, pues me parece un cineasta estupendo, del que apenas existen libros o estudios de sus películas que si las repasamos pueden resultarnos sorprendentes por su calidad. Director poco ambicioso en el terreno personal, nada preocupado por el éxito comercial pero con films atractivos para el aficionado al buen cine. En esta ocasión se trata de una película hermosa que aborda temas eternos como la fragilidad de los sentimientos, disfruta de un original triángulo amoroso: un hombre, una mujer y una casa. Es el proyecto que apasiona al arquitecto Larry (Kirk Douglas), vértice de la relación furtiva que mantiene con Maggie (Kim Novak), una bella mujer, ambos casados que huyen de la frustrante rutina y la desidia conyugal.

La decisiva personalidad y presencia de los actores determinan una gran fisicidad, poco habitual en una trama que es una típica historia de adulterio de unos seres en busca de la felicidad que no han conseguido con sus respectivas parejas. El guión es excelente, del propio autor que escribió la novela, Evan Hunter, otorgando al film un hondo calado existencial, donde hallamos a la arquitectura como arte y medio para la pasión de crear algo original y diferente del mero proyecto habitacional, así como el amor apasionado y furtivo que les resulta difícil liberar por los prejuicios sociales que les maniatan. La independencia y rebeldía del artista para crear algo personal que refleje la visión de un creador, es este caso un arquitecto. Un film sugerente y lleno de detalles creativos y miradas definitorias, como las relaciones personales de sus protagonistas, sus lastres familiares, sus relaciones furtivas, los vestidos que luce Maggie, su mirada inquietante, sensual y lasciva. El color rojo de la pasión es claro protagonista de su puesta en escena, las pasiones reprimidas que ven la luz y el remordimiento culpable que produce la relación que rompe las convenciones morales y sociales.
Gracias a todos los que tengan la generosidad de leer esta subjetiva opinión.
EL ALBATROS
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8
25 de junio de 2017
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El albatros es un ave marina que ama la libertad como cualquier pájaro, le gusta volar y planear sobre la superficie del océano, se alimenta de calamares y otros pescados variados, sólo permanece en tierra durante la época de celo. Me he apropiado del nombre de este palmípedo para mi nick por mis gustos alimenticios similares y principios existenciales parecidos. He dedicado mi primer comentario a esta película porque me parece interesante a pesar del tiempo transcurrido, me parece fresca y a reivindicar para los que no la conozcan, ahora que se ha restaurado en DVD. Soy amante del buen cine, de ese que te motiva, te conmueve, te divierte y, además, te invita a la reflexión sobre nuestro tránsito por la vida, pero sin pedantería ni falsa modestia. “La escapada” es una de esas películas que cuenta una historia itinerante, de conocimiento interior de unos personajes, que cumple sobradamente con todo lo mencionado anteriormente en mi presentación. Hace tiempo que visito esta web, me gusta leer las opiniones dispares de tantos usuarios con mucho talento para escribir y opinar sobre cine. Tras registrarme, hoy me he decidido a escribir mi primera crítica sobre una película que me ha sorprendido admirablemente, lo hago con humildad y respeto teniendo en cuenta el gran nivel de los usuarios aficionados al cine en Film Affinity.

Excelente parábola social presentada en formato de comedia de carretera agridulce por parte de uno de los grandes de la comedia italiana: Dino Risi. Que no tiene el prestigio de otros cineastas italianos de su tiempo, huérfano de un cierto pedigrí intelectual por parte de la crítica especializada, pero que atesora sencillez y sabiduría en sus planteamientos. Bruno Cortona (Vittorio Gassman) es un auténtico vividor, un simpático caradura, pero también un perdedor práctico y hedonista. En cambio, Roberto Mariani (Jean-Louis Trintignant) es un joven estudiante de derecho responsable, apocado e inseguro en muchos aspectos vitales y extremadamente tímido con las mujeres. Tras un encuentro fortuito en Roma, los dos recorrerán durante 48 horas, parte del país trasalpino en el flamante deportivo de Bruno, despreciando el riesgo de las sinuosas carreteras, bordeando la legalidad, ignorando las normas del tráfico, visitando a los parientes de Roberto, la esposa e hija de Bruno, persiguiendo a turistas o gozando de las localidades costeras. Contraponiendo dos personalidades muy diferentes, “La Escapada” es una obra corrosiva gracias al Billy Wilder del Mediterráneo encarnado en la figura de Risi, muestra el conflicto interno de valores existenciales debido al choque de actitudes significando la estimación de la mesura en el comportamiento tras un muy entretenido y divertido desarrollo resaltado por la química extraída de las interpretaciones portentosas de Vittorio Gassman y Jean-Louis Trintignant. La moralina que algunos aprecian en el film, y el acentuado descaro en las características psicológicas del personaje de Gassman (aunque hay que reconocer que nunca es cargante, sino todo lo contrario) no me impiden considerar, en mi modesta opinión, a esta alegoría como una obra paradigmática. Porque las situaciones de humor que contiene, los divertidos personajes aparecidos, las altas dosis de acidez incluidas, el dibujo ambiental de la época y la alegría existencial que transmite, nos invita a disfrutar de una película inolvidable. Por último recomendar la descriptiva y evocadora banda sonora de esta farsa tragicómica de pícaros, fanfarrones ignorantes, mujeres fuertes y tímidos jóvenes, filmada por un cronista de su tiempo que apela a la llamada del destino que siempre acecha al ser humano. Son canciones que forman parte de la memoria colectiva de aquellos veranos de los años sesenta.
Gracias a todos los que tengan la paciencia de leer esta opinión.
EL ALBATROS
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8
12 de agosto de 2017
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a ser un film de la primera etapa de Fellini considerada menor, y hasta denostada, sin embargo, es una opinión que no comparto, pues pocas veces se ha visto en la pantalla un retrato más certero de una juventud de provincias. La definición literal de “I vitelloni” hace alusión a los terneros grandes, en sentido figurado, son algo así como niños viejos, treintañeros irresponsables que se continúan comportando como adolescentes, sin asumir ningún compromiso. Fellini retrata magistralmente a cinco de ellos: Fausto (Franco Fabrizi), un tipo inmaduro, perezoso y mujeriego (su padre le abronca y azota con la correa, como si fuera un niño); Leopoldo (Leopoldo Trieste), el intlectual del grupo, un frustrado autor de dramas teatrales; Riccardo (Riccardo Fellini), un infeliz con ínfulas de cantante; Alberto (Alberto Sordi), vive protegido por su madre, el más gandul e inconsciente de todos (se burla de los obreros); y por último, Moraldo (Franco Interlenghi), cuñado de Fausto y el más noble e idealista que busca salir de ese círculo cerrado de la pequeña ciudad asfixiante y sin futuro profesional.

No hay que ser muy perspicaz para entender que el cineasta nos habla de alguna de sus experiencias en su Rimini natal (aunque encontramos gran parte de mera ficción), en alguna ocasión comentó: todos hemos sido en cierto modo “ex vitelloni”. El director juega desde la complicidad con que varios de los actores mantengan sus propios nombres y algunas de sus características, son recuerdos del propio director: su hermano Riccardo cantaba en las fiestas locales, Leopoldo Trieste había intentado escribir para el teatro. Pero lo que más recordaba y le impresionó fue el vacío y la soledad que desprendían los protagonistas, con sus pequeñas mentiras, su deambular nocturno sin rumbo y sus paseos al alba por la playa desierta, donde se puede sentir el frío húmedo del triste invierno, mientras miran el mar tan oscuro y triste como su futuro.

“I vitelloni” es la crónica de la agonía de una juventud envejecida, en el marco social de la pequeña burguesía, su discurso moral no se ajusta al neorrealismo entonces imperante en el cine italiano, porque es abstracto, universal y generalizador. No se apoya sobre la voluntad de ofrecer un testimonio, al modo de Rossellini o De Sica, sino sobre invenciones que partían de la realidad cotidiana de la posguerra en Italia, para penetrar en lo sórdido y oscuro de la naturaleza humana. La música evocadora y melancólica del maestro Nino Rota, de cadencia poética y misteriosa retrata perfectamente a unos pobres diablos que se refugian en la sala de billares, explotan económicamente a sus familias e intentan evadirse de la realidad, vagan sin rumbo perdidos en su mediocridad y corretean tras las mujeres, pero que Fellini trata con ternura y les otorga un halo de esperanza. Gracias por respetar este puñado de "ocurrencias" que me ha sugerido este humilde trabajo del director más fabulador del cine italiano.
EL ALBATROS
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8
6 de noviembre de 2018
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década de los años treinta del pasado siglo fue tan fructífera para el cine fantástico que nadie dudó en calificar como: “La edad de oro” del género. La Universal estaba en pleno apogeo de obras maestras como: “Drácula”, “Frankenstein” o “La momia”, es por lo que la Paramount pasó al contraataque con esta excelente película del injustamente valorado Rouben Mamoulian, un director creativo que no se conformó con ser un asalariado al servicio del Estudio. En medio de la recesión económica, la gente acudía al cine para evadirse de la triste realidad, ya fuera viendo comedias locas o films fantásticos o de terror. Eran tiempos de experimentación con los nuevos medios técnicos del sonoro, y el panorama se presentaba muy fértil y creativo.

Esta es en mi opinión, la mejor versión sobre el libro de Stevenson, una adaptación impecable, turbadora y audaz para la época, muy superior a las versiones de Victor Fleming, Terence Fisher y Jerry Lewis. Comenzando con plano subjetivo de larga duración que el cineasta nos muestra como punto de vista de Jekyll. El film está repleto de hallazgos visuales y narrativos, su contundencia dramática es expresada en el decorado y el vestuario, ambientada con una fotografía de clara influencia expresionista. El cineasta no intenta juzgar la conducta humana, sino que pretende investigar desde el respeto (separar en el alma, lo bueno de lo malo), con lucidez y pasión. Todo lo contrario que la versión de Fleming que era moralista y romántica en exceso con el claro look de MGM, glamurosa con sus estrellas (Tracy, Bergman y Turner). Aunque Frederic March y Miriam Hopkins están esplendidos en esta versión.

Jekyll es un personaje reprimido cuya obsesión por el sexo llega a tal extremo que necesita adelantar la fecha de su boda con Muriel (una discreta Rose Hobart), es a través de su otro yo (Hyde), el que le sirve para liberar sus bajos instintos con la prostituta Ivy (Hopkins), e intenta liberarse de una sociedad burguesa, conservadora en plena era victoriana en un Londres de nieblas, luz de gas, carruajes lujosos, capas y sombreros de copa. Mamoulian plasma esa dualidad de ambos personajes, la mutación física mediante trucos ópticos y el montaje, con poderosos elementos expresivos como son los espejos, la utilización de la pantalla dividida contraponiendo a Muriel e Ivy, dos mujeres que muestran las dos clases sociales con respecto a las identidades de Jekyll y Hyde. Una extraordinaria reflexión sobre la condición humana.
EL ALBATROS
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8
25 de julio de 2017
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Chabrol goza de una carrera prolífica e irregular pero si algo tiene su cine, es una personalidad muy definida dentro de los cineastas surgidos de la “Nouvelle vague” y colaborador antes en la revista “Cahiers du Cinéma”. No ha entusiasmado como Truffaut o Godart, aunque se ha mantenido fiel a sus constantes, explorando la maldad humana, la fatalidad, el crimen y sus aspectos más morbosos, gran admirador de Hitchcock y Lang, en su cine abundan situaciones relacionadas con dichos maestros que tanto influyeron en su cine pero desde su perspectiva francesa. Sus películas se plantean como ataques a la burguesía, que aquí sacude con fuerza, y muy críticas con las instituciones, principalmente la familia. Siempre desvelando la sordidez de las apariencias.

En esta película, el director francés da protagonismo a las mujeres, unas féminas poderosas y devastadoras, inquietantes y fascinantes, decididamente perturbadoras, de una determinada estabilidad emocional o estatus social. Todo ello sembrado de pistas y detalles que desde el primer momento falsamente trivial, sugieren algo turbio y extraño que presagian un progresivo malestar, de futuras convulsiones que van a jalonar la trama. Catherine Leliévre (Jaqueline Bisset) es una madura mujer que dirige una galería de arte, últimamente no ha tenido suerte para encontrar una empleada de hogar que cuide su casa cuando está ausente. Pero tras contratar a Sophie (Sandrine Bonnaire) se siente aliviada por su diligencia, una chica retraida y misteriosa que pronto demostrará que no es tan apacible como parece.

La espoleta que despierta el pasado de Sophie lo provoca su amistad con Jeanne (Isabelle Hupper) una descarada y chafardera empleada de correos de turbio pasado. En su primera parte el cineasta se cuida y recrea minuciosamente la rutina de la familia Leliévre, su aburrimiento e inanidad, sus comidas esencia del espíritu de la burguesía de provincias. Pero lo más atractivo es cuando las amigas de clase obrera se cuentan sus oscuros asuntos del pasado. Es cuando se nos muestra al mejor Chabrol como sagaz observador, penetrante analista de comportamientos atípicos, también de mentes desequilibradas que perfilan una catarsis violenta. Chabrol no descuida sus guiños y anotaciones culturales: “El viaje al final de la noche” de Céline, la ópera “Don Giovanni” de Mozart, que preside la reunión familiar desde la televisión.

Tampoco olvida sus puyas a la televisión basura que Sophie contempla como hipnotizada con programas absurdos y desechables. El film gana intensidad con esa relación entre Sophie y Jeanne, son dos caracteres opuestos: la primera es reservada, tímida e introvertida; la segunda abierta, extrovertida y parlanchina. Ambas congenian y se convierten en cómplices, la primera es disléxica y analfabeta, huraña y resentida; la segunda está excluida del orden burgués, odia a Catherine ex actriz de cine, porque representa lo que a ella le hubiera gustado ser. En el fondo, es un ajuste de cuentas y de conciencia de clase a cargo de Chabrol. Su puesta en escena impecable su elegancia absoluta, su violencia es descarnada y expresiva, marca de la casa. La recomiendo para cualquier aficionado que quiera descubrir o admirar el buen cine, brillante e inteligente, gracias.
EL ALBATROS
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