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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · São Tomé
Críticas de Alexei
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
10
23 de enero de 2007
41 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabía muy bien qué quería decir la gente cuando decía "es muy kafkiano", por ejemplo; bien, ahora lo sé. Digamos que por extensión significa "algo muy raro", que es lo que entiende todo el mundo. Pero no es solamente rareza, es algo más, es paranoia, es locura, es absurdez.
Puede que en 1.962 "ésta película fuese la cumbre del arte cinematográfico", como dijo nada menos que Charles Chaplin. Lo que es seguro es que se trata de puro cine moderno; Orson Welles triunfa en ésta titánica y avasalladora empresa, arriesgada a más no poder, y adapta una obra cumbre de la literatura mundial como nadie más podría hacerlo. La inteligencia, el talento y el sentido del arte brillan aquí como el sol sobre el cromo (con permiso de Roger Ebert).
Un dato importante es decir que no me he leído el libro, de Kafka sólo La Metamorfosis, pero aún así creo que no pudo quedar mejor esta película.
Visualmente impactante, ésta obra maestra mete el dedo en la llaga y hurga en los subsuelos podridos de la justicia creando una atmósfera de hermosa perturbación y angustiosa impotencia.
Enigmática, subyugante, incómoda, se trata de un viaje a los confines de un infierno laberíntico, plagado de contrapicados asombrosos, de grandes angulares perfectos, deformando la realidad como en una pesadilla. De hecho, es lo más parecido a una pesadilla.
Pocas son las escenas que no pasaron a la historia, con un desenlace brutal, balbuceando entre la demencia un alegato destructor contra la burocracia, contra los engranajes del poder, contra la imposibilidad del individuo ante un sistema injusto. Aquí no importa nada de qué se le acusa a K, aquí lo que importa es la impresionante actuación de Anthony Perkins (Psicosis) y cómo se va derrumbando, doblegando poco a poco cada vez más y más...
Es el Réquiem por un Sueño de los 60', es al cine lo que El Almuerzo Desnudo es a la literatura, un ejercicio desquiciado, frenético, desesperado y atroz de brillante locura.

P.D.: No entiendo lo de Ángel Fernández Santos, ¿picazón entre las piernas?
Alexei
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9
10 de julio de 2006
40 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se da cuenta de que está viendo una película de Michael Haneke sólo al final del metraje. El resto es una radiografía, llámenla genial, llámenla aburrida, pero de todo punto singular y sumamente detallada de lo cotidiano. (Dejar constancia de que a mí muy pocas veces se me hizo aburrida o lenta).
En esta cinta se habla de muchas cosas, pero, como siempre, Haneke únicamente se preocupa de exponer; nunca contesta, nunca introduce la subjetividad.
Si cuando hablé de "El Tiempo Del Lobo" dije que se trataba de un escupitajo amargo y furioso, ahora digo que ésta no es sólo un escupitajo, sino una carga de metralla arrebatada y provocadora, vomitada con rabia y nihilismo, hacia todos nosotros los occidentales, pero sobre todo hacia los que se vanaglorian de serlo.
Siendo su primer film en 35mm es la cúspide de sus obsesiones, narradas con un desencanto y una contundencia tal que inquieta y perturba de una forma abrumadora.
Historia contada a base de planos muy cortos, muchos de ellos planos detalle, y en los que pocas veces salen las caras, las almas de los personajes.
Tremendo tratado que habla del amor, de la necesidad del amor, de lo mecánico, de la alienación abominable, de la impotencia, de la desesperación, de la frialdad, a base de actos cotidianos como hacer la compra, ir a trabajar, dormir, levantarse, cepillarse los dientes, relacionarse socialmente, etc...
Personalmente, y sólo habiendo visto "El Tiempo Del Lobo", "Caché" y ésta que me ocupa, pero teniendo más para ver, creo que es la mejor de todas ellas y un compendio de todos los temas que he podido percibir en todas éstas películas.
Se pueden decir mil cosas de esta cinta, pero ya se me han olvidado. Finalizo mi crítica diciendo que de no ser por el final, que parecía que nunca llegaría, le hubiese otorgado un siete como mucho, pero habiéndolo visto, es irremediable no ponerle un nueve.
El final es una de las loas más salvajes a esta civilización, destrozando parte de ella, destrozando todos los esfuerzos de una vida dedicados al trabajo condensados en una casa. Muestra cómo tres personas tristes y cansadas de vivir demuelen todos los principios morales y todo atisbo de progreso inútil. Ya lo dijo Unamuno, que lo mejor era la inversión del progreso...
El drama se puede mascar a través de las escépticas relaciones familiares con el trasfondo de las noticias, radiofónicas o televisivas, que continuamente parecen (no)escuchar los personajes.

Cómo el monótono transcurso de la vida acaba prorrumpiendo en un feroz grito de cólera contra todo lo falso, contra toda esta farsa, contra todo... como un volcán en erupción.

Genial, incómoda, perturbadora, trágica, salvaje, arrolladora, poderosa, provocadora, intensa e inmensa obra maestra...
P.S.: Muchas son las escenas memorables, como la de la máquina lavacoches, y en general todo el final...
Véanla, pero luego échense unas risas con los Hermanos Marx.
Alexei
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9
4 de septiembre de 2007
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema de la religión nunca ha sido santo de mi devoción, y bueno, sí que he tenido mis propios conflictos interiores y mis dudas existenciales, pero hace algún tiempo que dejé de pensar en todo ello.
Por eso esta película se me antojaba aburrida o un tanto intrascendente.
Segunda película que veo de Carl Theodor Dreyer, después de la pequeña decepción que supuso para mí Dies Irae; y ahora sí, encontré las imágenes perdidas que andaba buscando. Esta obra sí es imperecedera.
Bueno, vamos a ello: Ordet se manifiesta como un gran drama sólido y profundo, donde al tema de la religión, tan poco atractivo para lo que concibo como “cinematográfico”, se le otorga un punto de vista que hace del film algo fascinante.
Son muchas cosas las que hacen de esta producción una obra de arte, pero realmente es tras esas reflexiones que afloran incesantemente donde reposa la grandeza de esta película. Se plantean las dudas y las angustias del ser humano de forma sublime gracias a un elaborado trabajo de guión donde, además, Dreyer se permite incluso esgrimir alguna respuesta a toda la oscuridad que nos rodea.
Otro de los elementos maestros de la obra es la galería de personajes que habitan en ella, al cual más interesante, destacando para mí el malogrado Johannes.
La iluminación es ahora más rica en gamas y texturas que en Dies Irae; y la ambientación es menos plana y más detallista.
La dirección se caracteriza por el uso de “cabezas calientes” (dudo que las grúas tuvieran este término entonces) y de planos secuencia que, como no, realzan las maravillosas actuaciones de los actores. Elegante, elaborada y, sobretodo, cuidada al milímetro.
Y ahora el final… sin el cual esta película no se merecería más de un 8. Al final todo encaja, como en una fina pieza de orfebrería, y los eslabones se van uniendo sin grietas ni fallas en la estructura del guión. Y el último eslabón, Johannes, supuestamente recuperado de su locura, es quien sella esta obra para la eternidad con un impresionante final lleno de emoción.
En definitiva, una obra mayor urgentemente humana y sincera, donde los intensos sentimientos esbozan unas reflexiones con poso, que trascienden más allá del cine.
Redonda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alexei
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8
21 de junio de 2006
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película del griego Angelopoulos ante todo portentosa y cuidada hasta el milímetro. Primera parte de una trilogía sobre la historia reciente - siglo XX - de Grecia, narra las desventuras de una pareja de niños, condenados por el destino a ser hermanos, que se enamoran y, ya jóvenes, huyen del hogar. En torno a ese romance gira toda la tragedia. Es ese amor el que articula toda la acción de manera cadenciosa y pausada, como un vals.
Es el cine de Angelopoulos bellísimos planos secuencia de larga duración pero donde hay, sobre todo, un espectáculo de lírica plástica soberbio y deslumbrante. Es un ejercicio del lenguaje cinematográfico caído en desuso pero que ahora más que nunca viene como una bocanada de aire fresco.
La belleza de las imágenes se funde con la de la música creando un todo cautivador. Eleni Karaindrou parece componer desde la mente misma del director.
La fotografía transmite a la imágen toda la intensidad de la historia, con momentos realmente arrebatadores como es la secuencia del entierro con las barcas.
Es un cine parecido al del húngaro Béla Tarr, pero en color, y al de Tarkovsky. Cine contemplativo, radical, místico, mágico y, sobre todo, original y complejo.
Una recomendación segura.
Alexei
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8
18 de abril de 2006
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué se puede decir de Tran Anh Hung? Mil cosas. ¿Tendrá importancia lo que yo diga?, no lo creo. No voy a decir nada nuevo. Pero bueno. Me arriesgaré a ser aburrido. Ahí va mi crítica.
Para empezar decir que Cyclo es una película atípica en la filmografía de este realizador vietnamita. Si El Olor De La Papaya Verde y Pleno Verano eran luminosas y bienintencionadas películas, ésta es todo lo contrario. Es confusa, sí; no creo que sea hiperviolenta, quizá tan sólo violenta. Sordida seguro que sí. Y eso es lo que me llamó la atención de esta película. Es una historia típica, pero narrada con una fuerza arrolladora y con tan poco convencionalísmo, que apabulla. Puede fulminarte con unas imágenes o emborracharte de poesía con otras. Una obra capital, visionaria, confusa, sórdida, oscura y bella, bellísima. Los poemas en voz en off conjugados con la imágen y luego con la música hacen de esta cinta una sinfonía eléctrica, enérgica a veces y acompasada otras.
En mi memoria aun arden algúnas imágenes que se quedarán ahí para siempre. Asombrosas. Nunca vistas. Mágica es la escena de la discoteca en la que la increíble Nguyen Nhu Quynh baila al son de Creep de Radiohead. Y Tony Leung y Le Van Loc lo hacen que se salen. Sobre todo Le Van Loc. Si os gustó La Anguila vedla. Eso sí, y no sé por qué, es muy dificil de encontrar. Y eso que tuvo algún premio en Venecia.
Y fijaos en el dato curioso de que Tony Leung, siendo chino, trabaje en una co - producción franco - vietnamita donde todos los actores son de este país y hablan vietnamita. ¿Cómo hacer que ésto funcione?, muy fácil, no otorgándole a Tony ni una sólo palabra en el guión. Bueno quizás un par de ellas. Pero la vi por desgracia en español y presumo entonces que hablaría esas pocas palabras en vietnamita.
Por último, dejar patente que Tran Anh Hung, junto con Hou Hsiao Hsien y Wong Kar - Wai y no muchos otros más son los directores de cine más vanguardistas, arriesgados, iluminadores y visionarios en el panoráma contemporáneo del séptimo arte. Y esto es una opinión. Como todo lo demás, claro está.
Alexei
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