¿Otra gran obra maestra del cine de terror hecho con 3 dólares? ¿Otra vuelta de tuerca al tema de las casas encantadas? ¿Otra maravilla con ‘look amateur’, que hace que todo te llegue más, y parezca mas nuevo y más fresco?
Pues no.
Se trata, sencillamente, de otro ‘bluff’ en el que todo lo que ‘da susto’ está en el trailer.
No-hay-nada-más.
Quien haya visto más de dos películas (de terror o de lo que sea) encontrará errores tan evidentes y tan tontos que le servirán para echar por tierra todo el metraje. Alguien debería informar a los que intentan asustarnos con sus películas (caras o baratas) de que la lógica no hay que dejarla fuera a la hora de escribir guiones de películas ‘de miedo’.
spoiler:
Lo que no es de recibo es que ella no sienta auténtico TERROR teniendo que dormir a pierna suelta de espaldas a una puerta por la que, al caer la noche, se asoman los monstruos feos y malos, y sí, en cambio, se ponga hecha un manojo de nervios cuando su novio le propone jugar con la ouija a plena luz del día. Además, salta a la vista desde la primera escena en el dormitorio que algo va a pasarle a la chica precisamente por el lugar que ocupa en la cama. Lo lógico sería, dadas las circunstancias, o bien que el chico durmiera a la izquierda o que cambiasen de habitación. Aunque recalquen a lo largo de toda la película que el fenómeno viaja con ella (un burdo truco para mantenerlos en la casa), lo cierto es que lo más lógico sería poner tierra de por medio, y cuanto antes mejor, y no dedicarse a hacer películas nocturnas ni dibujitos con talco. Cualquier persona en su sano juicio, al segundo y medio de terminar de ver un vídeo en el que la puerta de su habitación se mueve alegremente sola, estaría cogiendo el cepillo de dientes y pidiendo asilo a la embajada de Camboya vía móvil. Pero ellos no: ellos se enfrentan a sus miedos y animan al bicho a que salga de donde está, que ya vale de desvelarles a base de ruidos y susurros de ultratumba.
A pesar de ser tan absolutamente previsible desde el minuto uno, la película se salva un poco por la interpretación de los actores y la tensión que se crea en la primera media hora, cuando aún conocemos poco de los fenómenos que amenizan las noches de nuestros chicos, pero que se desinfla poco a poco, lánguidamente, en la estúpida, repetitiva y larga hora restante, en la que nuestra pareja se las ve y se las desea para encontrar a alguien que les ayude –algo de por sí increíble, dada la cantidad de sinvergüenzas farsantes que se dedican a los rollos paranormales hoy en día–, y sólo encuentran un doctor que se hace caca encima cada vez que visita la casa y una página web en la que se habla de posesiones infernales con vídeo incluido... ¿de verdad hace falta ser tan obvio y explicar todo lo que ya sabemos? No nos lo den todo tan mascado, que no somos idiotas. ¿Creen que todo el público de sus películas tienen el cociente intelectual de una quinceañera fan de Tokio Hotel?
En fin, que de lo que se trata en el último tramo de cinta es de que el espectador esté constantemente pendiente del tercio izquierdo de la pantalla, de la puerta del dormitorio que da al oscuro distribuidor donde a veces se encienden luces o se arrastran sombras, pero que realmente no termina de inquietar a quienes ya saben de qué va esto y (lo que es peor) cómo va a acabar todo: como el Rosario de la Aurora.
Hay que señalar también el curioso parecido entre la escena de la buhardilla de esta película y la de ‘[•REC]’. Veo que se rodaron el mismo año... ¿Casualidad?