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Críticas de viejotrueno
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
10
5 de enero de 2006
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso cómo las críticas negativas que algunos han escrito aquí sobre 2001 repiten siempre lo mismo: les aburre.
Bien, no me parecería mal sino fuera porque, efectivamente, como algunos reconocen no la han entendido. ¿O no sería mejor decir que no la han querido entender?. Con esto no me refiero a entender la historia de la película, sino el concepto de la misma. Es decir, uno no se puede enfrentar a 2001 con la idea de ver un film convencional. para empezar se habla muy poco, y en general son diálogos triviales. El ritmo en general es lento o muy lento. y su final es hermético como en ninguna otra película. Sin embargo, hay que entender que, para decir lo que se quiere decir, y no voy a entrar en ello, porque eso requeriría demasiado espacio, 2001 tiene que ser así por narices. Si Kubrick se dejara llevar en su día por Clarke, quien era el que le ataba en corto y no le dejó convertir la película en un monstruo definitivamente abstracto, 2001 perdería toda su fuerza. Sí, entenderíamos todo meridianamente (quizás), pero perderíamos un espectáculo audiovisual irrepetible. A veces pienso que nunca llegaré a entender todo lo que se supone de que habla este tótem, pero ¿y qué puñetas me importa mientras se me sigan poniendo los pelos como escarpias cada vez que contemplo el "asesinato" de HAL, o plácidamente me deje mecer por el danubio azul mientras asisto asombrado al cortejo tecnológico de las naves espaciales?
A veces sucede que una obra artística supera los límites de la disciplina a la que se adscribe. Este es uno de esos casos. es más, mucho más que una película. Por lo tanto no se la puede juzgar sólo mediante criterios cinematográficos
viejotrueno
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10
4 de marzo de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A primera vista “Pozos de ambición” cuenta la degeneración de una persona según va conquistando triunfos empresariales en el turbulento mar del capitalismo, infestado de tiburones.No obstante, si rascamos sobre la superficie brumosa de esta tesis encontramos mucho más, y así la película resulta más coherente y con más sentido entre sus partes. Al cabo el retrato “pintado” es el de un individuo que toma conciencia de que la individualidad, la condición del individuo abstracto, es una imposibilidad que destruiría al individuo mismo. Lo que Daniel Plainview descubre en su periplo es que para ser “él” ha de prescindir de los demás, y que el prescindir de los demás acaba con “él”. Desde el propio inicio se nos presenta como una especie de superhombre que ni sufre ni padece. Y esta condición es la que aparece como barrera insuperable de cara a los demás, es la trascendental supervivencia del Yo frente a todo lo demás lo que está en juego. Su actitud es la de un sujeto que voluntariamente toma como salida una especie de autismo nihilista. Y es esa toma de conciencia la que resulta aterradora: somos lo que somos a través de los demás, y sin ellos no somos nada, pero ese “ser a través de” nos hace ser víctimas de engaños y frustraciones, círculo vicioso de las relaciones humanas: la tensión de ser animales autoconscientes que se saben individuos en una sopa de otros individuos que le impiden a uno ser "uno" al tiempo que permiten ser "uno" (el oxímoron de la existencia misma).
He aquí la dimensión metafísica de una película sumamente física, donde la mayor parte del tiempo están ocurriendo actividades concretas, técnicas, extracciones petrolíferas, prospecciones, manos y caras tiznadas de alquitrán, de aceite. Sólo en algunos momentos reflexivos hay una ausencia de contexto, se nos ocultan lugares, hay unos primeros planos tremendos, diálogos escuetos, sin rodeos, pero muy significativos. La minuciosa planificación de las escenas y el montaje va enteramente en esta doble dirección, reflejo cinematográfico de la dualidad metafísica individuo-grupo, a saber, las escenas donde hay mucha gente, con planos generales, descriptivos, donde suceden cosas mundanas, y las escenas íntimas, con acaso un par de actores, planos cortos, donde se hablan cosas trascendentales
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
viejotrueno
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10
29 de septiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene dos partes, además explícitamente diferenciadas por un descanso -para ir al ambigú otrora-, el cual marca un límite muy marcado realmente entre ambas. En la primera parte tenemos un héroe que no sabe que lo es. En la segunda parte el héroe toma conciencia de serlo. Y claro, acaba como todos los héroes. En este sentido la película podría tomarse como épica de autor, como una suerte de hermenéutica sobre el heroismo. Pero claro, yo aquí no tengo claro hasta qué punto Anthony Mann metía mano en el proyecto, y hasta que punto lo hacía el ínclito Samuel Bronston. Pero eso sí, por lo menos la mano del director bien que se nota en su majestuosa puesta en escena y dirección, tanto en los momentos íntimos -que los hay y muchos, y seguramente sean los mejores momentos de la película- como en las batallas y peleas. Hablando de las cuales debemos admitir que dos por lo menos son bastante extrañas para la época, por su crudeza y por su verosimilitud; otro punto de autor, ciertos momentos poco ortodoxos. A todo esto hay que añadir unos diálogos magníficos, con algunas frases realmente contundentes, de esas que se llaman "lapidarias". Seguramente el punto más flojo esté en algunos agujerillos del guión -por ejemplo una desaprovechada aunque igualmente fascinante Doña Urraca, o las apariciones un tanto "ad hoc" de Raf Vallone-. Pero en esos defectos también reside el "embrujo" de la película.

Ahora vamos con el tema histórico:
La película no me parece que esté calculada como "histórica", sino como adaptación de un poema épico de principios del siglo XIII. Su historicidad está en entredicho, como es lógico, y bastante corto de miras será quien vaya esperando ese rigor. Como dije al principio, esto funciona perfectamente como reflexión sobre "heroismo", si así puede decirse, no como relato científicamente probado. Así es como funciona toda reconstrucción artística.
Por otro lado el que se cite la palabra "España" no es en ningún modo un anacronismo tan sencillo de criticar; ya San Isidoro de Sevilla hablaba de España en el siglo VII. La cuestión no es tanto de un simple anacronismo como saber a qué se referían en la Edad Media al decir España, y a qué nos referimos hoy. La cuestión para la película es que seguramente no funcionaría bien la historia sin que El Cid se vea forzado en varias ocasiones a hacer ciertas elecciones, entre las cuales está España o él mismo. El héroe siempre está al servicio de una instancia superior, sino no es héroe. Pues aquí se elige España en lugar de Castilla, por ejemplo. ¿Por qué? pues porque el contexto lo pide -lucha contra los moros del norte de África, almorávides se entiende, que no esos otros moros, los reyes de taifas, quienes ya llevaban tiempo en la península-. Ahora bien, esa España por la que lucha El Cid no es jamás una unidad política, lo cual se refleja en la propia película en varias ocasiones con meridiana claridad. Es Hispania como realidad histórica originaria. Como dice Camoes en Os Luisiadas, "castellanos y portugueses, españoles todos", porque habla de Hispania, que es España. Pero sólo en este sentido en que estoy hablando. Si un espectador despistado interpreta que esa España es análoga a la actual le rechinará todo mucho, y con razón.
viejotrueno
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5
15 de febrero de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de decir absolutamente nada, aún advirtiendo que esta me parece una buena película, conviene aclarar que a estas alturas, Dune, la historia escrita en los libros de Frank Herbert, malograda en el primer intento de adaptación al cine, malograda en su segundo intento, aunque de forma distinta a la primera vez; que Dune, digo, a estas alturas, desde el punto de vista narrativo o de su contenido, no puede ofrecer mucho tras décadas de space-óperas a tutiplén, de Star Trek, Star Wars, Galactica, etc.

Dune, la primera novela, no inventó la space-opera, ni tampoco fue la primera en tomarse en serio el género (Fundación), pero obviamente ha sido muy influyente. Hacer una película de Dune hoy en día no podía tener, ni de lejos, el impacto que podría haber tenido por ejemplo en 1974, que es cuando Alejandro Jodorowsky escribió su guión y encabezó el proyecto de pre-producción frustrado por unos ejecutivos de Hollywood asustadizos.

Por tanto yo me esperaba poco de esta adaptación, sobre todo después de ver el trailer por primera vez.
Si el trailer mostraba un Dune muy reminiscente del de Lynch, a mí me resultaba poco interesante.
A mí el cuerpo me pedía fiesta, me pedía que Villeneuve hubiese tenido lo necesario para distanciarse del precedente Lynchiano. Pero no ha sido así, y esta es la gran pérdida que ha producido este Dune. Villeneuve ha rehecho el Dune de Lynch, le ha metido el relleno narrativo que la película de Lynch no tenía por los tijeretazos de post-producción, la ha hecho coherente, le ha dado chicha... pero es el maldito Dune de Lynch re-hecho con cgi, con filtros digitales. Pero es que el diseño de producción entero, ENTERO, lo han sacado del Dune de Lynch. Salvo dos cosas, me atrevo a decir; una los Sardaukars, que aquí mejoran, también porque les otorgan una escena, aunque breve, para enseñar lo malotes que son. Otra las Bene Geserit, que aquí empeoran, y no sólo porque Sian Phillips era mucha Sian Phillips, sino que éstas de ahora intimidan bastante menos. Es lo que tiene haberlas tapado con un Burka espacial.

Pero todo lo demás ha tenido menos creatividad e imaginación que, incluso, la mini-serie para televisión del 2000, que, con mucho menos presupuesto (obviamente), tuvieron la voluntad de partir de cero con respecto a lo hecho por David Lynch, hasta el punto que el ejercicio de contraste entre ver la película antigua y la serie resultaba, yo diría, bastante más interesante que haber visto este Dune de Villeneuve. No porque no sea una buena película, ni porque no este bien hecha, ni porque se espectacular y hermosa a la vista. Sino porque no aporta nada al material previo. Absolutamente nada.
Qué tragedia fue lo de Jodorowsky, qué maldita tragedia, que los clementes dioses del celuloide perdonen a aquellos ejecutivos miopes, porque yo no se lo perdono a la vista de lo que hay.
viejotrueno
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7
3 de septiembre de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún fallida, con un guión deshilvanado y algunos diálogos vacuos y secuencias gratuitas (Tarantino, abandona los guiones, lo tuyo es dirigir),Jackie Brown cae bien, a pesar de acabar convirtiéndose en un quiero y no puedo.
Cae bien porque es una película humilde que cuenta la historia de una persona humilde, y de otros tantos personajillos de lo más mediocre que intentan desafiar a su destino; cae bien porque esa es la temática del cine negro desde los tiempos de James Cagney, y por una vez la película no intenta homenajear a nadie, ni ser un guiño a nada, sino simplemente contar una historia; y es un quiero y no puedo porque los personajes no están acabados del todo, y porque las situaciones no están bien entretejidas.
En todo caso resulta bastante más estimulante que lo que después ha hecho Tarantino, es decir, la pirueta visual de Kill Bill, tan espectacular como vacía, y a día de hoy Death Proof, de la que nada puedo decir a falta de deglutirla, aunque si es tan indigesta como Kill Bill mejor lo dejamos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
viejotrueno
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