Maravillosa adaptación de la novela de Cormac McCarthy. John Hillcoat logra adentrarnos en ese mundo postapocalíptico de manera magistral y nos hace recorrer junto a un padre y su hijo por unos oscuros y peligrosos caminos hacia la supervivencia.
La fotografía de este film es magnífica. Desde un primer momento nos sumerge por completo en ese gris y devastado paisaje, falto por completo de vida, en el que nos mantendrá en un estado de alerta ante los peligros que puedan encontrarse en el camino. Es aquí donde se desarrollan las distintas perspectivas en la forma de afrontar la vida, sin necesidad de contarnos como se ha llegado hasta aquí.
En este mundo donde el canibalismo y los instintos más animales se han instalado como forma para poder sobrevivir, se contraponen la visión más realista y cruda de la realidad en la que viven a través de la figura del padre (Viggo Mortensen), con la de su hijo que mantiene, a pesar de todo, esa niñez e inocencia en ese entorno oscuro. Es fantástico este enfrentamiento entre el fin y los principios, donde el padre trata de sobrevivir de cualquier forma apartándose de esos valores de solidaridad, de amistad y de humanidad en definitiva. Ya no hay buenos ni malos, el único propósito es proteger a su hijo y prepararlo para enfrentarse por sí mismo a esa realidad negra, pero en la que aun conserva todos esos valores perdidos por su padre. También a través de flashback nos muestra la otra cara de la moneda. El lado más pesimista de una madre que no ve futuro alguno.
El camino va atravesando diferentes peligros con algunas escenas sobrecogedoras, hasta llegar a un final magnífico, aparentemente feliz pero que nos deja para la libre interpretación.
Ademas cuenta con unas actuaciones realmente creíbles, en especial Viggo Mortensen (una de las mejores de su carrera) y ese niño maravilloso que llegan a emocionar. Por tanto, es una película muy buena en su conjunto, en la que empatizas y sufres con sus personajes en cada momento.