La relación entre Antoine y Benjamim es especial. Alguien ha hablado de que lo mejor de la película es la química existente entre ellos. Se atraen desde el primer momento, se cojen cariño, se ayudan, se compenetran. Son amigos íntimos, y eso explica el final de la película. No es necesario explicitar si mantienen relaciones sexuales entre ellos. Aunque, sin duda, se insinúan.

Me encanta ese poético “vamos a frotarnos las carótidas para reducir nuestra tensión cardiaca”; la búsqueda del amor del padre ausente, que incluso le rechaza; la no resolución (explícita) en un beso en el pasillo que complete el cariño que ha surgido con la vecina atenta y protectora; esa acusación de que “te aprovechaste de mí” volviendo arrepentido depués pidiéndole perdón y que vuelva con él, solos los dos, no entremezclados con el grupo de estudiantes; cómo le avisa el padre de la hospitalización del hijo dejándoles a solas, respetuosamente, en la habitación del hospital… Sin duda el amor explica un final generoso y empático, sin duda. Sin que merezca la pena explicitar ninguna relación sexual.

En la historia del cine las relaciones homosexuales se han insinuado en muchas ocasiones y no se han explicitado porque la censura y la moral imperante así lo exigían. Me encanta vivir en una época en la que ya no sea necesario explicitar las relaciones homosexuales porque no son ellas algo extraño, raro, extremo, de lo que es necesario hablar, sino algo cotidiano que surge cuando existe amor y empatia entre las personas.