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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Críticas de Eric Packer
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
10
23 de julio de 2012
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un reloj marcando las diez en punto resalta en un fondo negro, la toma hace un barrido hacia abajo: una misteriosa mujer de espaldas, lleva cubierta la cabeza con un pañuelo y porta un abrigo, va caminando hacia una puerta, a un lado de ella hay un pequeño letrero: Pensión La Madrileña, se alcanza a leer en él. La mujer toca a la puerta y una joven se queda impávida al abrirle, detrás de ella hay otra mujer, de mayor edad esta, que se sobresalta al ver a la recién llegada, corre hacia ella gritando: ¡Rosaura!, la abraza y recibe con dos besos, uno por mejilla, y a este grito se le unen otros más y una decena de personajes aparecen corriendo y se muestran alborotados y alegres ante el inesperado arribo de la mujer. La puerta se cierra.

Este es el inicio del traslado a la pantalla grande del libro Rosaura a las diez del escritor Marco Denevi, el libro nació, según el propio autor, cuando en un diario apareció el anuncio de un concurso de novela en el cual el premio sería de 30 mil pesos; sin haber escrito previamente algo, Denevi se propone escribir una novela copiándole la técnica a La piedra lunar de Wilkie Collins –donde una serie de versiones preliminares, algunas equívocas y meras suposiciones otras, todos puntos de vista de personajes que desconocen la realidad de cómo se sucedieron las cosas anteceden a una revelación final– en la que un hecho de trivialidad aparente fuera sólo la fachada que esconde una historia atroz. El autor envía su participación a dicho certamen y en 1954, siendo un escritor neófito, obtiene con Rosaura a las diez el premio Kraft. Sería este el prometedor inicio de una meritoria carrera literaria.

La historia de Rosaura a las diez en cine utiliza la misma estrategia que la novela: a través de las voces y la perspectiva de varios personajes, de cartas, se nos va revelando poco a poco el misterio de un hombre, Camilo Canegato, que desde un inicio se nos advierte “toma medicamentos para no soñar demasiado”. Canegato, un pintor tímido, solitario comienza a recibir cartas perfumadas y escritas en papel de color rosa a la pensión en la que vive, a la casera y al resto de inquilinos el hecho les intriga al grado de volverse su obsesión. El enigma de las cartas se complica cada vez más y lo que parecía ser un melodrama con tintes hitchcockianos, en ocasiones hasta neorrealista, nos damos cuenta de que es cine noir argentino al más puro estilo del mejor cine norteamericano que se realizara en los 40s, de ese que entre otras características gusta de incluir una investigación policiaca, crimen, pasiones desbordadas, pasados trágicos en los personajes, engaños, venganzas, desequilibrios mentales, la femme fatale. Hay, en Rosaura a las diez hasta una escena que remite indudablemente a uno de los mejores momentos de esa Laura de Otto Preminger, considerada por muchos el mayor símbolo del film noir. Un auténtico e imperdible hallazgo esta Rosaura a las diez, sí, quizás la mejor película argentina.
Eric Packer
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4
11 de mayo de 2013
53 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi como en esa innovadora primera sección en Psycho de Hitchcock, la pluma de Cianfrance -y el otro par de escritores de este guión- nos seduce detallando los porqués en la forma de actuar y decisiones de la figura protagonista anitheróica en The Place Beyond The Pines sólo para arrebatárnosla cuando menos lo esperamos y sustituirla en sus otros 2 tramos por otras con las que en ningún momento conseguimos identificarnos del todo. Este primer acto es el mejor de todos, y sienta las bases del embrollo metafísico que vendrá, no obstante que en él todo ocurre de manera más que apresurada y por momentos inverosímil: Ryan Gosling va del mejor motociclista del mundo repitiendo por momentos el papel oscuro, rebelde sin causa a la James Dean que interpretara en Drive y que se hace justicia por su propia mano cuando ve que no hay otra forma de librarse de sus cuitas teniendo en su contra un destino aciago. Es una gran primera parte, como James Franco dijera en su reseña de esta misma película en el Hufftington Post: "I want to make love to this section".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eric Packer
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6
24 de octubre de 2011
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ceremonia Secreta es la segunda obra del autor argentino Marco Denevi, la cual, debido a que fue galardonada con el Premio Internacional de Cuento convocado por la revista Life en 1960 –entre los miembros del jurado se hallaba el prestigiado escritor mexicano Octavio Paz–, posteriormente también se mereció su traslado a la pantalla grande, en este caso bajo la dirección de Joseph Losey. De acuerdo a Denevi, el texto nació circunstancialmente cuando cierto día se cuestionó quién habitaba un viejo y enorme caserón cerrado con el que solía toparse por la calle que siempre transitaba. Pronto descubrió que en ese lugar residían un par de mujeres de alta sociedad y, a partir de ahí, comenzó a desarrollar un potente relato que sería inolvidable.

Ceremonia Secreta es una historia de misterio e intriga que insiste en mantener su principal secreto sin ser revelado el mayor tiempo que le sea posible. El encuentro casual de una mujer de edad madura (Elizabeth Taylor), a quien vemos en la primera escena quitarse una peluca rubia para dejar al descubierto su negra cabellera, con una jovencita de edad indescifrable (Mia Farrow), puede ir de los quince a los veintitantos años, desemboca en una historia de locura, tensión sexual, relaciones enfermizas entre madre e hija, suplantación de identidades y conforme la historia avanza nos permite formularnos entre otras hipótesis si se trata de una historia de fantasmas o de proyecciones mentales donde se da cuerpo a personas que se han perdido en el pasado y con las que se dejaron cuentas sin saldar. Lo que es real es que el dudoso juego psicológico propuesto por la historia queda desvelado a la mitad de la película y a partir de ahí se vuelve aún más peligroso cuando interviene un personaje más interpretado por Robert Mitchum, cuya presencia y desempeño hace recordar al villano doble cara al que diera vida en The Night Of The Hunter.
Eric Packer
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8
27 de agosto de 2013
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Battery es el contrapunto a la mayoría de las películas de zombies que he visto a lo largo de muchos años, podría decirse que es la aportación que el cine indie y hipster, con pretensiones de cine de arte, hace a este subgénero del cine de horror. Es también una road movie y su ritmo es –como el de los propios muertos vivientes al andar– parsimonioso, contemplativo llegando incluso a ser tarkovskiano por momentos; se comporta mesurada de igual manera a la hora de tener que mostrar los grotescos del mundo en decadencia, de alguna forma busca llegar al espectador a través de otros medios que no sea el impacto visual con escenas de vísceras o cuerpos descompuestos como suele suceder en casi todas las películas de esta clase pero, sin embargo, tiene unos sorprendentes estallidos de violencia que dejan helado a cualquiera. The Battery, en realidad, hace uso del tema de los zombies para revestir una enternecedora narración sobre la amistad forjada entre dos hombres al estilo de Butch Cassidy and the Sundance Kid y The Odd Couple: Ben y Mickey son dos jugadores de beisbol que sólo tienen esto en común más el hecho de haberse encontrado juntos cuando sobrevino la plaga de zombies (la película nos sitúa varios meses después de este hecho, cuando ya el mundo está devastado): de ahí el título de la película, son como los polos positivo y negativo de una batería. Ben es un tipo relajado y desaliñado, un sobreviviente nato que pronto se adapta a la situación caótica, entiende que el mundo ha cambiado y se resiste a anclarse a un lugar fijo porque está latente siempre la amenaza de quedar enclaustrado en él por tiempo indeterminado en caso de ser rodeados por una horda de zombies; Mickey, que lleva siempre los audífonos para evadir la realidad, ya está cansado de ese viaje interminable y que parece que no los conduce a ningún lado, se niega a tener que matar por segunda vez a los muertos revividos y tiene la esperanza de encontrar a una mujer a quien amar aun en este mundo. En un momento de la película, en el que ambos discuten, Ben se define a sí mismo como realista y a Mickey, en tono despectivo, le dice que es un romántico empedernido. Ambos protagónicos son carismáticos y las situaciones en las que se les pone, aunque algunas ya sean tópicas en el cine apocalíptico, son bien llevadas y resueltas. Jeremy Gardner maneja con soltura la cámara en su primer largometraje y captura casi con delicadeza los momentos más íntimos y emotivos de Ben y Mickey. Gardner, incluso, ha conseguido filmar la que considero la mejor escena en una película de zombies:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eric Packer
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10
27 de diciembre de 2010
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca se ha emparentado la obra de Wes Anderson a la de sus coetáneos y sin embargo existen ciertos detalles en sus filmes que hacen recordar a los mundos irreales diseñados tanto por Tim Burton, David Lynch y Terry Gilliam -en el lado oscuro del espectro- así como por el mismo Walt Disney -en el más colorido-, pero es en la obra de Quentin Tarantino donde mayor similitud podría encontrársele al trabajo de Wes Anderson. Ambos, artistas del posmodernismo, eligieron para sus óperas primas tratar con un tema existencialista y por demás trillado en el mundo del cine exigiéndose hacerlo de una manera muy original: el atraco perfecto -referencia obvia al tercer film del genio Stanley Kubrick-. No obstante, mientras que Reservoir Dogs triunfó ante crítica y audiencia Bottle Rocket, de 1996, pasó como una película incomprendida e inclasificable -¿comedia, drama, road movie, coming-of-age-movie?- tanto que ni siquiera encontró público que le confiriera carácter de film de culto a pesar de poseer todas las armas para así serlo. Como en el primer largometraje de Tarantino, Bottle Rocket no se concentra en el robo sino en lo que hay antes y después del mismo solamente que Anderson elige una trayectoria recta y sin curvas -opción opuesta a la tomada por Tarantino- aunque no por eso pudiera considerársele la menos emocionante porque a la tríada de personajes principales de la película les ocurre de todo y de una manera tan sencillamente resuelta que en apariencia pudiera dar la impresión de que son conflictos no muy cinematográficos, pueriles, pero bajo la mano y ojo de Anderson se tornan en sucesos meramente entrañables y surrealistas. En la inocencia de todos los personajes creados para Bottle Rocket -los principales: Anthony (Luke Wilson), Dignan (Owen Wilson), Bob (Robert Musgrave) quienes tienen una facilidad para hacer planes y ejecutarlos de la peor manera, y secundarios como el de Inez (Lumi Cavazos en su único papel importante en EEUU posterior a Como Agua Para Chocolate)- y en sus tomas de decisiones tan impulsivas pero trascendentales radica el éxito de la ópera prima de Wes Anderson que si bien aún no se le ha ensalzado como a uno de los mayores exponentes del cine norteamericano contemporáneo -como sí a P. T. Anderson, Spike Jonze y Sofia Coppola- hay que reconocérsele su cualidad de ser un excelente narrador de comicidad nata y un diseñador de ambientes que si no son oníricos por lo menos sería una tarea ardua encontrarlos en la realidad. Por cierto que Bottle Rocket resulta también como una excelente película sobre el desconcierto en la juventud ante la adultez próxima, años luz del bodrio sobrevalorado de Y Tu Mamá También del eternamente verde Alfonso Cuarón.
Eric Packer
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