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Críticas de Edgar Corleone
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
6
21 de septiembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que escribió Donald Ray Pollock, lo escribió para su propio disfrute. La serie de relatos que se editó bajo el título de "Knockemstiff" narraba trozos de vidas que discurrían bajo el yugo de la crueldad y un humor más negro que el carbón. Y funcionaba a las mil maravillas gracias a un estilo seco, duro, directo y sucio, tan sucio que apestaba.

Tras el éxito, para su primera novela, pensando en el público, trató de narrar otros tantos trozos de vidas sin sentido de personajes que asumen lo que les ha tocado vivir porque no conocen otra cosa. Habitantes de un mundo donde los hombres de quince años aparentan treinta y las chicas se entregan al señor a través de cualquier predicador que las convenza de quitarse la ropa.

"Knockemstiff" es excelente; "El diablo a todas horas" no pasa del notable, pero, como novela con final digerible, era más adaptable al cine que la sobresaliente recopilación. Lo que funciona menos bien en la novela, lo hace peor en la película, lastrada por un montaje desequilibrado -las historias paralelas a la de Arvin, difíciles de compaginar con la principal, parecen encajadas al tuntún- y a veces confuso: flashbacks donde no hacen falta, saltos en el tiempo que tampoco vienen a cuento y, sospecho, exceso de tijera.

Gran parte del atractivo del material de base en su formato original es la propia narración de Pollock, su elección de palabras y la insensibilidad que a veces sorprende al mismo lector riéndose del acto más cruel que se ha cruzado en un libro. El uso del lenguaje escrito se sustituye en la película por una voz en off que, como en la mayoría de ocasiones, sólo suple lo que no se consigue con imágenes. Otro punto en contra.

Y ahora vienen los aciertos. La sorprendente intervención de un desatado Robert Pattinson y un trabajo de Tom Holland que se recordará en el futuro, mantienen por encima de la corrección gran parte del metraje.

Si a ello se le añaden un interesante puñado de secundarios -aquellos que luchan contra el diablo a todas horas desde que nacen- cuyos rostros denotan resignación desde la cuna, y algunas escenas cuya sutil y naturalizada violencia sacuden al espectador cuando toca, el resultado bien merece una oportunidad: como en cualquier historia familiar, hay dolor, después entendimiento y, al final, la asunción que nos permite seguir adelante.
Edgar Corleone
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7
23 de febrero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con muchas ganas acudía ver, como es ya habitual, lo nuevo del gran hombre, Clint Eastwood.

Habiendo leído de todo, y sacando en claro que me iba a encontrar algo ligero, yo seguí manteniendo mi confianza ciega en el octogenario cineasta, y por supuesto que, habiendo mantenido las justas expectativas, no me decepcionó.

En Invictus encontramos una de las mejores actuaciones del año, la de Morgan Freeman metiendose en la piel de Mandela de forma camaleónica. Sin duda, lo mejor de una película que se basa en un guión más bien facilón, aprovechando una historia real, emotiva y del gusto de cualquiera. En segundo plano queda Matt Damon, aunque correcto, ensombrecido por compañero de reparto, al igual que el resto de actores participantes.

Lo bueno de Invictus, y por lo que se merece un buen notable, es la narración. Y es que sobre un guión sencillo, se puede hacer una verdadera mierda, o algo que transmita, que emocione, que enseñe, que hable y diga algo, que perdure... Y Clint Eastwood, con su pulso firme, narra una historia de forma muy emotiva centrada en el deporte, con un estilo simple y directo, sin alardes, pero súmamente correcto.

No soy aficionado al Rugby, y no conocía a ciencia cierta la historia de Mandela, pero me emocioné tanto en los partidos de rugby rodados con verdadera audacia, como con la historia del protagonista.

Lo mejor de Invictus es la sensación de "buen rollo" o de alegría que te deja al final. Termina la película, y cuando te quieres dar cuenta, tienes una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Y eso, creo yo, solo lo consiguen los grandes a partir de un guión tan típico y sencillo, sin grandes alardes literarios, sin diálogos complejos.

No queda en la memoria como "Mistyc River" o mi favorita, "Sin Perdon", pero merece ser vista.
Edgar Corleone
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9
4 de marzo de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tiempos de decadencia del cine de terror, al igual que el de vampiros aparece una pequeña joyita que brilla en el mar de oscuridad como es "Déjame Entrar" y los que dimos por perdido el género volvemos a recuperar la fe.

Porque "Déjame Entrar" mezcla con una maestría pasmosa una narración llena de suspense, con el romanticismo más bello que se puede ver en el cine, con provocadoras escenas de violencia y con el machacado vampirismo.

Básicamente, la película cuenta la historia de Oskar, un joven maltratado por sus compañeros, que abre la puerta de su intimidad a una nueva vecina de su misma edad, con quien establece amistad desde muy pronto, llendo la relación a algo más lejano, mientras que por otra parte, se suceden unos extraños asesinatos en la ciudad.

El frío, la nieve, el color rojo de la sangre, lo inquietante de los colores frios en medio de la noche y el color blanco de la piel son los elementos que utiliza la película para presentarnos al personaje de Eli, una entrañable niña que se ve obligada a matar para seguir viviendo. Y es que ya desde el principio choca la narrativa de la que se sirve el director para presentarnos al personaje. Impresionantes escenas, donde se muestra lo justo en su momento adecuado a la vez que se nos explica lo que es el vampirismo.

Por otra parte, igualmente nos hacen encariñarnos del personaje de Oskar, quien seguirá una evolución lógica dentro de una narración pausada que deja disfrutar de cada imagen y de cada detalle, como una buena historia de amor se merece.

Buenísimas interpretaciones de los dos protagonistas que consiguen empatizar al espectador desde el comienzo. Increible narrativa de principio a fin, apoyada en un guión, estoy seguro, solido como una roca. Unas escenas violentas que pillan por sorpresa, algunos destellos de increible maquillaje que dejan la boca abierta y la fria e inquietante ambientación son elementos que hacen de la película la gozada que es.

Con "Déjame entrar" se demuestra que una historia de amor mezclada con el mito del vampirismo y el terror puede dar mucho de si, siempre que se haga con tanto talento como en esta ocasión. Una delicia de principio a fin, un soplo de aire fresco al género, un disfrute total que utiliza nuestra propia nostalgia y sensibilidad para dejarnos con la boca abierta ante lo que ocurre.
Edgar Corleone
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