Película sobria, espléndidamente contada (recuerda en este sentido mucho a la primera parte de El padrino), grandes actuaciones de Robert De Niro, Meryl Streep, George Dzundza y sobretodo Christopher Walken: pletórico, con razón le dieron el óscar al mejor actor secundario; Cimino retrata la relación y unión entre un grupo de amigos compañeros de trabajo que comparten su tiempo libre y aficiones dentro de un pequeño pueblo industrial de Pensylvania, todo se ve alterado por una decisión de compromiso y lealtad a su país al enrolarse tres de ellos en la guerra de Vietnam. La amistad, sentimientos, personalidad y relaciones se ven alteradas por este hecho que les marcará sus vidas para siempre.

Una película estricta y veraz, que cuenta todo con rigor, apoyándose en las actas originales encontradas después de la guerra, interpretado maravillosamente por Julia Jentsch, convenciendo y convencida de la dantesca realidad que se estaba gestando para Alemania a consecuencia de la tiranía del fascismo para su país y también para el resto de Europa. Impresionantes los diálogos con el criminalista de la Gestapo, Alexander Held, después de su detención, además de su actitud en prisión manteniendo siempre la serenidad algo que logra cautivar a su compañera de celda; también en el juicio sumarísimo, donde nos podemos dar cuenta de como estos eran absolutamente dictatoriales, sin ninguna garantia para los acusados ya que no había defensa y donde el juez sólo buscaba el camino más directo que era la condena a la pena capital. Durante la película subyace un espíritu cristiano, que muestra un camino de lealtad y esperanza que nunca se pierde.

Asistimos a la investigación de un atentado terrorista, en donde el agente Doug Carlin (Denzel Washington) encarna a una persona con una gran empatía y sentido de la responsabilidad donde no le importa arriesgar su vida para salvar la de los demás. Buena película, con la garantía de Jerry Bruckheimer el prodructor de moda, donde vivimos continuamente entre el presente y el pasado para hacer un futuro distinto. La película nunca cae en el aburrimiento, manteniendo siempre una intriga que va in crescendo, de una forma sorprendente.

Gran película la que nos brinda Radu Mihaileanu, sobre el vacío que siente un niño de nueve años al tener que alejarse de su madre, para sobrevivir en una tierra y cultura distinta a la suya, obligado por ella muy a su pesar ya que no desea separarse por nada del mundo, y su mayor deseo es volverse a encontrarse con ella, algo que no abandonará nunca. Conseguirá integrarse con un familia adoptiva, en la que sobresale el papel de su nueva madre que rebosa sentimientos no así el padre mucho mas cerrado y hermético, envuelto por la situación política y social del país, y a una sociedad más desarrolada aunque poco receptiva, donde tendrá problemas de racismo e intolerancia que conseguirá superar.

Así hay que calificar esta película, tanto la dirección como sobretodo el guión de Woody Allen, así como el gran elenco del reparto capitaneado por un soberbio Sean Penn, interpretando a un guitarrista de jazz, que fuera de su trabajo sólo sabe comportarse como un niño, porque a eso corresponden sus manías y sus caprichos que le condicionan su devenir profesional.
Fantástica banda sonora toda ella a ritmo de jazz de los años treinta.