Esta película está destinada a ganar con el paso del tiempo, a convertirse en la joya de la filmografía de Shyamalan. Es poética, romántica y profunda, tan bella que puede cegar a muchos que se acerquen a ella creyendo que están ante una simple historia de terror. La banda sonora acompaña de manera sublime las imágenes de esta inquietante metáfora acerca del miedo a lo desconocido, de la fuerza del amor y lo amargo de su ausencia. Película de culto desde su estreno. Es una lástima que sea tan menospreciada; Shyamalan es, sin duda, el mayor genio de su generación.

No es Le mépris la obra ideal para los amantes de lo fácil y reconocible, estamos ante una película que crece con el tiempo y los visionados, que fluye con tristeza en el interior del espectador hasta destapar lo mejor que contiene y mostrar su inagotable resentimiento y su tremenda melancolía.

Godard desnuda a Brigitte Bardot y nos enseña los tersos muros que rodean a su personaje en esa tediosa y violenta relación con el inseguro, vencido y frustrado dramaturgo que encarna Michel Piccoli. El desprecio muestra de forma hipnótica y deliberadamente apasionada el final de un matrimonio gobernado por el hastío, por los celos, por una acomodada visión del oficio de artista que arrastra inevitablemente al aburrimiento que habita en las altas esferas de la cultura hecha añicos por un talón generoso.

La envolvente música y el inmenso encanto de su moderna puesta en escena no ha de desviar nuestra mirada de la verdadera historia que Godard nos quiere contar: La eterna lucha interior con la que ha de enfrentarse el artista que decide vender la belleza al mejor postor, la rabia del que no sabe conservar su independencia creadora y es derrotado por las dudas y las facturas.

El film oscila entre lo pretendidamente trascendente, el supefluo vacío del cine de autor más exigente y la sublime revelación de los sentimientos más universales y la tragedia más oscura y redentora. Hay luz en el desprecio, hay sombras en los besos escondidos, hay camino tras la ruptura, hasta que todo acabe y la cámara deje de rodar seguiremos creyendo que la vida puede parecerse, en el mejor de los casos, al buen cine.

Ruidosa, agobiante, siniestra, violenta, apocalíptica. yal final extrañamente esperanzadora. Si esto es cine de simple entretenimiento, El hombre que mató a Liberty Valance es sólo una película de vaqueros.

Película académica y rimbombante. Concebida para contentar a paladares fáciles. Incomprensiblemente aclamada por crítica y público , todo en esta cinta es empalagoso y falsamente poético.

Sólo destacaría el magnífico vestuario , y algunos momentos de Paltrow.
Eso sí, muy recomendable para quien siga creyendo que la creatividad de los genios es alimentada por musas de cabelleras doradas y muchas curvas.

Uno de los mejores retratos sobre la frontera existente entre el amor y la amistad. Triste historia rodada elegantemente por Sofía Coppola, que parece alejarse de la estela de su padre y acercarse más a la de cineastas como Godard o Antonioni. El final es uno de los mas hermosos de la historia del cine. Una película delicada y melancólica, casi tocada por el fantasma de Ozu. Una obra digna de adentrarse en tu alma y susurrarte al oído palabras que nunca llegarás a escuchar.