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Críticas de Cinematic
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
8
31 de octubre de 2006
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jane Campion es una directora que sabe lo que le gusta al espectador y la mayoría de las veces nos lo ofrece. Esta es una hermosa historia con unas bellísimas banda sonora y fotografía y con una historia de amor interesante y exacerbada (aunque un tanto deshilachada).

Los intérpretes estan todos fabulosos, destacando a la entonces jovencita (y ganadora del Oscar) Anna Paquin.

El final es un tanto tramposo y ese amago final en la barca (quienes la han visto sabrán a lo que me refiero) es innecesario y no aporta nada a la película. En caso de que ocurriera pues sí, pero no ocurre.
Cinematic
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7
25 de julio de 2006
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A terminar de visualizar esta pelicula no hay duda de que se ha visto una buena pelicula. Personalmente, no me atrapó mucho la historia entre los dos homosexuales. Y lo digo apoyando firmemente a todas las parejas homosexuales del mundo. Ya sean chico y chico o chica y chica. Pero esta personalmente no me llegó. Creo que se alarga demasiado y en momentos me resultó un poco aburrida. Pero en general me gustó, aunque creía que mucho más. A mí me hizo partícipe de su amor y sufrimiento hasta cierto punto, sin exagerar.

Eso sí, ese final arregla mucho las cosas, sin intención de desvelar nada a aquellos que no la hayan visto. Pero la música tampoco la veo como para ganar el oscar.
Cinematic
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6
22 de julio de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva aventura del agente 007 no necesita presentación. Lo primero, se supone que el film es el comienzo del agente 007 y cómo llegó a serlo. Pues eso sólo lo explica en los primeros dos minutos, luego eso se olvida y no tiene relevancia alguna en la historia. Craig está con cara-palo chulesca e inexpresiva a más no poder durante la primera hora. Luego se recupera un poco, pero en mi opinión no da la talla. Es un tío cachas y en más de una ocasión se explota ese aspecto. Y ese, evidentemente, no es Bond, James Bond. Hacia el final está un poco mejor. No lo hace mal del todo, pero no tiene ese carisma característico del agente 007. Incluso en sus anteriores interpretaciones, especialmente en Munich lo hace mejor que aquí. Lo que hace él es un Bond más cachas (casi de portero de discoteca), más oscuro y más violento, con ciertas propensiones a enamorarse pero muy seco. Tal vez esto agrade a algunos, pero a otros tantos que esperen más fidelidad al Bond original (u originales) pues no.

El transcurso de la historia y el desarrollo tiene una importante falta de ritmo, haciéndose muy lenta en ocasiones y en otras (la primera y larguísima secuencia de acción) muy adrenalínica. El comienzo es bastante precipitado, llendo directamente a la acción. Luego se para un poco en un breve romance. Luego acción y así sigue hasta casi llegada la primera hora. Hasta ahí estaba bastante bien, con unos diálogos inteligentes e ingeniosos gracias a la bellísima Eva Green quien realmente lo hace bien y unas gotas de humor apropiadas. Pero a continuación da un bajón impresionante, se hace lenta, llega a aburrir y hasta se hace pesada. Hacia el final se alrga en exceso el tiempo de tranquilidad en el que parecía que se iba a acabar, pero que se intuía que continuaría dado a lo alargado de las escenas, muy impropias de un final. Y porque en el trailer aparecía una secuencia de acción que todavía no habíamos visto. Acaba pues con más intensidad de lo previsto, pero con la sensación de que aparte de que falta “algo”, se ha hecho lenta, pesada y muy irregular. Y es que Martin Campbell no domina el ritmo como debería. O simplemente no lo domina. En ese sentido, hizo mejor trabajo en La máscara del zorro. -->
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cinematic
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Decasia
Documental
Estados Unidos2002
6.9
331
Documental
9
9 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Decasia, de Bill Morrison, se combinan imágenes alteradas químicamente con sonidos que suponen una experiencia, confirmándonos un hecho: el increíble alcance del cine experimental. Al principio de la película vemos una cadena de proyectores, de hilos con negativos de película, sumergidos en el líquido que lo hará todo visible. De repente, una mano entra en escena y coge uno de los negativos. Es esta la mano de Dios, que puede modificar a su antojo cuantas imágenes quiera.

¿Y si nuestra vida estuviera regida por una mano que altera nuestra percepción, una mano con afán de mediocridad que nos ha mostrado hasta ahora la realidad de forma convencional? ¿Y si la verdadera realidad fuera el mundo distorsionado y turbador de Decasia? Esa mano que altera los negativos determina el fluir mágico de imágenes en Decasia. Y si esa mano puede dominar el cine, también puede hacer lo propio con la vida; pues ambas no son más que ilusión.

En una escuela católica, unas monjas esperan a que las niñas entren a clase. Pero la deformación de la imagen, la opresiva banda sonora, y la composición (las monjas están en las esquinas, como ángeles -o diablos- custodios) alteran por completo el significado, transformando lo cotidiano en tenebroso. Los niños, puros e inocentes, entran en las puertas del infierno. Lo que deberían ser los primeros y enriquecedores pasos de la educación, se transforman en una pesadilla de obligaciones que poco a poco les va devorando hasta arrancar de su ser lo particular, todo lo que les hace diferentes al resto. Los niños entran con pesar a clase, como militares que van a la guerra, con la única diferencia de que los militares se enfrentan a la muerte física y ellos a la interior.

Un boxeador pelea contra formas desiguales carentes de todo orden... La irracionalidad. La mente lógica y calculadora dándose siempre de bruces con el fenómeno inexplicable. La incapacidad de comprender, en algunos casos, no evoluciona en un deseo de comprensión, sino en furia idiótica del que ni sabe, ni mucho menos quiere comprender. Del que sólo quiere destruir aquello que escapa a su control. Un boxeador idiota. Un paria sin criterio. ¿Por qué hay tantos?

Un grupo de mineros sacan el cadáver de un hombre, un acosador que en la escena anterior molestaba a una mujer. Así es como se juzgaba antes, con sentencia a muerte sin remisión, con la fuerza cinética de la masa como implacable juez. El arma de destrucción masiva cuyo motor es uno puramente humano: el instinto de castigar el pecado y el riesgo a equivocarse de pecador. Al final les vemos caminando por unas montañas humeantes, un humo que probablemente provenga del cuerpo calcinado del supuesto pecador, víctima de su tiempo.

En un horizonte perfectamente lineal, vemos al sol cayendo cada vez más. No creemos que vaya a desaparecer, pensamos que estará ahí pase lo que pase, pero es sólo una ilusión. Tenemos los días contados, y los perdemos contemplando su transcurso en yerma pasividad, hasta que se apaga. Y con él nosotros. La acción nos dará la luz, hará que la energía del sol penetre en nosotros, de modo que cuando llegue nuestro día, las leyes físicas estarán con las manos atadas, sin poder aplicarnos su destino fatal. Nos hemos comunicado con el sol y ahora somos parte de él.

Durante el metraje, esporádicamente, vemos a un hombre árabe dando vueltas, en uno de los pocos planos de la película sin apenas alteraciones químicas. Pero al final de la película cambia. Vemos a ese hombre dando vueltas, mareándose, alterando su percepción, y ahora el plano también está alterado. En esta escena provista de una enorme carga simbólica, Bill Morrison parece decirnos: si dejamos que nuestra percepción gire y cambie, nuestro mundo cambiará también.
Cinematic
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6
9 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay en Los renegados del diablo una visión pesimista de la civilización. Aquel que sufre los palos y escupitajos de la sociedad reprime una furia enfermiza que más tarde liberará en contra de su opresor inicial. Se forma así un círculo vicioso en el que se alimenta la locura y la demencia, en el que víctimas inocentes son torturadas y asesinadas, pagan justos por pecadores y los antes justos corrompen a otros inocentes. Ese círculo vicioso de locura y depravación en los márgenes de la sociedad es el epicentro de la película, y es una idea que se transmite no sólo temáticamente, sino también formalmente (filtros y técnicas de montaje raras, inusuales, furiosas).

Rob Zombie ya había mostrado en La casa de los 1000 cadáveres (2003) unas particulares señas de estilo, pero en esta radicaliza su discurso y potencia las cualidades de su debut. Con Los renegados del diablo se aleja del terror más ortodoxo de La casa de los 1000 cadáveres, aunque vuelve a estar presente el referente, al parecer, perpetuo del director: La matanza de Texas de Tobe Hopper (1974). Su espíritu sobrevuela todo el film pero por suerte no lo condiciona. Entra en momentos puntuales en el terror pero se sale al poco para mezclar thriller, comedia negra, un aire a road movie sucia y todo lo que quepa en este desquiciado viaje. Eso aderezado con una banda sonora setentera repleta de rock sureño (suenan The Allman Brothers Band o Lynyrd Skynyrd). Constituye en sí misma un tributo a la década de los 70 y, sobre todo, al cine que en ella se produjo.

Esta secuela encubierta de La casa de los 1000 cadáveres se caracteriza por avanzar y expandir los apuntes de aquella. Los personajes principales se mantienen y sus impulsos criminales se llevan al extremo. Se ahonda más en el retrato familiar-disfuncional-enfermizo y en la paradoja que encierra el que no hagan más que insultarse y lanzarse improperios entre ellos pero que sin embargo permanezcan siempre unidos. También se contrapone la ideología de los renegados a la de las fuerzas de autoridad. Vemos que ambos son despiadados, inmorales y faltos de honor. Pero mientras que los renegados lo aceptan y son consciente de su putrefacción, el policía (un gran William Forshyte) se miente a sí mismo pensando que todo lo que hace es por un bien mayor. Es, básicamente, la diferencia entre la honestidad y la hipocresía.

Estas consideraciones socio-ideológicas junto con la potencia de unas imágenes cruentas, una banda sonora deleitosa y un ritmo siempre constante, hacen de Los renegados del diablo un estimulante viaje a los extremos de la perversión y la locura.
Cinematic
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