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Críticas de GUSTAVO
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Críticas 122
Críticas ordenadas por utilidad
9
22 de marzo de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fácilmente podría achacársele a esta película el defecto de que presenta una historia forzada, sentimentalista o incluso racista. Pero si analizamos detenidamente constatamos que, si de historias de desarrollo forzado se trata, éstas existen por cientos en el cine en menor o mayor medida. La diferencia está en cómo se lleva a la escena y si ayuda o no a lograr los objetivos trazados.
Y esto lo hace magníficamente el director Clint Eastwood con una historia muy simple, que no es, por cierto, ni racista ni sentimentalista, contada directamente, sin rodeos y que logra dar profundidad al personaje, al actor principal, que es Eastwood mismo quien ha declarado que este ha sido su último papel, su última cabalgata como actor y que no lo volveremos a ver más en la pantalla.
Se trata, otra vez, de una historia de culpa y redención otoñal como en “El jinete pálido”, “Los imperdonables”, “Crimen verdadero” o “La chica del millón de dólares” solo que esta cinta es una especie de colofón a dicho tema, es el brillante párrafo final.
Eastwood elige una fotografía de tonos muy tenues para adecuar la ambientación de un pueblo lleno de inmigrantes que han llegado ahí huyendo de la violencia pero que siempre tienen que convivir con ella. Los diversos grupos étnicos han procreado pandillas urbanas que tienen códigos propios y en donde la policía prácticamente se mantiene al margen. Walt Kowalsky, el veterano de la guerra de Corea interpretado por Clint, es también un exiliado de la violencia pero de su propia alma y es en esas circunstancias, después de que su esposa muere, que conoce a Tao y Sue, los jóvenes inmigrantes vietnamitas que viven dentro de dicha espiral y que vienen a cubrir su vacío familiar.
El guión se ocupa mucho y en clave de humor de exaltar las diferencias entre los grupos raciales y es uno de los puntos más fuertes de la cinta que recrea al clásico western del pueblo sin ley donde los caballos han sido reemplazados por los vehículos, entre ellos el viejo y prestigioso “Gran Torino”.
El final es totalmente inesperado y dice mucho, alegóricamente, del futuro de Clint Eastwood a quien le deseamos larga vida.
GUSTAVO
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7
1 de marzo de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Vicky Cristina Barcelona”, es una comedia de intercambio cultural que tiene como escenario la ciudad catalana.
Su objetivo, dentro de dicho contexto, es contrastar y confrontar a personalidades opuestas y de diferentes nacionalidades, en este caso dos chicas turistas estadounidenses y dos españoles, en lo que se refiere a las desventuras del amor y las relaciones de pareja. Es decir, un tema recurrente en el mundo del director Woody Allen pero con un nuevo ingrediente.
En esta película, la ciudad de Barcelona funciona como un personaje que tiene doble representación. Una es la de Juan Antonio (Javier Bardem), un pintor medio excéntrico, bohemio y liberal y la otra, la de María Elena (Penélope Cruz), una mujer neurótica y muy impulsiva.
Según la visión de Allen, esta representación se patenta en el arte viviente de la ciudad como la arquitectura, la escultura y la pintura lo que se sugiere con la ayuda de un narrador de voz que está presente en todo el film.
Es inútil, a estas alturas, criticar las películas de Woody Allen mediante los parámetros de la originalidad en la puesta en escena porque Allen tiene un molde para todas ellas.
Incluso, sus personajes, tienen siempre una actitud neutra que, en esta cinta, los actores han logrado asimilar.
Más bien, lo que sorprende es un personaje como el que interpreta Penélope Cruz que se sale de dicho molde para acentuar el contraste con el de Javier Bardem y determinar el desenlace; siendo su actuación convincente, sobre todo cuando tiene que hacer de traductora de sí misma y pasar de hablar español al inglés.
Asimismo, advertimos que Woody Allen pretende encasillar a los hombres catalanes y, por extensión, a los españoles en la personalidad de Juan Antonio.
Lo que le falta a esta película, a mi modo de ver, es un giro argumental que aumente el interés en la trama. Si bien las situaciones absurdas, propias de una comedia, están presentes y además se cuenta con actores reconocidos y muy populares, el resultado no satisface del todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GUSTAVO
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6
30 de enero de 2024
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al contrario de lo que podría pensarse y a pesar de los reparos que se le puede hacer a su cine, que siempre ha tratado de la deshumanización o los límites de la naturaleza humana, Yorgos Lanthimos ha logrado más sutileza y extrañeza en gran parte de su filmografía previa que en “Pobres criaturas” la cual es más atractiva y entretenida pero también más comercial y hasta convencional. Si bien la película toma la idea inicial de la novela de Frankenstein y de cierta forma la de “La bella y la bestia”, en su desarrollo se da un casual acercamiento y paralelismo a la película de Greta Gerwig “Barbie”, que también es sobre un personaje que cobra vida, empezando por la versión “rarita”, la muñeca contrahecha, dañada, con la diferencia de que Bella tiene un cerebro y un cuerpo descoordinados cronológicamente. Sin embargo, la película comienza a derrapar luego de que empieza su etapa de autodescubrimiento y sale de viaje aventurero, convirtiéndose de golpe en una especie de Barbie erótica y fatal pero que toma conciencia de todo lo malo que pasa en el mundo adoptando posiciones sociales, políticas y asumiendo variadas consecuencias que no detallaré.
En cuanto a los personajes secundarios, están todos al servicio del quehacer de Bella aunque el God de Willem Dafoe tiene un trato interesante por lo inquietante de su origen. Y no se puede dejar de mencionar el encuentro cómplice con el de Hanna Schygulla, la actriz primordial de Rainer Werner Fassbinder, que aparece como un referente de la transgresión.
Por lo demás, la fotografía, los cambios de color que remiten al Mago de Oz, los encuadres de la cámara, los efectos del lente ovalado y el diseño de producción calzan con la idea de una fábula e impactan pero hay un cierto barroquismo, producto de efectos digitales burdos y anacrónicos, que va en contra de la propuesta visual.
Creo que Emma Stone, con su actuación, quedará asociada en el imaginario popular con Bella Baxter más que con cualquier otro personaje que haya interpretado en el pasado pero no necesariamente por su historia de liberación y empoderamiento sino porque Lanthimos la ha convertido en un nuevo icono de la pantalla.
GUSTAVO
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8
25 de marzo de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de espionaje desmitifica, por un lado, el perfil de los agentes secretos del tipo de James Bond. Digamos que es la versión seria y realista de aquellos héroes de acción, llenos de sensualidad, ingenio, valentía, humor y una lealtad a toda prueba hacia su institución. Lo que vemos, a cambio, en primer lugar, no es a un ejecutor solitario que se pasea por el mundo derrochando recursos a sus anchas. En la cinta hay dos de ellos pero tienen un itinerario limitado por el “Circo” británico y sobre los cuales no depende, ni de lejos, el destino del mundo: llegan a desenvolverse torpemente y como el caso de Ricky Tarr son débiles y hasta cobardes.
Pero hay otro tipo de agente secreto, el que trabaja más en oficina y que integra la parte alta del organigrama. Ellos sí toman decisiones que pueden afectar las relaciones internacionales y, en los años 70, el destino de la Guerra Fría. La película trata sobre ellos, sobre la comunidad del secreto, la cofradía del silencio que se ve amenazada por un agente doble que está entre sus filas. Se trata de gente encarcelada dentro de una espesa burocracia que ocupa mucho tiempo subiendo escaleras, atravesando rejas y oscuras oficinas y que solo obtienen un respiro cuando suben a la azotea del austero edificio. Los locales alternos son más austeros y lúgubres aún y dentro de ellos se desarrolla la acción.
En ese contexto y en ese ambiente, que ya conoce, reaparece el despedido George Smiley( Gary Oldman).Al igual que la mayoría de sus compañeros de promoción es ahora un solitario perdedor cuya única familia es la del propio Servicio de Inteligencia. Y como sabemos hasta dentro de las mejores familias se tejen lealtades, intrigas, traiciones y sospechas mutuas. En ese sentido, la película tiene algo de “Erase una vez en América” de Sergio Leone, un retrato intrincado sobre la amistad dentro de un círculo cerrado de flemáticos ingleses.
Pero aclaremos que el argumento en realidad no es tan complejo como pareciera ser, es la adaptación y la puesta en escena de la dupla Tomas Alfredson y John Le Carré, autor del “best seller” y socio de la producción, que la hacen densa, oscura y pausada hasta la morosidad como queriendo transmitir el estilo y las descripciones literarias de la novela, con diálogos cortos llenos de claves y una narración que utiliza permanentemente los flashback, muchas veces de manera imperceptible, que aumentan la sensación de confusión y caos.
Escena aparte, por lo lograda, es aquella que en un solo plano resume la vida de la agente soviética filmada a la manera de la “Ventana indiscreta” de Hitchcock pero potenciada horizontalmente.
Es de agradecer que el filme haya sido concebido de esta forma porque tiene mucho de original y obliga a revisarla repetidamente, siempre de manera grata. Está claro, por cierto, que aquí no estamos en el dominio del las palomitas de maíz sino en el del café expreso y doble.
GUSTAVO
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7
5 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de la película es el guion en el que se basa. Se trata de un juego de apariencias, donde se mezclan drama y comedia, que la involucra desde el casting en donde el director prefirió a sus actores favoritos escogiéndolos no necesariamente por calzar en el tipo de personaje acorde con sus características físicas o de carácter. Por eso tenemos a una timadora de mirada angelical como la que interpreta Amy Adams o a Christian Bale transformado físicamente “de pies a cabeza” para poder convertirse en el socio estafador dueño de la franquicia. Además hay una utilización de pelucas o peinados llamativos, incluidos los personajes secundarios, para denotar un ambiente falso o impostado.
La historia se narra linealmente, con algunas inserciones retrospectivas, después del flash back que explica la primera escena sobre la fallida emboscada sobre el alcalde Carmine Polito (Jeremy Renner haciendo de un personaje real) y se va complicando poco a poco. Fuera de cierta inconsistencia referida a la relación entre el alcalde, el estafador y la mafia de los casinos, la misma tiene mucho mérito y se sigue con especial interés por su originalidad e ingenio. Sobre todo teniendo en cuenta que aquí el amor, la seducción del agente Di Maso( Bradley Cooper),las relaciones familiares y extramaritales y hechos como la asociación delictiva, la cacería de políticos corruptos y hasta las buenas intenciones, tienen un doble sentido de imprevisibles consecuencias que a la larga producirá ganadores y perdedores.
Parte importante del filme, por su ironía, es aquella que corresponde a la estrategia conjunta para conseguir arrestos de parte del agente del FBI y la pareja de estafadores, reclutados éstos como colaboradores a cambio de su libertad, filmando “in fraganti” a ingenuos congresistas con una cámara oculta en la suite de un Hotel de lujo (lo que nos hace recordar a los peruanos que el método que utilizaba, en los años 90, el asesor de Fujimori, Vladimiro Montesinos, era muy parecido con la diferencia de que en el Perú la corrupción tenía dos componentes: la del corruptor y la del corrompido).
La puesta en escena es atractiva, la ambientación es muy creíble y los actores aprovechan correctamente el guion para construir el personaje. Pero la única actriz que le da un valor agregado, desde mi punto de vista, es Jennifer Lawrence, algo que no solo sucede en esta película cuando se trata de ella. Puntos en contra son el excesivo adornamiento musical con canciones de la época que llevan, incluso, a que Lawrence se pase de revoluciones en una escena, la pretensión de la cámara en mostrar insistentemente el vestuario y las pelucas y el facilismo de la narración en off como menospreciando la capacidad del espectador para comprender las situaciones.
Pero descontando estas debilidades, igual percibo que la cinta es una de las mejores, si no la mejor, que ha hecho hasta la fecha el director David O. Russell.
GUSTAVO
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