Ehm, vamos a ver. Dice aquí "Comedia". Ejem. No sé, a lo mejor es que no me río de las mismas cosas que estos japos. De hecho no me he reído en toda la película. Bueno sí, al final, pero era una risa nerviosa.

Un señor, un señor japo más bien, con una careta de koala protagoniza esta obra de arte. La careta es de peluche, de hecho se aprecia claramente la cremallera, aunque la gente en el film no parece sorprenderse de ver al señor koala, quizá porque todos se comportan de una manera un poco extraña como suele pasar en todas estas producciones japonesas frikis.

Lo peor es que es un koala como podría haber sido un canguro, digamos que la especie en sí no es relevante, no aporta nada a la historia ni al personaje. Es absurdo y no, no es gracioso, aunque sea muy friki (puede que al principio un poco pero después pierde su gracia).

Hay otro personaje con careta de rana. Es el dependiente de una tienda. También es irrelevante, tanto el personaje como el animal escogido. De nuevo el absurdo sentido del humor nipón.

Hay un tercer personaje con careta de animal, esta vez el animal en cuestión es un conejo. De nuevo a pesar de que se nota claramente que el actor lleva una careta nadie parece darse cuenta. Increible. Y eso que es una careta reciclada, ya que ya la vimos en esa otra absurda película de Donnie Darko.

Si la historia al menos fuera interesante o hiperviolenta o algo, pero es que no tiene chicha y es todo bastante cutre.

Sólo recomendable para frikis de lo oriental o para verla fumada con colegas. Supongo que eso es lo que me faltó.

Típica comedia de adolescentes frikis, con sus disparatadas situaciones y sus chistes soeces aunque en general está por encima de la media en este tipo de producciones a las cuales supera gracias a sus divertidos diálogos y a grandes personajes, como los policías.

El resto, ya se sabe más o menos como va a ir la cosa. No es ninguna genialidad pero tampoco se puede suspender a una película donde suenan nada menos que The Remains y los Amboy Dukes en la mejor versión que se recuerda de Babe Please Don't Go.

Lo más terrorífico anoche en el cine no fue esta película, sino estar el día de su estreno, en un cine de pueblo, con la sala llena de mascachapas con sus novias guarras, todos comiendo sus putas palomitas. Fue como si estuviera rodeado de hamsters gordos y maleducados, porque además se pasaron el rato hablando, comentando cada escena, fingiendo gritos pensándose que hacían gracia y, en resumen, dando por culo toda la noche.

No sé, a lo mejor me hago mayor o algo, yo que sé, pero ver esa sala anoche y pensar en lo que se esta convirtiendo el cine últimamente es un poco deprimente. En fin...

La película, una decepción. Había escuchado buenos comentarios pero aunque está hecha con cierto oficio no deja de ser una sucesión de sustos, uno detrás de otros hasta que la cosa más que asustar empieza a resultar absurda por reiterativa.
La historia al final esta cogida por los pelos y ya cuando aparecen los cazafantasmas no sabes si reir o llorar o qué. Por no hablar de ese giro final riéndose del personal en toda la jeta. Que morro el James Wan.

En fin, una peli que más que miedo me puso más de mala hostia que otra cosa.

Esta Valerie es como una Amelie menos cargante y más alucinógena. La cuestión es que por alguna razón me ha recordado a la película de Jeunet, quizá por lo rarita que me resulta.
Eso sí aquí la pedantería francesa no está presente. Es todo muy como de cuento centroeuropeo. Un cuento surrealista y alucinado, lleno de artificiosas metáforas, detalles sutiles y preciosistas, finas alegorías y gilipolleces como puños.

La cuestión es que en poco más de hora vemos como a partir de un hecho tan mundano como que le baje la regla a nuestra protagonista empiezan a suceder cosas muy fantásticas y empieza a aparecer gente muy, pero que muy chunga: vampiros, curas pedófilos, lesbianismo entre menores, brujería, curas pedófilos y gente muy rarita en general. Pero todo muy bonito y muy centroeuropeo, oiga. Y muy alegórico, sobretodo muy alegórico. Yo como no entendía nada me pasaba el rato diciendo “Oh!, una alegoría, que grande!”. Así todo el rato. En fin, una obra totalmente desubicada y trasnochada, aunque curiosa, eso no lo voy a negar.

Típica película que puede gustar a amantes de la música clásica o de la poesía francesa del siglo XIX pero que tú solo podrás aprovechar para hacerte el interesante con tus amigos (o aquí mismo en FA) o para ligar con alguna universitaria snob.