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Críticas de Manospondylus
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
1
29 de febrero de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como considero que está bien ver películas de toda índole, procedencia, género, presupuesto y presunta calidad, sin prejuicio alguno (o, por lo menos, manteniéndolos a raya), en el día extra del año bisiesto he tenido el atrevimiento de visionar la trilogía de Barbie Fairytopia (sí, las tres) y ahora procedo a reseñar cada una de las partes de esta alocada saga de fantasía feérica a fin de prevenir a las buenas gentes curiosas, intrépidas o insensatas (como yo) que pululan por ahí, y que se puedan sentir atraídas por el deslumbrante y colorido despliegue de demencia que ofrece esta obra audiovisual del infierno.

Sinceramente, desde el principio la cosa no pintaba bien, pero, quién sabe, alguna vez me he llevado alguna sorpresa desconcertante y gratificante (por ejemplo, a finales de 2014 y tras un año de insistencia por parte de mi hermana pequeña me animé a ver Frozen con el firmísimo propósito de destrozarla con mucha crueldad, pero resultó que me encantó hasta niveles que no había previsto; y algo parecido me ha ocurrido varias veces desde entonces con otros filmes). Obviamente, este no ha sido el caso.

Pues resulta que la compañía juguetera Mattel, antes de vivir de la licencia de Jurassic Park/World (verídico, desde 2018) se especializaba principalmente en Barbies, la muñeca más famosa del mundo, con permiso de la articulación radiocarpiana (chiste lingüístico-anatómico malísimo, perdón), y buque insignia de dicha empresa juguetera aún a día de hoy (la prueba es que existen Barbies de Jurassic World), sobreviviendo a polémicas varias que no vienen al caso y a la feroz competencia de los juguetes de Frozen. Por ello, allá por los principios del siglo XXI, Mattel decidió comenzar a explotar la popularidad de su, valga la redundancia, popular muñeca con una serie de películas de animación digital 3D directas a vídeo que, además, también servirían de anuncio comercial para sus muñecas en un ciclo de retroalimentación infinito. ¿Qué podía salir mal?

Barbie Fairytopia es la 5ª de esas películas y la primera que parte de una idea original (no quiero decir que sea original en absoluto, sino que las anteriores eran adaptaciones de cuentos): Barbie, o sea, Elina es un hada sin alas (a saber por qué) que vive en la Pradera Mágica del mundo de Fairytopia, donde pasa sus días holgazaneando con una indescriptiblemente grotesca criatura llamada Bibble (al principio entendí "Bieber") mientras unas hadas extrañamente pequeñas le hacen bullying. O, según le dé, se pone a maltratar al Bieber tirándole cosas mientras su amiga Dandelion (seguramente el personaje con nombre más irrelevante de todos) no hace nada. También hay unos seres mitad flor sin ningún peso en la trama, y nada de lo que ocurre recibe justificación ni tiene trasfondo, a lo que hay que acostumbrarse porque toda la película es así. Un día, Topaz, la guardiana de la Pradera, es secuestrada por Laverna (la mala) quien, además, lanza un gas nocivo que impide que los seres alados vuelen (aunque funciona sólo según convenga a la historia) y pretende reunir a los guardianes de Fairytopia para robarles su poder y no sé qué; pues porque es mala y eso. También hay unos MacGuffins por ahí en la forma de unos collares y, cómo no, nuestra protagonista termina con uno de ellos por esos avatares del guion.

La trama (por llamarla de alguna manera) sigue a Barbie Sue, o sea, a Elina en su absurdo viaje a ningún sitio en particular, porque se limita a dar vueltas encontrándose con personajes varios (Azora, Nalu, Dalia...), muchas veces de casualidad, para hacer lo que le van diciendo, y escapando de los esbirros de Laverna (los hongos) sólo para meterse en su guarida y presentarse delante de ella (donde casualmente estaban todos los prisioneros, así que podría haberse ahorrado tanta huida), pudiendo solucionar todo con un deus ex machina legendario.

Los diálogos son tan rematadamente absurdos que ni Tip y Coll y los Monty Python juntos podrían superarlos. Frases como "Los amigos que no conozco aún" y "Tienes el arcoíris en los ojos" se vuelven motivos recurrentes a lo largo de la película porque quien escribiera el guion seguro que pensó que eran genialidades merecedoras de ser repetidas. Y hay un puñado de escenas dignas de análisis. En particular, destacaría una apenas trepidante escena de acción a la que llegamos cuando Elina se monta un parapente improvisado con una flor (teniendo en cuenta que parece algo completamente accidental, ¿qué demonios pretendía hacer Elina en ese momento?), sin olvidar la persecución con el "pájaro de fuego" (lo llaman así, pero no es de fuego) que revienta violentamente cuando se choca con un pedrusco (lo mejor es la mariposa sociópata gritando "¡Bravo!"), o cuando Elina y compañía se comen las branquialgas de Harry Potter para poder respirar bajo el agua durante una nada impactante (y cargada de una tensión sexual increíblemente incómoda entre Elina y el sireno Nalu) secuencia subacuática que sirve de anticipo de la secuela.

Los personajes... pues están ahí. Elina es la protagonista más unidimensional que recuerdo (un hada sin alas que quiere tener alas pero que no hace nada para tenerlas) y Bieber es la mascota más molesta de la historia (un bicho random que hace ruidos y que se utiliza terriblemente de alivio cómico). Los acompaña una mariposa gigante (o ellos son muy pequeños, no sé, la escala no es algo que quede claro) de la que no sabemos nada y, ocasionalmente, reciben ayuda de otros personajes (normalmente otras hadas o similares) que entran y salen de la trama sin más (seguramente porque costaba mucho animar a tantos personajes a la vez). Laverna es la mala porque tenía que haber una villana, y anda rodeada de unos siervos poco competentes que son todos iguales. El resto de personajes carecen de relevancia y aparecen, desaparecen y reaparecen porque sí.

(Continúa abajo por falta de espacio, sin spoliers)
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Manospondylus
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7
31 de diciembre de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tim Burton se ha caracterizado por un estilo oscuro y lúgubre que genera o resalta belleza en lo que normalmente encontraríamos macabro y desagradable. Como siempre en estos casos, hay quien lo adora, quien lo aborrece y también un montón de gente para quienes les es indiferente, pero generalmente se suele coincidir en que ofrece un mejor resultado con obras originales (Bitelchús, Eduardo Manostijeras o La Novia Cadáver) que con remakes, reboots y cualquier cosa que huela a franquicia (Alicia en el País de las Maravillas, Charlie y la Fábrica de Chocolate o El Planeta de los Simios). Naturalmente, hay excepciones, como Batman, al que le va el rollo oscuro y emo (eso sí, cuando se le concedió a Burton más libertad para la secuela hizo una mala película de Batman por hacer una buena película suya). Miércoles es otra excepción, aunque en realidad solo dirige 4 episodios, ejerce como productor ejecutivo y su impronta y estética están ahí, casi siempre para bien.

Además tenemos a la familia Addams. Al público más joven eso no le dirá mucho. Es más, parece que la generación Z la ha descubierto precisamente con esta serie, pero cuenta con una larga trayectoria. Como parodia de la familia estadounidense es similar a Los Picapiedra o Los Simpson, pero su origen es anterior a ambas, pues se fueron gestando en las viñetas de Chas Addams allá por los años 30 del siglo XX, y desde el principio han destacado por su estética gótica y un humor negro y satírico que, sin embargo, ahora puede parecer poco irreverente, aunque han sabido actualizarse (algunas veces al menos) y adaptarse a los distintos medios. Comenzaron sus andanzas en TV en 1964, contando con un especial a color 11 años después. Tras una serie de animación y un crossover con Scooby-Doo, dieron el salto al cine en 1991 y 1993. También en los 90, recibieron otra serie animada, un reboot directo a vídeo y una sitcom. Ya en el siglo XXI, se convirtieron en musical y volvieron a reiniciarse como películas CGI. No puede decirse que los Addams no hayan mostrado una sorprendente durabilidad pese a que no siempre han sido llevados con la misma fortuna.

Bien, pues resulta que Tim Burton ha tenido pendiente desde hace años un proyecto en esta franquicia que, sí, le va como anillo al dedo: inicialmente iba a dirigir la película del 91, pero por cuestiones de agenda (es decir, Batman Vuelve) no pudo, y tiempo después estuvo detrás de una película stop-motion que fue cancelada, hasta que fue contactado por Miles Millar y Alfred Gough con un nuevo proyecto que despertó su interés. Así llegamos a esta serie de MGM y Netflix, que no es sino la enésima versión de los Addams, reconvertida en una historia de misterio sobrenatural y suspense (un slice of life familiar pocas novedades podría traer después de medio siglo), claramente enfocada al público adolescente/juvenil aunque que puede ser vista por espectadores de más edad sin sentir vergüenza y por más jóvenes sin sufrir un trauma (hay algo de sangre y, por supuesto, fantasía oscura, pero tampoco es algo terrorífico), y centrada en la hija de la familia, Miércoles.

El título no engaña: la protagonista es Miércoles y la encargada de darle vida (que no vitalidad) ha sido Jenna Ortega, un nombre que me era conocido por sus actuaciones de voz en series de animación como Más Allá del Jardín y Jurassic World: Camp Cretaceous, pero mucha gente (y ahora sí me incluyo) la hemos descubierto aquí como intérprete. Y lo hace estupendamente. Con gran sutileza consigue ser muy expresiva sin apenas variar la expresión, manteniendo siempre, salvo contadísimos momentos, el mismo semblante serio y centrando prácticamente toda su interpretación en los ojos. De hecho, una nueva aportación es el hecho de que Miércoles prácticamente no parpadea, lo que puede recordar a cierto tipo de personajes psicopáticos del cine de Kubrick. Ortega también se implicó al punto de aprender a manejarse con el violonchelo para resultar más o menos convincente, pues Miércoles utiliza ese instrumento para tocar canciones de lo más variado, desde los Rolling Stones a Vivaldi. Y, si bien no salen mucho, el resto de la familia son también un acierto de casting ya que todos plasman a la perfección las principales características de cada personaje.

Ahora toca hablar de qué va esto exactamente, que ya era hora. La premisa es sencilla pero da un resultado estupendo: tras ser expulsada del instituto por una gamberrada/intento de asesinato, Miércoles ingresa en la academia a la que asistieron sus padres: Nevermore. Lo curioso es que en anteriores versiones se ha expuesto justo lo contrario (los Addams entre gente normal y corriente) para crear situaciones de pez fuera del agua. Sin embargo, Miércoles tampoco encaja en un instituto de "marginados". Además, pronto empieza una sucesión de intrigas sobre monstruos, visiones, ataques, el pasado de la familia... todas convenientemente relacionadas entre sí, salvo alguna que queda abierta para futuras temporadas (Morning Song, por ejemplo). Y todo sin renunciar completamente a la comedia inherente a la franquicia. Sencillito, pero efectivo. Y, cómo no, engancha porque muchos episodios terminan con cliffhangers, a la usanza de las series de Netflix, pero no hay apenas relleno y los capítulos de 45-50 minutos pasan rápido.

Uno de los aciertos es Nevermore, la academia cuyo diseño combina un castillo rumano con una mansión neogótica de Nueva Inglaterra y que inevitablemente recordará, además de a la Mansión X, a Hogwarts (lo cierto es que no desentonaría como escuela en el Wizarding World), pese a no ser tan monumental, estar oculta, ni su currículum se reduce a la enseñanza de magia, el control poderes ni cosas del estilo. Tampoco se muestra mucho de las clases ni se centra en la vida escolar ya que los problemas a resolver ocupan buena parte del metraje y cualquier otra cosa se usa exclusivamente para desarrollar a los personajes o para que la trama de misterio descanse.

(Sigue sin spoilers)
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Manospondylus
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5
22 de diciembre de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es un episodio interactivo a la usanza de aquellos libros de elige tu propia aventura, es decir, de vez en cuando nos toca elegir de entre varias opciones y dependiendo de nuestra decisión la historia irá por un camino u otro hasta llegar a diferentes desenlaces, normalmente, unos mejores que otros (en el sentido de unos más felices que otros). Aunque poco frecuente, no es algo que se haya inventado ahora, sino que hay unas cuantas obras del estilo, normalmente relacionadas con franquicias populares como Indiana Jones y Blade Runner.

O sea, que estamos ante algo a medio camino entre un episodio especial y un videojuego; y la verdad es que habría preferido cualquiera de esos dos productos, el primero porque la serie Camp Cretaceous/Campamento Cretácico es bastante entretenida incluso con lo random que resulta todo lo de las instalaciones de Mantha Corp, así que un episodio adicional o una película podría haber estado bien, y el segundo porque un juego de mundo abierto en plan survival por Isla Nublar llevando a uno, varios o todos los campistas podría ser una pasada.

Pero esto es lo que hay: un episodio extra intercuela ambientado entre las temporadas 2 y 3 de la serie en el que debemos tomar decisiones en varios momentos para que la historia progrese en un sentido u otro. Argumentalmente, no puede decirse que aporte mucho ni a la franquicia ni siquiera a la serie de Camp Cretaceous en particular, pues todo se resume a que los campistas andan por ahí buscando comida para sobrevivir cuando descubren un mensaje que los conduce hasta la Aventura Secreta, un conjunto de atracciones programadas para el décimo aniversario de Jurassic World que nunca llegaron a abrir, donde los campistas sospechan que un trabajador dejó un alijo de comida en previsión de que el parque se fuera a pique (como acabó sucediendo). El argumento es simplón, sí, pero no es más que la excusa para que los campistas se muevan por la isla y nosotros podamos influir en por dónde van. Adicionalmente, hay muchas referencias a las películas de la saga, principalmente a la original, y como ha sido costumbre en Camp Cretaceous acostumbran a estar muy bien integradas.

Los momentos en los que nos toca escoger lo hacemos a través de Darius, es decir, Darius o la totalidad del grupo deben elegir entre dos opciones que aparecen en pantalla y seguirán la que marquemos. Hay un tiempo límite para decidirse en el que si no marcamos ninguna se elige una automáticamente que no tiene por qué ser la mejor. Algunas de estas decisiones resultan bastante intrascendentes (como decir una cosa u otra, lo que cambia una frase o un diálogo breve), mientras que otras son auténticos dilemas a vida o muerte y lo peor es que es difícil prever qué decisión es peor (en según qué momentos, ambas opciones parecen terribles ideas, o bien, alguna vez, la más absurda es la correcta). Cuando una elección nos conduzca inmediatamente a la muerte, un Mr. ADN ex machina nos devuelve al punto en el que tomamos la funesta decisión y reconduce la trama por el otro camino (en otros casos también está la opción de deshacer decisión). Y la verdad es que es un detalle bueno el haber usado a Mr. ADN.

En fin, que nuestras decisiones llevarán a los campistas por diferentes caminos (siempre que sigan con vida) que consisten básicamente sucesiones de escenas con los campistas huyendo de algún dinosaurio, aunque todos conducen a la Aventura Secreta que da nombre a este episodio interactivo. Eso sí, esa parte puede ser diferente según la ruta seguida y puede desembocar en diferentes finales, no un único desenlace o muerte; pero todos ellos serían posibles dentro del canon de la serie. Esto evidencia un problema de este especial: al transcurrir en medio de la serie, presenta ciertas limitaciones en lo que puede ocurrir y en cómo puede concluir (obviando cuando matamos a los campistas). Y cuando termina reaparece Mr. ADN dirigiéndose al público para que volvamos a algún punto en el que nos perdimos ciertas escenas por no haber seguido esa ruta, porque, obviamente, en una única visualización no vamos a ver todo el metraje posible, así que hay que andar volviendo atrás y repitiendo escenas si se quiere ver todo lo que hay.

También hay que advertir que los cortes entre escenas a veces se notan demasiado (especialmente por los cambios abruptos de música y sonido).

Y ahora toca hablar de los dinosaurios (y demás paleofauna), que por algo son las estrellas de la franquicia y lo que la gente quiere ver (no las langostas gigantes, ¿lo entiendes, Trevorrow?). En Aventura Secreta aparecen algunas de las especies típicas de la saga, como Brachiosaurus, Velociraptor, Gallimimus y un par más. También hay otras pocas más que aparecen solo en algunas de las posibles rutas, como Toro el Carnotaurus o Rexy, por lo que nunca llegan a cruzarse. Y, por último, desde el principio (además de que fue desvelado en el tráiler) comienza a seguirlos un Tarbosaurus, un dinosaurio terópodo de gran tamaño que aparece aquí por vez primera en la franquicia y que hace de principal antagonista de este especial.

Por aportar algunos datos sobre este bicho, Tarbosaurus bataar fue un tiranosáurido que vivió en Asia hacia finales del cretácico, hace 70-68 millones de años, justo antes de la aparición de su pariente más famoso, el Tyrannosaurus rex. Y, sí, Tarbosaurus y Tyrannosaurus estaban tan estrechamente emparentados que durante mucho tiempo se consideró el meter a Tarbosaurus bataar en el género Tyrannosaurus con el nombre Tyrannosaurus bataar. Sin embargo, Tarbosaurus era más pequeño, menos robusto y, por ello, considerablemente menos masivo (unos 10-11 metros de largo y 4-5 toneladas frente a los 12-13 metros y las 8-9 toneladas del T. rex).

(Continúa abajo con más divagaciones sobre el Tarbosaurus y con las conclusiones finales, sin spoilers sobre las posibles historias ni, por supuesto, sus desenlaces)
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Manospondylus
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9
20 de julio de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 17 de diciembre de 1903, el Wright Flyer de los hermanos Wright alzó el vuelo recorriendo 37 m sin tocar el suelo, una distancia inferior a la envergadura de las alas de un avión comercial transcontinental moderno. Ese mismo día, en su cuarto y último vuelo, logró mantenerse casi un minuto en el aire, tiempo suficiente para cubrir una distancia de 260 m. Sólo 65 años y 7 meses después, el 20 de Julio de 1969, el módulo Eagle se posaba sobre la Luna y unas horas después Neil Armstrong se convertía en la primera persona en caminar por la superficie de nuestro satélite, a unos 384.400 km de la Tierra. 50 años más tarde (que se cumplen precisamente mientras escribo esto), la humanidad no ha ido más lejos. Por supuesto, una proeza semejante merece una película a la altura y quizá First Man sea ese filme.

Por supuesto, First Man trata sobre el proyecto Gemini, el programa Apollo y, sobre todo, la vida de Neil Armstrong durante ese periodo (1961-1969), de su llegada a la Luna junto a Buzz Aldrin y de cómo afrontó tanto ese histórico momento como sus propias tragedias familiares. A quien no le interese el tema, piense que todo esto fue (y sigue siendo) un despilfarro de recursos y dinero, o directamente crea que jamás ocurrió en realidad, que sepa que esta no es su película. Por otra parte, quienes valoramos ese momento como uno de los mayores hitos humanos y tecnológicos en la historia de nuestra especie, por no mencionar que la carrera espacial, más allá de ser una competición chorra entre la URSS y USA, trajo consigo importantes avances tecnológicos, incluyendo unos 6.000 inventos que utilizamos cotidianamente (desde equipamiento médico de gran importancia a las actuales pelotas de golf), estamos ante una película imprescindible.

Por otra parte, la cuarta película de Damien Chazelle es para mucha gente un pequeño tropezón en su carrera como director. Mi opinión es muy distinta: First Man es la película que consagra a Chazelle como uno de los mejores directores de cine contemporáneos. Ya no es una joven promesa, sino una maravillosa realidad.

Como he mencionado, basada en la biografía oficial escrita por James R. Hansen y con cierto aire a documental, First Man sigue el día a día de Armstrong, tanto en su vida familiar como en su trabajo en la NASA, siempre enfocada hacia la misión lunar. Así pues, estamos frente a un filme que se centra en la cara más conocida del programa Apollo y por lo tanto es algo individualista (no olvidemos que detrás de esto había unas 400.000 personas), aunque para lo contrario ya tenemos la película Figuras Ocultas que puede servir como un complemento muy recomendable (y necesario) a esta.

Sin embargo, Fist Man ha recibido fuertes reproches, a menudo injustos, y, aunque no quiero convertir esto en una especie de contracrítica sí me voy a detener a comentar un par de los aspectos más criticados: el supuesto nacionalismo y la apariencia de los cohetes y módulos.

En primer lugar, está ese patriotismo exagerado que suele impregnar cualquier película hollywoodiense parecida. Pero no encontramos algo similar en Fist Man. No deja de ser curioso que en España se la critique por americanista mientras que en Estados Unidos se la critique por lo contrario. Obviamente, fue la NASA, agencia espacial de los Estados Unidos, y no la URSS quien llevó por primera vez a alguien a la Luna. Así que es absurdo quejarse de que la película esté desde el punto de vista estadounidense (y más concretamente del de un astronauta en particular). Sin embargo, Armstrong no se consideraba un héroe estadounidense; porque para Amstrong el logro fue de la humanidad (de ahí su famosa frase) y eso es algo que Chazelle y Gosling captan bastante bien. Mientras tanto, ha sido calificada por determinados sectores de "antipatriótica" (The Telegraph) y "antiamericana" (senadores republicanos varios), levantando la típica polémica absurda a la que tuvieron que responder tanto Ryan Gosling como los hijos de Armstrong. Porque Fist Man prescinde de las largas tomas de banderas ondeando dramáticamente al viento del atardecer (en serio, si First Man os parece de un americanocentrismo vomitivo, por vuestra salud, no veáis nada de Michael Bay), ni siquiera aparece el momento en el que clavan la bandera en la Luna (aunque puede verse en algunos planos generales al fondo). Claro que tampoco sale lo de la bolsa de orina de Aldrin y nadie se ha quejado de eso. Ni los experimentos que hicieron en la Luna, lo que no habría estado de más.

Sobre el otro asunto, es curioso como cuando a alguien no le gusta una película, se inventa defectos para dejarla en mal lugar y el ejemplo perfecto son los comentarios sobre la apariencia general de los cohetes y módulos que aparecen en esta. No, en First Man no hay "cohetes oxidados". No son tan elegantes, limpios y estilizados como la Entreprise de Star Trek o las naves de Naboo en Star Wars, pero es lo que hay. De hecho, muchos de los planos que vemos, por ejemplo en la secuencia del despegue, es material de archivo, grabaciones reales del cohete Saturno V rodadas en 70 mm.

Por otra parte, una queja que entiendo (y hasta cierto punto comparto) es que el ritmo sí es increíblemente lento y será el principal escollo para cualquier potencial audiencia. Que sea o no un elemento realmente molesto, como siempre, depende del interés que se tenga en lo que la película cuenta. Al menos, la duración no es excesiva: la película abarca 8 años del proyecto Gemini y el programa Apollo, dos horas no son tanto.

Otra pequeña pega es que, como en La Teoría del Todo (biopic de Stephen Hawking), encuentro muy detallada la parte más personal y privada del personaje histórico, pero me falta mucho trasfondo científico y tecnológico. Es cierto que ese no es el propósito de esta película, pero, aún con eso, no costaba nada meter un poco más de ciencia (que podría haber servido también para hacer divulgación).

(Continúa sin spoilers)
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Manospondylus
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7
8 de junio de 2018
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Después del éxito de Jurassic Park, la realización de una secuela era inevitable. En primer lugar lo hizo Michael Crichton con su novela y, por supuesto, después lo haría Steven Spielberg con su versión cinematográfica. Sin embargo, en este caso, la adaptación al cine conserva únicamente el título del libro (que, de hecho, Crichton tomó de la novela homónima de Arthur Conan Doyle), el nombre de la isla y los de los personajes (porque ni las descripciones de los mismos, ni las relaciones entre ellos son iguales), alguna escena y elemento (por ejemplo, las caravanas), y la idea más básica (hay otra isla con dinosaurios). Nada más.

La película está estructurada en tres actos bien diferenciados (esquema típico, en este caso muy marcado por los lugares tan dispares en los que transcurren): un primer acto previo al viaje en el que parece que va a haber una trama más compleja de lo que resulta ser, un segundo centrado en la aventura en la Isla Sorna, sencillo y entretenido, y un tercero tan espectacular como excesivo. Y, volviendo a la comparación entre película y libro, es el tramo final lo que mejor demuestra las intenciones de Spielberg a la hora de continuar la saga jurásica, pues es una parte que no tiene equivalente en la novela. Spielberg apuesta al "más grande" típico de las secuelas, con más espectacularidad y acción, descuidando la trama. No es que la historia sea mala o tonta por sí misma, sino que está hecha de forma vaga y lejos de la originalidad de Jurassic Park. David Koepp se encarga del guion en solitario (para la primera parte contó también con el propio Crichton), centrándose en las aventuras y la acción, principalmente, gente huyendo de dinosaurios.

John Hammond ha perdido el control sobre su empresa, InGen, que ahora planea capturar los dinosaurios de la Isla Sorna para montar un pequeño Jurassic Park en San Diego. Aquí empiezan los problemas con el guion. En primer lugar, ¿por qué InGen? Tras construir un Parque Jurásico "sin reparar en gastos" y fracasar estrepitosamente, ¿no habría sido más lógico que InGen quebrara y fuera BioSyn la compañía que intentara hacerse con los dinosaurios (como ocurre en la novela)? Desafortunadamente, en esta entrega no se recupera el hilo argumental de BioSyn y Dodgson (el de "¡Dodgson está aquí!") y nunca se habla del tema, quedando como la mayor laguna en la saga cinematográfica hasta Jurassic World: Dominion, 25 años después (y no puede decirse que fuera un regreso satisfactorio del todo). Y en segundo lugar está el asunto de la isla. ¿Por qué Sorna? En las novelas de Crichton sabemos que la Isla Nublar (localización del parque original en Jurassic Park) fue bombardeada por militares de Costa Rica (sí, un país que no tiene ejército), por lo que la Isla Sorna es el único lugar en el que pueden encontrarse estos animales. En la adaptación, en cambio, esto no es así y habría sido más sencillo empezar por Nublar donde hay muchos menos depredadores.

Por lo visto, había una escena en la que el personal directivo de InGen explicaría que el Jurassic Park de Isla Nublar había sido desmantelado (y, presumiblemente, los animales eliminados), pero esta escena fue eliminada del montaje final y del canon de la saga (al recuperar dicha isla con sus instalaciones y dinosaurios en Jurassic World), dejando el asunto de la Isla Sorna como una simple excusa para meter más dinosaurios, más violentos y más peligrosos. Si en Jurassic Park había un Tyrannosaurus rex, ahora tenemos una familia. Si en Jurassic Park había tres Velociraptor, ahora hay una gran manada.

Como en la primera entrega, se intenta recrear a los dinosaurios con un aspecto verosímil y (hasta cierto punto) ajustado a las reproducciones de finales del siglo XX (sin plumas, protoplumas y similares). Como siempre, Spielberg se toma sus licencias, como el tamaño algo exagerado de los Stegosaurus (aunque la apariencia general es mucho más exacta que en Jurassic World). Posteriormente, vemos una estampida de dinosaurios en una cacería que homenajea a la película Hatari!. A Gallimimus, Parasaurolophus y Triceratops los vimos en la primera parte. También hay un pequeño Pachycephalosaurus que aparece embistiendo con la cabeza (algo que ahora no se cree que pudiera hacer) y una pareja de Mamenchisaurus (uno de los animales conocidos con el cuello más largo, aunque la reconstrucción de la postura del mismo en esta película es incorrecta).

Como he adelantado, no faltan las dos grandes estrellas de la primera entrega: Tyrannosaurus y Velociraptor. Los primeros (en plural) muestran su faceta más familiar y protectora (tarea que retoman los raptores en la secuela) en consonancia con la idea de que parezcan animales reales, sin dejar del todo ese aire de antiheroína que tenía la T. rex de Isla Nublar; siendo sin duda el gran atractivo de la película, por lo que se puede perdonar que la cría sea una reconstrucción bastante imprecisa. Mucho más lamentable es el papel de los Velociraptor (de nuevo, Deinonychus desplumados), aquí toda una manada que se dedican a matar porque sí (incluso entre ellos). Presentados como monstruos sanguinarios, están peor utilizados que en Jurassic Park III (dejando a un lado el absurdo sueño y el inverosímil comunicador "cámara de resonancia esculpida" interespecie) y protagonizan junto a la hija de Malcom la escena más tonta de toda la película.

Por cierto, en la primera película nos dijeron que estos animales fueron creados con la incapacidad de sintetizar el aminoácido lisina (Lys), de forma que si no se les administra mueren. Pero se desvela que han logrado sobrevivir al obtener la lisina de su alimento. En realidad, los vertebrados no podemos sintetizar la lisina (y casi ningún animal, junto a otros aminoácidos que varían según la especie), así que como método de contención es una chorrada, si bien es cierto que este error es herencia de la primera parte (y de la novela original) y El Mundo Perdido trata de enmendarlo... más o menos.

(Sigue sin spoilers)
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