No es que sea un gran film, ni mucho menos, tampoco tiene un guion novedoso (de hecho Pato Salvajes es mucho mejor) ni actuaciones descollantes pero si se puede decir que es una de las últimas películas en donde Bruce Willis actúa todo el film y realiza algo productivo. Ambientada en Nigeria, en donde las guerras tribales y la inestabilidad política son cosa de todos los días, es hasta allí en donde llega un comando militar que tiene como objetivo rescatar a una médica y unas religiosas. Pero la cuestión se complica y deberán cambiar lo que habían planificado debiendo recorrer a pie la selva y perseguidos por soldados hasta la frontera con el Congo. Hay mucha acción, lo que lo convierte en un buen entretenimiento, un Bruce Willis en forma y casi despidiéndose del cine que vale la pena junto a la bella Monica Bellucci que actúa correctamente. En síntesis es un film que puede verse sin problemas y pasar un rato agradable.

Es acertado decir que el film es entretenido, con buenos efectos especiales y con un recorrido por varios países mostrando bellos lugares. Hasta aquí lo positivo, después viene un guion incongruente, con cosas totalmente increíbles, imposibles de creer y que bajan abruptamente la nota que para mi modesto entender termina siendo ésta y sinceramente siendo muy generoso. La trama nos muestra como dos aventureros irán tras un tesoro en oro oculto, con millones de idas y vueltas que escondió la tripulación de Fernando de Magallanes en su viaje alrededor del mundo. Hay acción, persecuciones, traiciones y dentro de las actuaciones encontramos a Tom Holland y Mark Wahlberg correctos y un Antonio Banderas en un papel no solo secundario sino casi irrelevante. En síntesis es un film para ver y olvidar al mismo tiempo.

Pasable comedia que se realizó para el lucimiento de Richard Pryor (en pleno auge) que entretiene por momentos, aunque con poco podría haber sido mejor. La trama cuenta como un mediocre beisbolista recibe una herencia pero con la condición que para cobrar todo primero debe gastar 30 millones de dólares en un mes y de paso no decirle a nadie el porque de su comportamiento. Así utilizando el ingenio, a veces, intenta cumplir su cometido para poder alzarse con la fortuna. Hay algunos gags graciosos pero tiene un final precipitado que perjudica un film que si bien tiene una idea interesante no logra desarrollar todo el potencial de la misma. Entre las actuaciones Richard Pryor es gracioso, al igual que el querido John Candy (un poco desaprovechado) también encontramos a Pat Hingle correcto como siempre.

Sin demasiadas estridencias este film logra hacer pasar un momento entretenido, tocando un tema nada novedoso como la relación padre-hijo o algo parecido. Aquí la trama nos muestra a un hombre, productor de un programa de televisión, que supo en el pasado tener éxito, cosa que no ocurre en la actualidad que solo vive para su trabajo sin importar ningún tipo de relaciones personales. Quizás esto último haga que a uno le cueste empatizar con el personaje, mas allá del paulatino cambio del mismo. El problema surge cuando, al morir (en forma muy apurada) su expareja queda a cargo de su hijo, con quien tiene una relación casi nula y de paso se entera que no es el padre. A partir de allí veremos todo el derrotero de acciones que juntos realizarán para encontrar al verdadero progenitor y todo lo que uno imagina exactamente va a ocurrir. Dentro de las actuaciones encontramos a un correcto Leonardo Sbaraglia que logra buena química con el niño Benjamín Otero. Sin ser la gran pelicula logra su cometido.

Las películas de viajes en el tiempo donde el protagonista se encuentra con su otro yo del pasado no es algo novedoso, pero si debo decir que por lo general logra entretener haciendo pasar un momento ameno, tal lo ocurrido aquí. La historia es la de un hombre que debe volver a la edad de 12 años para poder reparar su nave y volver a su vida original. Así pasaremos todos los tópicos de esta clase de film en donde casi nada queda sin resolver y en donde los errores o asuntos pendientes del pasado logran reacomodarse. Así y todo alcanza el cometido de entretener, especialmente por el trabajo muy correcto de Ryan Reynolds quien sabe darle ese matiz de niño adulto que le pide el personaje, los demás actores están correctos cumpliendo sobradamente lo que le han asignado. Para ver un domingo de lluvia con la familia.